Partida Rol por web

¡Santo Dios! -musitó Perkins, que seguía yendo en cabeza de la pequeña expedición-. ¡Aquí cada vez hace más calor! -cuando miraba hacia atrás para hablaros mientras descendíais veías su sudor impregnado en su frente, reflejado por la luz de su candil-. Tu también notaste un severo calor a medida que íbais descendiendo, ¡cada vez más y más! Nada de esto parece muy normal -y un pequeño eco se propagaba por las escaleras-. Finalmente llegásteis abajo, donde el calor era realmente intenso. Entonces Perkins se quedó anonanado, mirando hacia lo que tenía delante de sus narices iluminando la zona con el candil, elevando éste a las alturas.

En absoluto -confirmó el minero-. Esto parece un palacio subterráneo, o una vía de escape, o... ¡qué se yo! -tragaba saliva al ver el espectáculo frente a sus ojos-. Pero una mina... desde luego que no.

Y lo que viste delante de tí no era sino una mezcla de extrañeza y belleza, de incredulidad y admiracion. Las escaleras llegaban hasta una gran cámara (cuyo techo no era capaz de ser iluminado por el candil de Perkins). Fuiste la única en darte cuenta que toda la sala estaba excavada en basalto (el mismo mineral de la el monolito con las extrañas grafías que encontrásteis al comienzo de la "visita". No obstante, no fue aquello lo que te sorprendió: en el centro de la misma se ubicaba en el suelo un gran pozo natural de agua hirviendo en su superficie (del cual procedía el vapor de agua). No hacía falta ser un genio para saber que el agua abrasaba.

Y en el extremo opuesto de la gran cámara podíais ver un gran retablo de piedra, excavado en el basalto. El pórtico poseía una entrada tapiada perfectamente y varios motivos en columna y algún que otro extraño relieve. El retablo estaba estaba precedido por unos escalones, y entre éstos y el retablo había una pequeña figura basáltica, un obelisco similar a de los pisos superiores. Sin embargo, sobre éste estaba levitando una pequeña esfera fosforescente de la que emanaba toda la luz de la sala, la cual era la que ascendía por el hueco de las escaleras en espiral. Aquel orbe levitaba y en su interior podía verse algún tipo de actividad a base de pequeños relámpagos y movimientos extraños. El objeto no era excesivamente grande: cabía en la palma de la mano.

¿y qué diantres esa esfera? -exclamó retóricamente dando unos pasos hacia delante para ver mejor el orbe-. Luego se volvió a percatar del pozo, que ebullía constantemente su agua en su superficie (claramente visible). ¿Qué se supone que...?

¿... que es? -interrumpió Marcus terminando la frase del espeleólogo-. Si usted o la señorita Snorrdöttir no lo saben, mucho menos lo sé yo, señor. Desde luego, ningún minero, desde que hemos comenzado a excavar esta montaña, hemos encontrado algo tan... brillante ¿no es usted la experta? -te preguntó Marcus sin dejar de mirar aquel orbe-.

Casi se me salen los ojos de las órbitas al ver la estancia. Durante unos momentos nada pasa por mi mente, tratando de hacerme a la idea de qué es todo esto. Una voz en mi interior, cada vez más audible, me dice que salga corriendo, que no vale la pena el riesgo, que esto no son duendes y elfos. Pero ya he tomado la decisión de llegar al fondo del asunto hace mucho tiempo. Es inevitable.

Apartando esos pensamientos inútiles, me centro en la sala. Intento dar una explicación lo más racional y guardarme mis sospechas hasta que sea necesario revelarlas. Resoplo un par de veces antes de hablar.

- Caballeros, estoy casi tan perdida como ustedes, todo lo que puedo sacar en claro no son más que suposiciones sin un equipo adecuado, o ya un laboratorio, pero lo intentaré.

- Veamos. Es bastante probable que haya algo, o que la sala continúe tras este muro de cascotes. La sala está excavada en el mismo basalto que el pilar de arriba, pero eso no tendría por qué ser extraño, es una roca abundante. Puede que haya un punto caliente en la corteza terrestre y por eso tengamos este yacimiento de basalto y este pozo hirviente. Respecto a este... altar... No había visto nada así hasta ahora. - hago un boceto detallado del pórtico y de la disposición de la cámara -. Puede que sea una roca... preciosa y electromagnética aún por descubrir. Una antigua civilización podría haberla descubierto y haber construido este templo subterráneo en su honor, pero civilizaciones tan antiguas sólo se conocen en China y en Mesopotamia, y no hay evidencias de una civilización tan avanzada en esta zona. Tal vez sí hubiera una sociedad extremadamente avanzada que desapareció sin dejar rastro y dejó este templo como legado.

Termino mis dibujos y me quedo pensando en qué puede ser realmente esta puerta sellada. Lo primero que se me ocurre es una reafirmación de mi idea anterior: aquí hay alguna criatura sellada, y esa esfera y las inscripciones tienen algo que ver, pero soy incapaz de imaginar de qué forma. Quizás así pereció esa civilización. Mientras me estrujo el cerebro, busco una piedra y la tiro al agua, para ver qué efecto hace.

¿Una antigua civilización? ¿Aquí? -dudó Perkins-. Muchas cuevas he atravesado en mi vida, pero si llegaron a ser habitadas, en su interior sólo había servirían de refugios improvisados... Y lo que hay aquí es mucha labranza -referido a las escaleras y a la puerta de la camara sellada-. No sé qué civilización podría hacer este prodigio... La universidad estará muy satisfecha con ésto, auguro... Y ese orbe... -lo miró y sus ojos absorbían el reflejo fosforescente que expulsaba-. No sé, no sé, usted es la experta, señorita... Bueno, ¿y ahora qué?

Paso al otro lado del pozo pegándome a la pared, y me dirijo al portal sellado, ya que nadie más parece dispuesto a hacer nada. Exploro la construcción con la vista y con las manos, por si encontrase algún grabado de interés, o algún hueco o palanca fuera de lugar. Luego me dirijo a la esfera y la observo de cerca, tratando de ver mejor el fenómeno que ocurre en su interior, cómo se produce realmente la luz que emite, y para tratar de determinar el tipo de material que la forma. Me alejo unos cuantos pasos y le arrojo una piedra, para ver si reacciona al contacto.

Una de vez del otro lado, observaste la entrada rocosa, y palpando la belleza de ésta con las manos, y observando sus grietas bien labradas. Viste que la puerta estaba sellada como con alguna especie de cemento. Recorriste de un extremo a otro el frontal del a puerta, hasta que, sin dejar de despegar la mano de la piedra, viste que un un lateral se escondía un hueco (por lo que el frontal formaba una pequeña esquina). Tras mirar allí, encontraste unos viejos escalones a priori escondidos, los cuáles descendían tres peldaño y conducían a una pequeña puerta metálica (plana, sin tachuelas o cerraduras de algún tipo). Antes de pensar si internarte allí o no, volviste a mirar el orbe, y tras lanzarle varias piedrecitas éstas golpearon en artefacto y se movió ligeramente en aire, pero siguió levitando. Su fosforescencia no se atenuaba.

Fue entonces cuando lo oísteis.

Y por desgracia, lo vísteis.

El muro junto a la pared de caracol (la que estaba enfrente de la entrada y el orbe, es decir, donde te encontrabas), comenzó a crujir. Una enorme grieta comenzó a avanzar por la pared, como el camino que hace una rotura antes de reventar por completo.

El arqueólogo, el minero y tú os girásteis casi paralizados por el intenso ruido, y de repente la pared se derrumbó desde sus alturas hasta el suelo, haciendo estallar la pared de piedra entera en mil pedazos. Una nube de polvo y rocas que enseguida se asento en suelo de la caverna fue el preámbulo a una horrenda visión:

un ser de ojos amarillentos y rojizos y de aspecto desgarbado sobresalió de la pared. Asemejaba a una un ser humanoide muy desmejorada, provisto de músculos raquíticos, una columna totalmente desproporcionada y ciertos cabellos podridos en su cabeza. Sus manos y pies parecían garras y sus rostro no era sino monstruoso. Su terrible caminar era encorvado y acechante, como un animal acechador.

Perkins y Marcus se quedaron como petrificados, muertos de miedo.

Me quedo paralizada unos instantes. Parece que soy incapaz de salir de ese estado, o de articular palabra.

"No... no... ¿qué es esto? ¿Qué...? No es posible... Estoy aterrorizada... No debo dejar que me paralice. Ese bicho... no puede existir. Vamos... Reacciona."

Me sobrepongo a medias, y recorro la sala con la mirada, frenéticamente.

"¿Llegaré a las escaleras? Con esas enormes patas me alcanzaría. Estaba en lo cierto, había algo sellado aquí, pero no imaginé que fuera de este modo. Piensa. ¡Piensa! ¿Qué hacen Perkins y Marcus? Nada, están cagados como yo. No grites, no grites. ¿Podría tirarle al pozo? Pero es que de un salto casi me alcanza, joder. No, no huyas hacia abajo hasta que no te quede otra opción."

Finalmente, tomo una decisión. Sin moverme bruscamente, saco la cuerda. Tal vez pueda arrastrarle al pozo, aunque está sin duda demasiado lejos aún. Me mantengo junto al orbe, alerta, preparada para reaccionar al más mínimo movimiento del monstruo.

¡Santo Cielo! -masculló Perkins mientras daba unos pasos hacia atrás, avanzando hasta tu posición, casi trastabillando en el pozo hirviendo-. Se quedó fijamente mirando a aquel ser salido de la profunidad de la tierra.

Yo sa... sabía que algo pasaba... ¡algo pasaba en esta ciudad! -decía titubeando el minero Marcus-. Entonces llegó a tu mente en un vivo recuerdo las palabras del dueño de aquel establecimiento donde habías pasado la noche "esa montaña está embrujada". ¿Se refería a ésto? El minero dió también unos pasos hacia atrás también, sobrecogido por el terror.

Aquel ser rugió, y su chillido poco distaba de ser el de un animal salvaje común. Un chillido agudo en el que apenas movió lo que debían ser sus labios que azotó los oídos hasta el punto de llevarte las manos a los oídos, al igual que el espeleólogo y el minero. Acto seguido corrió hacia vosotros, saltando de un tremendo brinco el pozo de lava y se encaró a los tres. Ahora estábais colocados entre el ente y el obelisco con el orbe sobre él. Os estaba acechando con las manos hacia delante, como si fuera a saltar sobre vosotros de un momento a otro...

Apretando los dientes, sintiendo aún el eco de su chillido en mis huesos, paso a la acción. Me coloco a su lado, por donde no mira, aprovechando la distracción de los hombres, y le lanzo una fuerte patada al costado, tratando de derribarle y hacerle caer al pozo humeante.

- ¡Marcus! ¡Perkins! -llamo su atención, para intentar seguir con mi plan por si la patada no funcionase-. ¡Hay que tirarle ahí dentro! ¡Usemos la cuerda!

Resumen turno 1:

Perkins no podía salir de su asombro. Lo mismo ocurrió con Marcus, el cual miraba con incredulidad a la criatura emergida de la roca. El ente saltó hacia el espeleólogo e intentó morderle en uno de los brazos, pero su intento sólo quedó en eso, pues falló estrepitosamente. Por su parte, el minero se armó de valor y le propinó un puñetazo que lo hizo tambalearse un poco.

Daño: 1 (sin protección): 1 punto de daño

Acto seguido te lanzaste contra el ente. Éste no pudo anticiparse a tu reacción, impensabe para él. Como si de un ladrón en plena carrera se tratase, te lanzaste hacia él dispuesto a detenerle. Pese a que cargaste contra él no lograste moverle de su sitio. Aquella criatura de aspecto decrépito poseía una brutal fuerza en su interior...

Apenas tengo tiempo de recuperar el equilibrio tras mi fallido ataque, cuando el monstruo me ataca con una de sus enormes patas acabadas en garras del tamaño de mi mano. Trato de esquivar el ataque como puedo, apartándome de su trayectoria.

Sigo pensando en alguna forma de librarnos de él, ya que parece que es demasiado fuerte como para moverlo. 

"A los ojos, quizás... ¿La bola esa tal vez pueda ayudarnos?"

Resumen turno 2:

Te preguntabas qué diantres podría hacer aquel orbe por vosotros, si esque pudiera hacer algo... Aquel ser se abalanzó contra el espeleólogo y mordió su pierna sin que nada hiciera éste por evitarlo. Un tremendo alarido se oyó en la cueva, resonando en todas sus paredes. El grito de Perkins inundó aquella visión, y luego la criatura procedente de la roca intentó darte una patada, casi sin dejar de morderle la pierna, sin éxito. Los dos hombres intentaron golpear con sendos puños al agresor, pero de nada sirvió, pues su intento no logró rozarle y fué inútil.

Se me acaban ya las ideas, y no quiero huir dejando atrás a los mineros, si es que puedo. No podemos atacar con la fuerza, no tenemos armas, es imposible. En un momento de desesperación, aferro con fuerza el orbe, lo saco de su sitio, y golpeo con él la cabeza del monstruo con todas mis fuerzas, dedicando todo mi esfuerzo a dejar fuera de combate a ese engendro.

Resumen turno 3:

La criatura intentó morder de nuevo a Perkins, pero sin éxito alguno. El espeleólogo parecía aguantar bien el nuevo embiste; sin embargo, la peor parte se la llevó el minero, que sufrió la ira del ente al serle propinado una severa patada en su estómago, el cual lo hizo caer en el aire mientras otro grito de dolor se reverberaba por doquier... Marcus pareció quedarse quieto, pero logró reponerse. Viste que el golpe fue tremendo antes de tomar el orbe y atizarle sin premura al monstruo*... Éste gritó, agitándose, y sentíste la potencia de aquella esfera redonda perfecta y fluorescente impactar en su cráneo... sin embargo, que no pareció suficiente, y tras unos segundos de calma tensa ocurrieron dos cosas. Por un lado el ser se sacudió su horrenda cabeza, como para recobrar el sentido momentáneamente. Y en segundo lugar...