Hace varios días que escapasteis de Exor con el último capullo de Cielo Nocturnae. Durante todo tu trayecto hasta la llegada a vuestro actual piso franco, en la mansión de Demine, has observado la posible cura de tu pueblo una y otra vez.
El Cielo Nocturnae brilla con luz propia, y puedes sentir como la fragancia que emana que revitaliza con su mera presencia*, pero a su vez, su forma y constitución parecen delicadas, como una flor que es, y temes que el movimiento del viaje pueda acabar dañando los delicados pétalos que recubren su interior. Durante los días que pasas en la mansión de Demine, aunque te alejes de él varios metros, puedes percibir como una gran confluencia de poder se arremolina en torno a su núcleo, y no necesitas ser una poderoso portador del Don para percibir que la casa se encuentra cargada de su fragancia. Esto te inquieta...
Necesitas llevar este regalo de la naturaleza hasta tu hogar en Lannet, pero está claro que por allí donde el Cielo Nocturnae circula, deja un rastro de poder que puede ser detectado por magos que sepan leer esas finas líneas de energía...y más aún alguien que ya haya estado en contacto con tamaño poder. Mantener el Cielo Nocturnae en la casa de Demine no es seguro, pero intentar llevarlo hasta la aldea también puede ser una manera de dejar un rastro de migas para que el poderoso nigromante con el que ya os habéis topado pueda llevar sus huestes tras el Cielo Nocturnae y con ello hasta el propio Zhul'Daril.
El tiempo no está en tu favor... pero una decisión precipitada puede acabar con la pérdida del Cielo Nocturnae para siempre, y con ello la potencial cura que la Sacerdotisa Mara te encargó de buscar y proteger.
*: A efectos del juego, mantenerse a un metro o menos del Cielo Nocturnae recarga 100 de Zeon por hora.