-Querida Hidra, para mi es un placer verte de nuevo- dijo la reina acariciando la cabeza que parece la mas hilarante de todas,- bien, lamentablemente mis conjeturas no me llevan a ningún lado si confiar o dudar, pero tengo claro que mis pasos están guiados por el Dragón y por la Hidra- la súcubo voló entre los dos seres quizás ese era el lugar más seguro.
De nada sirve que ocultes nuestro amor, pequeño gnomo. Dijo cogiendo a David el gnomo el que había tratado antes con desprecio con el fin de que nadie sospechara de nuestra relación.
Es cierto que cuando llegamos aquí, no sentía nada por él, pero Lilith nos envió una flecha de amor y a partir de entonces me siento en deuda con él y haré todo lo posible por defenderlo. Pero si desconfíais de él lo hacéis de mi. Mi pequeño amor guarda secretos, claro, como todos. Pero de nada nos sirve esconderlos.
Nuestra relación de amor ha cobrado un sentido, David es capaz de cobrarse cualquier víctima con sus manos, impartir su justicia pero sus intenciones son siempre cobrarse la vida de aquellas que acabaron con la guardiana. De momento no ha decidido eliminar a nadie puesto que no tiene ningún claro objetivo y los que resultan claros, como lo fueron Seth y Seelie fueron eliminados por todas las criaturas aquí presentes.
Todos los días discutimos sobre si seríamos capaces de llevarnos alguno de vosotros por delante, pero la bondad del gnomo impide que quiera tomarse la justicia por su mano. Por mi parte, como Nuevo Rey del Infierno le digo que soy capaz de devolver las almas a su cuerpo. Alguien lo hizo con dragón, así que debe haber alguien parecido a mi, pero yo tengo el poder de hacerlo con varios de los presentes.
Juntos, David y yo, somos capaces de quitar y devolver la vida y además estamos protegidos por nuestro vínculo de amor.
La súcubo puede confirmarlo.
Así que no Dragón, no digas que David esconde secretos porque aquí todos lo hacemos. Solo que unos no tenemos problemas en desvelarlos y otros al parecer sí.
En cuanto al minotauro, no digo nada más. Simplemente... Y Azazel nuevamente preparó una bola de fuego para lanzarla contra el hombre toro.
La reina aleteo tranquila al escuchar la palabras de Azazel –Toda razón y después de lanzar esa flecha de amor, no puedo lanzar otra, - contestó serena –ocultar secretos, nunca he sido buena para eso, después de todo le revelé a Caín los secretos de la inmortalidad, pero ahora tengo en claro que es lo que debo de seguir Hidra y Dragón serán quienes orienten mis pasos.
Dragón miró a Azazel. Ni confiaba ni dejaba de desconfiar en David. Sólo transmitió lo que sus antepasados le habían contado. Pero... ese extraño comportamiento de Azazel le daba mucho que pensar, mucho...