A medida que te has ido alejando de Exor, al principio de manera insidiosa, pero ahora de forma muy palpable, notas como la presencia de Eliana Bonetti no está en tu interior. Es difícil de describir...pues es como un hueco que te oprimía parte de tu ser... Algo que no debía estar ahí, pero al que te habías acostumbrado. Ahora ella ya no estaba y la sensación de libertad interior venía acompañada de la nueva emoción de la soledad.
Eliana dijo que su marcha haría que el espíritu lobezno ocupara parte de su lugar, y esto te permitiría entrar en mayor sintonía con él... pero honestamente no sentías nada nuevo. Algunas noches en la intimidad de tu cuarto has probado a tomar el control de tu forma lobezna, y es cierto que ahora sientes como este espíritu es más dócil que antes, permitiéndote entrar y salir de este estado con mayor gracilidad... pero también sientes que la fuerza (aunque a veces desmedida) de Eliana ya no te acompañaba cuando tu cuerpo se tornaba en una fuerza brutal de pelo y garras.
Intentas no ponerle más punto a tu consternación, pues hay otros temas que requieren mayor atención ahora mismo, pero es como una pequeña espina en tu interior que te hace sentir algo desdichado por no entender cómo puede haber cambiado tu ser interior... de momento solo sientes decepción hacia tu nuevo estatus... pero tampoco puedes hacer nada ahora.
La noche del tercer día te fuiste a la cama algo preocupado por la información que los espías os traían, pues la situación iba evolucionando en cuestión de horas y el tiempo apremiaba... esa sensación de tensión fue la que te hizo acabar cayendo dormido en tu cama por la extenuación de tu flujo de pensamientos...
Solo meter la nariz en la arena te reconfortó lo suficiente como para poder volver a sentirte en armonía. Hacia tiempo que no crecía esa sensación en tu pecho, y olisquear el bosque te ayudo a sacar la cabeza de tu mar de dudas y respirar hondo... quizás algo de picar te ayudaría a eliminar parte de tu ansiedad, así que deambulaste unas horas entre los matojos hasta echarle el guante a una rata campestre de aceptable tamaño...ni tan mal había salido el paseo... Tras terminar el tentempié te sentaste sobre tus cuartos traseros a observar el bosque y como éste se mecía ante pequeñas rachas de viento que transportaban olores a raíces, tierra y lluvia... Estaba claro que ahí sentado no ibas a encontrar tampoco la respuesta a las dudas que Eliana te había sembrado en tu peluda cabeza, pero al menos ahora eras un pequeño remanso de paz...
A la mañana siguiente te despertaste terriblemente dolorido. El frío del amanecer recorría tu desnudo cuerpo, y tus músculos estaban agarrotados de dormir hecho un ovillo entre los matojos del jardín de la casa. La perplejidad nublaba tu mente. No sabías por donde empezar a hacer preguntas... si por tu desnudez, si por tu sufrida siesta al raso o por tener toda la cara pegajosa y encostrada de lo que parecía sangre seca... pero no menos perpleja fue la cara de Draek observándote desde el interior de la cristalera de la biblioteca de la planta baja.