Aquella era vuestra última noche en Ferikan, tú y tu hermano habíais decidido pasar la noche en la posada del la hoz, donde los granjeros y viajeros podían divertirse durante el día y descansar llegada la noche.
Estabas exaltado con la idea de viajar en busca de aventuras con tu hermano, después de tanto tiempo era normal.
La habitación donde descansabas era pequeña, una ventana de ojo de buey daba al exterior desde donde se podía oír el ruido de las aves nocturnas y las voces de algunos aldeanos que se habían retrasado en su cita con la diversión de la posada, poco a poco el ruido se fue distanciando y caíste en un profundo sueño.
Los primeros rayos de sol que entraban por la ventana te despertaron, tenias ganas de seguir durmiendo un rato más. Te levantaste de la cama en dirección a la ventana cuando la vistes.
Era un carta enrollada con un lazo de donde colgaba una pequeña bolsita de cuero y sellada con el sello de tu monasterio, “El monasterio de Fluvia” seguidores de la diosa Shelen diosa del agua, su doctrina era simple el agua daba la vida a plantas y animales sin ell el mundo se marchitaría pero a su vez era destructora y poderosa como se podía ver en los ríos que gastaban las grandes montañas para llegar a su destino, por ello tu no entrabas en el bien y el mal y eras un poco caótico.
Te apresuraste a romper el sello y leer la carta.
-Estimado Kalehid, me pongo en contacto contigo por una serie de extraños sucesos acontecidos en las últimas noches, es de vital importancia que partas al sur-este a la ciénaga de las penas, en busca de Jim.
Que la Shelen te guie en el camino.
Tu cara se ilumino, podría ser esa la primera aventura con tu hermano, rápidamente te apresurastes también en abrir la bolsita de cuero en ella encontrastes 50 monedas de oro.
Puedes añadir las monedas a tu total.
Era una gran noticia. Su hermano y él de aventuras... bueno, siempre que realmente fuera una aventura. Como les encargaran un servicio de mensajería sería realmente decepcionante.
De cualquier modo, debía ocuparse de sus necesidaddes inmediatas. Cubrió la ventana con la manta para impedir el paso del Sol, y cuando se hubo asegurado de que estaba bien fija, volvió a tumbarse en el lecho, dispuesto a dormir unas horas más.
Pero no podía volver a conciliar el sueño, los nervios le atacaban y no dejaba de dar vueltas en el lecho.
Decidió que ya había tenido suficiente, se levantó y se vistió para la ocasión. Embutido en su armadura, con el enorme escudo, el petate y otros útiles a la espalda, y en la cintura sus sacos de elementos para conjuros y de monedas.
Fue a esperar a su hermano en el salón principal de la posada... si es que se podía considerar que aquel antro era un salón. Pero hoy no iba a ser pesimista, era un día muy especial. ¡Y estaba soleado! Incluso el tiempo les acompañaba.
El tiempo era soleado, recorriste rápidamente el estrecho pasillo en dirección al salón principal, al llega vistes a tu hermano estaba sentado en una silla, lo tenía todo preparado parecía conocerte bien y te estaba esperando.
El salón a diferencia de la noche anterior estaba limpio y desprendía un agradable olor, en la barra un hombre rechoncho terminaba de limpiar unos vasos que tenía a su lado, mientras un joven abría la puerta para empezar la jornada, a su lado junto a la puerta hay un corcho donde unos papeles te llaman la atención.
Prosige en la escena del mercado.