Partida Rol por web

-Si me lo hubieses dicho, la habría protegido. Con tu ardid, has puesto en peligro a mi hija… Mi única hija. No voy a olvidarlo, Zephir. Tenlo presente-.

Los ojos del sacerdote parecieron iluminarse por un fulgor que los hacía insoportables al contacto visual.

Stedman chasqueó sus dedos varias veces.

-Caballeros, caballeros… Resulta obvio que las disidencias en nuestra operación pueden abocarnos al fracaso. Draxos, salvaremos a tu hija. Zephir no fallará a la hora de localizarla y, para entonces, lanzaremos a todos nuestros efectivos contra ellos. Los aplastaremos. Tienes mi palabra-.

Draxos miró entonces a Cécil y sus ojos rasgados se entornaron.

-No soy un idiota, señor Secretario. Sé que han decidido utilizar a mi hija de cebo, asegurándose así mi presencia aquí, a pesar de que cuestiono sus métodos. Pretenden acabar con la secta de un único golpe, pero dudo mucho que los Tres Muertos no prevean complicaciones tras sembrar de asesinatos el Valle-.

El sacerdote avanzó con paso firme hacia la entrada.

-Cuando encuentre a mi hija, terminará mi presencia en este grupo. Combatiré con la furia de Amanuator a sus secuestradores… Pero se lo advierto. Si resulta muerta… Si mi hija resulta asesinada… La ira del Sol no cerrará sus ojos ante los ardides que se han tejido en esta sala a mis espaldas-. Antes de salir se giró hacia Zephir.

-Más te vale no fallar a la hora de encontrarla-.

La puerta se cerró con fuerza tras él.

Sir Gherim rompió la tensión que dejó la marcha de Draxos entre los presentes.

-Localiza a su hija, Zephir. Y que los dioses tengan piedad de sus secuestradores. Prepararé a mis hombres y vendré a buscarte esta noche para el ritual. Lua’nwe-. Señaló a la genasi con un movimiento de cabeza. –Sé dónde puedes encontrar a la mujer de las visiones del tal Malodhir… A ti no te conoce. Puedes seguirles y protegerla llegado el caso-. Parecía inquieto hablando del tema.

–Se hospedarán en la aldea. Sólo hay dos posadas. Una mujer con tus recursos no tendrá difícil localizarla. La acompaña un grupo bastante singular en el que destaca sobremanera un dracónido rojo. Es bastante grande. Además, ella misma es muy singular. Gánate su confianza y vigílales. Estoy seguro de que darán con alguna pista. Ella es muy…-. Pensó unos segundos cómo definirla. -…terca. De un modo u otro, lo conseguirá-. Intercambió una mirada afilada con Lady Naeve, que parecía muy divertida escuchando a Sir Gherim decir más de tres palabras seguidas.

-Me hospedaré en la posada del Puente Viejo hasta el anochecer. Entonces volveré al castillo para encontrarme con Zephir-. Sir Gherim se giró sobre sus pasos y se dirigió a la puerta. Sólo hizo una leve reverencia de cabeza a los presentes como despedida.

-Por cierto... Ese demonio… Histrión. Es mío-, dijo acompañando sus palabras por un gruñido.

Mientras Zephir terminaba su relato, el recuerdo de los rostros de aquellos hombres, la mueca de terror en sus rostro al ver que la vida se les escapaba entre risas involuntarias volvió a mi; pero en presencia del señor Stedman, Lady Naeve, y Sir van Wayden procuré mantenerme impasible. Los horrores que habíamos vivido Zephir y yo nos atormentarían por mucho tiempo, pero no debíamos permitir que el resto pudiera ver que aquello nos había afectado demasiado.

En todo este tiempo, había evitado tropezar mi mirada con la de Draxos, pues yo también había participado en el silencio del plan para poder contar con su ayuda y que pudieramos tener una baza en este asunto. Entendía la necesidad del plan y del silencio, pero en ese momento el aguijón de la culpa me atravesó un momento. Sólo un momento. El fin justifica los medios. No tenía más que agregar a las palabras dichas allí, aunque escuché atentamente a las órdenes de quien de ahora en más llevaría el liderazgo de la misión. -Si, milord.- Dije con un asentimiento y bajando la cabeza respetuosamente.

Tenía mis instrucciones. Tenía un objetivo. Encontrar a la mujer Eruviel, quien estaría acompañada de un dracónico rojo. Quizás por eso me había confiado de más cuando, inesperadamente, un dracónico rojo se había acercado a ofrecerme una entrada para el festival de manzanas....