Partida Rol por web

Comienzo ha avanzar apoyandome pesadamente con el bastón.

---Esta calor esta matandome....- digo entre dientes al tiempo que llego hasta arriba de la duna.

Arena, dunas, calor, era la tónica que se repetía en aquel sector, por ahora estabais aguantando bien los obstáculos del clima pero... ¿por cuanto tiempo?

Las gotas de sudor corriendo por la frente de Libis cuando llegó a lo alto de la duna. Andaba concentrada, mirando la forma que sus pies dejaban en la arena, cuando se quedó inmóvil, la zona donde se hallaba había llamado su atención.

¡Chicos! - exclamó - ¡Mirad!. Esta zona de arena es diferente al resto. Fijaos, la arena aquí esta lisa, sin ninguna duna, que extraño. ¿A que puede ser debido?.

Enseguida se arrodillo y sacó el mapa de Kraven. Lo observó durante un instante y sonrió. - Además, el mapa marca esta zona como el centro de los posibles lugares donde encontrar el medallón. Estamos de suerte. Veamos si hay algo aquí debajo.

Guardó el mapa de nuevo y empezó a apartar la arena con sus manos, haciendo un agujero a sus pies.

El calor cada vez se iba haciendo peor. Acostumbrados a un pueblo en el podías pasar el verano bajo una sombra no creo que ninguno hubiéramos imaginado a lo que nos habíamos metido. Pero, aunque todo fuese una prueba inventada por Kraden para testarnos (cosa que yo seguía manteniendo) había que cumplirla. Era un guerrero y aguantaría como tal.

- Tienes razón. Tiene que haber algún motivo por el que la arena esté plana y sin dunas.

Digo como para mí, mientras me agacho junto a Libis y comienzo a escavar yo también con las manos.

Me acerco al lugar donde señala Libis y me inclino un poco para observarlo mejor.

---Mmmm...¿estas segura? Podriamos ponernos a escavar  pero no sabemos a que profundida puede hallarse el medallón en el caso que esté ahi abajo...

En el momento que empezasteis a hundir vuestros dedos en la arena para excavar buscando algún tipo de señal o pista que os llevase hasta vuestro objetivo, la tierra comenzó a temblar como si se tratara de un terremoto que comenzaba a resurgir debajo de vuestros pies.

Todo ocurrió demasiado rápido, en cuestión de instantes la arena de la duna se desmoronó y se generó un gran agujero de unos 8 metros de diámetros que provocó que cayerais. En aquellos instantes no sabíais si la caída sería profunda o no, si saldríais ilesos o por el contrario vuestra salud se vería comprometida, lo peor sin lugar a dudas era mirar hacia arriba y comprobar que estabais cayendo un par de metros y no había lugar donde agarrarse...

Ayudada por sus compañeros, Libis escavaba con sus manos en la arena cuando de repente todo empezó a temblar. Cuando se quisó dar cuenta la tierra se hundía a sus pies y caía sin poder sujetarse a nada.

¡Cuidado! - solo acertó a decir avisando a sus amigos, pero se dio cuenta de que ya era muy tarde y ambos caían junto a ella. Intentó mantenerse recta para amortiguar la caída con los pies, esperando que aquel agujero no fuese demasiado profundo. No pudo evitar cerrar los ojos y estremecerse ante el pánico.

Cavaba donde Libis había dicho cuando la tierra empezó a temblar. Tendría que haberlo previsto. Eran comunes en el desierto un tipo de monstruos que "nadaban" en la arena. No me acuerdo cómo se llamaban pero me habían contado una vez cómo podías verlos haciendo remolinos de arena, dentro de los que vivían. Claro que eran remolinos, no planicies sin dunas. Aunque puede que este desierto fuera diferente.

- Poneos en guardia. Puede ser cosa de un monstruo o algo así. - intento decir. Aunque era fácil decirles que se pusieran en guardia cuando ni siquiera sabíamos a dónde íbamos a caer.

Trato de mantenerme en pie  cuando el suelo comienza a temblar.

--- ¡Cuida....!- trato de advertirle, pero es demasiado tarde y caigo junto a los demas maldiciendo entre dientes por no haber previsto la posible trampa.

En cuanto caísteis al suelo comprobasteis que la caída fue de unos 3-4 metros, lo suficiente para que salir de allí se convirtiera a partir de ese momento en un problema, pero todo no acabó allí, Hao hizo alusión a criaturas de las arenas que podían provocar "trampas" de este calibre, una deducción que no solo les llevó a estar alerta ante cualquier peligro, si no que demostró que los consecuentes temblores que comenzaban a producirse bajo vuestros pies eran fruto de una fuente de hostilidad para la que quizás no estabais preparados.

De la tierra emergió un cangrejo monstruoso que tenía la capacidad de remover y despejar la arena a gran velocidad. Aquella cueva subterránea parecía su refugio y vosotros habíais caído en ella "accidentalmente". Sus pinzas al chocar generaban un chasquido que demostraba su fuerza, acto seguido no dudó en estirar su extremidad para alcanzar a Attem pero el movimiento era tan sumamente lento que fue muy predecible para el adepto, el cual aún no asimilaba la situación en la que se encontraban.

A Libis se le erizaron los pelos de los brazos ante la monstruosa imagen del enorme cangrejo. Por un momento se quedó inmóvil sin saber que hacer, realmente asustada. El cangrejo ataco a Attem que por suerte puedo evitar el golpe. Eso hizo que Libis saliese de su ensimismamiento y se armase con su arco.

¡Corre Attem! ¡Sal fuera de su alcance! - gritó con todas su fuerzas mientras examinaba a la criatura y cogía una flecha. Apuntó lo mejor que los nervios permitieron hacía la boca del monstruo, esperando acertar en alguna parte blanda. Suponía que nada podría hacer una flecha contra la dura coraza exterior del cangrejo.

¡Lo sabía! Un monstruo de las arenas. Cuando volviera a casa corregiría ese libro que hablaba de los remolinos. Me apresuro a enfundarme mi armadura y coger mi espada, aunque no haría mucha falta hacerlo ya que no parece un monstruo muy rápido. Una suerte para nosotros, aunque no para Attem quien no parecía preparado para la lucha. Aunque no había tiempo para ello.

- ¡Libis, cúbreme! A ver si podemos terminar eso lo más rápido posible. - digo mientras corro, espada en mano, intentando herir al monstruo en el abdomen, las patas o algún sitio donde fuera vulnerable.

Caigo  de brauces al suelo soltando un quejido de dolor,  debido al golpe, la mochila se abre desparramandose todo  el contenido, libros, cuadernos de escrituras, tinteros ( ahora rotos) y  entre todo ese revoltijo Libis y Hao puede ven una criatura de color azul celeste.

La criatura  emite  una serie de chillidos a modo de protesta  y patalea el suelo para demostrar su enojo, el rugido  del monstruo  hace que se gire y emita un chillido  asustada y se monta en la cabeza de Attem molestandolo.

----¡Estate quieta que no me dejas ver....-  digo mientras trato de ver algo  sin que me moleste y me quedo a mitad de frase al ver el monstruo-.... nada... oh...mierda...

 Por puro instinto  logro esquivar el ataque  y me alejo  a cuatro patas  mientras trato de calmar a mi familiar que no deja de chillar histerico.

Mientras se escuchaba de fondo a Attem lidiar con su Djinn, Libis logró disparar una de sus flechas de manera certera en la boca de la criatura. El proyectil se quedó clavado en la parte blanda mientras emitía un chillido que provocó que la arena que estaba por el suelo se moviera de un lado para otro, sin lugar a dudas le había hecho daño.

Hao por su parte, no dudó en abalanzarse contra la criatura para herirla con su espada, sin embargo el hecho de que antes Libis le clavase una fecha provocó que la criatura estuviera mucho más enfurecida, esos movimientos que provocó en la tierra hizo que el joven adepto cayera al suelo irremediablemente, perdiendo una oportunidad única para atacar a la criatura.

Vuestro enemigo no tardó en intentar actuar en consecuencia, abrió su pinza de nuevo pero esta vez no para impactar, si no para intentar agarrar a Hao, el cual estaba aún en el suelo, posición que usó para su beneficio para esquivar tal acto.

Con el arco todavía en alto corrió a interponerse entre el monstruoso cangrejo y Attem. Por primera vez Libis pudo ver al Djinn que tan oculto había estado en la mochila de su compañero. A pesar de la situación, se sintió cautivada al instante por la pequeña y bella criatura.

Girándose, de nuevo miró al cangrejo, y empujada por el éxito anterior, volvió a disparar una flecha apuntando a la misma zona, la boca de la criatura.

!Levanta rápido de ahí, Hao! - espetó a su compañero mientras soltaba la tensa cuerda de su arco.

¡Mierda! Si hubiera acertado el ataque hubiéramos podido acabar con él en un momento. Aunque ahora tenía otra oportunidad.

Al ver como el cangrejo falla aprovecho para levantarme y procurar otra embestida. Si podía darle en una de las patas, o quizás en el abdomen haría que se cayese y podríamos huir. Cojo con fuerza el mango de la espada y me dispongo a atacar de nuevo con ella.

- ¡Tú sólo preocúpate por apuntar bien! - respondo a modo de broma a mi compañera, para hacerla saber que estoy bien y preparado para otro asalto.