Partida Rol por web

EPÍLOGO.

Tinna Snorrdöttir dejó al minero atrás. Justo antes de echar a correr, vió entre el denso vapor que Marcus intentaba levantarse entre espantosos gritos de terror. Junto a su mano, ahora abierta, había dejado caer aquella maravillosa esfera fosforescente que flotaba sobre el menhir, muchos metros más abajo. Había debido cogerla entre la confusión durante la lucha contra aquel ente salido de las profundidades de la roca.

Los temblores se sucedían, y a la geóloga no le quedaba más remedio que correr en dirección a la salida. Estaba en el primer corredor de la galería, y veía los pequeños apuntalamientos de madera del trabajo de la minería. Por fín vió la luz, y pudo escapar de aquel infame entuerto. El vapor se dispersaba en la salida, y allá afuera aguardaban expectantes el arqueólogo Thadeus Larson junto con los jóvenes estudiantes de Miskatonic y el propietario de la mina, Thomas Sean McGuire. Todos se preguntaban qué había pasado ahí abajo, pues de vez en cuando se habían escuchado alaridos lejanos, y el vapor salía desde hacía unos minutos con más intensidad...

Lo que narró Tinna Snorrdöttir no fue ni la quinta parte de los verdaderos hechos. ¿Cómo revelar a la humanidad la existencia de aquel ser? Tal vez en futuras investigaciones y excavaciones pudiera llegar de nuevo hasta las profundidades de esa mina, lugar sin explorar del todo aún. Finalmente, la mina debería quedó destruida por los fuertes temblores y la inundación de agua, cuyo nivel llegó al exterior. La compañía minera, con McGuire a la cabeza, denunció un mes después la Universidad de Miskatonic por su mal hacer y la destrucción de ésta, pero las autoridades de Boston dictaron que aquella destrucción fue fruto de un proceso geotérmico.

El Orbe de Thalamulet, la esfera fosforescente, aún descansa en la destruida mina de Chesire Peak.