Partida Rol por web

-¡Lo de esas actividades en la naturaleza es una estupenda idea, Ric! De hecho me fijé que el sitio promocionaba ese tipo de actividades por la zona, creo que tenían folletos informativos y esas cosas. En cuanto a la fiesta, será mejor que la organicemos nosotros por nuestra cuenta. Cuando digo que esto es una escapada rural, es rural 100%. El pueblo más cercano está bastante lejos, casi nos compensaría desandar el camino y volvernos aquí de fiesta, jejeje. Pero es lo que mola de todo esto, ¿no? (adopto un tono afectado de hippie-naturista-zen) Entrar en comunión entre nosotros y la naturaleza...

Me doy cuenta que llevamos un buen rato de paseo, y que es tontería seguir completando detalles del plan sin tener confirmado a todo el grupo. Además, Ric no parece demasiado interesado en el resto de la charla, y prefiero que sus constantes sarcasmos y pullas no vayan en aumento motivados por su aburrimiento. Así que decido cortar por lo sano:

-Bueno, pero antes de seguir dándole vueltas al asunto, habrá que confirmar a los que faltan. Julia, encárgate de Susana, yo llamaré a Pablo para informarle del plan. Ya nos pondremos en contacto para confirmar que estamos todos listos para el finde rural, y a partir de ahí, continuamos organizándolo todo. Además, no quiero hacer perder más tiempo a Ric, para que pueda continuar con su trabajo.

Mientras digo estas palabras, intento dirigir los pasos del grupo de vuelta a la entrada del parque donde habíamos quedado.

-Bueno, tenemos una semana para ir preparando todo, lo importante es definir si nos iremos el viernes por la noche o el sábado por la mañana...- cogí a Bruno en brazos tras acariciarle la cabeza, mire a Mario esperando su respuesta.

Seguí a Mario en su intento de volver a la entregada del parque, ya habíamos logrado un acuerdo, y aunque los ánimos de mi hermano no eran los mas alegres, se que le encantaba la idea.

-Richard, tu te encargaras de llevar lo necesario para la fiesta y ¡no aceptare excusas!- algo de alcohol, comida, golosinas para amenizar la fiesta estaría bien, pero veamos que se le ocurre llevar a mi hermanito.

-Bien Mario, yo me encargo de avisarle a Susi, no olvides confirmarme si puedo llevar a Bruno.-

Me muerdo la lengua para no responder abruptamente ante el último comentario de Mario. Mi hermana parece estar muy contenta y no quiero que se enfade.

Si, no te preocupes Julia, yo compro todo y luego os digo cuanto ha costado -respondo a Julia-será mejor que nos vayamos ya, tengo que terminar ese trabajo, como bien dice Mario, y estoy seguro que él necesita todo el tiempo posible para pensar más de sus fabulosos chistes -al final caigo en la provocación del bromista y respondo, aún a riesgo de que Julia se pille un buen cabreo conmigo.

Correspondí a su abrazo, abrazándola a su vez, pero con un gesto suave, de consuelo.

- No, Susi. Es precisamente eso lo que pasa, que no lo entiendo. Te he amado intensamente, con toda mi alma. No entiendo cómo pueden haber cambiado los sentimientos dentro de mí, pero ha sucedido y, precisamente por lo que te he amado, no me perdonaría simular que nada de esto pasa. - Le respondí. - Yo te aprecio muchísimo, no quiero perderte, quiero que seamos amigos, Susi. Si tú quieres. Ya sé que esto es duro, pues a mí mismo me ha costado mucho tiempo hasta comprender lo que estaba sucediendo. Pero ahora ya lo sé y lo que nos sucede no es bueno, Susi, ni para ti ni para mí. 

Puse mis manos en sus hombros y la separé de mí con dulzura, pero con firmeza. Miré a sus ojos anegados en lágrimas. Me dolía tanto verla así... La humedad de mis ojos también se hizo incontenible y una lágrima se precipitó mejilla abajo.

- No quiero hacerte daño, Susi, por eso debemos dejarlo ahora y aquí. Hasta hoy ha sido maravilloso, pero no se puede pretender alargar aquello que está claro que no puede acabar bien. Recordemos la felicidad de este tiempo de ensueño y no la emborronemos con medias verdades. - Mi voz era pausada, conciliadora. - Debemos darnos un tiempo, al menos.

Desandamos el camino hasta la entrada del parque. Allí, me despido de los hermanos, pues el camino a su casa y a la parada del bus están en direcciones opuestas desde este punto.

-Bueno chicos, seguimos en contacto para concretar las cosas del plan. ¡Qué ganas! Julia, hablamos y ya me contarás que te ha dicho Susana y te cuento sobre Pablo y si es posible que nos pueda acompañar Bruno. Y a partir de ahí terminamos de organizar las cosas, vale? Ric, nos vemos el finde.

Con las manos en los bolsillos, me dirijo en dirección a la parada de bus, esperando que no tarde mucho en volver a pasar el número ocho para regresar a casa y hablar allí más tranquilamente con Pablo. Si me hubieran dado el coche ya los del taller, no estaría ahora aquí esperando como un bobo... Pienso mientras espero en la parada.

Entonces... era cierto. Pablo estaba rompiendo conmigo. Mis peores presagios se estaban cumpliendo. El momento que tanto temía había llegado. Aunque el dolor me ahogaba, intenté ser fuerte.

- Pablo... Yo... No puedo creerlo... Veo que no puedo detenerte, aunque si hubiera algo que pudiera decir o hacer para que esto no fuera el final, lo haría - Le miré con ojos suplicantes.

Sólo encontré determinación y cariño, pero no amor, en sus ojos.

Tomé el colgante que había guardado - Pablo, esto es un regalo que tenía para ti. Iba a ser un regalo de amor, pero ahora será un regalo para el recuerdo. Me gustaría ... - No podía contener mis sollozos - que lo llevaras como recuerdo de nuestra relación, como muestra de que ha significado algo para ti - Se lo tendí.

Asentí,conteniendo la emoción del momento todo lo que podía. Verla sufriendo de aquella manera era duro de soportar, pero era necesario, para la felicidad de ambos. Cuando me tendió el colgante, lo tomé en mis manos.

- Gra.. gracias Susi, es muy bonito. - Quizá no era la mejor frase que soltar en aquel momento. Suspiré y la miré con ternura. - Si así lo quieres, lo llevaré. No lo haré para demostrarte nada, pues en el fondo de tu corazón tú sabes que te he amado con toda mi alma.

Me puse el colgante al cuello. Le dí un último beso, suave, y me dispuse a marcharme.

Perdona, es que estaba esperando que siguiese la historia porque ya le había dado el colgante

Verle con el colgante me alivió lo suficiente para responder a su beso con entereza.

- Hasta... hasta la vista, amor mío.

Cuando desapareció de mi vista, emprendí el solitario y triste camino a casa.

La divergencia de nuestros caminos en el parque, la divergencia de nuestras vidas, que se habían unido un día en aquel mismo punto donde hoy se separaban. Caminé, aliviado por haber hecho lo correcto, aliviado por haber provocado en Susi el mínimo sufrimiento que podría esperarse de una situación tan traumática como aquella, pues la aprecio aun muchísimo.

A pesar de esa sensación de haber hecho lo correcto, no me sentía bien conmigo mismo. Me apenaba haberla hecho pasar por esa situación, a pesar de que era lo justo y lo que debía hacer, por el bien de ambos.

Miré entonces el colgante, que se balanceaba sobre mi pecho. Detuve mi avance, lo toqué con mis dedos y lo miré con curiosidad. Lo apreté fuerte en mi puño y lo dejé caer para que volviera a balancearse nuevamente. Continué caminando, algo más relajado y, a cada paso que daba, menos angustiado y algo más... libre.