Partida Rol por web

Le falta poco a la noche para que se abra el nuevo día, pero hay tiempo suficiente para hacer un par de visitas.

A tu confiable contacto, Omobono, lo encuentras agarrándose una buena cogorza cerca de una de las casas del pueblo, probablemente tras ser expulsado de la misma. Después de un rato intentando sonsacarle algo de su mente beoda llegando a usar incluso las manos, consigues sacar de él algunas cosas. En primer lugar te dice algo que es bastante obvio: los locales no te tienen en buena estima y o bien te detestan en su silencio, o te temen. No parecen estar organizándose para confrontarte, pero de hacerlo les dirigiría el padre Honorato o la heredera de Tregina¹. Otra cuestión que te comenta es que Piero tenía algunos aliados en otros dominios del Lacio, siendo la más cercana una mujer llamada Miriam Annadori. También te dice que hace no muchos días, aunque antes del asedio, se avistó de nuevo a la ninfa Vegoia (otros dicen que es el espíritu de una joven asesinada en el lago) en el lugar donde suelen ocurrir los avistamientos: bie  entrada la noche, bajo un monte a las afueras del pueblo. Más allá de eso o no puede o no sabe decirte nada más, a menos que le intentes preguntar por algo más concreto. En cualquier caso no pierdes el tiempo con esta piltrafa y, recompensándolo o no por sus servicios, te vuelves a la fortaleza para alimentarte de alguien del servicio al que mantienes bajo tu control para estos fines². 

A la noche siguiente despiertas³ como en otra cualquiera, aunque lo mismo guardas algo de emoción por tener por fin esa reunión formal con tu gente para comenzar a poner en marcha tu nuevo dominio. Bajas la torre y te aproximas a la sala de audiencias donde se celebró la fiesta anteayer, lista para recibirte a ti y tu "equipo de gobierno". Una mesa larga sobre la que se encuentran algunas copas (imaginas que con algo de vino), rodeada por cuatro sillas: dos al lado derecho, una al izquierdo y otra algo más señorial presidiendo la propia mesa. Alonso, Remigio y Siraj se levantan de sus sillas y esperan que tomes asiento para volver a sentarse. Una vez que todo el mundo se ha puesto cómodo, el silencio se mantiene a la espera de que digas algunas palabras antes de que cada uno comente sobre la labor que les has encomendado.

Luca odiaba profundamente a Omobono por su faceta de traidor, pero seguía siendo todo lo útil que un beodo en decadencia podía ser, con lo cual le permitía seguir con vida, sirviéndole de informante por unas pocas monedas que le permitieran aliviar su sufrimiento el siguiente día. La información de la heredera de Tregina le hizo fruncir el ceño, y decidió que debiera colocarse entre sus prioridades para los siguientes días.

Con una nueva noche presentándose ante él, se reunió con sus fieles, alegrándose de que ellos estuvieran allí esperándolo.

- Hay varios temas que quiero que toquemos hoy, primero y principal es que ha llegado a mis oídos una heredera de Tregina que podría aglutinar a la población frente a nosotros. - Intentó disimular su enfado, pero sabía que cuando la población no tiene nada que perder, son capaces de seguir a cualquiera persiguiendo un sueño que nunca les iba a llegar. - Quiero saber donde está e invitarle amablemente a un intercambio de opiniones.

Tras acabar su alegato, miro a Siraj como instándole a esa tarea, creyendo que él o alguno de sus allegados podría encargarse de eso de manera sutil.

- Por otro lado, al este de Tregina se encuentra un lugar llamado Civitatella Annadori, y como me comentó Alonso la noche de ayer, me gustaría enviar un emisario para invitar a alguien llamado Miriam Annadori, que anteriormente contactaba con el antiguo signore. - Esta vez miro a Alonso, el encargado de sus misivas, esperando un asentimiento consciente de su cometido.

- Por último, Remigio, he oído rumores del pueblo sobre avistamientos de un fenómeno fantástico bajo un monte a las afueras del pueblo, una ninfa mística. Quizás sean habladurías de los pueblerinos, pero no quiero que haya secretos o efectos desconocidos dentro de estas tierras.

Creía haber sido claro en sus súplicas y que cada uno de sus asistentes sabría que hacer, pero esperaba oír nuevas noticias o alguna opinión sobre las tres tareas que habían salido a relucir esta noche.

[Música ambiental]

Cada uno escucha con atención tus peticiones, asintiendo o contestando algo para confirmarte que se pondrían con ello en cuanto acabase la reunión. Por otro lado, Alonso tenía frente a sí una serie de pergaminos con bastante texto escrito; tanto, de hecho, que hay parte del mismo escrito en los márgenes, prácticamente ilegible.
—Bueno, en primer lugar quería felicitar a Remigio por su labor a la hora de mantener la paz en el territorio —Su tono de voz demuestra que aún está algo perjudicado—. Ni un solo caso de pillaje o forzamiento. Encomiable.
Remigio no reacciona mas que dando un leve golpe en la mesa, como indicando que continue.
—Eso por un lado. Por otro tendríamos... —revisa sus apuntes— Ah, sí. Las propiedades —se aclara la garganta— En la reserva de la fortaleza: setenta y seis sacos de cereales; doce sacos de legumbres; seis barriles de carne salada; siete quesos de cabra; veintitrés vasijas pequeñas de vino; gran cantidad de forraje para ganado y caballos, y treinta corceles en las caballerizas. Luego el pueblo tiene a vuestra disposición —te señala con un gesto cortés—: quince campos de cosecha (algunos son compartidos por varias familias), sesenta reses, veinte cabras, ocho bueyes de tira... —pasa un buen rato relatando hasta casi el último clavo de las propiedades que provienen del pueblo. Aprovecha haber terminado con la lista para echar un trago de su odre—. Luego, patrimonio monetario total: mil ochocientos sesenta y tres besantes, cobre arriba, cobre abajo —acompaña esto con una gesticulación de la mano—. Ahora, asuntos pendientes. Tras el asedio, la puerta reforzada de la fortaleza está bastante dañada. Hay que repararla. Algunas de las instalaciones están en mal estado o empezando a estarlo —recita otra lista, aunque más corta, de las zonas que precisan un mantenimiento—. Después tenemos la baja popularidad entre los lugareños. Lo normal es que si mantienen o mejoran su nivel de vida no tengamos problemas. Ya me encargo yo de hacer los dispendios necesarios. A ver... —Dirías que pasa lo menos una hora hasta que por fin termina de repasar cada uno de los detalles que tiene en sus pergaminos, casi todos de mínima importancia. Al acabar o durante lo último que dice, ves que Remigio está de brazos cruzados y con los ojos cerrados, sin poder disimular el cansancio que debe llevar encima.
—Os lo habéis tomado en serio, Alonso, desde luego... —dice Siraj apoyado en una de sus manos, visiblemente aburrido.
—Ah, y eso que aún tengo que investigar los alrededores. Debe haber algunos frutales salvajes que podamos aprovechar. Y también la frecuencia y cantidad de agua sacada a la semana desde el lago, y cómo podemos mejorar el sistema de riego.
—Sí, sí, pero eso hazlo por tu cuenta, anda, que tenemos trabajo —Siraj se levanta y antes de marcharse comenta algo sobre su misión— Investigaré a la muchacha esta y por dónde ha podido ir. Si no está cerca supongo que llevará escapando desde que atacamos este lugar —mira a Remigio— ¿Sabes si alguno de tus hombres logró ver algo durante el ataque? ¿Remigio? —le mueve con la mano para que despierte, y al sacarlo del trance parece un poco perdido en la situación— Preguntaba si alguno de tus hombres vio anteayer a alguna joven con pinta de bien mantenida huyendo por los caminos.
—Ehm... n-no, no... no me han comunicado nada relacionado a eso, no. Pero haré mis pesquisas —se enjuaga los ojos con una mano y abre y cierra los ojos con fuerza. Siraj suelta un suspiro, como divertido por el hecho.
—Haré lo que pueda por traerla aquí, Luca —se va marchando de la sala— Pero que sepas que solo lo hago porque me aburren los inicios. Espero que al volver esté todo algo más recogido que ahora —Te hace un gesto con la mano, como despidiéndose, y le pierdes al pasar el umbral de la puerta.
—Yo haré lo que pueda para ver qué ocurre con esas apariciones, sí... —Quizá no ves a Remigio muy convencido con la tarea, pero nunca ha dudado de tus órdenes y no va a empezar ahora.
—Enviaré mañana por la mañana a uno de nuestros muchachos a que lleve una invitación en vuestro nombre —Alonso revisa un pergamino con un mapa de la región— No parece estar a demasiada distancia de Tregina, así que imagino que no le importará personarse pronto. Si es que acepta, claro —se sonríe y echa otro trago.

Tras la reunión cada uno marcha a su tarea, aunque tú en concreto no tienes una ruta u objetivo concreto para esta noche. ¿O sí?

La interminable descripción de Alonso se hizo tan pesada para Luca como para los otros asistentes, excepto para él mismo, que parecía entusiasmarle aquella tarea. Antes de que se vaya Siraq, recuerda la charla con los hombres que había mandado azotar, para decirle a su compañero que si no encontraba unas buenas huellas que seguir, habían huido dos mujeres hacia el Norte.

Tras haber concluido y siendo consciente de que Remigio había mostrado dudas de su tarea, pensaba encargarse él mismo de investigar aquel lugar en vez de mandar a un hombre cualquiera a aquel lugar. Por su mente pasaban posibilidades del resultado de aquella misión, si había algo sobrenatural, aquel enviado podría acabar muerto o loco, además de que pudiera no ser capaz resistir el miedo o un sin fin de posibilidades que solo alargarían la resolución de aquel misterio, por lo que se dispondría a relegar a Remigio de aquella tarea para encaminarse el mismo al lugar descrito por Omobono.

Para reemplazar a aquella tarea, encargaría a Remigio empezar con las reparaciones y reforzar la fortaleza en la que ahora se encontraban, haciendo especial hincapié en la brecha de seguridad que había aprovechado ellos mismos para infiltrarse rápidamente. 

Siraj recoge la información y agradece tener una dirección que seguir. Coge sus enseres de viaje y parte de inmediato con un par de sus allegados.
Remigio por su parte parece agradecer el no tener que encargarse de ese asunto, aunque su nueva tarea tampoco le entusiasme demasiado. Desde que empezó a ganar confianza en sí mismo le ves quizá demasiado ansioso por probarse en batalla.

Asumes la tarea de investigar los avistamientos, pero resuelves que, a menos que vayas cada noche al lugar indicado, no tienes asegurado que vayas a encontrarte esa aparición. A menos que decidas lo contrario, envias a unos pocos de tus hombres a obtener información sobre estos eventos sobrenaturales. Llevará unas tres noches¹ sacar toda la información necesaria, contrastarla y hacer una visita previa al lugar con alguno de los testigos para estar preparado. Después de ello tendrás claro el momento, el lugar y la manera en que se desarrollan estos eventos.