Partida Rol por web

Juegos internos

Prólogo: Un día cualquiera

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07/11/2013, 20:55
Pierce Logan

Esto no lleva a ninguna parte. No hacemos más que evitar querer ir con el resto encerrados en la misma ratonera, como submarinistas dentro de una jaula de titanio observando cómo los tiburones muerden los barrotes, supuestamente a salvo, sumergidos en el Profundo Azul.

Y el doctor Moore, paciente y sigiloso como un gato agazapado, aguardando a que su víctima chille de terror en su último instante de vida en la tierra. No propone nada, con su sonrisa afilada abarca todo su rostro, pero parece querer que cuanto salga de su boca parezca original, y no tomado de alguna parte.

Ahora ha reconstruido la frase de Kimberly para disfrazarla de su autoridad y hacerla suya.

Qué tipo más original”, pienso con un claro sabor al humo del cinismo en mi mente.

Bill me va cayendo cada vez más simpático. Frases cortas, directas y cortantes, como la hoja de un puñal, pero pone las cosas claras y expone sus argumentos con claridad.

Pero a dónde quiere llegar Moore es algo que me intriga…

Interiormente, sigo opinando: “¡Que cada uno llegue por sus medios a ese lugar y a tomar por culo, joder!”.

Tengo asuntos de los que ocuparme antes de iniciar mi terapia. De todos modos, comienzo a dudar que esta terapia pueda purgar mi culpa y mi dolor.

-Doc, me temo que no nos ponemos de acuerdo -digo en voz alta-. Parece que no nos fiamos lo suficiente los unos de los otros como para compartir ese viaje, lo que no quiere decir que no queramos realizar la terapia porque, de lo contrario, pienso yo que, entonces, ninguno tendría su culo en este despacho. Opino que lo mejor es que cada uno llegue por sus propios medios al lugar: en bicicleta -y extiendo una mano hacia Bill-, autobús, monopatín, nave espacial o como podamos.

Ahora me limito a esperar a ver la contra del buen sorbesesos. Veo cómo la mirada se va afilando tras los impolutos cristales de sus gafas, con un brillo a bisturí que me resulta delicioso.

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07/11/2013, 22:44
Bill Törnqvist

—Una idea estupenda —digo sin un asomo de emoción en mi voz o en mi gesto—. Iré preparándome para recorrer trescientos y pico kilómetros en bici. Solo que... a lo mejor no puedo estar para el fin de semana, no sé. No me lo tengáis en cuenta, ¿vale? —Dejo pasar unos segundos; puede que Pierce los necesite para captar la ironía de mis palabras. Luego añado—: Nah, ahora en serio. ¿A todos os parece tan mala idea alquilar una furgoneta? —Miro a Kim, que fue la que sugirió la idea inicialmente—. A mí no.

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07/11/2013, 23:20
Kimberly Richmond

Ruedo los ojos en blanco tras escuchar a Pierce a la par que me paso la mano por el pelo en un gesto que podría ser similar al de suspirar con resignación. ¿En serio ha dicho lo que ha dicho? Todos pensamos lo mismo, pero no hace falta que lo diga tan abiertamente. Es la delicadeza y diplomacia en persona. A pesar de que tiene razón, no puedo ir por mis propios medios. Antes preferiría hacer auto-stop.

Miro al Doctor Moore unos segundos hasta que finalmente me encojo de hombros, como si me rindiera ante la idea del alquiler de la furgoneta.

- ¿Tiene algún listín para buscar alguna compañía de alquiler de coches o me deja su ordenador… un segundo? –obviamente sé que no inspiro confianza a nadie en absoluto, pero me encanta incomodar a las personas. Es tan divertido… Me lo paso genial aunque no se me note.

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08/11/2013, 09:43
Doctor Robert Moore

El doctor Moore te mira extrañado durante unos momentos.

Claro, claro, cómo no... —concede, y te hace un gesto para invitarte a que hagas uso de su ordenador si lo crees necesario, aunque algo te dice que va a estar vigilándote muy de cerca.

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08/11/2013, 10:22
Kimberly Richmond

“Mira tú por dónde,  hasta me va a dejar usar su ordenador”, pienso mirándole otro instante más fijamente. Aún hay algo que no me gusta de él, además de que en general los loqueros no son afán de mi devoción.

Me levanto lentamente y me dirijo hacia su escritorio como quién se pasea por su casa. Por supuesto que no confía en mí, pero supongo que será de ese tipo de personas demasiado “amables” como para negar algo tan simple a nadie. Las botas ya no hacen ése sonido encharcado a cada paso que doy pero aun así siento como si la habitación tuviera demasiado eco y mis pisadas sonaran desproporcionadas. Cosas del miedo escénico.

Aparto la silla/sillón del escritorio, aprovechando para hacer un rápido vistazo sobre éste por mera curiosidad. He ido a cantidad de consultas, pero ésta es la primera vez que me voy a sentar al otro lado de la visita.

“Menuda estupidez…” resuena en mi mente.

Sin más demora, tomo asiento en su silla/sillón con todo mi morro. Seguramente cuando me levante habré dejado toda la silla empapada, puesto que la ropa obviamente aún no se me ha secado del todo. Busco el navegador de internet. Supongo que con poner “alquiler de vehículos” y el nombre de nuestra ciudad bastará con encontrar algún resultado. Miraré el precio, dividiré por cabeza y espero que no sea demasiado caro o va a ir su señora prima a la reserva natural de los pirados.

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08/11/2013, 13:11
Director

Después de aplicar los típicos filtros de búsqueda, no tardas en encontrar un vehículo que se adapta a vuestras necesidades: un bonito Chevrolet Aveo, por el módico de 119 dólares todo el fin de semana, lo que a dividir entre cinco personas supone un precio más que asequible. Además, el coche que aparece en la página que has visitado es de color azul. Qué monada.
 

Notas de juego

No pensaba que la selección de transporte os fuese a dar tantos quebraderos de cabeza. Pobre de mí, que la anterior vez que dirigí esta partida se solucionó todo con un: «Vale, nos ponemos todos de acuerdo y quedamos para ir en el SUV de Oscar»...

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09/11/2013, 11:17
Luke LaPonte

Notas de juego

Chicos, ante todo perdón por el retraso. Estos días he estado muy liado con varios temas y me ha costado seguir el ritmo. Al mediodía postearé para seguir avanzando.

Un saludo y mil disculpas por el retraso.

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10/11/2013, 10:51
Luke LaPonte

La mera idea de subir a un coche con tantas personas es... Los recuerdos pueden aflorar y el dolor puede volver a abrir las cicatrices... Pero el transporte es algo que, en el mundo de hoy en día (y en el de siempre) es imprescindible... Si al menos el vehículo no estuviera tan lleno... Pero, en fin, todo sea por un bien mayor.

Me acerco lentamente al ordenador y echo un vistazo al coche que aparece. Bueno, el color azul no está mal, y el modelo es bonito. No se le ve demasiado robusto, pero es bonito. Además, ¿para qué iba a hacer falta un coche robusto? Siempre viene bien... Es más seguro... Supuestamente. Hay coches robustos que sólo sirven para convertirse en un amasijo de hierros y comprimir al conductor y al copiloto en un acordeón humano...

Cuando me doy cuenta de que una lágrima empieza a rodar por mi mejilla, me aparto del ordenador y me alejo de todos, de espaldas, saco un pañuelo que dirijo a mi rostro, al tiempo que hago como que toso. Todo sea por disimular, aunque sea con poco éxito. En algún sitio leí que es imposible derramar lágrimas si se mira hacia arriba, de modo que me centro en el techo de la consulta durante unos segundos, los suficientes para borrar todo rastro de aflicción de mi rostro (al menos eso espero). Con otro amago de tos (este bastante más tosco), devuelvo el pañuelo a mi bolsillo.

Sea como sea, lo que es seguro es que iré de copiloto. Nunca he vuelto a sentarme en el asiento de atrás, y no pienso empezar ahora. Ya se me ocurrirá algo, como que me mareo. Exactamente, la gente se suele marear en el asiento de atrás. No es tan raro.

- El coche tiene buena pinta. ¿A quién le gusta conducir? Yo prefiero no hacerlo... Nunca se me han dado bien las carreteras estrechas y sinuosas.

 

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10/11/2013, 11:16
Director

Notas de juego

Alonso, me tienes que decir (solo a mí) la Afinidad y la Enemistad de Luke, y los motivos (à la nominaciones de Gran Hermano).
 

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10/11/2013, 11:21
Luke LaPonte
Sólo para el director

Notas de juego

Como afinidad, Eli Farrow. Su forma de actuar, su apariencia de desprotección, su aparente encerramiento en sí misma... Luke no puede evitar sentirse extrañamente conectado con Eli. Salvando las distancias, los dos parecen ser retazos de personas a las cuales la vida les ha dado un golpe tan duro que casi las ha despedazado. Y la respuesta de los dos, aparentemente hasta ahora, ha sido parecida: Encerrarse en sí mismos.

Como Enemistad, Pierce Logan. Su tendencia a lo impulsivo hacen que sea todo lo contrario a lo que Luke es o fue un día. Una persona que actúa dejándose llevar por la inercia del momento puede ser una bomba de relojería capaz de estallar en cualquier momento. Y cuando una bomba estalla, la metralla hiere a todos los que están a su alrededor.

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14/11/2013, 14:23
Pierce Logan

Como siempre, de guardia. A hacer lo que nadie más se atreve a hacer.

Todos tienen una excusa, pero la imagen parece absolutamente surrealista. La chica de cristal habla con voz vacua y la mirada perdida, como un zombi que conversara con el espectro de un antepasado sobre la necesidad y los métodos a emplear para morir de verdad y dejar atrás su penoso vagar; el pintor tiene bicicleta y no tiene dinero (¡estos artistas!), lo cual no es de extrañar, por otro lado, pero me temo que todo ello es directamente proporcional a sus ganas de montarse con un puñado de desconocidos en un coche y hacerse 300 kilómetros (¡qué bien se sabe las distancias! ¿por qué será?); la chica radical toma la iniciativa dedicándome unas miradas en las que sólo queda sacar un arma y volarme la tapa de los sesos, pero encuentra un vehículo que parece del agrado de todo el mundo, pero no especifica sus motivos (me permito suponer que, al igual que yo, tiene vehículo, pero no quiere ponerlo a disposición del resto, por una serie de causas X, quizás que su mami rica no quiera dejarle los coches familiares por motivos evidentes); y Luke casi parece una frágil hoja estremecida bajo la lluvia aunque sus temblores no parezcan perceptibles a simple vista, pero me parece observar el brillo de una lágrima en sus ojos que trata de disimular inmediatamente con un vistazo rápido al techo, una tos mal fingida y la fulgurante intervención salvadora de un pañuelo.

Como siempre, solo queda…

Me levanto, rodeando la mesa. El resto ya ha vuelto a sus asientos. La más rápida ha sido Kim, que parece que me haya metamorfoseado en Leviatán cuando me acerco. Observo el vehículo en pantalla sólo un instante, mientras mis ojos se centran en el resto de los detalles de la habitación y de mis compañeros.

El doctor Moore es de los antiguos, aún usa una cara y distinguida agenda dividida por horas, desde las 05:00 AM hasta las 21:00 PM. Son raras las divisiones horarias, y la calidad de las pastas y algunas de sus particularidades (parece de piel de becerro, con bajorrelieves al fuego, y lo que parece un blasón familiar en el lomo, apuntando que tengo que buscarlo a posteriori en internet) me hacen pensar que las pide por encargo.

Él también se aparta de mí con una sonrisa cordial en los labios, pero la mirada afilada tras el escudo de sus gafas sigue ahí. Se ha puesto a la defensiva. Somos Hannibal Lecter y Will Graham en nuestro particular duelo.

La página en la que tiene abierta la agenda es la de hoy. He visto mi nombre en una lista, seguido de otros cuatro.

Ha sido un microsegundo, apenas un parpadeo en el pasar del tiempo, pero no necesito más.

-Vale –digo, como el que no quiere la cosa-, yo conduciré. No es mal cacharro.

Me dirijo a mi asiento yo también. Creo que ya tocan las despedidas. Escucho a Moore garabatear con rapidez y precisión milimétricas a mi espalda.

Me concentro en lo que voy a hacer luego.

“Tengo tarea”.

Me quiero ir a Coppercreek con un par de detenidos más, habiendo dejado mi trabajo bien hecho y las calles un poco más limpias, menos pútridas…

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14/11/2013, 14:27
Director

Finalmente, tras poneros de acuerdo en el alquiler del vehículo, os despedís del doctor Moore con la imagen de un fin de semana tranquilo y esperanzador en vuestras mentes. Como un reflejo de vuestros pensamientos, la lluvia ha amainado cuando salís del grisáceo edificio de la consulta. Tal vez esta noche consigáis dormir mejor, y conviene que aprovechéis la ocasión, porque... ¿quién sabe qué tal descansaréis en la mansión Coppercreek?

Fin del prólogo

Notas de juego

Como he visto que esta escena ya no daba para mucho más, he decidido cerrarla. Si os parece bien, podéis acordar quién conducirá el coche en la Sala de espera, si habéis intercambiado vuestros teléfonos, cómo habéis quedado, etcétera. Una vez lo hayáis hecho, daré el pistoletazo de salida a la segunda estapa de vuestro descenso a los infiernos...