"Señor, ese jinete de grifos ¿Por un casual era un Mi'Quote?" y le describo a Mya'Le. Al fin y al cabo es algo que me preocupa, no sea que todo esto sólo haya servido para dar con nuestros huesos en la cárcel "y ¿Como es que tenemos que ver nada menos que a la secretaria del estado?"
Mientras tanto, voy pensando en que tipo de secretaria será esta mujer. Se dice que hay dos tipos...
Casi que le preguntaría si hay opcion a encontrar trabajo en la ciudad. Pero lo primero es lo primero, claro.
Saphir dio un cabeceo en señal de reconocimiento y humildad a las palabras del guardia.
—Lamentablemente tuvimos que separarnos de la caravana —Prefirió ahorrarse los detalles—. Solo podemos pedir porque lleguen sanos y salvos hasta aquí por los caminos.
En cuanto comenzaron a adentrarse en la ciudad no pudo evitar distraerse con todo lo que tuviera que ofrecer a la vista y el olfato. Especialmente con los aromas dulces.
Disimuladamente, Morti da con su bastón a Lavinia, en el pie. Claro que no era el Mi'qote. Para empezar ni siquiera cabalgaba un grifo... y tampoco habían salvado nada. Era el jinete que montaba al grifo Rohan, el que rescató a su tío Amet.
Desde luego mejor será que la peliblanca recuerde mejor la magia que estas cosas, si quiere aprender...
-Llegarán en un día, máximo dos, si no han tenido contratiempos.- tercia el lalafel. -¿Debemos ir ya a ver a ese Galiard o preferirá que nos aseemos?
Resulta obvio que llevamos el polvo del camino pegado. Y bien pegado. Un baño sería muy agradable. Y un buen estofado ni que decir...
Ya habrá tiempo de maravillarse con todo. O asquearse... las ciudades tienen de todo. Más de lo segundo... pero llenar la panza va antes.
Se presentó como correspondía, nombre completo, cargo, cual soldado que al fin y al cabo es lo que era, aunque hasta ahora solo hubiera usado sus habilidades como guardia de una ciudad y como portadora de un destino incierto junto a sus compañeros.
- Lavinia, el jinete al que se refiere es al que ayudamos cuando escapabamos de la ciudad.- dijo con el fin de apartar las preocupaciones de la peliblanca. Asearse sonaba a algo que en serio necesitaban pero parecía que habría tiempo.- Supongo que mejorar nuestras pintas es secundario ahora, después de todo para esto veniamos para informar a las autoridades del ataque, del poder de nuestros enemigo y ya si queda tiempo descansar. Aunque en mi caso preferiría tener una nueva armadura y unirme a las fuerzas de la capital... pero bueno eso es algo que está por verse.
El hombre miró a Lavinia con confusión patente, hasta que pronto sus compañeros se aseguraron de aclarar la situación. Agatha miró a la maga roja con una ceja arqueada, también confundida por el despiste de su amiga, pero no dijo nada en voz alta.
— Entiendo... Esperemos que no encuentren ningún problema más por el camino. Esas pobres almas no merecen lo que les ha caído — se quejó el guardia. Parecía verdaderamente preocupado por todos. — No os preocupéis, tendréis tiempo de asearos mientras preparan la cena. El secretario - matizó, en voz alta, con un ligero tono más fuerte para hacer resaltar la "o" — de estado es un hombre ocupado, de manera que necesitará tiempo para organizar la reunión. Además, si lo ve conveniente es posible que acudan otros cargos públicos. Como comprenderéis, no es fácil movilizar todo esto de repente, aunque esto ya solo son imaginaciones mías.
Mientras caminaban, la ciudad a su alrededor se erguía por todas partes, imponente. Los edificios eran mucho más altos que los que había en Tafeld, con poca o nula vegetación también. Las calles eran considerablemente más amplias, pero a pesar de este hecho se hacía muy difícil transitarlas debido a la masa de gente que las recorría. Había todo tipo de personas allí, de diversas razas, conviviendo en armonía.
— No sé si habréis estado mucho por Eilandel, supongo que no. El palacio real, allí donde lo veis — explicó Agatha, señalando con la mano a un edificio de aspecto colosal, destacando por encima de todos los demás edificios. Sus paredes eran blancas como la nieve, reflejando los rayos del sol, y su tamaño era tal que podría perfectamente duplicar en dimensiones al de Tafeld —, es el mayor edificio de la ciudad. Allí vive la familia real, pero también se llevan a cabo todas las gestiones de estado, en un complejo apartado del residencial.
El bullicio alrededor del grupo era notable, con todas aquellas personas viviendo su día a día en una ciudad tan densamente poblada. Por eso no era extraño que un llanto se perdiera entre los oídos de las personas. Una chica de cabellos y tez oscura estaba sollozando en el suelo, mientras todos a su alrededor la esquivaban como si no existiera.
El palacio estaba ya a apenas unos minutos, y el guardia, que hasta ahora os había acompañado en silencio, escuchando también las explicaciones de Agatha, volvió a tomar la palabra.
— Estaréis hambrientos, sucios y cansados. Las dos primeras cosas tienen arreglo fácil, pero para descansar aún tendréis que esperar a la reunión, si sois tan amables. El secretario os esperará para discutir las circunstancias de vuestra llegada, y cualquier información que queráis compartir al respecto — dijo, dejando al grupo entonces a las puertas del palacio, con las indicaciones apropiadas para llegar a una suerte de sala de invitados donde, entre otras cosas, podrían asearse en unos baños públicos.
Fecha y hora límites: Jueves, 6 de Abril a las 23:59.
Me voy de viaje el domingo, así que no está la ronda completa de post para ese entonces ya postearía yo el jueves, que es cuando vuelvo.
La ratona se estaba maravillando con las vistas, aunque no terminó de acostumbrarse al ajetreo de la calle. El bullicio hacía de pantalla ante las conversaciones, haciendo que se perdieran significados y detalles interesantes. Pero aquel llanto infantil de la cría humana no pasó desapercibido para sus oídos. La buscó entre el gentío hasta localizarla, sin embargo la afluencia de los transeúntes y el sentimiento de imperatividad de su llegada al palacio evitaron que se acercase.
Una vez llegaron a la entrada del imponente edificio imaginó sus estancias con el mismo detalle y pulcritud que emanaba de aquella estructura. Y aunque la promesa de un baño caliente y una buena comida placía a sus instintos más básicos, la tentación del bienestar propio no se puso sobre el sentimiento de responsabilidad que sentía hacia los desfavorecidos. En cuanto el guardia marchó por su lado, Saphir hizo el ademán de marchar de nuevo por donde habían venido.
—Excusadme, debo atender un asunto —Se despegó del grupo y fue con paso acelerado hasta donde vio a la cría.
Roger, máster.
¿Qué edad aparenta la niña?
Lo cierto es que la capital es impresionante. Lo es mucho.
Sin embargo hay algo que no se me va de la cabeza. Me imagino el terror de alguien como Mya'lé conjurando su magia aquí. Yo, como mucho, podría enfriar una bebida, pero si el Mi'Quoté intentase traer la guerra, aun si perdiese las bajas humanas serían enormes
Es en esta situación que más que ver, primero oigo a la niña, y aunque me muero de ganas de comer algo, de dormir y de quitarme el polvo del camino, tengo claro que no podría mirarme al espejo si una niña está en problemas
"Yo tambien la he oido, vamos a ayudarla, Saphir"
Lo cierto es que en este mundo, sólo los magos negros (de raza) tienen cara negra ¿Que clase de niña será?
"Hola, soy Lavinia ¿Te has perdido?" le digo agachandome hasta ponerme a su altura, y enarbolando la mejor de mis sonrisas
Mortimer pesea que quizá sea el rostro más amable para una niña, cualidades de los hoyuelos lalafel, opta por no acercarse. hoyuelos o no, su ceño fruncido no ayudará. Aunque quizá si los chocobitos...pero si nos acercamos todos de golpe se agobiará.
Termina su debate interno optando por quedarse donde está y esperando que el "rufián" Raven haga lo mismo para no asustar más a la niña. mirando al guardia.
-No descansaremos hasta la reunión, de acuerdo. Ahora bien, asearnos y comer algo mientras esperamos será bienvenido. Incluso necesario, me atrevería. Sobre todo lo segundo. -mira alrededor de nuevo -Es un palacio enorme, y no lo digo solo porque me vaya grande por talla. Es.... enorme. Tuvieron que usar magia para ayudar a la construcción, seguro.
Pese a todo, ojea hcia la niña y sus compañeras, por si necesitan ayuda o apoyo. O por si lo llaman.
Kallista siguió enmudecida, admirando la enormidad de la capital. Comparada a Tafeld, Eilandel era infinitamente más rica, poderosa, imponente... No sabía si terminaba de gustarle. Echaba de menos las flores cayendo de los balcones, las plantas fusionándose armónicamente con la arquitectura de su ciudad natal. Eilandel era mucho más avanzada, pero Tafeld tenía una armonía con lo natural que, ahora, probablemente se habría perdido. Recordar su ciudad en llamas hizo que se sumiera aún más en sus oscuros pensamientos... Hasta que la oyó.
Ese llanto hizo que levantara su cabeza de repente, buscando frenéticamente con la mirada hasta ver a aquella muchacha. Era... ¡Sí, era ella! Corrió tras Saphir y Lavinia, sacando a flote a su memoria aquella visión que había tenido antes de despertar en el bosque. Una niñita llorando en mitad de la multitud, en una ciudad enorme que no conocía... Nadie parecía hacerle caso, como a ella. ¡Tenía que serlo!
— ¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? — interrogó, alterada. La niñita dejó de llorar, mirando al grupo que se había acercado con una evidente cara de pavor, antes de levantarse a trompicones y salir huyendo, mezclándose entre el gentío sin posibilidad de seguirla — ¡No, espera! — intentó detenerla, en vano. Kallista aguantó un quejido, sintiéndose terriblemente mal por su forma de actuar. ¿Había sido ella quien la había asustado? ¿O era otra cosa?
— Yo... Lo siento. La vi, en mi visión. Era una ciudad exactamente igual a esta, con un montón de gente alrededor ignorándola. Y la niña lloraba... Pero vosotras no estabais ahí. ¿Era... el futuro? ¿O es solo casualidad? — inquirió, confusa. No entendía nada de lo que estaba pasando.
PNJtizada por el Director (era un momento importante)
El guardia esperó pacientemente a que el grupo se reuniera de nuevo antes de volver a ponerse en marcha hacia palacio.
Una vez allí, todos pudieron disfrutar de un grandioso baño, a gusto de cada cual. Había piscinas con agua fría, caliente o templada; jabones y aceites de toda clase, con fragancias que inundaban el ambiente y sus fosas nasales; toallas calientes, puestas sobre piedras calentadas en chimeneas preparadas para ellas, que tenían un tacto suave y esponjoso. Podían usar cualquier cosa de allí, y bañarse en privado o en público, ya que había piscinas de sobra, algunas con otras personas dentro, otras vacías. ¿Sería una costumbre de allí tener todo un baño termal en palacio? Y, lo que era más sorprendente, abierto para todos... o bueno, al menos todos aquellos que pudieran tener acceso a palacio, claro.
Una vez limpios y secos, con sus ropas mágicamente lavadas, planchadas y secas, se dispuso todo un banquete para ellos en una sala reservada. La mesa estaba repleta de manjares únicos, que muchos de allí jamás habrían probado antes. Todo tipo de carnes frías y calientes, pescados marinados y salseados con deliciosos acompañamientos de verduras, pastas de todas las clases, colores y sabores, empanadas con rellenos dulces y salados, quesos, encurtidos, curados... A Agatha le brillaban los ojos con todo aquel repertorio culinario dispuesto para ellos, y solo para ellos, al parecer, pues gozaban de privacidad en aquella sala, al menos mientras el secretario terminaba de disponerlo todo para su recibimiento oficial. ¿Tan distinguidos eran como para ofrecerles aquellas atenciones? ¿O era meramente el estilo de la capital?
La niña aparentaba unos 8 años, por cierto.
Os dejo por aquí una ronda para que habléis si queréis o lo que sea, antes de dar paso a la conversación final. Después de eso también contestaré preguntas, si las hubiera, de cómo iba a ir después todo.
"Fecha y hora límites": Lunes, 24 de Abril a las 20:59.
Vaya. Esto no es normal.
Lo habitual es servir yo a un grupo de cazurros maleducados ¡No que me sirvan, como si fuese nobleza!
Entonces hay un momento en el que os sugiero a todos que nos vayamos juntos al mismo baño privado. No es en absoluto para hacer una escena fanservice, como si fuese un anime de los 80, los 90, o del siglo XXI.
Es para tener intimidad entre nosotros
"Kallista, cuentanos ¿Que es eso de que viste a esa niña en un sueño? A ver, yo fui porque bajo ningun concepto iba a hincharme a comer y a vivir lujos de emisario, mientras veo a alguien llorar en las calles" aclaro.
"Sin embargo, parece que el mundo funciona con profecías, con destino prefijados e inmutables. Pero sin embargo hemos cambiado algo. Esa niña lloraba sola, y ahora no lo estuvo más"
"Sea lo que sea... ¡Auch!" exclamo, pues de pronto el agua está demasiado caliente "Oye, lo bueno de bañarnos todos juntos es que si el agua está demasiado fria, Mortimer la calienta. Y si está que arde..." con una leve aplicación del hechizo Frio, bajo algunos grados el agua.
Es mentira.
Fanservice. Lo hacemos por Fanservice.
Tras la cena, donde la samhín mantuvo una actitud cortés que rozaba el ascetismo con respecto al banquete, se unió a sus compañeros en los baños. Igualmente eligió presentarse con las ropas de telas más gruesas y menos reveladoras que pudiese encontrar, quedándose en el borde de la terma, tan solo metiendo sus pezuñas. Ya se había aseado anteriormente, así que carecía de sentido que volviese a mojarse, además del exceso de compañía.
—No hay nada que no hayan concebido los Dioses. Si de veras tuviste esa visión, Kallista, y de algún modo algo ha cambiado... —Quedó en silencio un instante— No creo que puedan torcerse los designios divinos tan fácilmente. Pudo ser una prueba, o simplemente una premonición incompleta. Han ocurrido tantas cosas... —Estaba claramente abrumada por la necesidad de buscarle respuestas a lo que no lo tenía.
— Las profecías son designios divinos, como bien dice Saphir... Pero nunca son perspectivas completas — explicó Agatha, quien estaba en ese momento metiéndose en uno de los baños de agua caliente con un suspiro. Parecía más que acostumbrada a este tipo de situaciones privadas, a diferencia del resto del grupo. A pesar de todo, lo hizo con una toalla cubriendo todo lo que debía cubrirse. — Supongo que los demás tuvisteis visiones similares en aquel momento, tras lo del cristal. Tenedlo en cuenta para el futuro — acabó por decir, antes de cerrar los ojos y disfrutar del baño.
1/2
Una vez el grupo estuvo satisfecho en cuanto a comida y aseo se refería, fueron llamados con la mayor presteza posible a asistir a la reunión. Fueron escoltados por varios de los guardias, para evitar que se perdieran en un lugar tan grande como era el palacio. Por el camino pudieron ver toda clase de motivos decorativos del reino de Eilandel, consistentes en varias espadas cruzadas sobre una rosa y una estrella de cuatro puntas. Así mismo, el suelo bien pulido y las cristaleras aportaban una sensación muy luminosa de día, y embellecían aún más ya al caer la noche, como empezaba a ser el caso, gracias a los reflejos de la luna que empezaba a asomar por el horizonte.
Los guardias se quedaron apostados frente a una puerta de grandes dimensiones, coronada por un letrero tallado en piedra que rezaba "Sala de Juntas". Al entrar, pudieron ver una serie de bancales dispuestos de manera que todos miraban a un estrado, donde un atril de madera oscura presidía todas las atenciones. Había ya varias personas dispuestas en aquellos bancales, así como un grupo reducido de unas tres personas charlaba de manera no muy animada. Al veros entrar, dos de ellos se sentaron, mientras un hombre ya entrado en años se aproximó al grupo de aventureros.
— Bienvenidos sean a Eilandel. Espero que su visita, aunque infortunada, sea agradable para todos ustedes. Yo soy Galliard, secretario de Estado, es un placer conocer en persona a unos de los supervivientes de... aquel desafortunado suceso — expresó, haciendo una leve inclinación de cabeza. Su cabello se mantuvo intacto y bien peinado hacia atrás, mientras su frente, arrugada por el paso de los años, se destensaba solo ligeramente en su saludo. Su bigote se hallaba curvado en una sonrisa cordial, no obstante, que entraba en conflicto con la preocupación que se dejaba entrever en sus ojos, de color avellana. Su atuendo, por otra parte, era el de alguien refinado e importante en la corte, con un traje verde con motivos dorados, y una capa carmesí que ondeaba a su espalda al caminar.
— Por favor, tomen asiento, en breves requeriremos su intervención — pidió, haciendo un gesto con el brazo señalando a los bancales que se hallaban frente al estrado. Él mismo se giró con decisión, llegando hasta el atril para colocarse frente a toda la audiencia. Todos parecían tener un peso en las decisiones que allí se tomaban, fuera este mayor o menor. El hombre miró a todos a los ojos, casi uno por uno, antes de comenzar con su discurso.
— Seré breve, pues la situación lo amerita. Ya hemos discutido los pasos a seguir, y las posibles motivaciones del Imperio para invadir una ciudad protegida por el reino. Debemos sofocar cualquier agravio a nuestras gentes, proteger a aquellos a quienes juramos proteger. El ejército ya se está movilizando, y la guerra formal comenzará en pocos días... — Hizo una pausa, suspirando levemente, mientras un murmullo suave se levantó brevemente con los cuchicheos de los allí presentes. — Debemos ser fuertes y perseverar. El Imperio es fuerte, pero ha llegado demasiado lejos creyendo que puede hacer lo que se le antoje. Eilandel contestará con todas sus fuerzas, y aplastaremos a nuestros adversarios con todo nuestro poder militar. No obstante, aún queda una variable por discutir... Algo que hasta hoy no había sido revelado — explicó, mirando entonces directamente al grupo. Agatha reprimió un pequeño escalofrío al ver sus ojos, que parecían penetrar en sus almas.
— Tenemos a unos invitados muy especiales hoy aquí, con nosotros. Las razones son un secreto, lamentablemente, pero deben saber que estas personas jugarán un papel fundamental en el destino incierto que nos depara de ahora en adelante — anunció, con vehemencia. Los murmullos crecieron en intensidad, antes de ser acallados por el mero levantar de su mano derecha. — Sabiendo lo que sabemos, desde la Secretaría general se ha decidido actuar con antelación. Rudiger, ministro de Economía — llamó, momento en el cual un hombre de mediana edad, rubio y con signos de incipiente calvicie, se levantó de entre la multitud. — Quiero un informe detallado de los fondos disponibles para la guerra. Ameron, ministro de Urbanismo — llamó también, provocando un efecto similar al anterior en otro hombre de la multitud, con el pelo castaño — Deberá informar de las defensas de la capital, así como de las demás ciudades del reino.
Poco a poco fue llamando a los distintos ministros, dándoles las tareas pertinentes a su campo de especialización. El nerviosismo se apaciguó momentáneamente, solamente por el hecho de ser sobrepuesto por el trabajo que debían realizar a la mayor brevedad posible. Finalmente acabó despidiendo la reunión, momento en el cual se acercó al grupo, con gesto preocupado, mientras esperaba a que la habitación se vaciara.
— Esperen un poco, si no es molestia. Necesito hablar con todos ustedes en privado — solicitó, esperando a que quedaran a solas.
Motivo: Advertir Lavinia
Dificultad: 20
Habilidad: 4
Tirada: 6 8 9
Total: 6 +4 = 10 Fracaso
Motivo: Advertir Raven
Dificultad: 20
Habilidad: 12
Tirada: 2 5 9
Total: 5 +12 = 17 Fracaso
Motivo: Advertir Kallista
Dificultad: 20
Habilidad: 10
Tirada: 1 3 9
Total: 3 +10 = 13 Fracaso
Motivo: Advertir Mortimer
Dificultad: 20
Habilidad: 12
Tirada: 3 7 8
Total: 7 +12 = 19 Fracaso
Motivo: Advertir Saphir
Dificultad: 20
Habilidad: 12
Tirada: 2 4 5
Total: 4 +12 = 16 Fracaso
Fecha y hora límites: Lunes, 8 de Mayo a las 20:59.
El siguiente post será el último antes de finalizar esta partida.
Saphir observó su ambiente con silenciosa admiración por la fina arquitectura, y luego con la escena formal que se cuadraba ante ellos en su sala de destino. La disposición del mobiliario le recordaba a los templos de los norteños, que al contrario que los de su gente, buscaban centrar la atención en su guía espiritual antes que en la imagen de los dioses. Saludó de vuelta al secretario de Estado con media reverencia y escuchó todo lo que tuviese que decir sin añadir ningún comentario. Si de veras ahora estaban por reaccionar al ataque imperial, quizá sería algo tarde, pero al menos parecía que algo harían.
Una vez quedaron a solas con el mandatario, la ratona se permitió hablar.
—Creo que el sentimiento es compartido cuando digo que estamos muy agradecidos por su hospitalidad —dio un leve cabeceo— Lamento en mi caso haber servido de poca ayuda en la defensa de Tafeld. Espero, sin embargo, servir de más ayuda ahora. Más aún cuando mi pueblo ya ha sufrido sus primeras pérdidas —bajó la mirada, a la par que su tono— y me temo que no serán las únicas.
Si la hospitalidad me superaba, este momento de tan gran seriedad me abruma sobre cualquier límite que yo pudiera tener. Lo más parecido a tener una escolta habrán sido algunos mozos del pueblo sacándome a bailar durante las fiestas de la ciudad. Ahora en cambio nos han escoltado una guardia armada, digna de los nobles.
Y he contemplado esta reunión, dirigiendo y planeando una guerra que no será olvidada a través de mi único y pobre ojo, he oido a todos los estadistas a través de mis oidos que nunca fueron a ninguna academia ¿Y ahora el destino está en estas manos que no han tocado más que un horno demasiado caliente?
"Señor, todo lo que diga es sólo para apoyar lo que ha dicho mi rátida compañera. Con Tafeld he perdido el lugar donde he nacido, y en la huida he perdido a la persona más importante en mi vida"
"No sé en absoluto por qué el destino me ha marcado, a mi o a cualquiera de nosotros" digo hablando con algo de doble sentido, por si el buen Galiard sabe algo más de lo que parece "pero puede contar con mi sangre y mi vida para que esta atrocidad que hemos vivido no se repita"
"Sin embargo, parece que hay ciertos eventos más allá de lo que aparenta" y empiezo a comentarle acerca de Mya'le, el capitán mi'qote. De su descomunal poder y de su rabia
:p Aunque Lavi, por lo bajini, fangirlea un poco a Mya'le.
El Secretario escuchó atentamente a las dos por igual, Lavinia y Saphir. Los demás guardaron un respetuoso silencio, quizá creyendo que no era el momento de intervenir, dejando todo en manos de la tabernera, que ya había demostrado sobradamente su labia. Galliard asintió, frunció el ceño y suspiró a partes iguales. Parecía preocupado por lo que le estaba contando Lavinia sobre Mya'le, pero al mismo tiempo era como si se lo esperara. Su sorpresa no era tan mayúscula, ni sus gestos denotaban un total desconocimiento.
— Sobre ese asunto... Fuisteis elegidos, eso es cierto. Lo noté nada más conoceros. Pero me temo que esa bendición ya no os acompaña, mis estimados amigos — comentó Galliard, lo cual le granjeó un alzamiento de ceja por parte de Agatha. ¿Cómo es que sabía tanto? — A fin de cuentas ya no portáis la marca del Cristal. No sé si es por ese tal... Mya'le, o por otras razones ocultas del destino, pero definitivamente ya no sois más unos elegidos. Desconozco si es algo que se pueda traspasar a otros, o quizá... se ha perdido para siempre esa posibilidad. — Aquella afirmación era lo que más preocupado le tenía. Claramente Galliard sabía cosas, y por suerte estaba dispuesto a compartirlas.
— Hay leyendas del pasado, otros elegidos. Estas no son muy conocidas en la actualidad, y esto tiene una razón de ser. Esa razón era para que no ocurrieran desgracias como la que ha acontecido. Los elegidos poseen un gran poder, una gran responsabilidad también... y eso les hace blancos para las fuerzas del mal. Creo que esta vez, Vallonde se ha adelantado a todo, sentando un precedente. La catástrofe se avecina, pues solo en ese momento el Cristal actúa, y parece que no fuimos lo suficientemente rápidos para detenerles antes de que encontraran a los elegidos. Quizá, el hecho de que os asesinara... Os deshizo de vuestro destino. — sentenció, cruzándose los brazos tras la espalda, mientras su rostro parecía más que apesadumbrado.
— Ahora sois libres, por una parte, pero por otra... Hemos perdido una gran baza. Aun así, lucharemos por este mundo, por el Cristal. Tafeld será vengada, y nuestra tierra defendida de esta incipiente invasión. En vuestras manos queda cómo ayudaréis en el futuro. La responsabilidad de todo el mundo ya no recae sobre vuestros hombros, así que podéis actuar como deseéis. Aun así... se agradecerá toda ayuda, por supuesto. Ahora descansad. Vuestro futuro está en vuestras manos, y es decisión solo vuestra qué hacer con él.
Os dejo el resto de posts para que relatéis (de forma corta o larga, a vuestra elección) qué harían vuestros personajes tras esta revelación, y después si queréis preguntar cosas sois totalmente libres. Aún haré un pequeño epílogo después de esto, igualmente.
Me quedo escuchando. Seriamente.
Gravemente.
"Con todo el respeto, mi señor. Permítale decirle que... Y un culo"
Puede que sea la primera persona que diga un vulgarismo en su presencia. No lo digo por decir.
"No sé por qué nos habría elegido el Cristal, la Tierra o lo que sea que fuere. Y desde luego no se acerca de los otros elegidos, sus poderes o sus bendiciones. Pero en este momento, yo me elijo a mi misma. Me elijo para evitar que esto suceda más. Me elijo para descubrir la verdad tras los símbolos. Y desde luego, para detener a Vallonde"
"¿Des-Elegida? Y un culo"
Doy un paso corto, y me inclino ante el rey, con una rodilla en la tierra, cerrando mi único ojo.
"Me pongo a su servicio, señor. Lo hago con la espada y con la magia" digo revelando por primera vez mi talento dual. Y lo hago con la plena determinación de que si Gaia no marca mi camino, entonces YO marcaré mi camino.
Tan sólo tengo una preocupación, y es asegurarme de que tito Amet tenga un techo, ahora que no puede valerse más.
Escuchó al humano con atención, siendo que al enterarse del hecho de la pérdida que habían sufrido por obra del miqo'te, no terminó de asimilarlo. Se miró instintivamente el dorso de la mano, buscando algo que ya no estaba. ¿Siquiera es una pérdida? Trató de ponerse de acuerdo consigo misma, ya que en cierta manera se había hecho a la idea de la carga que se les había asignado. Fuera voluntad del cristal o los dioses, si había cambiado su sino, al menos sabía que no había sido por su culpa. O eso quería creer. Y al final, ¿qué iba a hacer? Sabía que podía hacer mucho bien aún, pero quizá su lugar ahora estaba en otra parte.
—Es... mucho que asimilar en muy poco tiempo —Miraba al suelo, agarrándose del báculo con ambas garras—. Por un lado, supongo que no hay nada que lamentar. Si hubiésemos sido dignos, habríamos seguido siendo Elegidos. Y ahora que ya no llevamos ese peso, tenemos mucho por hacer aún —Miró de nuevo al humano, más determinada—. Agradezco vuestra ayuda y hospitalidad, pero me temo que no continuaré en su reino, mi señor. Si esta catástrofe va a llegar inevitablemente, debo hacer algo por los míos, que aún ni conocerán sobre este desastre —Hizo una suave y larga reverencia hacia Galliard—. Os deseo buena ventura a vos y vuestro reino. Que los dioses se apiaden de todos —A continuación, se referiría al grupo con un aire más alicaído—. Ha sido duro y corto, queridos, pero tengo la esperanza de que lo que venga no nos aparte de este mundo y podamos vernos de nuevo. Os deseo lo mejor —Dedicó un asentimiento calmo a Lavinia y una sonrisa antes de dar la espalda a los presentes y dirigirse hacia la salida, con el paso más firme de lo que acostumbraba; lista para volver de vuelta a casa, sin saber bien lo que encontraría en el camino o en su final.
En cuanto a preguntas me gustaría saber un poco todo lo que iba a ocurrir. Obviamente no espero que lo detalles al milímetro, pero sí saber en general lo que habría acontecido en los siguientes capítulos. Por dar una idea, me interesaría cualquier cosa que tuvieras en mente, fueran lugares, personajes importantes, situaciones, decisiones, etc.
Galliard asintió, con una media sonrisa por las palabras de Lavinia. Incluso en aquella situación, era inevitable no sonreír ante una actitud tan extravagante como lo era la de la ex-tabernera. — Por supuesto, como dije, toda ayuda será bienvenida. Contaremos con su espada, así como nos aseguraremos de que asista a los más rigurosos entrenamientos para magos rojos.
Kallista no tardaría en sumarse al ofrecimiento de Lavinia, con respuesta similar por parte de Galliard. La joven guardia tendría un sitio en las filas de guerreros de Eilandel, y su experiencia como militar en Tafeld no haría sino que fomentar su integración en su ejército.
Raven y Mortimer se negarían, por contraparte. Tenían otros asuntos que atender en sus vidas, y de no ser por la profecía, ellos nunca hubieran sido (ni habían querido) ser los héroes de todo el mundo. Así fue también con Agatha, quien no tenía madera para luchar. Su sitio se hallaba más bien en las bibliotecas, cultivando el conocimiento, y propagándolo por la región, como siempre había su sueño hacer.
Así pues, esta historia concluye, de una manera un tanto antinatural. Pero nunca es natural que el destino ponga en manos de alguien un final que no deseaba, y que mucho menos estaba escrito. ¿Sabía Elentari que sus canciones se equivocarían por primera vez en milenios?