Partida Rol por web

Cuando se presentaron de nuevo en la Casa Blagration, ya había caído la noche sobre Moscú. Chuma aparcó su furgoneta a una distancia prudencial, como siempre, y salieron a echar un vistazo. La bruma se levantaba perezosa del cercano río Moskva, y la temperatura había descendido drásticamente, como era habitual. Chuma y Liza se cerraron bien la ropa, y hasta Grigor tuvo el reflejo inconsciente de apretarse bien el hábito fantasmal.

Lo primero que vieron es que, esta vez, no había ghouls a la vista patrullando por el jardín. Quizá sus amos vampiros solo los sacaban a pasear durante el día, cuando ellos se dedicaban a descansar. En cualquier caso, ahora el terreno aparecía despejado.

- Curioso que haya tanta paz justo cuando las alimañas pueden enseñar los dientes.- Se medio quejó Chuma mientras se encogía en su chupa, casi echando de menos a los mierdasangres ante la expectativa de tener que vérselas con sus dentudos sires, que a fin de cuentas eran los que poseían the real thing. Acarició el cañón de su escopeta mientras daba una lenta vuelta en torno al perímetro del edificio, tratando de encontrar otras posibles entradas que no fuesen el portón principal, cuanto más oculto estuviese el conducto por el que pudiesen acceder, mayor sería el factor sorpresa, o eso creía.

—No te preocupes, que vamos a cambiar eso dentro de muy poco— dijo Liza, ajustándose los guantes más por costumbre que por necesidad— y tampoco te molestes mucho en buscar alternativas, seguro que saben que estamos aquí— la Corrompida comprobó que su escopeta estaba cargada y se la puso en bandolera.

—Nuestras únicas opciones son entrar ahora por la fuerza, o amagar a que vamos a negociar y entrar por la fuerza después. Y creo que para lo segundo van a estar mejor preparados ¿Todo listo? Asegúrate de que no perderás el amuleto— preguntó, mirando a Chuma mientras ponía a ronronear el motor de su moto. Sus dedos tamborilleaban sobre el manubrio de la moto, impacientes. En cuanto el cazador y el espectro le dieran el ok, Liza aceleraría a fondo para tomar la delantera en el asalto a la mansión, esperando que ellos la siguieran en la camioneta.

Ante la premura de Liza para ir de cabeza de vuelta al averno, Chuma no pudo más que presionar el amuleto entre dos dedos. 
- Tal vez sea mejor que vayamos ambos en la moto, me da que mortaja se las sabrá apañar para seguirnos el ritmo, otra cosa es que hagamos sandwich de pija yanqui a la salida, pero deberíamos asegurarnos de no alejarnos demasiado o dejaremos a alguno con el culo al aire y bien abierto para esos putos dentudos y sus amigos chispitas.- Le comentó Chuma, con un nudo en la garganta que le dejaba respirar lo justo, revisando su escopeta y los cartuchos benditos que llevaba encima, esperaba que llegasen.

Liza inspiró lentamente el aire nocturno de la fría Moscú y lo exhaló, mirando la nubecilla de vapor formarse ante su rostro.

—Entonces toma— Liza le tendió un casco de moto negro y sencillo al cazador— póntelo y súbete.

La corrompida hizo rugir el motor un par de veces, y cuando Chuma estuvo bien acomodado, salió a toda velocidad a través del pasto alto y el barro en dirección a la mansión. Poco antes de llegar a chocar con la puerta del enrejado que rodeaba el lugar, el metal del vehículo comenzó a crujir y pronto estalló junto con Liza en una llamarada de fuego infernal que revelaba su naturaleza sobrenatural al dejar intacto al cazador.

Con el impulso de la transformación, el triste candado que sostenía la reja no pudo resistir el choque, partiéndose con un golpe seco y permitiendo que el enrejado se abriese como si les diera la bienvenida.

Y entonces la motoquera escuchó una voz.
—Liza, Liza... No sentía necesario aclarar que si te he regañado por abusar del poder que te presto, no debías darles más uso.

—¡JODEEEEER!— rugió con ira la calavera aferrándose al volante—¡SIEMPRE CON LA PUTA LETRA CHICA!

La Corrompida aceleró más y levantó la rueda frontal de la moto, iba a intentar tirar abajo la puerta de entrada con el peso del vehículo.

Silencioso e inadvertido, Grigor cruzó la puerta destrozada siguiendo las marcas de ruedas llameantes. 

Tenía la molesta sensación de que aquello era una trampa pero ¿qué no lo era en la Moscú nocturna? 

Cada vez que se transformaba, Liza tenía que sufrir un terrible dolor debido a las quemaduras que notaba durante unos segundos antes de que la transformación se completara del todo. Esta vez, el proceso le dolió menos de lo habitual. Por algún motivo, Liza pensó que aquello era malo. No era que se estuviera acostumbrando al dolor, era que cada vez era menos humana...

Ya tendría tiempo de preocuparse de ello más adelante. Ahora tenían un trabajo en mente. Con Chuma de paquete, dio gas a fondo a la moto, y atravesó la puerta de la mansión en un estallido de madera en llamas. Grigor los seguía silenciosamente unos metros más atrás.

Aterrizaron en un amplio recibidor, más grande que algunos apartamentos en los que los tres habían tenido que vivir. El recibidor daba a las distintas alas de la mansión, e incluía una gran escalinata que subía a los pisos superiores.

Allí había una comitiva de bienvenida, dos vampiros que seguramente estaban allí esperando recibir a Pietro cuando se entregara. Sorprendidos por la entrada, casi se cayeron de culo al ver la figura demoníaca de Liza envuelta en llamas. Perfecto, aquello les daba la iniciativa.

Chuma notó que había algo que no iba bien con la transformación de Liz, estaba acostumbrado a más distorsiones físicas de su compañera, a un grito más ensordecedor, a un olor a carne quemada y llanta derretida más intenso... Aquello seguía siendo horrible, pero había algún tipo de cambio en ello. No era momento de pararse a preguntar pero ciertamente tenía una charla pendiente con su compañera, no terminaba de saber qué le había pasado cuando desapareció en el metro y ahora notaba aquellas extrañas fluctuaciones que indicaban algo chungo... Algo chungo de cojones...

Entraron en aquel corredor y ya tocaba jugar al tiro al pato, el cazador echó mano de su hierro y se arriesgó a disparar a aquellos colmilludos que salían a recibirlos, aun a sabiendas de que disparar desde una moto demoníaca en movimiento puede que no fuese lo suyo.

- čért!!!

—¡HAN TOMADO ALGO QUE NO ES SUYO!— bramó Liza, comenzando a agitar la cadena en círculos por sobre su cabeza— ¡VENGO A COBRARME LA DEUDA, Y LOS INTERESES SON INFERNALES!

Aún no había puesto un pie en el suelo, que el látigo de eslabones ya había restallado al rojo vivo contra el vampiro al que chuma no había disparado.

La corrompida parecía desencajada, y aunque una calavera no podía fruncir el ceño ni hacer ninguna otra expresión, parecía no necesitarlo para que su mirada llameante comunicara claramente el mensaje "APÁRTATE O MUÉRETE".

Los vampiros ni siquiera tuvieron tiempo de abrir la boca para dar la alarma. Chuma abrió un agujero en el pecho del primero con su escopeta sagrada, y el chupasangre salió volando un par de metros hacia atrás. Liza incrustó su cadena en el cráneo del segundo, que también cayó al instante. Quizá no estuvieran muertos del todo, pero desde luego aquellos dos no se iban a levantar en mucho tiempo.

Grigor entró silenciosamente tras ellos y silbó admirado, mientras cargaba con su mosquete algo incómodo, aún intentando entender bien cómo había que cargarlo.

La punta del mosquete vagó de un lugar a otro. Grigor no era una persona de acción e incluso con aquel arma fantasmal sentía muy poca afinidad por ella. 

Instintivamente, alzó la culata para derribar a un ghoul con pinta de mayordomo cuando reparó en el hecho fundamental de que no podía verle.

Liza bajó de la moto, sin temor a dejarla encendida en medio del recibidor. Dudaba que alguno de los vampiros se atreviera a tocarla, y de todos modos, ella seguía siendo la dueña de aquel corcel de metal y fuego, y no esperaba que fuera a desobedecerla.

Sus botas resonaron pesadamente contra el suelo de madera, y el único motivo por el que no se echó a correr en busca de sus objetivos fue porque no quería dejar a Chuma sólo. Era un poco más difícil preocuparse por Grigor, que primero ya estaba muerto y segundo era invisible.

—Primero arriba— anunció, más que preguntar. La casa debía tener 3 o 4 pisos, y quizás algún sótano. La corrompida temía que si los vampiros realmente pudieran volar, se les escaparan por las ventanas. Si algo salía corriendo por tierra, estaba segura de lograr alcanzarlos.

Liza caminaba con paso rápido, pisando con fuerza, y abría las puertas con patadas secas, lista para cadenear a quien encontrara dentro. Estaba harta de ellos y todos los problemas que le habían traído en apenas un par de noches, y aquella mota de compasión que le había hecho perdonar a aquel chupasangre en el almacén parecía haberse incinerado.

Chuma dejó caer los cartuchos usados de la escopeta, era una pena que aquella antigüedad no dispusiese de un eyector funcional, peor se había acostumbrado a sus ciclos de disparo, así que tomó, sin pensarlo, otros dos cartuchos del cinturón que había optado por coger en su madriguera, aun asiendo poco sutil, y cargó el arma con aquella munición consagrada. Trató de recordar que le debía tres cajas de vodka del bueno al impresentable sacerdote que se dedicaba a perder medias jornadas de chupinazos en bendecir cada una de aquellas misivas de muerte, aprobada por alguna divinidad inmisericorde, pero muerte, de todas formas.

Cuando Liza comenzó la escalada del edificio para reventar las puertas a patadas, él optó por patear las puertas dle lado opuesto del pasillo. O se daban briza, yendo a buen ritmo, espalda contra espalda, o les podía alcanzar la luz del amanecer sin haber encontrado a aquella niñata del país de la Coca-Cola.

Chuma y Liza tomaron la escalera y empezaron a desencadenar el caos. Empezaron a abrir puertas a diestro y siniestro, disparando antes de preguntar, sembrando destrucción con fuego y plomo por donde pasaban. Acabaron con algún que otro ghoul o vampiro (la verdad, apenas se paraban a comprobar la naturaleza del objetivo), y fueron peinando todas las estancias. Pronto el estruendo fue suficiente como para que el resto de miembros del clan vampírico que había por toda la mansión subieran a ver qué demonios pasaba.

Los cercaron en la biblioteca, la estancia más grande del piso superior. Chuma y Liza la estaban cruzando cuando vieron a varios vampiros que entraban por las tres puertas de la estancia. Había por lo menos una docena...

*  *  *  *  *  *

El follón de los dos vengadores salvajes le dio una oportunidad a Grigor para ir a investigar por su lado de forma más discreta. Desde el lado Espectral, la casa era exactamente igual, los mismos pasillos, las mismas puertas. Además, el espectro seguía notando la extraña presencia que lo había echado el día anterior. Impregnaba todas las paredes de aquel lugar: un ente muy poderoso que habitaba aquella Casa y sabía todo lo que pasaba en ella. Grigor tenía que darse prisa si quería encontrar a Sam antes de que Aquello se diera cuenta de que estaba ahí.

Volvió a oír el aullido. No estaba solo. Ni inadvertido. 

El cazador se vio acorralado junto a Liz mucho antes de lo que esperaba, en lo que parecía ser la habitación más grande del lugar: una biblioteca bien surtida por aquella panda de colmilludos con un molesto Diógenes enfocado a acumular volúmenes de saberes de los más estrambóticos imaginables. Chuma estaba seguro que allí tanto podría encontrar lecturas más que decentes para el tigre, así como papel del bueno para encender un buen fuego para churrasco, peor antes de poder pararse a leer los nombres de los lomos, en busca de algún incunable que le guiñase el ojo, Chuma vio cómo la oscura sombra del corralito vampírico que les habían montado se cernía sobre ellos.

Volvió a cargar su escopeta, mascullando entre dientes una plegaria arcana para que no fuese la última vez que pudiese usarla, y plantó cara al no muerto más cercano.

- Si vuesas mercedes no se dedicasen a andar por ahí, secuestrando a valiosos turistas capaces de sacar a nuestra amada Rusia de la pobreza para intentar chantajearnos con la intención de que les traigamos más pobres turistas, en este caso canijos y de otra dimensión donde un pedo puede apagar el sol, no nos veríamos obligados a mosntra estos numeritos a lo brigada de demolición, pero si así lo quieren... ¿Nos van a decir por las buenas donde está la canija cuatrojos conocida como Sam o quieren que sigamos encendiendo más tracas de nuestro espectáculo pirotécnico?

Preguntó apuntando fieramente al círculo interno que los iba cercando.

Liza se limitó a enfatizar las palabras de Chuma, avivando sus llamas.

Escopeta en una mano, cadena en la otra, y su arma secreta: el amuleto, en un bolsillo interno de la chaqueta.

Si la calavera hubiera tenido párpados, los habría abierto de par en par, tratando de absorber tanta información como pudiera. Estaba atenta, lista a responder con violencia ante el primer movimiento brusco que viese. Y buscando, entre toda la multitud, al desgraciado que aún tuviera un pulso.

Los vampiros empezaron a entrar en la biblioteca con cautela, colocándose a lo largo de las paredes de la estancia, a la vez que mantenían las salidas vigiladas. Parecía que ninguno quería ser el primero en saltar hacia ellos y arriesgarse a recibir un perdigonazo sagrado. Por el momento se dedicaban a sisear con rabia, flexionando las garras y mostrando los colmillos de forma amenazadora... pero no tardarían en lanzar su ataque.

*  *  *  *  *

Grigor se dejó llevar por su intuición, y fue hacia las plantas inferiores. En aquel tipo de casas, las cosas interesantes siempre estaban abajo. Deambuló por varias estancias, evitando a los pocos vampiros cuyas sombras veía en el mundo espectral, como un reflejo de su presencia en el mundo físico.

Notaba como si alguien o algo tirara de él. Ese tirón psíquico finalmente lo llevó a una enorme capilla sumida en la oscuridad, iluminada solamente por un rayo de luz de luna que entraba en diagonal por un ventanuco en la parte superior.

Habían retirado el altar de su sitio, y lo habían sustituido por un trono de madera oscura y metal. Sentado sobre él, vio a un hombre que le hizo una seña para que se acercara. Igual que la casa, el hombre estaba en el mundo físico y en el mundo espectral al mismo tiempo. No tuvo problemas en reconocerlo, había visto su retrato muchas veces en cuentos y leyendas. Koschei el Inmortal.

- Fraile. Otra vez por aquí.- dijo el brujo, con una voz que parecía venir de la tumba.- Perdóname, la última vez te eché de malas maneras. Creo que ha habido un malentendido entre nosotros. Creo que has escogido luchar del lado equivocado.

Koschei lo invitó a acercarse. Grigor hizo el equivalente mental de tragar saliva, si las leyendas eran ciertas, estaba ante uno de los hechiceros más poderosos de Rusia. Hechicero que además podía verlo sin problema en el plano espectral y seguramente acabar con él con la misma facilidad.