Siendo esta una idea difusa de una mente confundida, más o menos iremos hilvanando cosas sobre "Evil Santa."
Desde su comienzos, la gente no conoce quién es realmente Santa Claus. Detrás de su fachada de gordo bonachón (instaurada por una de sus empresas satélites, Coca-Cola Company, tras el fiasco de sus negocios con Hitler, para "reinventar su imagen"), Santa Claus mantiene exclavizados a centenares de miles de duendes en el Polo Norte, en su base secreta, en la cual fabrica innumerable cantidad de adictivos juguetes y armas de destrucción masiva.
El negocio cierra, perfectamente. Santa Claus es la figura detrás de marcas tan emblemáticas como Mattel, Disney, Sony, etc. Sus mensajes subliminales de consumo generan frenesí y descontrol dentro de la población más joven, y los padres gastan, gastan, gastan! Su último invento: la generación de los "adultos jóvenes" que siguen consumiendo videojuegos y juguetitos.
Los "duendes" son mayormente norboliguayos primigenios que al pasar por el Estrecho de Bering, de Asia a América, fueron capturados por el cruel dictador. Además, esta fuerza laboral esclava fue incrementada a medida que los requerimientos del mercado lo hacía necesario, con prisioneros de guerra de los distintos escenarios a gran escala (muchos de ellos orquestados por el Gordo en persona, debemos agregar). Así es que en el Polo Norte conviven americanos, "proto-latinos", judíos, vietnamitas, norteamericanos, y un largo etcétera.
Durante los últimos 20 años, sin embargo, se empezó a gestar una Rebelión. Las fuerzas de la Navidad no han podido erradicarla, a pesar de sus armas y sádica opresión. La Rebelión hará todo lo posible por conseguir su objetivo. Y el objetivo es claro: Santa debe morir.
Como un primer paso, un grupo externo entrenado por Chuck Norris en su refugio de los Alpes debe volver al lugar que los vio nacer, al infierno llamado La Fabrica de Sueños, a rescatar a un hermano rebelde que dice haber conseguido, esta vez, pruebas con las cuales exponer al fanático diablo navideño.
4 elegidos. Un objetivo.
El pasado real de Santa Claus es algo perdido en la bruma del tiempo.
Solo algunas cosas pueden considerarse hechos, si hacemos caso a la tradición oral de los esclavos del Polo Norte:
- Los primeros amerindios, al cruzar el Estrecho de Bering, fueron apresados por Santa Claus hace alrededor de 25 mil años. Algunos de ellos, al escapar de las garras del Terror Rojo, y continuar su migración hacia terrenos más cálidos (al principio, suponían que Claus no podía salir del hielo o se derretiría), llevaron consigo importantes avances que culminarían en las culturas americanas.
- Poco se sabe del período "oscuro". El cubil de Santa comienza a construirse alrededor del 500 a.C. En algún momento de dicha construcción, Mama Claus hace su aparición. Santa, dejando el control a la frenética y salvaje matrona, comienza a viajar por el mundo buscando una forma de doblegarlo ante sí.
- Santa conoce a un pobre muchacho, hijo de carpintero, y le llena la cabeza de que debe adorarlo. Es obvia su mención en varios textos, como el "anciano de larga barba", y de tanto decirle al muchacho "Hijo", bueno, el chaval se lo creyó. Santa (ó "el Más Santo", haciendo una pequeña pero grotesca alteración a su nombre), buscaba generar en los hombres una adoración hacia él. No tuvo éxito, pues cuando le preguntaron al muchacho dónde estaba su padre, y este dijo "en el cielo" (claro, Santa ya entonces se deslizaba en un trineo volador), lo tomaron literalmente y luego no hicieron caso al Gordo.
- 300 años más tarde, cuando la peste hubo matado a la familia de un clérigo en Bari, tomó el nombre de Nicolás y se hizo pasar por el hijo de esta. Ya viendo el potencial del comercio (el cual, se supone él mismo desarrolló como una idea de sobremesa en el Mediterráneo; y la "moneda", en sus comienzo conchas de caracol, una avivada del Gordo para no pagar su bebida una noche), buscó convencer al tío de este Nicolás de que le dejara regentar el negocio del padre. Al negarse el viejo y avaro clérigo, el Gordo disfrazado de Nicolás regaló todo a los pobres, al grito de "si no lo tengo yo no lo tiene nadie!". Probó suerte con la iglesia nuevamente, y por tonterías ("milagros") como convertir el agua en vino cuando quería emborracharse, o agrandar el pecho de las mozas, terminaron adorándolo, cosa que, no vamos a negarlo, le encantaba. Así nació la leyenda de Nicolás de Bari, o San Nicolás, que le vino como anillo al dedo más adelante.