Partida Rol por web

La magia de Nihljem le otorgaba a Eren, y al resto del grupo, una velocidad inusual que el clérigo no tardó en aprovechar para acercarse a la batalla.

- Maldición, esa cosa es inmune a un ataque convencional. Tendré que recurrir a los poderes de Feronia. - Sentenció el feroniés mientras se concentraba.

- Mi señora, que tu poder detenga a nuestro enemigo. - Oró en voz alta pidiendo la ayuda divina de su deidad.

Al momento, como en otras veces pasadas, una espada fabricada de energía apareció junto a su enemigo, aquel fuego fátuo, y trató de atacarla.

Poseído por la magia del conjuro que aceleraba sus pasos de una manera increíble, el paladín se lanzó hacia la criatura teniendo en cuenta las palabras de Nihljem sobre la brevedad de su visibilidad.

No llegó a conectar un golpe con su espada, pero se preparó para los envites de la criatura.

El ancestro, aquel espíritu maligno y atormentado, descargó una oleada de electricidad que entumeció los músculos del Enano. Nada grave para el aguerrido Cazador, el cual adoptó el aspecto del Venado, otorgando potencia a su zancada. 

Así pudo llegar, al fin, al lado del enemigo y descargar el primer potente golpe de su martillo.

Sulmavate se preparó para un ataque combinado junto a su pequeño amigo, ahora no tan pequeño. Con mirada precisa, pareciera que los ojos serpentinos estuvieran pensados para buscar a sus presas incluso a grandes distancias, pues la flecha no tuvo problema ninguno en alcanzar aquella presa con apariencia de fogata voladora. El polvo brillante de hecho se movía como si crepitara, pues la naturaleza del fatuo era entre física y etérea.

El resto de héroes fue también en busca del peligro, no pudieron todavía causarle daño, aunque entonces tomando al grupo por sorpresa y por descontado al mortal enemigo, el enano sacó lo mejor de sí y su martillo pareciera que quisiera aplastar aquél cráneo del que poco antes surgía un fuego vivo violeta. El golpe había llegado con tanta contundencia y en un ángulo tan apropiado a pesar de encontrarse invisible, que el fuego fatuo pareció separarse en añicos mientras se desvanecía y era como si en aquél fuego hubiera arrojado un galón de agua buscando apagarlo en cuestión de instantes.

Resultó que el fuego fatuo había sido eliminado en los primeros segundos de aquella batalla y gracias a los acertados ataques así como a la gracia de contar con un polvo luminoso que le había delatado sin darle margen de llevar a cabo ninguna maldad sobre ellos.

El fuego fatuo notardó en sucumbir a los envites de los aventureros, diestros en el combate contra las amenazas del bosque. Libre como habían quedado de aquel ser, los hombre lagartos pronto estarían en deuda con ellos, a pesar de haber matado a su líder, algo necesario según el Cazador por su predisposición a satisfacer las necesidades del "ancestro".

Pero antes debían llevar al pequeño Timi a la capital. Y así lo expresó a sus compañeros -Mwrtg-. Su familia debía estar preocupada y ellos no eran los mejores candidatos para cuidar de un niño. Buenos tal vez Sir Auris sí, y Nihljem también. 

Dejaron atrás aquellos terrenos gobernados por la gente lagarto. Era necesario volver a casa, a encontrarse con los suyos para ver los progresos. En sus mentes, el deseo de que Tig se reencontrara con su familia y pudiera recuperarse.

Una día después, podían ver la torre negra alzándose cual burlándose de los héroes, quienes debían de ignorarla. A pleno día, sólo se veía la piedra, derruída en parte, sin rastro de criaturas en las cercanias. Mas poco importaba pues el objetivo estaba claro, regresar a casa.

Otro día después bordeaban el lago, ya más cerca de casa. Entonces pudieron ver a la gran tortuga nadando por las aguas, mostrando una en apareciencia impenetrable concha y descomunal tamaño. La criatura ignoraba a los viajeros, nadaba en la lejanía y se dirigía hacia el sur.

Hubo de volver a alzarse el sol para que los pasos de los gobernantes les permitieran ver de nuevo su nuevo hogar. La fortaleza de Lord Venado estaba allí, solo que ahora rodeada por multitud de casas construidas con madera y sin demasiadas pretensiones. Las murallas de la fortificación parecían revisadas. Cuando estaban a pocos metros, la voz de su llegada había corrido y los colonos, exultantes, iniciaron un aplauso conforme terminaban de entrar en el germen de aquella nueva ciudad, puesto que vieron que llevaban consigo al muchacho perdido.

Una joven pelirroja se abrió paso alzando una melodiosa a la par que fuerte voz.

- ¡Ellos que pasan meses e incluso años sin saber si podrán volver a abrazar a su familia. Ellos son los que luchan por un mundo mejor, y sueñan con reestablecer la paz. Ellos son los que pasan largo tiempo lejos de sus casas, con un nudo en la garganta pensando en regresar!

Los congregados le sonrieron escuchando la oda que la muchacha había iniciado. Su camisa era roja como el color de su cabello y a sus hombros una capa turquesa, ofreciendo un curioso contraste.

- ¡Son los héroes que defienden lo que es justo, y los que arriesgan su vida por salvar la de otros. Son la causa de que podamos dormir tranquilos por la noche, y caminar seguros por el día. Son aquellos que arriesgan su vida para defender al más débil y procurar un mundo de paz. Luchan por que llegue el onírico día en que no tengan que volver a empuñar un arma!

Los colonos aplaudieron de nuevo, acercándose para ofrecer su agradecimiento.

- ¡Tig volvió a salvo!

Decía alguno de los reunidos, informando de la buena noticia.

- ¡Demos la bienvenida a nuestros loados líderes!

Gritó la muchacha, que parecía llevar la voz cantante y nunca mejor dicho dadas sus dotes para lo artístico. Con ello provocó una nueva algarabía cargada de euforia.