Esque no son dos éxitos lo que has sacado. En este juego, si se lanzan 3 dados, por ejemplo, se toma el resultado mayor. Exactamente, no influye el número de éxitos, sólo se toma el mayor. En un combate, se toma el mayor de uno y el mayor de otro y se comparan. Al haber empate se repiten tiradas. Efectivamente, si tu sacas, por ejemplo, un 1 y un 5, y el un 3 y 4, ganas tú (porque se toma tu 5 vs su 4).
Leonard rodaba escaleras abajo sintiendo el dolor en todos sus huesos, pero aguantando en la pelea con el nativo, aunque claramente sufriendo más daño. No le quedaba más remedio que intentar golpearle de nuevo con la esperanza de derribarlo, si no lo conseguía aquel maldito enloquecido acabaría matándolo sin piedad.
Motivo: Ataque Antorcha
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 7 (Exito) [3, 4]
Entendido, al mayor resultado.
Actualizado mi contador de estado ..
Sapulding acusó el terrible golpetazo del salvaje. La cabeza le daba vueltas y se sintió desfallecer. El sombrero Livingstone le había salvado de una muerte segura recibiendo lo peor del impacto y lucía ahora abollado y manchado de sangre. ¡Era su sangre! Con la determinación que surge de la desesperación atacó al salvaje gritándole de igual a igual, presa de un arrebato de arrojo o del pavor más insoportable, era difícil discernirlo por sus gritos.
Motivo: Ataque
Tirada: 1d6
Resultado: 1 [1]
Drake disparó en un último intento de salvaguardar a su compañero, pues le veía muy herido y no sabía muy bien cómo acabaría contra el nativo. El Awá levantó su macana con piedras afiladas engarzadas y golpeó el arma de Drake; el revolver disparó hacia un lado, pero el Awá tampoco hirió a éste. Sin embargo, un nuevo lance provocó que Drake volviera a disparar, y el Awá a enarbolar su arma de mano de nuevo. Cuando tenía la macana en alto, el explorador apretó el gatillo del revólver de nuevo, ¡¡Baaaang!! Aún con los brazos hacia atrás, el nativo dejó caer la macana al suelo y luego éste mismo cayó hacia delante, pues el disparo había sido totalemnte certero: en su cuello un agujero lo había atravesado de parte a parte. Spaulding miró toda la escena justo a su lado, y resopló cuando, finalmente, ambos habían terminado con la amenaza de los siete guerreros. Allá, a lo lejos, Woodstock había alcanzado ya la pirámide, y comenzaba a subirla, y Leonard luchaba en medio de la misma, sobre los escalones.
El antropólogo, entonces, tras levantanse y recomponerse, cargó de nuevo contra el Awá. El nativo cayó hacia atrás, y fue abrasada su cara con la antorcha, pues Leonard le golpeó con ésta abalanzando sobre los escalones. El tipo gritó, y ambos vieron que Woodstock, el intrépido aventurero, subía escalón tras escalón, a toda prisa (a veces impregnando zancadas de dos en dos).
Lo curioso fue que una vez estuvo a la altura de Leonard y el nativo, no se detuvo a ayudarle (tampoco se fijó en Henry, apostado más abajo sobre los escalones). Lo que hizo fue, escopeta en mano, tratar de subir lo máximo posible, hasta la cúspide.
El anciano sacerdote, allá arriba, seguía con los aspavientos de mano, pero entonces algo cambió. El cuerpo del Awá sacrificado sobre el pequeño altar se levantó, completamente bañado en sangre, y entonces su cuerpo comenzó a moverse exagerada e increíblemente de un lado a otro, en el mismo sitio. Su caja torácica se dilató, sus brazos se abrieron en canal, al igual que sus piernas, y su cabeza reventó (y Woodstock aún no le había dedicado ninguna bala). El sacerdote gritó y gritó, varias veces, enviando desde lo alto hasta toda la ciudad una grave letanía en el idioma local.
El cadáver del sacrificado, entonces, se desprendió como un abrigo o una gabardina, y de su interior salió una criatura extremadamante terrible, con un tamaño inverosímil y frustrante para la vista. No era sino una masa deforme con lo que parecían dos patas, y decenas de tentáculos en su parte superior. Apenas se distinguían ojos (si es que los tuviera), y su movimiento era continuo, ondulante, gelatinoso, allá arriba. Entonces, la criatura comenzó a crecer y crecer en tamaño. Crecer y crecer, ¡¡más y más!!:
El awá que luchaba contra Leonard dejó de hacerlo, y se arrojó escaleras abajo (allá abajo estaba el tejado de un pequeño puesto, con una tela sobre sí). Sin embargo, no logró caer bien y se estampó contra el suelo, quedando allí tendido.
La figura se elevaba hacia el cielo de la caverna, emitiendo un gran alarido, y ahora parecía un auténtico Dios. El antropólogo pensó rápidamente en la representación del dios Viracocha, en el que poseía una diadema o tiara con elementos alargados (como los tentáculos); pero ello era una mera asociación mental de ideas y conceptos. El caso es que la criatura, enorme ahora en sí, comenzó a destruir el techo de la caberna (pues la cúspide de la ventaja y su gran tamaño propio le permitían llegar tan arriba).
Entonces la caverna comenzó a moverse, a resquebrajarse, a quebrarse.
Motivo: Awá vs Drake
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 2, 4 (Suma: 6)
Exitos: 1
Motivo: Awá desempate
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 4, 5 (Suma: 9)
Exitos: 2
Motivo: Drake desempate
Tirada: 3d6
Dificultad: 4+
Resultado: 6, 2, 4 (Suma: 12)
Exitos: 2
Motivo: Awá vs Leonard
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 4, 1 (Suma: 5)
Exitos: 1
Motivo: Awá desempate
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 4, 5 (Suma: 9)
Exitos: 2
Motivo: Leonard desempate
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 6, 5 (Suma: 11)
Exitos: 2
¡¡Leonard, baja!! -gritó Woodstock, más arriba que él, sobre las escaleras. Toma a Henry, y... ¡HUID! ¡huid ya! ¡¡FUERAAAAA!! -le ordenó al antropólogo-. Drake y Spaulding (éste herido) veían la proporción de la grandísima criatura y la pirámide: tal vez ambas alcanzaran la misma altura (una encima de la otra).
Entonces Woodstock, apostado en los escalones finales, comenzó a apuntar a la criatura con su rifle, con tintes de heroísmo, sin disparar aún. Aquella escena era realmente ridícula: era como si una hormiga luchara contra un elefante cuya pata estaba sobre las antenas de ésta.
Aquella cosa era horrible, gigantesca, - no sea estúpido Woodstock salga de ahí y ayúdeme a sacar a Henry- grito mientras bajo los escalones tan rápido como puedo, cargo con Henry y continuó bajando más despacio con el peso del pobre chico. Apenas podía con él, pero ni se me pasa por la cabeza dejarlo atrás, Colleman es un hombre de honor y desde luego ya habían perdido demasiadas vidas inútilmente en esta expedición suicida. Todas esas muertes recaerían sin duda en la conciencia del fanático de Woodstock, pero no en la suya. No mientras le quedara un aliento para evitarlo.
Habían logrado acabar con los guerreros Awás. Drake observó cómo Woodstock ascendía a través de los escalones de la pirámide, mientras el awá sacrificado comenzaba a convertirse en una criatura absolutamente monstruosa. El explorador no entendía qué era lo que estaba sucediendo, puesto que aquel monstruo era distinto a todo lo que había visto en sus viajes y también distinto a todo sobre lo que había leído u oído.
Fuera lo que fuera ese ser, Drake estaba convencido de que no podrían vencer a esa criatura. Debían huir, y debían hacerlo pronto. Sin embargo, Woodstock, en un increíble acto de valentía o de locura, estaba apuntando con su rifle al monstruo, cuyo tamaño era inmenso y desde luego era poco probable que el profesor tuviera posibilidad alguna de abatirlo.
-Spaulding, no creo que tengamos ninguna oportunidad contra ese ser -le indicó Drake a su compañero, mientras bajaba del saliente de la roca y retrocedía hacia la salida de la cueva, sin darle la espalda a la criatura-. Aguardemos a que Leonard baje con Henry y marchémonos. Woodstock... Él ya ha tomado su decisión.
El explorador permaneció entonces apuntando con su rifle a aquel horror con tentáculos, sin poder creer aún lo que estaba viendo, pero al igual que Woodstock, él tampoco abrió fuego sobre la criatura.
Spaulding se dolía de su golpe en la cabeza cuando el último de las awás que les acosaban cayó por la pistola de Drake. La sangre resbalaba por su frente mientras recuperaba una postura erguida y se recolocaba el sombrero abollado. Entonces lo vio. Aquel ser de pesadilla le quitó el aliento y notó como sus piernas flaqueaban. Su lengua se quedó seca y quedó mudo, boqueando como un pez fuera del agua. Hubiera gritado si hubiera podido. Aquello que estaba contemplando superaba con creces su medida de la realidad. No podía dejar de mirar a lo alto de la pirámide, paralizado, como si su cabeza tratara de procesar lo que estaba viendo sin conseguirlo. Los temblores y lo guijarros que caían del techo le sacaron de su mutismo.
-Que.. que... -boqueó desconcertado- sí.. ¡Corramos! ¡Esto se viene abajo!
Sin esperar a ver si lo seguían echó a correr hacia la salida. Con cada paso ganaba convicción y sus pasos se aceleraban.
¡Lárgate ya, Leonard! ¡Busca a tu mujer, ésta no es tu guerra! -gritó Woodstock apuntando a la criatura-. Y luego vísteis que la boca del cañón del explorador se iluminó: le había descerrajado un tiro a la enorme criatura, y éste apenas se inmutó, aunque logró atraér su atención. Entonces, con un movimiento de tentáculo, golpeó al Theodore, y lo hizo caer de la pirámide por un lateral. En la caída debía haber unos cuarenta o cincuenta metros de altura... El aventurero desapareció.
Por su parte, Leonard cargaba con el chico, envuelto en fardos como amortajado ritualmente, escaleras abajo. Sabía que detrás de sí se encontraba la criatura más grande del mundo, y la más terrorífica, peligrosa e inverosímil del mundo; pero durante unos instantes su única atención eran los escalones: bajar uno, y otro, y otro, con Henry cargado a sus espaldas.
Entonces el techo de la cueva, ya resquebrajado por los tentáculos del ser, comenzó a desprenderse. Primero cayeron unos cuantos "guijarros" del tamaño de un automóvil, y después cayó una piedra solemne y gigante sobre el propio ser, que se revolvió un poco y dañó, en su desprendimiento, parte de la gran pirámide. La población Awá salió de sus escondites en los edificios de piedra, y comenzó a huir...
Corrián ahora hacia Spaulding y Drake, pero no con intenciones hostiles. En poco tiempo pasaron a su lado, tratando de huir hacia la salida. Mientras ésto pasaba, uno de los tentáculos se acercaba a Leonard por detrás ¡estaba a punto de alcanzar al antropólogo!
Entonces apareció alguien alrededor de la pirámide, en su base. Había apuntado hacia arriba. Eran dos personas: un hombre y una mujer.
¡¡Leonard!! ¡¡Baja yaaa!! -era la voz y la figura de su esposa. Luise apareció allí, como un ángel para Leonard, y éste se alegró enormemente-.
¡¡La caverna se hunde, hay que huir a la de yaaa!! -gritó Daniel Dunham, al lado de Luise, con la escopeta en la mano-. Y luego se la colgó a la espalda para ayudar a Leonard con el cuerpo de Henry, aún inconsciente.
La criatura tentacular rugía, como un dios enfadado con sus súbditos, y tan sólo quedaba huir de aquel infierno selvático.
Haced un último post de partida. En él tenéis que hacer una tirada referente a huir y esquivar piedras, con dificultad 4. Es decir, un d6 y le podéis añadir más dados en base a esa tarea física y de reflejos. A ver cómo me razonáis los dados añadidos ;) Si no superáis la tirada, perderéis un contador de estado.
Jeffrey, te recuerdo que tú sólo puedes lanzar como máximo 1d6 y Leonard, de igual modo, un máximo de 2d6.
Leonard no podía creer la visión que aparecía ante sus ojos. Su amada esposa estaba viva y había conseguido encontrarlo. Eso solo podía ser una señal, conseguirían salir de allí con vida. La esperanza le dio fuerza para continuar y la ayuda de Daniel llegó justo cuando no podía más y estaba a apunto de abandonar al pobre Henry a su suerte para salvar su propia vida. Pero ahora sabía que lo conseguirían, tenían que conseguirlo fuera como fuera, podría volver a abrazar a sus esposas y dejar este infierno atrás. Ya poco le importaban el loco de Woodstock ni el valor de la expedición, aquello se había convertido en una locura de la que difícilmente podrían olvidarse. Leonard no se atrevía a mirar atrás en ningún momento, los escasos atisbos del horror tentacular que había presenciado eran sin duda más que suficientes para hacer tambalearan todas sus creencias y, sobre todo, su cordura. Correr, huir, salir de aquella caverna antes de que se derrumbara junto a su esposa era lo único que importaba ahora. Dio todo lo que le quedaba a su agotado organismo, junto a Daniel, para arrastrar al pobre Henry fuera de allí, mientras le gritaba a su esposa —Louise, corre, no mires atrás, corre hasta la salida, yo te alcanzaré, pero corre por dios, y sobre todo… ¡no mires atrás! — Quizás esas hubieran sido sus últimas palabras, quizás, aún le quedaría la oportunidad de decirle a su esposa lo mucho que la amaba.
Motivo: Huir
Tirada: 1d6
Dificultad: 4+
Resultado: 3 (Fracaso) [3]
Sinceramente, cargando con Henry no hay razón de tirar más de un dado. Leonard queda en manos de su propio destino.
Spaulding corría hacia la salida como una liebre. Los rugidos de la bestia tentacular eran atronadores. La caverna se desplomaba. Todo aquello era simplemente demasiado. El capitán Spaulding era en realidad un hombre pequeño, un farsante que jamás de los jamases había salido del Reino Unido, y mucho menos ha pisado otro continente. Se le ocurrió la magnifica idea de escribir una novela "basada en hechos reales" sobre sus aventuras por África. Estuvo a punto de ser atrapado en una de sus farsas así que había tenido que aceptar este nuevo trabajo para callar las bocas que tanto hablan, tiene miedo, mucho miedo, pues en el fondo sólo es un hombre pícaro y cobarde. Sin embargo, el miedo y la cobardía pueden hacerte volar cuando se trata de poner tierra de por medio entre el objeto de tus más atroces temores y el propio pellejo.
—¡Aaaaayyyyhh!!! —corría como un poseso dejando caer la escopeta tras de sí y cualquier cosa que le impidiera alejarse de la muerte.
Motivo: Huir a la carrera
Tirada: 1d6
Resultado: 3 [3]
Invoco mis rasgos de cobarde y tipo miserable para huir tan rápido y lejos como pueda, por si vale de algo. XD
Y si me llevo daño prefiero meterme en problemas (que no sé yo si es posible más problemas) o perder cualquier objeto en el camino. La escopeta ahí se queda jajaja.
Pase lo que pase, me lo he pasado genial!
Drake observó atónito cómo Woodstock, embargado por un súbito heroismo, disparaba contra aquella inmensa criatura con tentáculos, a la que no le costó mucho golpear al profesor y lanzarlo lejos. El explorador observó que el cuerpo de Woodstock desaparecía tras uno de los laterales de la pirámide, cayendo desde una altura de unos cuarenta o cincuenta metros. No había forma humana de que Woodstock hubiera sobrevivido, por lo que Drake sabía que era el momento indicado para retirarse. No había nada más que se pudiera hacer.
El explorador bajó el rifle con el que apuntaba a la aberración y, observando que la población Awá huía de la cueva, pasando a toda prisa a su lado, decidió hacer lo mismo y echó a correr para escapar de la cueva. Se disponía a instar a Spaulding a huir, pero se sorprendió al advertir que su compañero ya se había propuesto escapar antes que nadie.
Drake no volvió la vista atrás hacia la criatura cubierta de tentáculos y siguió corriendo hasta la salida de la cueva. Su corazón le latía a mil y tenía la sensación de que, si sobrevivía a aquella experiencia, desde luego pasaría mucho tiempo antes de embarcarse en una nueva expedición.
Motivo: Tirada
Tirada: 2d6
Dificultad: 4+
Resultado: 5, 1 (Suma: 6)
Exitos: 1
Drake está acostumbrado al ejercicio físico al ser explorador, por lo que tiro dos dados.
Se me ocurren don maneras pero elige tú la mas apropiada:
1. Me tropiezo con el cañon de la escopeta, trastabillo y se me escapa de las manos. Esto hace que vacile el paso con intención de tratar de alcanzarla de nuevo. Lo que me libra de ser aplastado por un peñasco enorme que cae a un paso justo delante de mí. Otro peñasco casi tan grande cae exactamente sobre mi preciosa escopeta convirtiéndola en un amasijo de hierros inservible.
2. Drake, que me ha visto correr como una rata abandonando cualquier tipo de decoro, es, maldita se a mi suerte, amigo o conocido directo del periodista que trató de desacreditarme en Londres. Lo que a priori me deja a su merced en términos de credibilidad.
EPÍLOGO.
Leonard gritaba a su esposa para que se diera prisa. No quería perderla, cosa lógica, y él mismo cargaba con el aún inconsciente Henry en sus hombros. El antropólogo no podía creer lo que veía; sus años de estudio y práctica etnográfica no le habrían podido llevar a pensar que sería partícipe de un ritual, cuanto menos extraño, que podrían en peligro su vida.
Drake se cercioró de que nada más podría hacer allí, por lo que giró su dirección en el sentido hacia la entrada. Tocaba correr a no ser que éste quisiera ser sepultado. Por su parte, el "explorador" Spaulding, hizo lo mismo, correr, pero éste no hizo sino dejar atrás la escopeta, olvidada en la cueva, y musitando algo así como "quién me manda viajar a ninguna parte". Ésto sorprendió a Drake, que tenía a Jeffrey una estima de explorador y aventurero al igual que él... hasta ahora. Daniel y Luise corrieron tras de Leonard y los dos exploradores, pudiendo salir de la cueva tras esquivar una enorme roca desprendida muy cerca de ellos. La criatura rugía con ferocidad (emitía unos alaridos terribles); sus tentáculos raspaban las paredes, el techo de la gran caverna y sus patas destartalaban la cúspide de la muralla. Hubo algunos Awás que no se libraron de que enormes bloques de roca cayeran sobre ellos encontrando su final entre gritos ahogados.
El caso es que, instantes después, salísteis de allí, tomando alguno de vosotros una antorcha en su mano. Con un grandísimo estruendo que nadie oyó a decenas de kilómetros a la redonda, la gran cueva y ciudad secreta (¿Sería la famosa Aj-wakahu de la que hablaba el malogrado Woodstock?) quedó sepultada por completo. Entrar ahí sería prácticamente imposible.
Ahora jadeábais ahí afuera, mientras veíais a los Awás supervivientes (lo cierto que la mayoría de ellos) dispersarse por la selva. Leonard y su mujer se abrazaron, y tras descansar un poco Daniel y Luise contaron cómo habían sido llevados a la fuerza por los Awás, pero habían logrado deshacerse de ellos a golpe de fuego. De hecho, Daniel hubo disparado un tiro y los captores huyeron. Luego encontraron la entrada de la cueva, vieron el tiroteo de Drake, Spaulding y Woodstock y rodearon la ciudad dentro de la caverna hasta llegar a la cúspide (donde Leonard se preocupaba por Henry).
Acto seguido os internásteis en la selva, en el interior del cañón del Buruono, con la intención de iros de allí cuanto antes (y tal vez poder regresar por la selva). Drake consiguió orientarse escudriñando un pequeño puente de madera que había atravesado, y así, guiando al grupo, volvísteis a subir el cañón, pero ahora al otro lado, para tomar la ruta de vuelta.
* * *
Durante tres días, donde las provisiones escaseaban, estuvísteis andando por la selva. Unas improvisadas parhihuelas os ayudaron a transportar a Henry, quien ya había logrado despertar y se encontraba muy débil y con fiebre. Os quedaban pocos cartuchos en las armas, y Spaulding, durante ese tiempo no dijo demasiado. Drake y Daniel se mostraron fuertes y, Luise y Leonard reconfortados entre sí al estar el uno con el otro. Vuestra dirección era el río Urubi, llegar hasta el barco Xiringueiro donde, supuestamente, debía estar esperando el capitán Pereira y Juanjo Barreiros.
* * *
Cinco días después, mientras seguíais la ruta hacia el este, no habíais aún tenido avistamiento de ningún Awá. Drake pudo cazar una alimaña de la selva con la que poder alimentaros. Durante la tarde del quinto día, un grupo de cuatro exploradores y un tipo con hábitos os saltó al paso. Era, sorprendentemente, el padre Enrique, el sacerdote de la última mision selva adentro. Parecía que estaban en una misión de búsqueda...
...para encontraros. El padre Enrique levantó sus brazos y corrió a saludaros. Parecía muy contento de veros (de veros vivos), pero enseguida su rostro se tornó pálido cuando vio a un pálido y decrado Henry sobre las parihuelas, y también por otra cosa. ¿Dónde está Theodore? -os preguntó-.
Entonces le contásteis la historia que habíais vivido. Los Awás, la ciudad, el rapto, el tiroteo... Pero, de momento, omitísteis cierto grado de detalles (como el de una gran figura tentacular invocada a partir de un sacrificio...). El caso es que el padre Enrique os confesó que habías salido en vuestra búsqueda un día después de que saliérais de su misión. Durante la noche siguiente, según aseguró, tuvo una apesadumbrada corazonada, y un sueño no muy propicio. Algo en su interior le decía que estábais en peligro (de hecho ya os advirtió en la carta que os dejó oculta y encontrásteis dentro del barco). Añadió también que, tras esa corazonada, encontró un manuscrito de Theodore, que había dejado en su cabaña, y hasta ese momento no había dejado ver. Entonces os lo enseñó:
El padre Enrique os hizo regresar a su misión. Juanjo Barreiros y el capitán Pereira había muerto. Sus cadáveres habían comenzado a pudrirse días atrás. Por lo visto, sus cuerpos habían sido atacados por Awás, y ni tan siquiera el padre Enrique dejó que viérais los cadáveres. Finalmente, todos regresásteis en un barco parecido al Xiringueiro, repatriando río abajo los cuerpos de los dos malogrados. De lo que pasó finalmente poco se sabe, y esa historia es cosa vuestra. Cada uno de vosotros regresó a sus vidas con el agridulce sabor de haber asistido a algo maravilloso y terrible, pues vuestras propias vidas habían sido puestas en peligro por dar con un culto terrible del que aún nada sabríais en muchos años.
* * *
Un año después, en un periódico de tirada nacional norteamericano:
FIN