Réne el bardo.
Al norte muy al norte en Vaserana o más conocida en estos tiempos como Vaser, el atardecer estaba cayendo, sus bastas llanuras iluminadas de rojo eran un deleite para los ojos de cualquier criatura que tomase un poco de tiempo en contemplarlas.
Sus tres ciudades Elendor, Ferikan y Malakan invitaban a la tranquilidad y el descanso a los aventureros cansados y a los menos cansados al juego y la fiesta.
Ferikan la ciudad de humanos por excelencia, era una ciudad tranquila que se asentaba sobre una colina al norte de Vaser. A la llegada se podían contemplar tres grandes portones de los que colgaban ondeando unos estandartes de color verde. Las casas bajas permitían contemplar las monstruosas montañas que la rodeaban, gusto al entrar una estatua de la diosa Shelen daba la bienvenida a los recién llegados.
En Ferikan hay un monasterio de sacerdotes adoradores del elemento agua, su dirigente Simon Baster fue quien me encomendó esta misión.
-Réne - ¡Pero bueno! creo que debería presentarme. Mi nombre es Réne, soy un bardo, nací aquí mismo en Ferikan y hasta hace unos días me dedicaba a entretener a los viajeros con las historias de otros viajeros.
Ahora Réne tenía una misión, buscar un grupo de aventureros y viajar con ellos, para escribir la mayor historia jamás contada en Vaserana, una que hable de dragones y gigantes, de oro y piedras preciosas, de amor y odio, Simon Baster se lo encomendó.
-Réne- ¡Yo no quería! Me gustan mis historias, además yo soy un hombre débil que se aterra con solo ver uno de esos lobos, pero la realidad es que me aterra más que Simon experimente sus nuevos conjuros sobre mi persona.
Capitulo I -La búsqueda-
-Simon - Réne te he convocado porque es hora de que busques historias fuera de nuestras murallas, para que una historia sea realmente buena debes vivirla. Tu deseo es que tus historias las cuenten en toda Vaserana pero si no sales de Ferikan jamás se contaran tus historias fuera de ella.
-Réne- Claro que si se oirán, los aventureros que las oyen se las cuentan a su vez a otros aventureros y así es como mis historias llegaran a ser oídas por todo habitante de Ferikan.
-Simon- Insensato. (Dijo amablemente el monje.)
“Tus historias se olvidan antes de salir de Ferikan”, pensó para el mismo.
-Simon- Si no sales por ti mismo de Ferikan yo mismo buscare la forma de que te destierren. Busca a un grupo de aventureros y únete a ellos así podrás aprender a defenderte y encontraras historias realmente buenas para contar y no tardes mucho si no quieres verte expulsado de la ciudad.
Cualquiera pensaría que Simon era un mal hombre pero todo lo contrario, aun y a su pesar el monje era consciente de que el destino de Réne estaba muy lejos de contar historias que ni siquiera el propio Réne se creía.
Si el pobre muchacho lo más parecido a un monstruo que había visto eran los lobos y jabalís que rondaban a las afueras de la ciudad, como iba a describir a un orco, si ni siquiera sabía a que olían. Tampoco esperaba que se enfrentase a ninguno, pero no se imaginaba lo que le deparaba al muchacho, tal vez si lo hubiese sabido jamás lo habría mandado en busca de historias.
Fue así que Réne empezó la búsqueda de un grupo de aventureros con los que escribir algunas historias más creíbles y reales.
Tras terminar la conversación con Simon, Réne contemplo el templo donde estaba era un templo sin paredes. A derecha e izquierda había altas columnas y dos hileras de bancos, en su techo de madera se filtraba el agua de la lluvia que caía en el exterior.
Donde podía buscar a los aventureros, pensó Réne. Sin pensarlo demasiado encontró la respuesta, el mejor sitio era la plaza del pueblo donde la Diosa daba la bienvenida a los viajeros recién llegados.
Corrió a lo largo del pasillo dejando atrás las columnas y los bancos. La salida del templo eran unas escaleras de unos 5 peldaños que el muchacho salto de una sola vez, a punto estuvo de escurrir con un charco provocado por la lluvia.
-Ten cuidado muchacho.
Pudo escuchar al pasar junto a un Sacerdote de agua que parecía estar custodiando las escaleras.
Réne no contesto, quería encontrar cuanto antes a los aventureros para impedir su inminente destierro.
Sin detenerse ni un segundo llego a la plaza, la lluvia había cesado pero sus ropas seguían mojadas. El chiquillo exclamo.
-Réne- ¡Hola! Busco aventureros para escribir la historia de mi vida, ¿Alguien me puede ayudar?
Nadie contesto a pesar de que la plaza estaba concurrida.
Los días se sucedieron de igual forma. Réne acudía a la plaza, preguntaba a unos y otros si podía acompañarlos en sus aventuras, para poder escribir las historias de estos, pero nadie quería tener la responsabilidad de llevar con él a un muchacho que aparentaba ser débil y torpe.
Con el paso de los días llego lo que era inminente.
“Toc toc toc”. Alguien llamaba a su puerta el muchacho se imagino todo lo que sucedería, pero antes de que pudiese huir por la ventana, la puerta de madera de su pequeña casa saltaba en pedazos por el pequeño salón.
Dos guardias ataviados con brillantes armaduras entraron en su casa y sin mediar palabras lo arrastraron por toda la villa en dirección a la plaza central.En la plaza habían instalado un pequeño escenario de madera.
Simon estaba allí, junto con otro hombre de tez oscura que vestía como si de un alto noble se tratase, sus joyas brillaban con la luz de la avaricia. La misma que iluminaban sus ojos.
Estaban aguardando a su llegada.
Cuando Réne llego junto a estos, todo se sucedió demasiado rápido.
Destierro por contar falsas historias, acusado de imbuir falsos relatos en los corazones de los habitantes de Ferikan, frutas podridas y piedras le fueron arrojadas mientras caminaba los pocos metros que separaban la plaza de uno de los grandes portones que daban a las afueras de Beika, la búsqueda había fracasado y Réne fue expulsado de las murallas protectoras de la ciudad.
Largos meses paso el muchacho en las afueras de Ferikan. Poco a poco construyo una pequeña cabaña con piedras y barro a unos cuantos metros de la ciudad y aprendió a luchar para sobrevivir y a cazar. Todo ello lo aprendió gracias a los campesinos de la zona que le ayudaron, pues de no ser por ellos habría muerto en las primeras semanas.
Con el tiempo conoció a muchas y diversas personas, enanos que traían minerales de las minas del norte para comercializarlos en la ciudad, humanos guerreros venidos de tierras lejanas, y algún semi-elfo que había sido desterrado de sus bosques. Con estos últimos tenía una afinidad especial y fue con uno de ellos con quien empezó el primero de sus viajes.
La historia de tu personaje debe concluir en la ciudad del relato.