Partida Rol por web

Solaris se mantiene firme en el aire, suspendido a unos metros del helicóptero inmovilizado. El piloto, con el rostro pálido y empapado en sudor, pierde el conocimiento por completo, desplomándose sobre el asiento. La atención de Solaris se desvía entonces hacia la puerta de la suite que acaba de abrirse de golpe, y de ella emergen cuatro mafiosos con armas en mano, apuntándole sin vacilar. Tras ellos, un hombre corpulento, calvo y con una cabeza desproporcionada y dura como el hierro, Cabeza-Yunque, avanza con una sonrisa cargada de desprecio y furia.

¡Sois los que habéis intentado joderme la Roca, ¿eh?!", grita. "¡Ahora vais a arrepentiros, payasos!

Solaris se eleva unos metros más, proyectando una luz intensa a su alrededor que le da un aire imponente y celestial, como si estuviera juzgándolos desde las alturas. Su mirada se clava en Cabeza-Yunque, seria y determinada.

—Así que lo admites, ¿eh? —su voz resuena fuerte, por encima del rugido del viento— Eres el responsable de la distribución de Roca en la ciudad. ¿Cuántas vidas has destruido con esa basura?

No espera respuesta. Los guardaespaldas mantienen sus armas levantadas, sus miras centradas en él, pero Solaris ya está preparado. Extiende sus brazos hacia ellos, sus manos comenzando a brillar con una energía vibrante y cargada. El aire a su alrededor vibra con una tensión eléctrica.

Sin darles tiempo a reaccionar, dos rayos de luz salen disparados desde sus manos, atravesando el aire con un silbido agudo y brillante. El primer rayo impacta de lleno en uno de los mafiosos y que suelta un grito ahogado antes de desplomarse sobre el suelo, inconsciente, con un halo de vapor elevándose de su cuerpo. El segundo mafioso, por puro instinto, salta hacia un lado y logra esquivar el impacto por apenas unos centímetros, cayendo de bruces y rodando torpemente para intentar cubrirse.

Solaris vuelve a elevarse un poco más, dejando claro que no está dispuesto a negociar.

—¡La próxima advertencia no será tan amable! —grita, su voz retumbando como un trueno— ¡Tirad las armas y alejaos si no queréis terminar igual que él!

Su mirada se endurece mientras mantiene las manos extendidas, todavía cargadas con energía luminosa, listo para lanzar más ataques si es necesario. En su mente, sabe que debe contener a Cabeza-Yunque y a sus hombres el tiempo suficiente para que Saya, Gronk y Race puedan intervenir desde el interior del edificio. Pero, por ahora, su prioridad es neutralizar la amenaza sin darles una sola oportunidad de escapar.

Tras derribar a aquellos villanos, Gronk de una forma poco ortodoxa realizó su cometido y la puerta desapareció debido al impacto. Dentro nos esperaba, aunque trataba de huir, nuestro objetivo.

Joder! Que solo quería hablar -dice mientras se arroja a un lado de la pared al ver a aquellos sujetos apuntarla.

Suspirando observa los pedazos de jarrón en sus manos y sonrie.

A quien quiero engañar... me encanta poner en su lugar a estos cabrones -se dijo a si misma. Entonces asomandose arrojó sus oponentes que quedaran en pie aquellas puntiagudas piezas de cerámica.

Los gatos viendo que aquella exhalación roja derribó a su objetivo, cargaron hacia el interior.

Libre de restricciones gracias al agujero creado por Gronk, las piernas de Race cobraron vida de nuevo. Eliminado el peligro de resbalar por el agua, mientras Saya lanzaba pedazos de jarrón como proyectiles contra los matones de Cabeza Yunque, el muchacho viajó con ligera prontitud hasta llegar al lado de aquellos ocho individuos que apuntaban con armas hacia el gigante, la chica gato y a él.

Un golpe al plexo solar, otro a la mandíbula y un tercero en el brazo fueron la carta de presentación elegida a la hora de presentarse ante uno de los tipos con intenciones asesinas. Ipso facto, en cuanto acabó la tríada de impactos con el primer rival, en el tiempo dado entre latidos de corazón, cambió de objetivo. Al segundo oponente, aprovechando la inercia generada y para dejarlo inconsciente, le placó con fuerza, creando un efecto basado en pura física por trasladar empuje de su cuerpo a uno distinto, el del criminal.

La centella humana empleó una carrera adicional en apartarse del conjunto de bandidos, motivada para dificultar ser herido por un balazo y para no obstaculizar ni a gatos ni a compañeros en la lucha.

Ya casi está... El resplandor viene justo detrás de esa esquina...

T-4 giró a la izquierda. Ante él estaban las luces de neón... del prostíbulo y asador "Meats&Tits". Entonces nuestro héroe tuvo una epifanía, como cualquier actor de Hollywood que termina metiéndose en la cienciología.

Oh, Dios, si no quieres que entre en este edificio, envíame una señal. ¿No? ¿Nada? Jejeje...

Otro destello de los rayos de Solaris surcó el cielo nocturno. T-4 había sentenciado en negativo por ser más probable no recibir respuesta divina. Aquella señal era justo lo que su corazón y sus dos cerebros (el de arriba y el de abajo) no quería.

Sí, sí... ya voy-dijo con desgana.

Cogió la otra calle y llegó ante un hotel sin neones de un bistec entre las tetas, con luces de un estilo más sobrio. Casi aburrido. Pero eso era porque la acción estaba arriba.

¡AGUANTAD!

Su mirada se dirigió al ascensor exterior. Subía, eso era suficiente. T-4 se lanzó al lateral del elevador y se agarró como pudo con los genitales aplastados contra el cristal y las manos y los pies apoyados en los hierros exteriores.

Como no suba hasta el último piso voy a quedar en ridículo por primera vez en mi vida.

No fue necesario que ocurriera eso para terminar en ridículo. T-4 no pudo mantener el agarre. Resbaló lentamente hasta escurrirse hacia el suelo. El ascensor exterior ya no era una opción para subir.

Turno 25

El ascensor exterior asciende surcando la superficie espejada del hotel, mientras T-4 salta en un salto imposible, propulsado por una fuerza inhumana, hasta toparse con fuerza contra el cristal transparente del elevador. Abriendo brazos y piernas se engancha como un auténtico velcro contra la cápsula de vídrio, que va subiendo con rapidez. Desgraciadamente son muchos pisos, y poco a poco su poderoso agarre se va debilitando, al igual que la integridad del batín que cubre con dificultad sus vergüenzas. Cuando llega al piso cincuenta y dos, con el cabello sacudido por el viento y la presa haciéndole resbalar cada vez más deprisa, el ascensor para y se produce una gran pifia, (dos unos), cuando entran varios periodistas con sus cámaras y móviles en ristre. Debían ser huéspedes del hotel, y parece que quiere, cubrir lo que sucede arriba. Lo que ven por ahora son los genitales de T-4, (entre otras cosas), deslizándose lentamente por el cristal. Lo ven ellos y cuatrocientos millones de espectadores, porque T-4 se da cuenta de que está "en el aire" en dos acepciones distintas.

Arriba Gronk sigue patas abajo con su rocosa retaguardia enclaustrada en la pared, con cara de "¿qué ha pasado aquí?". Race aprovecha una grieta, y el hecho de que el agua se ha filtrado por el agujero, para penetrar en la Suite y acercarse a uno de los mafiosos, calzándole una combinación súper rápida que lo hace caer apalizado. Luego se dirige a otro e intenta la misma maniobra, pero en esta ocasión el fulano retrocede manoteando y logra escapar de la mayoría de los golpes. Después, Race empieza a correr de un lado para otro convirtiéndose en algo muy difícil de apuntar.

Arriba, en la azotea, Solaris está organizando un gran espectáculo de luces lanzando rayos en todas direcciones. Uno de ellos alcanza a un mafioso, que cae dando vueltas y humeando, y casi golpe a un segundo, que se cubre tras una hélice de ventilación mientras dispara con su pistola, al igual que los dos compañeros que quedan en pie en el tejado. Las balas silban alrededor del héroe volador, y una de ellas lo alcanza con fuerza en el hombro (1 daño) haciéndole descender un poco.

El descenso es aprovechado por Cabeza-Yunque, que con un terrible grito de fura se proyecta en el aire como una bala de cañón.

"¡Me has jodido mi helicópterooo!", chilla mientras hace una trayectoria en línea recta contra el estómago del pobre Solaris, que queda sin aire y cuyo vuelo se vuelve errático mientras el villano lo agarra por los hombros, trepándole como un gorila africano. "¡Ahora tendré que improvisar otra huida, maldito payaso disfrazado!, ¡vuela lejos de aquí y llévame contigo, o te hundo el cráneo!", amenaza lanzando su cabeza hacia atrás, dispuesto a estrellarla contra la del héroe mientras sus manazas se clavan en los hombros de Solaris.

Abajo, Saya sigue a Race y entra en la Suite para atacar al ejército de mafiosos, pero estos la están esperando y comienzan a disparar como descosidos, (tres a Race, cuatro a Saya). Los disparos dirigidos a Race agujerean las paredes y las ventanas, que caen estrepitosamente en una lluvia de cubitos de vídrio y dejan pasar el viento y el paisaje iluminado de la ciudad. La figura escarlata y desdibujada del velocista esquiva los proyectiles sin problema, pero Saya no tiene tanta suerte. Arroja varios pedazos de porcelana rota clavándoselos a uno de los mafiosos, que cae gorgoteando sangre, pero de vuelta recibe una lluvia de balas que le alcanzan en el vientre, la pierna y el brazo.

En la azotea, los tres pistoleros que quedan están intentando apuntar a Solaris, pero es imposible acertarle sin poner en peligro a su jefe, Cabeza Yunque, que está colgado de él. "¿Y a quién vamos a disparar ahora?", se preguntan entre ellos. Es entonces cuando asoma tímidamente el techo del ascensor exterior, (los periodistas de dentro estarán dirigiéndose a la suite), y el brazo del sufrido T-4 asoma agotado, arrastrando detrás el resto de su atlético, medio desnudo, y ahora mediático físico. ¡T-4 se une al combate!.

No me he movido al interior. Mi primera acción es evasión y las siguientes les he arrojado los trozas de porcelana

Toda la razón, entendí mal. Cambio turno ;)

Te faltan las tiradas de evasión (acción 1)

Joder como ando, perdona :P

Agarrado con las uñas, a punto de caer, el ascensor llega arriba y se detiene. T-4 aprovecha para encaramarse al techo y de ahí a la cornisa. Contra todo pronóstico, ver llegar a un actor de éxito a un lugar inesperado no era lo más impresionante que los tres matones habían visto en los últimos cinco segundos.

Vale, vale... Me falta muchísima información de lo que ha pasado aquí, pero escuché los disparos desde tres plantas más abajo, así que sé que sois de disparo fácil... Y eso es que me lo vais a poner difícil...

T-4 deslizó la katana por el cinto de su bata hasta desenvainar. En su trastornada mente de actor de acción, el muy flipado se creía capaz de cortar las balas con el filo antes de acabar como un queso gruyere. Echó a correr hacia el más cercano. Era un héroe, y un héroe no mata a la gente, así que podía ser conflictivo usar una katana mortal con simples humanos sin superpoderes...

¡AAAAAAAAAH!-gritó con la katana en alto, cada vez más cerca.

Su estocada no fue al cuello del hombre, sino con una precisión quirúrgica a la recámara detrás del cañón del arma.

los impactos de los disparos, aunque no habían sido afortunadamente mortales, si fueron dolorosas. Dejandose caer en el suelo decide tomarse un respiro. Solo era cuestión de tiempo que el hombre rinoceronte se encargara de ellos.

Se observó las roturas en su ropa y la sangre. La verdad es que no era la primera vez que sangraba ni, seguramente, sería la última, pero tenía que plantearse buscar algún tipo de protección. Conocía algunos tipos que podrían prepararle la indumentaria que iba a necesitar, pero eso realmente tenía poca importancia.

A su lado noto un lametón y pudo ver a Yan, su amiga, lamiendo sus heridas.

Tranquila, bonita, estoy mejor de lo que parezco -dijo, sin embargo no pudo evitar un gesto de dolor al moverse para acariciarla. Sonrió- Bueno, vamos a ver como van las cosas por ahí dentro.

Se concentró unos segundos en Yan, la cual se asomó a la habitación y observó la situación. El velocista estaba inmerso entre los villanos, habiéndose lanzado de cabeza hacia el peligro.

Supongo que su velocidad es un factor importante para su supervivencia, aunque no se si será más rápido que las balas sin duda lo serán más que los reflejos de esos villanos -pensó mientras observaba, apenas, como se movía. Observó como el hombre renocironte se ponía en pie.

Podría utilizarlo de escudo -se dijo a si misma al observar el enorme tamaño.

Amigo, podrías llevarme en tu espalda?

Mientras tanto, una pequeña jauría de gatos muy cabreados, pues se habían mojado, saltó sobre otro de los villanos, pero al parecer lo hicieron sin ningún tipo de orden y solo consiguieron molestarse los unos a los otros. Yan, que observaba desde la puerta, puso su único ojo en blanco.

Pese a no haber sufrido daños en la acometida inicial del conflicto, el velocista fue testigo de cómo Saya sí recibió daños debido al fuego rival. Si no deseaban acabar peor por aquella pugna, debían reducir al grupo de individuos enfrentados a ellos con contundencia y en el menor tiempo posible.

Retornando al conflicto cercano todavía en curso, Race se desplazó embalado una vez más entre los pistoleros haciendo gala de sus poderes.

Simultáneamente al instante que redujo proximidad con sus oponentes, sin dejar de correr para ser un blanco elusivo ante los disparos enemigos, atacó a dos de los mismos. Semejante a un destello escarlata que cruzase la zona en donde estaban los hombres del líder mafioso, el héroe buscó impactar con un derechazo en la mandíbula de un matón y, mediante un gancho, en los riñones del colega contiguo a este.

Solaris, con el dolor atravesando su cuerpo y el peso de Cabeza-Yunque aferrado a su espalda, lucha por mantener el control de su vuelo. Las palabras llenas de furia del villano resuenan en su oído mientras las enormes manos del mafioso lo sujetan con fuerza, amenazándolo con estrellar su cráneo.

—¡No eres tan pesado como tu ego, pero aun así, me estás costando trabajo! —gruñe Solaris, con voz entrecortada.

Con su visión periférica, logra identificar a los tres pistoleros restantes en la azotea, todavía apuntándolo. Sabe que debe neutralizarlos antes de que se conviertan en una amenaza mayor, pero cada movimiento de Cabeza-Yunque lo desequilibra.

Entonces, ve el techo del ascensor asomar tímidamente, seguido por el brazo agotado pero decidido de T-4, arrastrándose con esfuerzo y empuñando su katana. Una chispa de esperanza se enciende en Solaris.

-iT-4, qué bueno que te unes a la fiesta!

Le dice cuando ve cómo desarma eficazmente a uno de los guardaespaldas. Es entonces cuando empieza a acumular nuevamente energía brillante.

Con un gruñido de esfuerzo, extiende ambos brazos hacia los pistoleros. Dos rayos de luz cegadora surgen de sus manos, cruzando la azotea en direcciones opuestas. El primero impacta de lleno en el pecho de uno de los pistoleros, que cae al suelo inconsciente, con un halo de humo rodeándolo. El segundo rayo alcanza al hombro de otro, lanzándolo hacia atrás mientras su arma sale volando de sus manos.

Con los guardias reducidos, Solaris toma una decisión arriesgada. Volando en línea recta, apunta hacia el suelo de la azotea, endureciendo su cuerpo mientras soporta el dolor de Cabeza-Yunque aferrándose a sus hombros.

—¡Espero que te guste aterrizar sin suavidad! —exclama antes de dejarse caer.

El gigantesco personaje demoró largos instantes en desencajarse del tremendo hueco que había hecho en la pared. Un poco por lo incómodo de su posición, y otro porque todavía seguía resbalando en los charcos de agua que seguían saliendo de la fuente destruida. Cuando por fin pudo ponerse en pie, ya todo a su alrededor era un torbellino de piñas, patas y balas surcando los aires.

- GRRROOONNKKK !!!!! - gritó en un arrebato de frustración suprema mientras atravesaba la pared, ampliando un poco los bordes de la abertura con tremendo corpachón.

Sin pensarlo demasiado, se arrojó contra el centro de la formación enemiga.