Sonrío a la mujer y me quedo muy quieta mientras me venda el muslo, por un momento preocupada al ver la marca de los dientes del escualo. En cuanto termina conmigo cabeceo en su dirección y le dirijo una muy amplia sonrisa conforme me voy levantando.
-Muchas gracias, con ese vendaje debería aguantarme perfectamente.- Me acerco a Rheena, prestando apenas una leve mirada a todo lo que nos hemos subido. Al final suelto una carcajada corta cuando empiezo a encargarme de su herida.- En cuanto vea la cicatriz mi marido va a poner el grito en el cielo.- Vuelvo a reírme con ganas.- Soy un desastre…
Al escuchar a Claude no puedo evitarlo y suelto otra sonora carcajada, enjugándome las lágrimas antes de seguir con el vendaje.
-Sí, mimitos. Los mimitos son una parte importante de cualquier proceso de curación. Todo el mundo sabe eso...¿Planes a partir de ahora, pandilla de filibusteros?. Esa piedra verde me produce curiosidad...
Las palabras de Dupont me hicieron reír, pues después de haber compartido lecho con él, sabía perfectamente que me estaba ofreciendo sus manos muy en serio.
- ¿Estás casada?
Era raro encontrar a alguien casado que se enrolara en aventuras como aquella.
- Supongo que es otra forma de vida, lo de tener a alguien en casa esperándote cuando vuelves.
Yo no había practicado nunca eso de tener relaciones serias con nadie, así que para mí aquello era todo un mundo desconocido. De todas maneras, tampoco había encontrado a nadie que me hiciera replantearme mi modo de vida hasta el momento.
- Claro Dupont. Luego puedes hacerme mimitos, pero con cariño ¿eh? Que para cosas bruscas ya me han llegado hoy los mimos del pulpo.
Eso sí, después me quedé pensando en qué iba a hacer y yo era de las que no sabían qué iban a hacer el día siguiente.
- Ir a una taberna del puerto y celebrar que he vuelto viva. Imagino que disfrutar después de la resaca... lo habitual.
Pete prestó mucha atención al pulpo, y tras observar los objetos y como sus compañeros hablaban sobre el día de navidad en familia, alargó la mano y tomó el morral - Aunque no os lo parezca, soy fusilero. Pero desde que llegué a este condenado mundo, el exceso de humedad y las continuas lluvias hacen que tenga que poner los pies en polvorosa cuando no puedo disparar.
Tomo este morral como mi parte, para poder tener mi munición y mi pólvora seca y a salvo. - Observó el morral del marinero e instantáneamente fue a por su petate, metió en el interior un libro negro con una gran cruz dorada dibujada sobre él y asomándose por la borda sumergió el morral en el agua para sacar la santa biblia perfectamente seca. - Pues vaya que si funciona - Por fin podría usar su fusil aún en las peores circunstancias, y colocándose a un lado de sus compañeros empezó a guardar la pólvora y la munición en el nuevo y hermético morral
Pete ya había elegido qué era lo que prefería del tesoro, pues verdaderamente, para eso de que no se te mojara la pólvora era tremendamente útil.
Me incorporé para ver cómo la probaba y sonreí. Desde luego era un buen invento.
- A ver, hay seis pociones de estas - Repartí una para cada uno y dejé las dos que sobraban a parte.
También estaban la piedra y el anillo.
- ¿Nadie ha cogido ningún objeto más...? - Vaya mierda, nos faltaba uno para que cada uno pudiera tener su objeto en cuestión. Claro que el reparto aún se podría hacer. - Como Pete ya ha elegido, podemos hacer tres lotes: Uno las dos pociones que quedan, otro la piedra y otro el anillo. ¿Lo echamos a suertes y el que gane que elija? - Yo de esas tres cosas, claramente prefería el anillo, pero imaginaba que mis compañeros también.
¿Y en monedas... a cuánto tocábamos cada uno?
-Ajá.- Contesto a la pregunta de Rheena mientras me siento para ver a Pete probando el morral.- Tenemos una botica en la ciudad y dos enanos en común.- Me encojo de hombros con una sonrisa.- Nos llevamos bien, y el negocio no va mal.- Suelto una risita.- Pero a veces se necesita un extra, y a mí me va la aventura…así que aquí estamos, después de que un tiburón me haya usado de juguetito masticable y a tí te haya dado un achuchón un pulpo. Todo la mar de normal.
La opción que da la mujer me convence y sonrío de nuevo.
-Pues si a nadie le importa yo no tengo objecciones en quedarme las pociones, a veces las hierbas no sirven contra según qué problemas de salud...
Me había sorprendido saber que nuestra pequeña curandera no sólo estaba casada sino que además tenía hijos. Vade retro satanás, pensé ante la posibilidad de verme atado de esa forma y, centrándome en el reparto del botín, volví a mirar los objetos que habíamos conseguido.
Pete ya había elegido y Nera también, así que sólo quedábamos Rheena y yo por escoger uno de los dos objetos que sobraban. No iba a negar que el anillo era una perita en dulce pero quizás, sobre todo después de lo agotado, contento y encantado que terminaban mis veladas con Rheena dejárselo a ella sería una especie de... regalo.
—Entonces yo voy a elegir la piedra verda. Nunca se sabe cuándo se pueda necesitar una buena explosión —dije, cogiendo la piedra entre mis manos para observarla mucho mejor mientras pensaba si se podría romper en trozos para así tener repuestos. No, esa era una pésima idea.
Pues ya que todo el mundo parecía haber elegido, cogí el anillo y me lo puse, dibujando una sonrisa en los labios mientras lo observaba.
- Perfecto. - Dije como si no hubiera podido esperar otra cosa.
Claro que después de lo importante, el reparto de cosas, lo segundo importante sería secarse un poco.
- Ahora es cuando deberíamos cambiarnos de ropa antes de que cojamos algo.
Me puse de pie como pude y después miré hacia el lugar donde estabas nuestras cosas.
- Voy a ponerme algo seco. Nos vemos ahora.
El grupo repartió los objetos y el dinero. Al final, aunque habían tenido que soltar un buen montón de oro (no os digo cuanto por que os echais a llorar), habían sacado una buena tajada a cambio de recuperar una simple brújula. La travesía de vuelta fue tranquila. Los heridos pudieron descansar y curar sus heridas, otros buscaron modos mas entretenidos de pasar el tiempo y poco a poco fueron conociendo a la tripulación.
La última noche en la mar antes de llegar al puerto de Bristo el capitán Davis les volvió a convocar para una última cena de celebración. Todo había sido un éxito y, aún mejor, no habían tenido ningún encuentro con piratas ni había hecho más tiempo a excepción de la casi permanente llovizna que había siempre en Caribdis.
En monedas (280) tocais a 70 monedas cada uno.
Apuntaos todo por la ficha xfa que como dependáis de mi memoria estais jodidos.
Si alguno quiere hacer algo en concreto durante la travesía, hablar con el capitan o alguno de los tripulantes o algo es el momento. Si no... llegamos bristo y a entregar la brujula.
Pete entregó el pergamino a Claude- Esto estaba junto a la gema verde. Dentro del morral de secano
Pete pasó su primera noche pensando en qué iba a gastar el dinero que había ganado. Durante el día pudieron verle limpiar y abrillantar su fusil. Y durante días estuvo abriendo y cerrando el morral cada vez que chispeaba la lluvia para comprobar si la pólvora realmente se mantenía seca en el interior del morral, maravillándose de aquel extraño fenómeno deshumidificador.
Cogí la piedra verde así como el pergamino que me entregó Pete, intentando descifrar lo que ponía y, con el dinero ganado y los objetos que me habían tocado, me dispuse a pasar esa noche en buena compañía... Siempre y cuando Rheena quisiera.
El resto de días los pasé tranquilamente charlando con la tripulación, haciendo alguna que otra labor para mantenerme activo, revoloteando alrededor de Rheena y pensando en qué me iba a gastar el dinero en cuanto llegáramos a Bristo. Sin lugar a dudas iba a pasarme unos cuantos días de juerga en juerga hasta que tuviera que embarcarme de nuevo en otra aventura para conseguir más dinero.
—Nuestra última noche juntos compañeros —comenté, sentado a la mesa del capitán junto al resto—. Una vez entreguemos la brújula y con la recompensa en el bolsillo ya podremos dedicarnos a nuestras respectivas vidas, aunque espero que nuestros caminos se vuelvan a encontrar —saber que el viaje, quitando algún que otro altercado cuando bajamos a las profundidades, había sido un éxito ayudaba a mantener mi buen humor—. Al final capitán ha sido un viaje muy tranquilo.
El capitán acababa de descorchar una botella y estaba sirviendo las copas.
-Y que lo digas. Ojalá todos los viajes fueran tan tranquilos como este, aunque ya nos hemos topado con piratas en otras ocasiones. Tenemos la ventaja de que nuestro barco es más rápido que la mayoría-dijo riendo- Me alegra que todo saliera bien y que no hayais sufrido ningún desastre, veo que esas heridas curan bien. Teneis suerte de contar con una doctora tan buena. Una vez conocí a un Doreen en en caresia que amputaba brazos y piernas a la mínima. Creo que hace años que lo encerraron por estar como una cabra-les contó dando un trago de vino.
Me pasé los días investigando los recovecos del barco y ayudando en lo posible, incluyendo el cuidado de las heridas que nos habíamos hecho en nuestra pequeña aventura. En general estaba satisfecha: había conseguido valiosas pociones y algo de dinero contante y sonante que ayudaría a la economía familiar, además de que había vivido otra aventura que poder contarle a los niños.
La última noche sentada a la mesa del capitán sonrío al oírle alabar mis conocimientos, y luego me echo a reír abiertamente cuando cuenta la anécdota del Doreen.
-Pues no sé a qué se dedicaría, pero médico no era...cualquiera de nosotros sabe por mala experiencia que la amputación es el último recurso.- Doy un sorbo a mi copa y sigo comiendo con energía, aparentemente ignorante de que quizás no sea una conversación para la mesa.- Ligar arterias es farragoso y como se te infecte...fiesta.
- Eso está claro. Debe seguir en prisión aún por lo que hizo si no calculo mal-respondió el capitán. La charla continuó contando más anecdotas de unos y otros . A la mañana siguiente llegarían por fin a Bristo y con ello al final de su travesía. Tras un brindis por ellos y por las riquezas se despidieron y se marcharon a dormir cuando la luna estaba muy alta en el cielo.
Al día siguiente a media mañana Grunk estaba echando amarras en el puerto de Bristo. La mayor parte de la tripulación bajó del barco para dirigirse, igual que el grupo, hacía la taberna una vez terminados sus quehaceres en "La moza valiente".
El Pajar siempre tenía gente pues era el centro, literal y figurado, de la población y allí se reunían todos aunque dado que aún no era la hora de comer no había tanta gente. Aún así no tardaron en identificar a Bill en la mesa donde les había visto la última vez. Les hizo un gesto con la mano para que se sentaran con él.
-¡Que maravilla!-exclamó encantado cuando le entregaron la brújula-. Espero que la recompensa fuera adecuada-dijo mirandoles tratando de averiguar si estaban satisfechos con lo que habían encontrado- Confío en vuestra palabra de no mencionar nada de esto a mis rivales comerciales, ¿verdad?-preguntó con una sonrisa para después hacer un gesto al tabernero y que les sirviera unas copas.
Bueno gente esto se acaba (o no), escribid el último post :)
No me arrepentía de haber aceptado aquel trabajo. Había conseguido un buen puñado de monedas, me había divertido con una despampanante mujer y apenas habíamos tenido demasiados peligros que sortear. Una buena decisión sin lugar a dudas.
Después de despedirme del capitán y el resto de la tripulación, gente agradable, dispuesta y trabajadora, caminé junto a mis compañeros para encontrarnos con Bill y, sentados con una buena bebida ante nosotros, había llegado el momento de saber porqué narices aquella brújula era tan importante.
—No ha estado mal —contesté a Bill—, aunque también podría haber estado mejor —pensé en todo el hierro que había vuelto al fondo del mar por culpa de aquellos malditos tiburones—. Por mi parte no tengo pensado decir nada a nadie pero sinceramente, ¿por qué es tan importante esa brújula? Y no me vengas con pamplinas de que es un recuerdo familiar porque no me lo trago.
Ya tenía su maldita brújula entre las manos así que no veía el porqué no podía contarnos el motivo de que fuera un objeto tan preciado para él, hasta el punto de pedirnos que no comentásemos con nadie que lo habíamos rescatado del fondo del mar.
La misión nos había dado una buena cantidad de monedas y bueno, eso de haber estado paseando de aquella manera por el fondo del mar había estado bien, ya que había sido toda una experiencia diferente. Claro que me habían "abollado" un poco, pero bueno, ahora ya casi no me dolía y tenía un ungüento que me habían dado que me calmaba y a Dupont que me hacía pasar divertidos momentos en los que no me acordaba que me dolía nada.
Nos reunimos al fin con Billy para darle su brújula y entonces Dupont hizo la pregunta que todos nos hacíamos, que era para qué servía aquella brújula, pues ninguno nos habíamos creído eso de que era algo familiar.
- Sí, eso. Sentimos curiosidad.
Sonreí mientras me quedaba mirando a Billy esperando que respondiera a esa pregunta.
Por lo demás, no tardaríamos en separarnos y volver a ir cada uno por su lado, aunque una nunca sabía cuando sus pasos volverían a juntarla con personas con las que ya había trabajado.
La taberna no estaba tan concurrida como era normal, pero es bastante temprano. Tras despedirme de la tripulación de La Moza Valiente deseándoles lo mejor en sus futuras singladuras ahora me encuentro sentada a la mesa con Bill y mis compañeros, después de haberle dado la brújula.
Sonrío de medio lado, el dinero que he conseguido nos va a venir bien durante un tiempo, y la herida que tengo en el muslo no me ha dado problemas. Cuando llegue a casa la revisaré de nuevo, contando ya con todos los medios a mi alcance.
-No tengo ni idea de quiénes son tus rivales comerciales, y realmente me da igual lo que quieras hacer con la brújula...- Sonrío a nuestro empleador, quizás haya más posibilidades de negocio.- Pero me pica la curiosidad de todo el secretismo...
Pete estaba bastante pletórico. Tenía la bolsa llena de un dinero que no merecía, ciertamente no esperaba un trabajo submarino en el que sus habilidades de tirador de poco servían y su impedimento físico se convertía en un engorro. Y aún así, a costa de las bondades y esfuerzos de sus compañeros tenía un buen botín ¡Que pirata!
Ahora, con el trabajo terminado tenía sus canciones listas para salir fuertes y desafinadas por su ronca garganta, no obstante Bill suscitó preguntas e inquietudes en el grupo de compañeros, que parecían reacios al voto abríos clásico que supone el fin de estos trabajos. Sin un barco, ¿qué iban a hacer esos pobres diablos?
Pero el tal Bill tenía una brújula nueva, ¿A donde llevaría? ¿Un nuevo tesoro? Pete retuvo con gran esfuerzo su jolgorio musical y bebió otro trago a aquella jarra de cerveza que había en sus manos, que había pedido rellenaran con el vino más caro de la taberna mezclado con el ron más seco, un veneno que tal vez le causara ceguera o diabetes, si es que aún no padecía de ambas.
Bill se echó a reir ante la insistencia de los aventureros.
- De verdad es tan solo una brújula normal y corriente. Me la regaló mi padre antes de que las olas se lo tragasen y estuvo siempre conmigo hasta que tuvimos que abandonar el pueblo cuando se sumergió-explicó-. Ahora que mi hija ha crecido me gustaría que ella la tuviera, por eso era importante para mi.
Tras un nuevo brindis por haber conseguido el trabajo sin mayor percance que algunas cicatrices y con un buen montón de oro en los bolsillos el grupo celebró y bebió y bailó durante gran parte de la noche. Aquel trabajo había concluido con éxito y podrían mantenerse a flote durante unas semanas más antes de tener que buscar otro trabajo con el que poder procurarse una comida y un lecho caliente en el que dormir.
¿Qué qué era aquella aquella piedra verde con esa nota misteriosa?
Eso es una historia para otra ocasión.
-Fin-