Partida Rol por web

Observo aterrorizado lo que dice Thormund, me giro hacia mis compañeros, y les digo:

-Allá donde fueres, haz lo que vieres, realmente, hacer lo que ellos ven normal, es otro acto de diplomacia Loranda, como en tierras lejanas, he oido que eructar después de comer está muy bien visto, e incluso he oido cosas peores, que mejor no os explico.

Cojo una antorcha de alguna de las fogatas, chillo mi grito de guerra (Iiiiih!!), y le prendo fuego a la choza mas cercana que tengamos.

No se si hay alguien dentro, pero para disimular ya vale.

Me mantengo atento, no vaya a ser que sale alguien de la choza y me quiera atacar.

Aún me hierve la sangre tras el combate anterior, por lo que cuando escucho la orden de Thormund, me lanzo sin dudarlo a por los telmori que huyen y derribo con mi espada a un anciano que queda rezagado. Sin embargo, la facilidad con la que lo liquido me hace reflexionar un instante y me detengo. ¿Qué honor hay en matar a telmoris desarmados? Es indigno de un guerrero.

Entonces veo a Kilder con una antorcha en la mano y me dirijo a él mientras limpio la espada de sangre y la envaino:

Oye, ya hemos vencido a los telmori, esto no sirve de nada. Además, hemos venido a luchar junto a los Valle Sombrío, no a cumplir sus órdenes como simples lacayos. Que los Valle Sombrío maten a esta gente, si quieren.

Luego cojo una rama de árbol, le prendo fuego acercándolo a la choza ardiente y busco por las otras chozas posibles objetos de valor que saquear como botín, como buenas pieles de lobo. Cuando termine de registrar una choza, le prenderé fuego y pasaré a la siguiente.

Me quedo quieto cuando llegamos al claro. Observo lo que ocurre sin intervenir hasta que escucho la orden de Thormund.

- Curiosa manera tenéis de sacar partido de las situaciones... Tal vez los carmanianos seamos unos blandos y unos estúpidos, pero aquí veo hombres mayores y sabios, duchos en secretos y pociones, niños que podrían convertirse en trabajadores y guerreros y mujeres que podrían ser vuestras criadas ¿Y los matáis a todos? ¡Qué desperdicio, Thormund!

Lo digo como si fuera para mí, pero en voz lo suficientemente alta como para que el Jefe Orlanthi me escuche. Mientras hablo, busco un tocón de árbol y me siento para juguetear con una rama con aire distraído.

Al escuchar las sabias palabras de Aldar, y quemando lo que puedo alegremente, le digo a Thormund:

-Tu ni caso a Aldar, aquí hemos venido a lo que hemos venido, además, las chicas son criadoras de enemigos, los niños asesinos en potencia, y los viejos maestros de asesinos.

No me gustaria ofender a alguien como Thormund.

Furiosa miro a Thormund. No puedo creer lo que estoy oyendo, prentenden matar a un grupo de gente indefenso y lo peor de todo es que Kilder lo anima. Soplando me acerco hacia ellos con el rostro rojo de ira intentando controlar mi caracter. 

-Parece mentira, Kilder! Aldar tiene razon, son niños, ancianos y mujeres, crees que esta bien acabar con ellos sin mas?! Estoy de acuerdo con que son nuestros enemigos pero ellos no han sido quienes han arrasado la granja- bajando el tono de voz me dirijo a Thormund- Piensalo bien, lo que dice Aldar es mas razonable, puedes tomarlos como prisioneros. Kenvent esta quemando sus casas y cogiendo todo lo que puede ser util, matarlos seria absurdo, no pueden defenderse y seria demasiado facil para un guerrero de tu talla- de pronto me doy cuenta de que tal vez este hablando demasiado, suavizando el tono aun mas, intento convencer al lider de los Cuervos Rojos para que los deje en paz- Hemos vengado a tus muertos, varios de sus hombres han caido bajo nuestras armas junto a sus lobos y estamos arrasando su aldea, creo que es suficiente- Asintiendo al acabar de hablar para apoyar mis propias palabras, observo como los niños y las mujeres corren a esconderse. 

Miro al resto del grupo con gesto de enfado.

-Nose que estais discutiendo, no nos han preguntado no es nuestra guerra es la suya y aunque nosotros tuvieramos algo en contra no nos harian el mas minimo caso.

Despues me giro con el arma en riste hacia los guerreros, pese a mis palabras no tengo ningunas ganas de matar gente inocente asi que me preparo para lanzarme al combate contra los soldados vivos

Invento una canción mientras quemo:

-Quemar, quemar, quemar sin parar, volver a prender y vuelta a quemar

Escucho a Loranda, y me giro con los ojos rojos por el humo, dandome aspecto de demonio:

-Alto ahí, Loranda. Después de tanto tiempo aquí con nuestra nueva familia, y no has aprendido nada. Lo mas importante para lo que llamamos salvajes, es la libertad, y tu se la quieres quitar haciendolos esclavos e intentandolos civilizar. De ese modo, seriamos como lo que hemos rechazado al venir aquí con esta gente. Además, no sabemos que va a pasar con ellos cuando los encuentren otra vez los suyos. Igual los asesinan por no haber luchado correctamente, o serian la vergüenza de su tribu. Igual, lo mas civilizado que se puede hacer con ellos, es lo que estamos haciendo. Lo que también podriamos hacer es preguntar a los granjeros asesinados, a ver que les habian hecho a estos salvajes.

Miro a Kenvent y le digo:

-Esa choza no arde bien, dale por el otro lado.

Thormund observa con impasibilidad como sus hombres, con mayor o menor misericordia, acaban con sus enemigos. Algunos de vosotros imitais a sus hombres, demostrandole que sois orlanthis y por ello sus enemigos son vuestros enemigos, mientras que otros os resistís a llegar tan lejos. Es a estos últimos, especialmente a Loranda a quien dirige sus palabras.

-No son mas que animales, bestias salvajes. Viven fuera de nuestras normas y del amparo de nuestros dioses y por ello no pueden vivir entre nosotros ni como esclavos. Fueron condenados el dia que llegaron a nuestras tierras y atacaron a los nuestros. Creedme si os digo que ellos harían lo mismo con nuestras gentes.

Su voz es firme como debe serlo la del líder de un clan y cuando ya todo ha terminado reune a sus hombres y a vosotros a su alrededor.

-Hemos vencido una vez más. El clan Valle Sombrío ha demostrado de nuevo que es fuerte y merece el favor de los vientos. Pero quizás no habríamos logrado esta victoria sin la ayuda de estos Cuervos Rojos. No solo habeis salvado nuestras vidas en la emboscada sino que me habeis recordado cuan importante es tener aliados capaces. Supongo que nuestros antepasados forjaron sus lazos en batallas como estas y sería injusto romperlos por rencillas sin importancia. Regresad a vuestras tierras, Cuervos Rojos y decidle a Garnath que tendrá su cuerno listo para celebrar su dia sagrado. Yo mismo se lo llevaré y repararé todo el daño que nos hemos hecho.

Dicho esto, los valle Sombrío parten hacia su hogar dejando detrás un escenario lleno de cadáveres y llamas.

Mira que matar a toda esta gente, pienso para mis adentros. Puede que aún queden guerreros telmoris escondidos en el bosque con ansias de venganza, así que hubiera sido mejor capturar a algunas mujeres y niños para obligarlos a entregarse.

Como manda la tradición, le entrego a Thormund el minúsculo botín de catorce monedas que he encontrado para que lo reparta como considere, ya que él ha liderado el ataque.

Luego me reúno con mis compañeros. Hemos cumplido con la misión que me encomendó Garnath y me siento muy orgulloso de todos ellos. Compañeros, lo hemos conseguido y habéis actuado como auténticos orlanthis -digo con satisfacción mientras le doy fuertes palmadas a Kilder y Erikand, que son quienes tengo más cerca, y los aprieto contra mí con cada brazo-. Es hora de regresar al poblado y celebrar nuestra hazaña por todo lo alto. Mmm, un barril de cerveza por lo menos... pienso al imaginarme el banquetazo que nos vamos a dar.

¡Y la cara que va a poner mi hermano cuando vea al propio Thormund llegar a nuestro poblado para entregar el Cuerno!

Notando el apretón de Kenvent, le digo:

-Cuidado, que me vas a romper, ya he hecho bastante sobreviviendo un dia mas. ¿A qué me he comportado como un auténtico Orlanthi?, ha sido muy divertida la excursión.

Pienso un poco mas, y le digo:

-¿Crees que me nombrarán hijo prodigo de su tribu?, salvé la vida de Thormunbd atravesando a un enemigo que le atacaba con mi la lanza, y fuí el primero en apuntarme al genocidio, además de animar a todos a que lo hiciesemos, jejeje

Asiento a las palabras de Thormund y endurezco mi mirada ante los asesinatos. No puedo evitarlos, pero todavía no me he vuelto tan bárbaro como para compartirlos. Apenado, contemplo la actitud de Kilder y me pregunto si no se estará desquiciando a causa de la presión a la que nos vemos sometidos.

Una vez ha terminado todo, me permito relajarme un poco. Al fin y al cabo hemos logrado nuestro objetivo y ayudado a nuestro clan. Decidí cambiar de vida y debo aceptarlo, para lo bueno y para lo malo. Ha pasado lo malo, ahora toca regresar y disfrutar del triunfo, por muy amargo que sea.

Trato de que no me afecte la barbarie que acabo de presenciar. Me digo a mi misma que debo acostumbrarme a ver este tipo de espectaculos, pero se que no me acostumbrare jamas. Resignada y triste por los niños muertos pienso en que al menos el cuerno de las tormentas regresara al pueblo de los Cuervos. Esta vez la victoria tiene un sabor agridulce para mi. No entiendo muchas cosas, sobre todo no entiendo la actitud de Kilder, pero tambien a esto debere acostumbrarme. 

Sin muchas ganas de hablar contemplo las llamas que siguen arrasando la aldea y me preparo para volver a casa con el resto del grupo. 

Epílogo

Cuando regresais a la aldea de los Cuervos Rojos Garnath acepta vuestra hazaña con reservas, pero a los dos dias, cuando Thormund aparece con varios de sus hombres, el cuerno y algunas cabezas de ganado como muestra de gratitud y reconciliación, nadie duda de vuestra capacidad de decisión y recibís las felicitaciones de todos.

Como no podía ser de otra forma, cuando ya todos se han marchado, Garnath os llama a su casa.

Garnath os recibe en la sala de audiencias de su cabaña, de aspecto muy similar a la de Thormund más incluso teniendo en cuenta que el cuerno de las tormentas está a su lado.

-Ahora no me cabe duda alguna de vuestras posibilidades. No solo habeis recuperado el cuerno sino que habeis restablecido las buenas relaciones con el Valle Sombrío. Ahora tenemos nuevos aliados y eso nos hace más fuertes aún. Se acercan grandes dias para Brolia y parece que los dioses están de nuestra parte. Kenvent, me has honrado como hermano y has demostrado que tenías razón al confiar en los extranjeros... Y vosotros, habeis luchado como verdaderos orlanthis con lo que os habeis ganado el derecho de ser parte de nuestra familia. A partir de ahora nadie os llmará ni os tratará como extranjeros sino como hermanos.

Al decir esto, Garnath se levanta y se dirige a un rincón donde hay varios bultos perfectamente ordenados.

-He hecho preparar algunas cosas para vosotros, teniendo en cuenta vuestras necesidades. Espero que os sirvan y que esto sea el principio de una vida de victorias y plenitud.

Fin del capítulo