Partida Rol por web

¿que dices Dionisio? ¿quieres acabar conmigo para paliar mi ira? no lo veo tan factible... y Nyarlathothep, si me encuentro así es por que mis sentidos y mis sentimientos se han visto ofuscado por la repentina cadena de acontecimientos... mi padre ha muerto, mi hermana... esta revive ahora... esto es muy confuso. No tengo la culpa de que tú no tengas sentimientos... Anubis seguía con su cuerpo completamente cansado y decaido.

-¿Un dios sentimental? Lo dudo. La historia enseña que los lazos no significan nada entre los dioses.-Dijo tajante y sin apenas mover los labios.

Escucha, querido Anubis... Mi odio por tí desapareció tras mi muerte. He traído a tu hermana... ¿Con eso no basta para que creas mi palabra?

Niego con la cabeza y miro a Nyarlathotep.

Yo soy un dios pasional, querido, y en verdad te aseguro que es posible, sin embargo... El cambio de mi querido y antiguo enemigo me preocupa.

Dicho esto continúa sentado en su posición observando a los presentes.

-Eres el dios de los excesos, no quieras confundir eso con un lazo familiar que no posees, tu forma de hablar misma os delata.-Respondió al recién revivido sin prestarle siquiera una atención real.

¿Eh?

Pregunto sin comprender de qué habla.

No te entiendo.

De nuevo,aquel brillo rojizo invadió el ambiente,aquel fulgor que solo anuncia la muerte y el miedo para vosotros. el destructor estaba cerca y,con aquella vorágine azulada,se manifestó en la sala.
Su movimiento fue rápido pero no letal,la lanza se manifestó en su diestra y la lanzo contra Inari desdoblandolo en sus avatares: El pequeño,el zorro,la niña y el anciano.
Cada uno gritaban siendo parte de la misma voz. El anciano decía "Os equivocáis! Cometéis un error" la niña solo se dedicaba a lloriquear,el niño del parche gritaba "Maldita sea! Me matasteis" con un tono jocoso totalmente fuera de lugar, el zorro simplemente exhalaba fuego y maldecía "Os matare,a todos".

Demiurgo clavo la mano en la piedra roseta y aquellos símbolos azules se tornaron en cadenas que amarraron a todos y cada uno de los avatares del Dios japones,arrastrándolos hacia aquella estructura que parecía ávida de su ser.
Cuando,con esfuerzo,llegaron hacia la Piedra los simbolos se tornaron en una boca monstruosa que comió y mastico todos los huesos del Dios salpicándoos de sangre.
Una vez satisfecho Demiurgo entro también en la boca del ente y juntos desaparecieron.
Un escalofrío recorrió vuestros cuerpos,la sensación de la muerte total y definitiva,algo os decía que Inari nunca volvería de allí a donde lo mandaron.

Sólo quedaban 8... y el Demiurgo seguía sin liberarles. Así pues, Quetzalcoatl se elevó para mirarles a todos y dijo:

¿Y ahora qué? ¿Alguien tiene alguna idea, revelación o pensamiento antes que anochezca?

Aparto la vista durante la desagradable muerte tan gratuita del zorro, ella lo había protegido, lo había creído, y parece que se equivoco como tantas otras veces, juzgaban por suposiciones, pero no tenían otra cosa.

-Estamos igual que al principio, sin culpables, pues no podemos saber quien puede ser, solo suposiciones, pero no tenemos otra cosa- Se sentó junto a Dioniso.

Atenea podría mirar a alguien a ver si nos está engañando... si estuviera viva claro. Y si la gente siguiera confiando en ella - dijo Quetzalcoatl - Yo, por mi parte, sigo haciéndolo. - sentenció la serpiente emplumada.

Tú lo has dicho, si estuviera viva. Pero aquí, nadie de los presentes, ¿puede traer a alguien del reino de los muertos? Tras sus primera palabras dirigió la mirada a Dionisio. No te preocupes... no te guardo rencor, nunca lo hice a ningún dios de otro panteón, pero el hecho de que algún degenerado trata de arrebatarnos lo que más queremos y nuestros dones, me hace sacar mi mente de quicio. Pero creo que estoy mejor... 

Creo que tú podías. Aunque posiblemente estés agotado.

Sonrío al dios chacal con amabilidad y asiento con la cabeza.

Me alegra ver que te sobrepones a tus emociones, en verdad, y por ello, brindemos.

Me coloco enfrente del dios chacal y hago aparecer dos copas cristalinas en mi mano libre y vierto del vial, el cual queda prácticamente vacío, a falta de una copa más, Néctar hasta llenar ambas copas.

Tú y yo somos sospechosos a ojos de algunos, esperemos poder solucionar las dudas esta noche, aunque...

Mi voz se torna pensativa, así como mi gesto, como analizando algo.

¿Aunque...? ¿que? ¿Dionisio? ¿Que sucede? Anubis agarró la copa de néctar, aunque ni siquiera le dio un trago al ver como su dios acompañante dudaba en sus palabras. 

Las gotas de oro,ya solidificadas,comienzan a entrar en ebullición delante de vuestros ojos. Caminos dorados se extienden hasta el centro de la sala donde convergen y crean una estatua magnifica: la bella Atenea. Sus ojos se abren y el color vuelve a su cuerpo. La Diosa de la Sabiduría estaba de vuelta.

La serpiente emplumada tose. ¿Qué decíais? - mostrando Quetzalcoatl una sonrisa ante el regreso de Atenea.

Aunque...

Me dispongo a continuar, no obstante, la milagrosa resurrección me hace girarme y abrir la boca sin articular palabra. La cierro y suelto una leve risita, negando con una mano mientras una vid sostiene sólo para ello mi vial.

Yo no he sido.

Inclino mi cabeza ante la diosa volviendo a tomar el vial y desapareciendo la vid.

Bienvenida seas de nuevo, querida Palas Atenea.

Abro la boca como para decir algo, y la cierro nuevamente.

Supongo que lo que lo que ella tiene que decir es más importante que lo que tenga que decir yo ahora.

Todas las palabras son importantes Dioniso, y más si nos ayudan a esclarecer de una vez por todas quien es el traidor que aún acecha entre nosotros y que hace que el Demiurgo aún nos tenga aquí a todos atrapados - respondió Quetzalcoatl.

Bienvenida de nuevo entre nosotros... veo que Nike sigue contigo, pues ya has resucitado 2 veces. Digo con una amplia sonrisa.

Estamos atrapados por que aún no han caído todos los traidores... Está bien, allí va mi información, quizá sabiendo los dones de los caídos podamos averiguar algo más, según su órden de caída. No hablaré de los vivos por que eso es algo que sabéis perfectamente. Nada sé del dios del sueño, quien apoya a los traidores en el inframundo, por desconocimiento posiblemente. Tampoco de la diosa de la memoria, traidora silenciosa desde que cayó en el inframundo. El más anciano de nosotros podía, en su sabiduría, aprender algo de alguno de nosotros, de quien fuera. La diosa de la discordia, amante del dios de la guerra, podía enfrentar a dos de nosotros, traidora eliminada por nuestra justiciera, también podía hacer que alguien muriese por ella ante el Demiurgo y seleccionó a la diosa de la caza. El dios de la guerra, además de poder obligar a alguien a morir por él, también podía salir victorioso de una batalla e inclinar la balanza a su favor, no entiendo esa última parte. Chronos espió a los asesinos y murió por ello, al inframundo fué sin información. Nada sé de la diosa de la caza. El mayor de los dioses nórdicos posee el don de excarvar el don a los caídos. Mi pura Cail* poseía el don de tener presencia en el inframundo, aunque tras concedérmelo a mí ella calló, ahora sé que para condenarme pues su alma se había vuelto oscura y vil. El dios del rayo nórdico poseía el don de traer a los muertos a la vida, aunque como bien vemos no es el único. La voz del mayor dios egipcio es, o era, la ley en caso de un empate, además, puede arrastrar a alguien tras su muerte. Eso es lo que sé de los dones de los caídos.

Suspiro y meto un trago largo a mi copa, hablar demasiado ha conseguido secar mi saliva.

A falta del juicio de Atenea, me aventuraría a decir que la mayoría que se han negado a confesarme su don son o han sido traidores de algún modo, aunque no he podido hablar con todos. No puedo saber si, en caso de haber algún contagio, alguien más ha perdido su don y...

Miro a Asclepio y sonrío ampliamente.

Por ahora el dios Chacal, tú, mi querido Asclepio y yo somos los principales sospechosos... Habrá que aguardar a mañana. Más cosas, más cosas... Ah, sí, ya comprendo cómo funciona tu don, querido salvador**, y he de decir que agradezco no ser enemigo tuyo, o enfrentarme a tu... ¿Resonancia? Sería realmente perturbador. También puedo intuir qué don tomaste el primer día... Uno de los pocos eventos que no he conseguido atar. Más cosas, más cosas... Juraría que me dejo algo...

Chasqueo la lengua al no recordar, así que intento hacer memoria mientras dejo que asimilen toda la información recibida de golpe. En cualquier caso alzo la mirada.

Por cierto, querido Asclepio, es mi deber informarte de que el dios de la guerra continúa guardándote rencor por entrar en su corazón sin permiso.

Le sonrío afable.

Suspiro tras las palabras de Dioniso y comienzo a hablar. Os diría que no he sido contagiado, pero dudo que sirva de algo decirlo. Me gustaría que me dijerais - hablo para todos pero especialmente a Dioniso y a Bastet - quien de los dioses caídos estáis completamente seguros de que es inocente. Cuando tenga que morir no lo haré en vano. Miro a Dioniso, y continúo hablando a todos. Creo que ya os podéis hacer una idea de cual es mi poder supremo... y la mitad de él lo perdí contigo - miro a la diosa de la sabiduría griega. A continuación miro a Bastet. Pensé en usarlo también contigo, pero confié en que volvería con nosotros y así ha sido. Desde que Atenea volvió estoy más débil, he intentado mantener la apariencia para no parecer débil, pero al final la senectud también me afecta. Tras un silencio que se me hizo algo incómodo: Si alguien tiene algo más que preguntarme...

Oh, no no no...

Niego con la cabeza. Dejo mi copa en el suelo y rapidamente me yergo frente a Asclepio haciendo aparecer una copa mientras se la ofrezco y la lleno con el Néctar restante en mi vial.

No digo yo que estés infectado. ¿Allí abajo? Menos quienes he citado como traidores o no me han hablado nada de ellos... Confiaría en los demás como posibles aliados. No obstante, el dios del rayo nórdico no le queda poder, mh... En nuestro querido Ares confío ciegamente, así como lo hacía en el zorro que no volverá con nosotros, aunque también creo que está agotado. Mi querido Chronos... También en él confío, pues me ha mostrado su sinceridad y aún le resta poder. No sé si me atrevería con alguien más, aunque... Si es tu don... Resérvalo, seguro que mañana hará falta...

Le guiño un ojo con confianza mientras aguardo su respuesta o que tome la copa que le ofrezco.