Aquella era vuestra última noche en Ferikan, tú y tu hermano habíais decidido pasar la noche en la posada del la hoz, donde los granjeros y viajeros podían divertirse durante el día y descansar llegada la noche.
Estabas exaltado con la idea de viajar en busca de aventuras con tu hermano, después de tanto tiempo era normal.
Tu hermano estaba en su habitación, pero tú habías preferido celebrarlo y estabas en la posada.
El salón de la posada no era demasiado grande lo justo para 4 mesas y un pequeño escenario en una esquina, de ese modo el ruido de los aldeanos que bebían y hablaban se acentuaba y no te permitían oír las historias que el bardo que estaba sentado en un taburete en el escenario contaba algo de las ciénagas de las penas fue lo que pudiste oír al empezar el relato, tampoco te importaba mucho.
Tú estabas ensimismado en tus pensamientos de aventuras y peleas que vivirías a partir de mañana con tu hermano Kalehid.
La pinta se te había terminado ya solo guardabas 50 mo de tus ahorros, así que decidiste subir a tu habitación.
Al pasar junto a la puerta de la habitación donde descansaba el joven de los Girah, no pudiste evitar suspirar tras lo cual seguiste el pasillo hasta tu habitación, sin ni siquiera encender las velas te tiraste en la cama y dormiste de un tirón la noche entera soñando con aventuras y viajes junto a tu hermano.
Puedes añadir las monedas a tu total.
A la mañana siguiente, justo antes de que saliese el sol, Obul despertó agitado. Había tenido un sueño muy real. Se incorporó en la cama, probablemente la ultima que vería en algún tiempo.
Exaltado por la emoción de la aventura, no pudo volver a dormirse, y aunque sabia que a esas horas su hermano seguiría durmiendo, se dispuso a prepararse para salir.
Se vistió con la ropa, se puso la Cota de Escamas, se apretó el cinto y la bolsa de viaje y cojió el Espadón.
Tocando con una mano en la pared ya que estaba aun todo oscuro, salió de la habitación y se detuvo en la puerta donde dormía su hermano. Estuvo apunto de llamarlo, pero decidió salir a la calle a tomar un poco el aire y a hacer los últimos preparativos.
Bajó las escaleras pensando en que debía comprar y cuando entró en la sala principal vio...
Cuando llegas al salón de la posada, las sillas están puestas encima de las mesas.
El olor a alcohol y humo que anoche inundaba el lugar ha pasado a ser un aroma dulce. Tras la barra el tabernero un hombre rechoncho, pasa una bayeta a los últimos vasos que tiene junto a él, a su vez un joven humano está bajando las sillas de las mesas.
Es increíble ver tan limpio todo, después de cómo se quedo ayer cuando te fuiste a dormir.
Junto a la puerta que da a la calle hay un corcho donde unos papeles te llaman la atención, te acercas a él, dando grandes pasos para pisar lo menos posible.
Hay tres papales.
Malak, precisa dos hombres para custodiar un envió de cereal, preguntar en el puesto de Malak en el mercado.
Se reclutan aventureros para viajar a “el laberinto de troca”, más información en la barra.
Se dictara la sentencia a Réne el bardo, al amanecer, junto a la estatua de Shelen.
Conoces a Réne, aunque nunca has hablado directamente con él, alguna que otra noche a estado en esa misma taberna contando historias de aventureros, entre estas hay una que siempre te gusto.
En ella habla de una compañía de guerreros que fue enviada a lo que hoy se conoce como “La ciénagas de las penas”, allí tenían que unirse con un gran ejército de elfos, para expulsar a los orcos de la comarca de Vaserana.
Al llegar al lugar se dieron cuenta que habían sido traicionados, y que nunca llegaría el ejercito de elfos, pero su honor era tan grande que no se marcharon y se enfrentaron al millar de orcos que llegaron al lugar, 80 hombres contra mil orcos.
Jim el general de la compañía mando a uno de sus mas rápidos caballeros a Ferikan, para que diese parte a su rey de lo que era inminente, la muerte de todos los que estaban allí.
Cuando el rey supo de lo ocurrido mando que todos sus hombres se pusieran en marcha, al llegar a la planicie, las cabezas de sus hombres les daban la mala ventura, pinchadas en las lanzas de los orcos, tras buscar la cabeza del general y no encontrarla, el rey juro vengar a sus valientes.
Dese entonces humanos y elfos han estado en conflicto.
Tiempo después se desato en ese mismo lugar la Guerra de los necios, una gran guerra que enfrento a dos ejércitos uno de elfos y el otro de humanos. Al terminar la guerra lo que habían sido prados y granjas se convirtieron en lo que hoy se conoce como “La ciénaga de las penas”
Tras recordar la historia, piensas donde podrías terminar tus preparativos, a tu mente se viene que hoy es mercado en la plaza mayor de la ciudad.
El muchacho de complexión atlética que a terminado de bajar las sillas de las mesas, te mira y dice.
-Desea algo el señor.
-Gracias pero no pequeño. -dijo mientras le alborotaba el pelo- Estoy esperando a mi hermano, haber si se despierta pronto y podemos ir al mercado.
El niño se va hacia la barra y yo decido sentarme en una de las mesas a esperar a Kalehid. Si no recordaba mal, a su hermano siempre le había gustado dormir demasiado...
Tu hermano por extraño que parezca no te hace esperar mucho.
En unos minutos lo ves aparecer por la puerta que da al pasillo de las habitaciones, tras mirar rápidamente la sala, se te acerca.
Podeis hablar en la escena del mercado.