Partida Rol por web

La mañana amanece para todos igual. Deslumbrante, como fiel reflejo de lo que fue la noche anterior, nubosa, fría, distante. Cada uno de vosotros baja en un momento u otro, aunque el último en hacerlo es Yi-Jie, que con su habitual prudencia, espero a que todos pasasen por el cuarto de baño. Abajo os esperaban las puerta de la salita abiertas. El Hall se encontraba en calma, con la puerta que daba a la calle ligeramente abierta, dando una sensación de frescor bastante agradable, pues la temperatura prometía ser primaveral. Unos pocos documentos descansan sobre el mostrador del conserje y propietario junto al timbre, mientras que el armario de las llaves se encuentra cerrado. El lugar donde se rompió el reloj lo ocupa ahora una maceta de apenas un metro y medio, con hojas grandes y de una intensa tonalidad verdácea. 

Llegáis a la salita de la televisión y las revistas, que se encuentra debidamente ordenada, tal y como estaba la noche anterior. Continuáis hasta la cocina y observáis que la mesa está ya puesta. En ella asoman cinco tazas de café grandes y humeantes, con un termo de leche metálico bastante grande, para que cada uno se eche lo que necesite. Un vaso con zumo de naranja se encuentra a un lado. Las servilletas, bordadas, están debajo de una cucharilla y cuchillo y tenedor, a la derecha de dos grandes platos de cerámica de tonalidad rosa, uno encima del otro, para cada uno de los comensales. En el centro, asoma una fuente de croissants y bollería parecida, como podría ser rosquillas o dulces.

Os sentáis en los mismos lugares que el otro día. Se escucha el silbido de Garrow asomando por la puerta del fondo, que llevaba directamente a la cocina. Al instante, aparece sonriente. Lleva su impecable uniforme negro, y su rostro irradia una sonrisa intensa. Pasea lentamente hacia vosotros, donde sostiene una bandeja de tortitas bastante grande.

Deposita la bandeja enmedio y deja a un lado un instrumento para servírselas, similar al que se usa como tenazas a la hora de servirse pasta. Buenos días a todos, queridos clientes. Espero que hayan descansado bien, sí sí. Las noches en Golden Forest son silenciosas y calmas, alejados de todo ese barullo de la gran ciudad al que estarán acostumbrados. Hace una pequeña pausa y sonríe a Yi-Jie, que se acaba de incorporar al grupo. Tienen aquí todo tipo de dulces artesanales que hace Molly, la dueña de la cafetería. Aparte, estas tortitas están echas por mí. Espero que les gusten, su salsa se basa en una balsámica mezcla de chocolate y esencia de una planta que cultivo especialmente y que, por lo visto, tiene efectos....estimulantes. Suelta una pequeña risa giñando un ojo a las mujeres. Adelante, adelante, pruébenla sin tapujos: les aseguro que están sabrosísimas.

Se echa un paso para atrás y mira al grupo. Si quieren desayunar otra cosa, véase huevos fritos revueltos con bacon, o algún tipo de tostada, o cereales, solo tienen que coméntarmelo y enseguida se los traeré. No duden en pedirme lo que sea, pues son mis huéspedes y están como en su casa, sí sí. Se aleja lentamente sonriendo por útima vez, mientras sigue silbando. Llega hasta la puerta de la cocina y la deja entreabierta.

Mi primer pensamiento en la mañana es de alivio, de hambre y de alivio. Mi aspecto no reluce como en otras ocasiones por la mañana, asi que intento ocultar mis defectos con un poco de maquillaje.

Después de vestirme con una camiseta azul de mangas largas y unos vaqueros "casual" bajo a desayunar. El olor ya se va sintiendo por la salita.

Me siento en el mismo sitio que la noche anterior y empiezo a beber un poco de zumo.

- ¿No tiene cereales? No suelo desayunar nada de chocolate ni bollería.

No había pasado una buena noche, aunque todo parecía hacerla creer que había sido un sueño, pero no las tenía todas consigo. Esa sensación de tristeza aún la invadía por dentro, y tendría que dejar pasar el día para que poco a poco fuera desapareciendo.

Se levantó de la cama y le dió un beso en la frente a su marido, antes de ir a arreglarse. Se hizo un recogido y se puso un vestido de flores pequeñas en tonos naranjas y marrones, junto con unas botas marrones. Incluso se maquilló un poco, sentía esa necesidad, quería estar guapa aunque aquel lugar no era uno de los más adecuados para ello.

Cuando ambos estuvieron listos, bajaron a desayunar. No pudo evitar ponerse seria al ver a las mujeres, intentó disimular la poca gracia que le hacía verlas, pero no tenía que demostrarlo, en eso ya era toda una maestra, y sonrió a todos dando los buenos días.

El dueño les sirvió el desayuno y sobretodo se fijó en aquella salsa que él había preparado, miró al hombre, y después a su marido, rió levemente por la broma que hizo.

- Anoche la cena estuvo muy rica, seguro que esto está delicioso, muchas gracias

Se sirvió unas tortitas y se las pasó a su marido, despues cogió la salsa y manchó un tenedor para probarla, no fuera a ser que no le gustara y tener que dejarlo ahi. Pero si.. le supo bastante rico, asi que bañó las tortitas en la sala que les había preparado.

- Que tal habeis dormido? Yo creo que no estoy acostumbrada a tanto silencio..

Preguntó mientras comia.

Me levanto de mi cama, y la hago rápidamente, sin prestarle mucha atención. Coloco mi maleta, que estaba aparcada en un rincón, encima de ella, y la abro. Rebusco algo que ponerme, y finalmente me decido por unos pantalones vaqueros cortos, una simple camiseta negra de manga corta, y unos converse. Cojo un espejo de bolsillo que llevo guardado junto con la ropa y me miro en él. Me paso las manos por el pelo, acomodándolo en su lugar. No ´vi la necesidad de hacer nada más antes de bajar a desayunar.

Me dirigí, calmada, hacia la mesa donde todos nos habíamos sentado el día anterior, y tomo el sitio que había ocupado, saludando a los demás con una leve sonrisa.

Observo la parafernalia que había montada en la mesa, sin saber por qué decantarme. Ante la pregunta de Eva, digo:

-Si puede ser, a mí también me gustaría tomar unos cereales-hago una pausa, preparando mi respuesta para Aisha-He dormido... Bien.

Una rspuesta escueta, pero tampoco había necesidad de más.

Steve no había pasado buena noche, de hecho, la cara de su esposa le hacía pensar lo mismo, posiblemente había estado moviendose mucho en la cama o haciendo ruidos molestos involuntarios que impedían el descanso. Sonrió levemente por su beso y le dio un abrazo que duró unos segundos, como disculpándose.

Mientras su esposa se arreglaba, él rebuscó en su maleta y sacó una grabadora, en la cual relató sus pensamientos como si fuese un diario, aquello formaba parte de una terapia psicológica, o eso le habían dicho, sea como fuere, hablando con esa máquina se sentía un poco mejor. Solo un poco.

Luego se levantó y por fin cogió la ropa que iba a ponerse. Se despidió de Aisha y fue al baño, donde se duchó y arregló, por suerte no había nadie así que no tuvo que esperar mucho. Se vistió con un polo claro, unos vaqueros de color arena y unas deportivas blancas, según le habían dicho, era la moda italiana, pero a saber, ya no estaba al día con esos asuntos.

Se peinó ante el espejo y salió del cuarto de baño. Dejó sus cosas en el cuarto y luego bajó hacia el comedor.

-Buenos días.

Saludó de forma general a las chicas, sonriendo y posteriormente al señor Song.

-Me uno a la felicitación, señor Garrow, aunque tal vez no estoy acostumbrado a cenas tan fuertes.

Explicó, siempre en tono amable.

-Yo no rechazo un buen subidón de dulces por la mañana, tengo todo el dia para quemarlo.

Tomó las tortitas que Aisha le pasó y se lo agradeció con una nueva sonrisa. Se sirvió algunas tortitas y luego las dejó en su sitio, acto seguido, las huntó con aquella salsa que aconsejó el señor Garrow, miró a Aisha, y divertido, cogió más y le echó una ración extra sobre la tostada de Aisha, luego empezó a reir.

-Mañana le cuento si es tan buena, señor Garrow.

Volvió a reir. Alzó la mano y se sirvió algo de cafe y le dejó caer algo de leche con azucar, lo revolvió con una cucharilla durante unos segundos, para luego empezar a tomárselo, junto con sus tostadas y una rosquilla dulce.

-Um, diablos, hacía tiempo que no desayunaba así.

Dijo, degustando aquel desayuno, luego se limpió los labios con una servilleta y continuó con su desayuno.

Mira a Lydia, que es la que ha respondido, pero esta responde de manera tan escueta, dando a entender que responde por educación, no porque quisiera mantener una conversación en la mesa.

Bajó la mirada a su plato para seguir comiendo, a ella le daba igual si aquello que se estaba comiendo tenían mil calorías.. estaba rico y no rechazaba una comida así. De repente vió que Steve le estaba echando más salsa y como bromeaba con el hombre, levantó la vista a él y sonrió divertida, respondiendole con un beso corto en los labios.

- Solo desayunamos así cuando nos vamos de vacaciones.. En casa un café y listo. Debe ser que aquí estamos más relajados y todo entra mejor.

Cogió otro trozo de su tortita y siguió comiendo, se la veía disfrutar.

Lo cierto es que había pasado una de las noches más angustiosas que mi existencia pudo comprobar en los últimos años, y no tenía demasiado interés en que eso fuese visible al resto de huéspedes, pero era difícil. Después de fumarme el Laramie's, en el baño pude comprobar, en cierta forma, mi rostro de cansancio y como mis ojeras eran notoriamente más visibles que otras veces. Joder. Espero que el desayuno me haga sentir mejor, y esta sensación de dejadez, cansancio y peso sobre mis hombros se quiten con un café bien cargado.

Al usar el baño me visto con ropa sencilla y bastante vieja. Una camiseta blanca, una pequeña chaqueta vaquera por encima, unos viejos y largos pantalones, y unos estropeados tenis curtidos en mil batallas, pero sin lugar a dudas, cómodos para alguien con mi agitada vida. Tomando el mechero,  el paquete de cigarrillos guardados en el bolso del paquete, las llaves de la habitación y mi propio método de autodefensa que siempre me ha acompañado bien guardado, cierro la puerta de la habitación, obviando el hacer la cama, puesto que tenía, desde luego, muchas más cosas en la que pensar, y bajo a desayunar, llegando el último y encontrandome con todos sentados en la mesa.

- Buenos días - es lo único que le dije al Señor Garrow cuando llego, con lentitud y seriedad, con un aire bastante distraído y pensativo, además de tener un gesto ciertamente cansado. Sin mucho interés en conversar, tomé el único sitio libre, saludé a los demás levantando la mano cortesmente, y comencé a servirme. Desde luego, el desayuno resultaba bastante sustancioso para la leche pasada que siempre ha acostumbrado a darme mi jefe. Esperando que esto compensase la noche, me serví un croissant, derramé algo de leche sobre el café (un hecho practicamente indistinguible en el líquido, dado la poca cantidad que supuso), y lo soplé ligeramente, bebiendo un sorbo de un café bastante cargado. Tras eso, tomé el croissant y comencé a comer, sirviendome también unas tortitas usando la salsa especial de Garrow para mojarlas. Tras tomar un poco del croissant, pruebo esas tortitas, resultándome deliciosas y sonriendo ligeramente para mi, mostrando cierta satisfacción. - Muy rico. - añado, con cortesía, por si acaso el señor Garrow esperaba nuestra aprobación.

Por lo demás, básicamente, se me veía comer para mi, concentrado en el plato y no muy interesado en dar demasiada conversación. Demasiadas cosas se me pasan por la cabeza...

Miro para el resto de personas de la sala, escuchando el testomonio de cada uno de ellos, aún esperando la contestación del Sr. Garrow.

-La cena estuvo deliciosa-pronuncié, cuando el silencio se hizo en la sala. Después, miré a Asha mientras sonreía-. Muchas veces me he tenido que quedar en la morgue, y desayunar algo en condiciones allí es un privilegio; un café aguado de máquina era una delicia entonces.

Continué desayunando, viendo entrar a los demás que bajaban más tarde.

- Aquí nos van a alimentar bien. Asiento a lo que dice Lydia. Sí, yo también he pasado mañanas bebiendo café de máquina, qué cosa tan mala.

Bueno, ¿saldrán hoy por el pueblo o se unirán a una de las actividades del señor Garrow?

Después de unos segundos reflexionando sobre las posibles respuestas, pronuncio:

-Depende de qué nos ofrezca-haciendo una pausa leve, para girarme hacia Eva-. Aunque todo tipo de actividades suelen gustarme.

- Es lo malo de las vacaciones, que se terminan cogiendo algunos kilillos de más.

Comenta y ríe, pero no deja de comerse las tortitas, están demasiado ricas como para dejarlas ahi.

- Yo creo que nosotros haremos lo mismo.. - dijo mirando hacia su marido, luego volvió a mirar a las chicas - A ver que actividades ofrece y si nos gusta, nos apuntaremos. Tampoco creo que nos metamos en muchas.. que hemos venido a descansar..

Sonrie a Steve y coge su mano.

Steve asintió a su esposa sin decir nada y la tomó de la mano, con la zurda, llevó la taza del café a la boca y dio un sorbo, para luego volver a dejarlo sobre la mesa.

-De todos modos, si alguien tiene la misma curiosidad que yo por conocer el bar del pueblo, creo que debe ser antes de las siete de la noche, o no nos dará tiempo de tomarnos ni una copa.

Me limito a tomar mi desayuno con calma, saboreando el dulce croissant que tenía entre manos. Sabroso, sin duda... tal vez, si tuviese algo más en el estómago de este estilo, los trabajos con mi jefe podrían reducirse, aunque fuesen ligeramente, en el grado de insoportabilidad y sufrimiento. Pero nada, ni eso. Ni un desayuno digno para sus empleados que trabajan horas y horas con él, algo que he de deciros que no es nada sano...

La verdad es que había tenido una mala noche y tampoco peco de antisocial, pero prefería limitarme a escuchar. Aún así, giro la cabeza al señor Garrow, como buscandolo con la mirada, y pensando que es esa ruta que nos tendrá preparada, y me decido a contestar a la frase que lanza Stephen. La verdad es que eso de tomarme algo me sonaba bastante bien para despejarme.

- Yo también querría pasarme por ese bar, como dijimos ayer. - comento con un tono de voz neutro, mirando a Stephen durante un breve instante, para luego, fijar de nuevo la mirada en mi desayuno y echar mano a las tortitas. - Un poco de licor no me vendría mal.

- Yo me uno a esa! nunca digo que no a una buena tarde en un bar. De hecho, creo que es la única diversión por aquí. Digo con sinceridad mientras sigo tomando zumo. Las actividades del señor Garrow no creo que tuvieran que ver con balnearios, compras o lugares de moda, asi que todo lo demás sobraba.

-Creo que yo también iré-digo, sonriente-. Hace demasiado que no me tomo una copa como para rechazar esta oportunidad.

Sonrie ante la propuesta de su marido y que todos aceptan la invitación.

- Que poder de convicción tienes...

Comenta bromeando y rie, aunque por dentro sea todo lo contrario.

- Espero que las actividades nos lo permitan.. no creo que nos tengan todo el día ocupados.

Siltó la mano de su marido para terminar de beberse el café, echándole antes un par de cucharadas más de ázucar.

El desayuno sigue en un tono distendido y afable. La noche se fue y ahora una suave luz dorada entra por las cortinillas de encaje que reposan sobre la ventana en el extremo de la habitación, iluminando vuestra comida. Garrow vuelve con dichos cereales y atiende vuestras peticiones con una sonrisa en la cara. Huelga decir que todo está sobradamente exquisito: sobretodo las tortitas, que degustan Steve y Aisha. Desde luego, el lugar era sinónimo de opulencia, al menos en lo que a comida se refería. Con la barriga más o menos llena, descansáis un poco la comida. Garrow vuelve impecable en su uniforme negro y os anuncia que en cuando recoja los enseres, os comentará que ha pensado para vosotros hoy.

Después de unas tres o cuatro vueltas, el conserje aparece ante vosotros.

Garrow cruza sus manos en el regazo y comienza a frotárselas con energía. Las arrugas de su rostro se contraen. Bien, bien. Hoy es su primer día en Golden Forest, y es naturaleza obligada el dar un paseo pequeño por nuestra humildad localidad, sí sí.  Aunque lamentablemente, temo que no hay mucho que ver. Suelta una pequeña risa. Y por eso, me he interesado en que estos días sean gratificantes para ustedes. Suelta sus manos y las apoya en la cintura. Hablé con Max, uno de nuestros habitantes mayores, que conoce los parajes alrededor de nuestro pueblo como si fuesen su propio hogar. Le comenté que os guiase por una pequeña excursión hacia el bosque, así que espero que hayan traído ropa de paseo. Se ríe de nuevo. Esta excursión solo les llevará la mañana. Luego podrán comer aquí, y tendrán la tarde libre para lo que deseen, naturalmente. Sonríe con unos dientes pequeños y perfectamente alineados. Luego termina de recoger el mantel. Ahora mismo son las 10:20 horas aproximadamente. Me comentó que a las 10:30 h les esperaría en el porche, en diez minutos. Si alguno no desea acompañarle, me tiene a su entera disposición, sí sí. Comenta con una sonrisa.