Partida Rol por web

Escape from Kong Island

CAPÍTULO 4: KONG, KONG, KONG

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20/09/2019, 18:17
Hermana Claire

Esa es la actitud... - Dijo la monja señalando a Sextus con el dedo. - Si, esa es la actitud. Me gusta ese tipo. - Les dijo  a los otros tres miembros del bote. - Y tú y yo... - Le guiñó un ojo al escuchimizado intérprete. - Tenemos algo pendiente para cuando salgamos de ésta... - Sonrió de forma pícara. Al menos todo lo pícara que podía sonreír una vieja monja nazi.

Acto seguido continuó dándole al remo. Si los cálculos del intérprete eran adecuados, volver a Singapur iba a costarles bastante tiempo. Aunque ella, para nada había hablado de regresar a esa apestosa isla de amarillos. Seguro que había más costa cerca de allí y sino la había, remarían más hasta dar con ella. El caso era no desfallecer y seguir remando.

- Tiradas (1)
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21/09/2019, 19:53
Diana Hoffman

Remaba como podía, pues no era precisamente muy dura en ese sentido.

Y sin embargo, pese al cansancio de todo este tiempo, al final íbamos saliendo de aquella zona. Miré para atrás para mirar a Zenji desde lo alto del barco cuando la monja me preguntó sobre él.

- En realidad... no mucho.- Admití con pesar.- Reconozco que le echaré de menos. Se preocupaba por mi, me protegía, y eso no lo he tenido en mucho tiempo. Sentirse querida no está nada mal. Y eso a veces hace saltar el corazón...

Hablaba pero dudaba que ahora hablar de sentimientos de mujer importase mucho. Desde luego no después de que Sextus dejase claro que las íbamos a pasar putas hasta que nos encontrase un barco.

- ¿Tapadera?- Claire dejaba muy claro que, entre lineas, nos degollaría si, estando como estábamos en guerra, la echábamos a manos de los americanos. - Yo no tengo tapadera, hermana- me quejé, como si realmente estuviera ofendida. - Soy una vedett! Una artista... aunque no lo parezca vestida de uniforme de otro... Soy cantante y bailarina de verdad! - Casi suelto un remo del enfado.- No tengo que ocultar nada. Soy alemana, si, pero el arte es libre y no entiende de guerras. Solo entretengo a al gente.-  Miré a mis manos magulladas.

En realidad, de todo el grupo, era la mas inútil. Una monja de batalla, un traductor con conocimientos sobre agujeros en el espacio tiempo, una agente americana y un medico de guerra. Como no me pusiera a cantar para remar al ritmo...

Palpe mi corazón para notar la carta que, milagrosamente aún seguía allí. Necesitaba soltarla. Y de todos, ninguno me convencía.

- Mejor... sigamos remando.- Asentí a la afirmación de la monja.

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23/09/2019, 10:13
DIRECTORA

Y así, el bote continuó alejándose, mientras aquel amarillo cabezota se quedaba en el destructor americano y reclamaba aquella extraña isla en nombre del Imperio Japonés. Para todos, la suerte estaba echada.

EPÍLOGO