Partida Rol por web

-Buenos días hermano, creía que tendríamos que quedarnos a comer aquí.-dijo Obul con una sonrisa en los labios.

-Por cierto, he visto en el tablón de anuncios de la taberna que hoy se dicta la sentencia a Réne el bardo junto a la estatua de Shelen. Podríamos pasarnos por ahí antes de ir al mercado.

-Una vez estemos preparados podremos decidir a donde ir, podríamos preguntar al posadero sobre "el laberinto de troca", no? -preguntó a su hermano, aún de pié delante suyo. -A no ser que tengas que hacer algún otro recado antes...

Kalehid centró su atención en Obul.

-Buenos días. -le respondió con una sonrisa- Podemos ir a comprar algunas cosas después de ver la sentencia. Hoy tengo paga extra. -añadió mostrando la bolsa de cuero llena de monedas. Entonces se acercó a él y dijo en voz más baja- Mi orden me necesita para que vaya a la Ciénaga de las Penas. Me han enviado una carta, dicen que ocurren "cosas extrañas" por la noche y que pregunte por un tal Jim.

Se apartó de su hermano de nuevo y pidió un vaso de vino al tabernero. Se sentó en la mesa y siguió hablando.

-Espero que sea una misión tan prometedora como parece. -le guiñó el ojo a Obul- Y sino siempre podemos volver aquí y preguntar por el laberinto.

Mientras pensaba se puso a juguetear con el símbolo profano que llevaba al cuello, una calavera tallada en madera.

-Después de tanto tiempo, que volvamos a estar juntos para cumplir nuestros sueños... quién lo diría.

-Hmm... "Cosas extrañas", me gusta como suena eso. -dijo mientras reía. -Tendríamos que ir cuanto antes a la Estatua de Shelen, y después de comprar en el mercado tendríamos que buscar a ese tal Jim.

-Sabes donde podemos encontrarlo? -Preguntó algo confuso. -Decía algo la carta?

Mientras se levantaba de la silla, le hizo un gesto a su hermano para que pagase el vino y se dirigió hacia la puerta de madera que daba a la calle. -Te espero fuera hermano, tengo que estirar un poco las piernas...

-No, no dice el lugar exacto en el que debemos encontrarlo.

Su hermano se levantó, desperezándose.

-Te espero fuera hermano, tengo que estirar un poco las piernas... -dijo Obul.

-Muy bien, te sigo en cuanto refresque el gaznate.

Obul sale fuera.

El sol no tarda mucho en calentar tu piel, la calle de casas bajas llega a la plaza central del pueblo, el otro extremo llega a una plaza más pequeña donde se encuentra el Monasterio.
Enfocas tu mirada hacia la plaza donde se debería estar ejecutando al bardo, pero  está vacía. Seguramente ya ha terminado la ejecución, igualmente el mercado no está muy lejos.

Mientras tanto, Kalehid pide una segunda copa de vino que bebió tranquilamente, saboreando el sabor del vino de barrica. Era consciente que la misión encomendada no sería la de cartero y posiblemente tardaría en volver a saborear un buen vino.

La carta no decía el lugar exacto o el no lo había entendido, recordó las palabras de la carta.

Es de vital importancia que partas al sur-este a la ciénaga de las penas.

Ese debía ser el sitio donde empezar a buscar, una sensación de prisa se apodero de su cuerpo, tal vez sería mejor ir al mercado directamente, que interés tenia ir a ver una sentencia que de buen seguro ya tenía veredicto.

Te acercas al posadero y le pagas las dos copas de vino.

Tras pagar, salió fuera para encontrarse con Obul.
-¿Qué? ¿Vamos ya al mercado? A ver qué podemos encontrar...

-Perfecto, vamos hacia la plaza y preguntamos al primer mercader si podemos vender algunas cosas y que mercancía trae...

Obul y Kalehid se alejan de la posada de la hoz en dirección al mercado. En pocos minutos vieron el primer tenderete, desde lejos no vieron a nadie, pero al acercarse, se percataron de que había un mediano agachado detrás de unos barriles. Obul se acercó un poco más y con voz fuerte dijo -Buenos días señor, quisiéramos saber si compra armas y armaduras y que mercancía tiene a la venta...

Kalehid por su parte se encontraba más interesado en encontrar mercaderes que ofrecieran piedras preciosas o semipreciosas.  Por lo que le dió a Obul su antiguo escudo pesado de madera y se alejó de la tienda en la que su hermano se había detenido.

Por un momento perdió de vista a Obul, pero rápidamente reencontro su cabeza de negra melena sobresaliendo entre la estatura media de las gentes de la ciudad.

Finalmente encontró una tienda en la que se ofrecía una gran variedad de joyas y piedras.

-Saludos buen hombre. Estoy buscando ónices de buena calidad. ¿Qué podéis ofrecerme?