Partida Rol por web

- He estado pensando en nuestros proximos combates, dijo Nihljem, que os parece si a alguno de los guerreros el proximo combate os hago más grandes ? Vuestras armas tambien harian mayores heridas, aunque seriais mas faciles de golpear.

¿ Que opinais ?

Miro a Eren y Vukvard

Podría sser divertido intentarlo... y todo un reto para mi para essquivar ssuss ya de por ssí desscomunaless cuerposs Dijo Sulmavate

Por zzierto dijo girándose hacia el clérigo. No he dejado de obsservar que frotáss compulssivamente essa piedrita contra vuesstra esspada. ¿Por qué lo hazzéss?*

Asintió. -Un Enano enorme puede ser algo temible. Mwgr.- Le gustaba la idea del Mago. -Sí. Podemos probar... un enorme martillo golpeando pequeñas cabezas. Me gusta!-

- Mmmmm... Cierto es que parece algo insólito. Si quieres hacerme más grande para defendernos mejor de los enemigos, no dudes en hacerlo. - Propuso Eren a su camarada el mago.

- ¿Esta piedra te refieres? Es una simple piedra de afilar. Me ayuda a cuidar el filo de Mournblade. - Contesta a Sulmavate señalando a su espada bastarda.

- Después de cada uso vuelve a perder el filo, pero siempre me gusta tenerla lista para el primer uso. Es algo que requiere tomarse su tiempo, pero lo haga cada mañana, junto con mis rezos a Feronia. Incluso por el camino, mientras vamos a caballo. Me hace distraerme mientras el mago va dibujando...

Vaya exclamó Sulmavate entusiasmado, ¿creess que podría ussarla en las flechass? ¿Me ensseñass a ussarla? Me encantará probar lass flechass afiladass en combate

Eren desenvainó a Mournblade y sacó su piedra de afilar, que tenía una extraña forma semejante a un pequeño yunque, producto,metal vez, de ir desgastándola siempre por los mismos sitios.

- A ver, yo froto esta parte contra el filo, así. Haciendo un vaivén y aplicando la propia fuerza de mi mano. Siempre en el sentido de la parte cortante de la hoja, para quitar cualquier magulladura y darle filo nuevamente. Con las armas cortantes, como mi espada, funciona bastante bien. Nunca se me ocurrió afilar flechas, pues estas se clavan mas que cortar.

Cita:

Por la noche, inquieto, Sulmavate se dirigió a sus compañeros.

No me ssiento tranquilo con la idea de entregar a un hombre, por malvado que fuera a un muerto viviente.... Pero ess vuesstra razza, y ssi para vossotross ess algo normal no me opondré. De todass formass ssi no le entregamoss deberíamoss encargarnoss de "limpiar" essa zzona para que no ssea un peligro para loss próxsimoss que lleguen...

¿Qué opináiss? Terminó preguntando al grupo, mientras se inclinaba para sacar un trozo de jabalí del fuego

-No se mucho de muertos... pero a lo mejor encuentra descanso si le llevamos a ese Lord.- Comenzó a masticar un poco de cecina seca, dura como una piedra.  -Mwrg. Tiene pinta de ser un mal bicho el Venado ese. El bosque acabará lleno de cadáveres de bandidos. Es nuestro trabajo...Mwrg- Dio unos sorbos de su taza de latón. Había preparado té de cardo que había encontrado en aquellas llanuras. Crecía en abundancia. -No creo que pase nada por entregar un cadáver al río.- 

Tras el último encuentro, durante la cena, Sulmavate parecía darle vueltas a algo mientras jugaba con mordisquitos, tras un rato se acercó a Eren.

Amigo, ¿no crees que sería mejor que entrenara al conejo para que te siguiera? de esa forma no tendrías que llevarlo siempre atado, en el último combate casi no lo cuenta

Eren estaba dando de comer una zanahoria, que encontró en el camino, al pequeño conejo cuando fue interrumpido por las palabras de Sulmavate.

- Pues no se, amigo Sulmavate. De momento ha dejado de morderme porque le doy de comer y parece que empieza a conocer mi olor. Si sabes como entrenarlo me parece bien, lo único que necesito es que no se separe de mi. Es pequeño y no está hecho para luchar, ni mucho menos. Si quieres te lo presto para entrenarlo, mientras doy filo a Mournblade. Pero cuidado con el, no quiero que se pelee con Mordisquitos. Eso me recuerda.... Hay que pensar un nombre para nuestro,orejudo amigo.

Sulmavate observaba las botas con curiosidad, el siempre había ido descalzo, sin embargo una idea le rondaba la cabeza

¿Alguno de vossotross quiere lass botass? creo que, con lo gruessass que parezzen, podrían ayudarme ssi activo algún tipo de trampa.... pero no esstoy sseguro, no me ekssplico aún como llevaiss ssiempre essass cossass en loss piess

Llegada la noche, justo antes de cenar, Sulmavate se acercó al nuevo acompañante (al humano) 

Ahora que hass entregado tu menssaje, ¿qué haráss? Esstoss bossquess no sson sseguross para que un humano viaje ssolo, aunque parezzess competente. Comenzó. Todavía se estaba acostumbrando a los rodeos que tenían que dar estos pieles blandas cada vez que decían algo, y a veces no controlaba si había perdido el suficiente tiempo o no. Nossotross esstamoss ayudando a un poblado zzercano, dibujando planoss y elminando possibless peligross para la gente. Quizzá querriass acompañarnoss una vezz que dejemoss a nuesstra amiga a ssalvo.

Cuantos más fueran, más fuertes serían, y más fácil sería todo, es cierto que repartirían menos botín, pero eso al nagaji nunca le preocupó

Después de la cena no se encontraba especialmente cansado, había estado demasiado tiempo bajo tierra y quería disfrutar del aire libre, así que comenzó a entrenar al pequeño conejo para que siguiera a Eren, y así poder soltarlo de la correa de vez en cuando.

Ser Auris retira su armadura con movimientos algo rígidos mientras se tumba en su catre a descansar. Observa con una sonrisa genuina los esfuerzos del hombre reptil para con la mascota de Eren.

- El pobre animalito debe estar aterrado, ¡pensará todo el rato que se le va a comer! -.

Pero Sulmavate demuestra tener buena mano, y el pequeño conejo le hace bastante caso, aparentemente. Antes de acostarse dirige unas palabras a la concurrencia.

- Compañeros, supongo que la noticia de que Lady Irina abandona vuestra compañía al ser requerida por nuestra Iglesia, ha caído sobre vosotros en desgaste de vuestro ánimo. Querría paliar en lo posible su marcha. Debido a los intereses de la Iglesia de Adabar estas tierras, el llevar la luz de la civilización a ellas es labor constante para sus siervos, entre los que me incluyo. - El Paladín hace un gesto deferente a la sacerdotisa.

- Si alargarme para no perturbar vuestro descanso, os solicito me aceptéis en vuestra compañía, misiones y viajes si lo tenéis a bien. - Ser Auris se incorpora discretamente sobre su catre mientras pasea su vista por la concurrencia.

Los días pasaron y en lo profundo del bosque se notaba el aroma embriagador de la calma, perturbado solo por el fétido olor que emanaba del cuerpo moribundo de Lord Venado. Aún quedaban unos días para llegar al Cruce de Ortigas, donde encontrarían al no muerto que les solicitó el cuerpo del caído. El trabajo del grupo había sido excelente, acabando con todos los peligros de los alrededores por donde habían pasado. Los caminos y las sendas eran seguros y Eren pasaba el tiempo como de costumbre, alimentando a Irina y puliendo el filo de Mournblade, siempre lista. Pero aquella noche se le antojaba algo especial.

- Vengo en un rato. No me alejaré... - Comentó al grupo.

Eren se alejó lo justo para que las palabras que compartían sus camaradas fueran amortiguadas por el bosque y tuviese algo de paz para concentarse. Había sentido la llamada de su señora. Algo lo empujaba y ese algo era Feronia, aunque aún no lo sabía. Irina saltó de su mochica y se alejó nos pasos, haciendo que el feroniés la siguiese. De pronto, antes de alcanzarla, la conejita se puso en pie sobre sus cuartos traseros y se giró hacía el clérigo. Una luz blanquecina inundó el área y la forma astral de la fértil llama apareció en el lugar donde se encontraba la compañera animal de Eren, que reconoció a su deidad al momento.

- ... Mi señora... - Musitó palideciendo, arrodillándose de forma instintiva y agachando la cabeza con las manos hacía adelante en señal de respeto.

~ Levántate ahora, Eren, pues no debes arrodillarte ante mi presencia. ~ Las cálidas y retumbantes palabras que emitía eran fuertes y resonaban en la cabeza del impresionado clérigo que levantó la cabeza poco a poco, mientras se erguía desde el suelo y finalmente miraba a la cara a Feronia, su señora, bella como pocas.

~ He oído tus plegarias y he visto tus acciones, incluso como cuidas de la pequeña Irina. ~ En ese momento, las manos espectrales agarran con dulcura a la conejita y la sostienen entre sus brazos, acariciando al pequeño animal. ~ En este lugar remoto, eres el único que profesa mis principios y tus intenciones me son placentereas. Como sabes, los devotos a mi órden son ya poco, pues muchos han olvidado el poder de los fuegos sacrílegos, en favor de otros dioses de mas o menos renombre. Se que tienes por meta asentarte en el cinturón verde, erigir un templo a mi magnificencia y honrarme, y yo te ayudaré en esa árdua tarea. Ahora, extiende a Mournblade. ~ Haciendo caso omiso a los miedos que le atenazaban, el feroniés extendió su espada bastarda, que se elevó en el aire y se situó a pocos centímetros del suelo, en el aire.

Una gesticulación por parte de Feronia, hizo que apareciese una pequeña fogata justo donde su espada bastarda se encontraba. Las llamas azules comenzaron a bañar el arma, que resplandecía con colores brillantes y tonos azulados. El clérigo miró al cielo, despejado y repleto de estrellas. Era la señal, el símbolo de su deidad. Una fogata bajo un cielo estrellado. Y su arma en medio del todo, bañándose con el poder de Feronia. Tras un tiempo muy breve, la señora de la fertilidad y el fuego salvaje volvió a mirar a su seguidor a los ojos, extendiendo una mano y haciendo levitar nuevamente la espada bastarda, para ir a parar a las manos de Eren, nuevamente.

~ Toma a Mournblade ahora, Eren. No notarás cambio alguno en ella, salvo que ahora tu espada está consagrada a mi. De ahora en adelante, una ínfima parte de mi poder estará atada a su filo. Cuando te sea requerido por necesidad o defensa de tus ideales ese poder te ayudará a salir airoso de cualquier lance. ~ Tras su breve explicación, Feronia empezó a acercarse a su clérigo, el cual volvió a agachar la cabeza en señal de respeto. Feronia cogió la cabeza de Eren y le besó en la frente, momento en que desapareció, dejando solo a la pequeña Irina tras de si.

Sonriente, Eren volvió a enfundar a Mournblade, mirando al cielo estrellado, recogiendo a la pequeña Irina del suelo, y volviendo sobre sus pasos hacía el campamento, donde harían noche. Sus vivencias tendrían que ser para el, no podía compartir aquella experiencia con sus camaradas. Aunque, quizás si su júbilo.