Sin esperar una palabra más del herrero, saliste y preguntaste al primero que viste dónde estában los establos. Un nervioso ashigaru te indicó que se encontraban a dos manzanas, pero no sabía quien estaba al mando. Con esa información, partiste.
Oliste los establos antes de verlos. El fuerte olor a estiercol, heno y animales invadió tus vías olfativas, traído por el viento.
Lo primero que viste nada más entrar al establo es que era un recinto grande, pero estaba casi vacío. De la multitud de compartimentos para caballos, solo tres estaban ocupados. Dos mozos de cuadra se afanaban en cepillar a un ejemplar negro, mientras que los demás estaban desatendidos.
Keiko observó los otros dos caballos, desaliñados y poco atendidos, se veía que necesitaban una limpieza urgente, algo más de comida y un paseo. -Perdonad,-inquirió la joven. -¿por que os afanais tanto con ese negro corcel mientras que los otros no reciven mas cuidados?.-
Uno de los mozos dejó su tarea para mirarte, como preguntándose quien eres y por qué preguntas eso. Sin embargo, pareció no importarle, puesto que se acercó a ti mientras su compañero seguía en su afán. Éste ejemplar es la más reciente y valiosa adquisición de los establos. Es un magnífico ejemplar traído de las tierras de los Unicornio, y el maestro de los establos ha dejado bien claro que merece un trato preferente.- terminó encogiendose de hombros.
-Supongo que es el animal del daimyo, ¿verdad?.-Keiko dejó la pregunta para que el joven la respondiera mientras observaba a conciencia los otros dos caballos. Tocaba y medía quien tenía las patas fuertes y el pecho grande, que tuviera la cabeza alta, buen talle sin barriga y que fuera algo nervioso sin llegar a ser hiperactivo.
Quiere que tire equitación?
Así es- respondió el mozo, algo receloso. No obstante, no se opuso a que te acercaras a los animales.
No, no es necesario. Ambos caballos son bastante escuálidos, más rocines que caballos. Apenas hay diferencia entre ellos.
Keiko sopesó finalmente a los caballos que, claramente, eran similares. En fin,-se dijo a si misma-Soy Keiko Kibaken del clan de la mantis, el Daimyo me ha dado poder para pedir lo que quiera y es mi deseo que cuideis, alimenteis y monteis bien a,-señalando al un ejemplar tostado con una mancha en el morro,-este animal. Si vuestro maestro os replica decidle quien soy y que se dirija al daimyo si necesita algo.-
Después se dirigió a hablar con el administrador del castillo explicándole lo que el daimyo la dijo y pidiendo provisiones y material para preparar el viaje.
He querido abreviar para agilizar un poco la marcha.