Partida Rol por web

 El samurai se mantendría en silencio mientras dejaba que Faith pusiese al día a Fío sobre la situación de su hermana, siendo que el hombre podía hacerse una idea de que la idea de la chica estaba alejada de la nigromancia y lo que ella conllevaba, más escuchar como ambos habían contactado con su magia y habían logrado entenderla mejor le daría para pensar al respecto…

 -No quiero imaginar que tuvo que hacerle el caos a tu hermano para que “conectasen” tanto… -pudo escuchar en su cabeza Faith, siendo Ordinem aquel que hablaba haciéndose la idea de que si la chica sufrió un cambio físico debido a su conexión con la luz, el chico lo habría pasado mucho peor con el caos para acabar así…

 -Uhm… No recuerdo si alguna vez llegué a probar algo como esto… -dijo por su parte Caos en la mente de Fío luego de que el hada se mojase los labios con el contenido de la calabaza.

 -De darse el caso les ayudaré a salvar a su hermana, pero primero les recomiendo centrarse en demostrar vuestra inocencia, y la del hada de fuego si lo creen inocente -concluyó Muramasa mientras tapaba la calabaza para volverla a colgar en su cinturón. -. En todo caso, deberíamos partir cuanto antes. Hay algunas horas de viaje antes de llegar al bosque de las hadas -añadió antes de levantarse de su asiento, invitándoles a seguirle a las afueras de aquella cueva.

 La luz del sol les cegaría momentáneamente mientras sus ojos se acostumbraban al cambio de luz, siendo que podrían ver lo que parecía el interior de un bosque con árboles de múltiples tamaños. La cueva no parecía ser más que aquel túnel que habían atravesado, y no muy lejos se veía una salida hacia unas llanuras…

 -Un bosque… -dijeron ambas entidades en las mentes correspondientes. Ninguna parecía particularmente sorprendida…

 El samurai se llevaría dos dedos a la boca para silbar con notable fuerza y técnica, provocando que en cuestión de segundos un caballo marrón llegase galopando hasta detenerse delante de Muramasa. Llevaba su respectiva montura y algunos bolsos a los costados.

 -Vamos, no hay tiempo que perder -declaró el hombre mientras subía al caballo y tomaba las sogas del mismo, dejando espacio suficiente delante de él para que ambos pudiesen subirse.

 Una vez todos en el caballo, Muramasa lo pondría en marcha hacia las afueras del bosque para empezar a recorrer las llanuras, lugar donde se podía ver mejor las vistas del reino del este: un sol soleado, montañas alzándose en el horizonte, animales de distintas especies recorriendo cielo y tierra…

 -Faith, ¿no conoces nada más sobre el hada criminal? -preguntó Muramasa mientras el caballo corría. -. Mencionaste que su amada era el hada portadora del fuego… ¿Crees que su magia tenga algo que ver con eso...? -justo entonces, miraría de reojo a Fío durnate unos segundos antes de añadir. -. ¿Y cómo rayos funciona vuestro cambio…? He conocido hadas chicos que visten de chicas, pero nunca uno al que le crecieron pechos… ¿Acaso… Te desapareció algo…?

 -¡Ha, Ha, Ha! ¡Me cae bien este sujeto! -la risa de Caos en la cabeza de Fío no pudo faltar.

Ya me imaginaba que Jonathan se sorprendería ante la noticia de que me tuvo frente a frente, contándome el plan de como robarme y secuestrarme... lo dejó él bastante claro, y ante su auto-insulto no dije absolutamente nada... ya lo había dicho él -Si, lo estará... y espero no volver a encontrarme cosas del castillo en tus manos- le dije con seriedad a Jonathan... también como advertencia de que sería mejor que ese hombre suyo no volviera a robar nada más del castillo.

Después de mi charla con él... Jonathan no pudo hacer más que mirarme en silencio, seguramente procesando y viendo que lo que decía era verdad. Y sin duda por mucho que no hablara e intentara mantenerse sereno, el temblor de sus manos le delataba... sin duda no es fácil afrontar la verdad a la cara. Entonces lo siento por él, pero por mucho que me dijera que quería hacer lo correcto o que se sentía fatal por haberme perdido en ese entonces, yo seguía mirándole con seriedad como si lo que estuviera viendo fuera algo que me esperaba ver... verle intentar convencerme de que estaba arrepentido.

Cuando me dijo que no tenía nada que decirme, porque según él llegué a conocerlo del todo, nunca me ocultó un secreto y que desde hace cinco años no hizo nada que alguien más no supiera... mi cara se tornó algo molesta -No... había algo que no Jonathan... algo que me ocultabas hasta a mi... y lo sabes...- le dije con seriedad y el ceño fruncido. Entonces, le seguí mirando cuando se alejaba de mi -¿Que vas a hacer...?- le pregunté al hombre siguiéndole hasta frente a las espadas. Dejó las monedas de oro en el mostrador... si eso era lo que iba a hacer no es que me impresionara mucho... Pero entonces me preocupé y puse en guardia cuando cogió una de mis espadas a la venta y la desenfundó diciendo que haría lo que sea... aunque con la izquierda, cosa que me extrañó -Jonathan... baja el arma...- le dije... hasta que vi claro que pensaba hacerse...

Cytla: ¡JON NO!

Lilith: ¡JONATHAN!

En ese momento mi grito no fue el único que se escuchó en la tienda. No se cual de los dos gritos hizo que Jonathan se detuviera... pero su brazo... no era el único que empezó a sangrar por el corte de ese brazo. En ese momento, mi brazo izquierdo estaba pegado al de Jonathan, con la hoja de la espada habiéndonos cortado a ambos a la misma altura de nuestros antebrazos... Realmente no se como acabé así, y en mi cara podía verse mi sorpresa. Mi cuerpo actuó por reflejo, me había lanzado contra Jonathan... y había intentado frenar la espada con mi propio brazo, aunque por lo que vi no me dio tiempo. La situación me sobrepasó un poco... pues no solo significaba que Jonathan era capaz de amputarse el brazo porque confiase en él... sino que al parecer, yo misma pese a todo el daño que me hizo hace cinco años... soy capaz de sacrificar mi brazo por salvar el suyo.

Eso me dejó bastante impactada, tanto que no supe reaccionar ni cuando Lilith entró gritando como yo misma lo hubiera hecho... No reaccioné hasta que Jonathan apartó la espada de los brazos. En ese momento bajé el mío... y también me apresuré a quitarle la espada de la mano a Jonathan -...- Aún me veía incapaz de hablar del todo ni de mirar a nadie salvo a mi brazo herido mientras que él se disculpaba con mi mentora por haberse fugado y venido aquí, siendo incapaz de ahora mismo responder al comentario que hizo ella sobre que Jonathan siguiera vivo.

No fue hasta que Jonathan me dijo eso último que levanté la mirada a mi mentora -Lilith... él me ha dicho que los bajos fondos quieren ayudar a los caballeros del reino investigando y recopilando información sin ningún plan oculto, ¿es verdad eso...? ¿Puedo contar con mi...?- me detuve un momento como si me hubiera equivocado al decir algo -¿Con su gente?- corregí lo que iba a decir, pues ellos no eran ya mis compañeros desde hace cinco años, esperando que ella me lo confirmara o no. Entonces miraría a Santa... primero a la herida de su brazo... y luego a su cara -Jon... dime porqué lo hiciste... y porque estabas tan preocupado ese tiempo...- le terminé pidiendo... que me dijera lo que nunca supe de él, lo que nunca me llegó a decir bien... y lo que yo misma noté y averigüé.

-Comprendo tu recomendación y mi lado más racional está de acuerdo en que debemos centrarnos antes en nuestra inocencia y la del hada criminal... Miró a su hermana. -Pero también sé que será imposible hacer eso sin salvar antes a Lily y que esta nos ayude a entender. Salió de la cueva, tapándose por un momento con el antebrazo para que el sol no le quemara y pudiera acostumbrarse. - Un bosque... Se tapó la boca, lo que Caos había pensado, lo había soltado el. Debía ir con cuidado con esas cosas o podrían mezclarse los pensamientos de ambos ya que ahora estaban conectados. En cuanto vio el caballo y como Muramasa subía y les hacía espacio, se empequeñeció y subió en el hombro del caballero. - Creo que así irás más cómodo, el caballo no tiene por qué soportar el peso de tres. 

El sonrojo fue enorme cuando preguntó por los cambios físicos, sobretodo mencionando si... ya no era hombre. - ¡N-no! ¿Que... ¡Agh!? ¡tú no te rías tanto, es tu culpa que tenga pecho y voz femenina! Recriminó de pronto a... alguien que físicamente no estaba ahí.  Respiró profundamente y aún con un gran sonrojo volvió a hablar. - Simplemente... Le prometí parte de mi cuerpo para que pudiera ver, oir, sentir, oler y degustar... Me... fusioné con ella. De hecho, ya no se le veía tan tímido o retraído, mostraba sus sentimientos y expresiones así como debería ser. 

-¿Hay un punto de conexión más allá del que hicimos nosotros? Jo... ojalá entonces no me hubiera quedado tan corta, pensé que después de aquello nuestra conexión sería muy fuerte y pura - Medio riendo le dije a modo de chincharle, pero no por ello quitando la curiosidad que sentía. Realmente quería ver si tal y como Caos y Fio estaban conectados, Ordinem y yo también lo estabamos.

Por su lado el espadachin empezó a ofrecerse a ayudarnos y como no podía ser menos, le sonreí por dicha oferta a modo de agradecimiento. La única pega es en base a que estaba envuelto todo, cosa que no tardó mucho Fio en pillar y explicar - Efectivamente Muramasa. Aunque sabemos de por si que somos inocentes, y yo pude comprobar de primera mano la motivación de Fair, no podemos dejar pasar por algo que atacó al reino. Sus motivos son nobles y justos, pero los medios que ha usado no han sido los mejores. Podamos demostrar su inocencia o no, minimo Fair debería disculparse ante el reino, pues sino las rencillas seguirán con vida y tan solo lo transformaremos en una voragine de ojo por ojo. - Aunque era extraño que hablase de aquella forma, sin duda era la mejor forma de resolver todo aquello, aunque encarcelasen a Fair por hacer algo malo hacia el reino humano. Aunque doliera, sería capaz de hacer yo misma que lo hiciera...

Tras ello empezamos a salir, y al tiempo que mi hermano me empequeñecí poniendome en el mismo hombro - Exacto, además llevamos mucho tiempo dormidas, aunque estemos algo extasiadas para usar nuestra magia y tengamos que recuperarnos, podemos echar un vuelo para desentumedecer el cuerpo - aunque no hubiera pasado mucho, el ejercicio era importante.

No obstante mi sorpresa se vió dirigida ante el samurai al escuchar su pregunta inicial, ante la cual sonreí muy abiertamente - Hombre podría contarte cosas sobre Fair, pero sería información que le daría a alguien que no confía en nosotras de mi propia raza, misma información que el nos está ocultando con la única diferencia que trata sobre nuestras hermanas más directas - No era un reproche, aunque pudiera parecerlo, simplemente le quería hacer entender que mi raza me importaba mucho más. Como herederos al trono de Edrielle debía preocuparme por todos y cuando se trataba de la familia aún más - Espero que sea un motivo de buen peso para que confies una pequeña parte en nosotros, pues mi familia me preocupa.. Fair no usa una magia convencional. Su poder no se haya en el fuego y aunque puedo pensar que puede absorber e imitar otras magias o incluso copiar hechizos, su verdadera magia es la antimagia. Una magia que devuelve a la energía natural la magia de cualquier ser. Cada vez que invocaba uno de mis hechizos e impactaba con uno suyo, el mio se disolvía... No obstante, si llegasemos a encontrarnos con Fair, te ruego Muramasa que me dejes ser la intermediaria, pues igual el no confía puramente en mi, pero soy quien más cerca a llegado a el después de Lily

Era una realidad bastante fría. Que todo dependiera de alguien que actua con mágia frente a alguien que la anulaba... Pero probablemente llegados el caso de un nuevo enfrentamiento directo con el, la mejor forma de evitar una pelea fuera esa.

Por suerte al conversación derivó a una que hizo que mi atención se pegara a dicho tema cual lapa. Miré entonces el pecho y más fijamente a todo el fisico de Fio y luego... Palpé mi pecho - Tiene más pecho que yo... - mencioné la realidad - ¿Ordinem? ¿P-por qué tengo el pecho más plano? ¿Me lo explicas? - acabé pensando pues que nuestra conexión podría haber sido igual de profunda que la de Fio. Pero la pregunta de Muramasa me reactivó al 1000% enviandome a una fracción de segundo delante de mi hermanito levantandole el vestido y palpando allí donde debiera estar su miembro suspirando de alivio al tocarlo - Uff... menos mal... sigues siendo el hermanito varón de los dos.

-Por favor, princesa. Conozco mi lugar.. -replicó con calma insípida. Durante toda la conversación real había permanecido inusual y perfectamente inmóvil, con los ojos cerrados y fingiendo que no existía en la mejor de sus capacidades y dejar que la conversación entre familiares fluyera con la sensación de ser lo más privada posible. Ella no estaba ahí para juzgar o tratar de hacer oír sus opiniones en temas donde claramente no tenía ningún derecho.

Cruzó un brazo al pecho diciendo esto, y asintió.

-Me encargaré de que su hermano repase sus rutinas diarias, si. Es lo más seguro pensar que algo particularmente significativo en su rutina puede devolver sus recuerdos. Entonces, con su permiso...y por favor, sean cuidadosos.

Alanis hizo su mejor esfuerzo en ignorar el desmoronamiento evidente de la familia real. Sirviendo en las buenas para continuar haciéndolo en las malas...era natural. Se dijo una vez más que como los pilares de sus señores, deberían hacer lo mejor posible para mantenerlos de pie y rectos ante la tormenta. Todo esto lo consideraba en silencio, mientras conducía al príncipe al espacio de entrenamiento usual, donde le había visto tratar y fallar con tantas armas, sin desanimarse en ningún momento.

 Era innegable que toda la familia real se encontraba en una situación delicada debido a la serie de eventos que habían surgido uno tras otros, y ahora era la princesa quién debía cargar con todo dado que ni siquiera su madre se veía capaz de gobernar... No tenía dudas de que Artanis lograría superar aquello y convertirse en una excelente gobernadora si el príncipe no recuperaba la memoria, pero apoyaba de cierta manera a la reina al pensar que su hija no merecía cargar con aquello...

 -Ustedes también -respondí a Alanís ante su petición de tener cuidado. -. Esperemos que su majestad recuperé pronto sus recuerdos. Seguramente todo lo que está pasando pueda llevarse de mejor manera con ambos príncipes actos para apoyarse...

 Y sin más, aguardaría a que la princesa se dispusiese a marcar el paso para seguirla.

 Una vez en el cuarto de entrenamiento personal de los príncipes, Arthas observaría con sorpresa y curiosidad las múltiples armas que descansaban en paredes y mesas, así como los muñecos de entrenamiento y la decoración general del lugar

 -Conque aquí solíamos venir antes, ¿no? -dedujo por las palabras de su hermana antes de separarse, volteando a verte. -.  ¿Acaso era muy bueno con las armas? -de no ser por su estado actual, el príncipe sería consciente de que incluso un niño con algo de entrenamiento manejaría una espada mejor que él… -. Supongo que tú habrás sido una gran maestra -añadió dedicándote una de sus sonrisas.

 El príncipe esperaría a que le dieses algunas indicaciones de por dónde empezar, siendo que tan pronto como diese comienzo a un pequeño y relajado entrenamiento te darías cuenta de que con sus recuerdos se habían ido todas las lecciones que había logrado aprender… Volvía a ser tan inexperto como en el primer día, y no es como si con recuerdos fuese bueno…

 -Vaya… No imagino lo fuerte que debes de ser para pelear usando un arma con esa armadura -bromeó suponiendo que solías combatir con algún tipo de arma mientras usabas aquella pesada armadura.

 Por su parte, Arthas parecía tomarse bien el hecho de que cualquier arma que probase escapaba de su control, aunque no llegaba a mostrar nada que señalase que estuviese recordando algo…

 Por otro lado, mientras observabas al príncipe no podrías ignorar cierta sensación recorriendo tu antebrazo. Debajo de aquel guantelete el picor empezaba a hacerse notable momentáneamente antes de desaparecer durante un tiempo indefinido, momento en el que volvería a surgir con un poco más de intensidad antes de volver a ocultarse; estaba lejos de ser el terrible dolor, uno al que ya estabas mentalmente acostumbrada, que sentías si te quitabas el guantelete y dejabas la marca al aire mucho tiempo, pero ciertamente era una sensación que no deberías experimentar si los efectos sanadores del equipamiento estaban funcionando...

 Tan pronto como Alanís se retirase con su hermano, la princesa se dispondría a buscar al jefe de mayordomos por el castillo, dando con la oficina utilizada por el hombre para llevar registro y orden de todos los procedimientos que se llevaban a cabo en el castillo.

 -Su majestad… -hizo una respetuosa reverencia a la princesa como ya era costumbre de él, utilizando aquel elegante traje negro que siempre lucía tan limpio como muestra de dedicación por su trabajo.

 -Marshall, debemos tratar el asunto del rey… -le informó de inmediato la princesa. -. Ya están corriendo muchos rumores por el castillo, será cuestión de tiempo para que alguien suelte la lengua y se propague por toda la ciudad y el reino. Debemos encarar el tema antes de que se alimente la paranoia de las personas.

 -En estos momentos el cuerpo del rey se encuentra resguardado en una de las salas secretas del castillo. Desde ayer puse en marcha a mis mayordomos de confianza para que preparasen el cuerpo y tuvieran lista una vestimenta apropiada y el ataúd. También he hecho los arreglos para la ceremonia, por lo que solo faltaría hacer el anuncio y armar todo para poder realizar el funeral -respondió el mayordomo quién, como siempre, iba varios pasos por delante en su trabajo, demostrando que no por nada era el jefe de mayordomos.

 -Excelente. ¿Qué hay de la seguridad? -preguntó la segunda heredera al trono. -. Entre las hadas y los lavados de cerebro por parte del nigromante enemigo, desconozco que tantos caballeros son de confianza…

 -El nigromante del castillo, Glaius, me ha comentado que ha estado trabajando en una manera de probar la “lealtad” de cada caballero individualmente. Tal parece que ya ha experimentado con algunos, pero de momento no ha dado con ningún traidor como saber si sus métodos funcionan... -concluyó Marshall antes de dirigirse a una mesa donde estaban apilados varios libros, tomando uno de ellos para ojear sus páginas. -. Por otro lado, la nigromante capturada por Baeric en su última misión parece dispuesta a hablar sobre algunas cosas. No nos dirá nada sobre su maestro, pero con algo de persuasión seguramente estará dispuesta a contarnos quienes están bajo el control del nigromante o las hadas.

 Aquellas declaraciones darían para pensar a la princesa, quién no tardaría en voltear a verte con una expresión decidida.

 -Baeric, iremos a interrogar a la bruja. Si logramos sacarle información podremos no solo llevar a cabo el funeral del rey sin preocupaciones, sino que también limpiaremos el castillo de infiltrados -explicó la princesa antes de volver a mirar a Marshall. -. Dejo en tus manos los preparativos -añadió antes de regresar su atención a ti. -. Vayamos de inmediato.

 Abandonarían entonces la oficina de Marshall para dirigirse a los calabozos del castillo, yendo específicamente a aquellas celdas más profundas donde se resguardaban a los criminales más peligrosos o importantes, como lo eran aquella nigromante o Zedron.

 Por su parte, al pasar delante de su celda, podrían encontrar al Ex-Gran Caballero Real tumbado sobre su cama, con lo que le quedaban de piernas vendadas y tratadas, con ropa bastante aceptable teniendo en cuenta que era un prisionero, y su infaltable casco puesto, seguramente durmiendo por la posición en la que se encontraba…

 Por otro lado, no tendrían que avanzar mucho para llegar a la celda donde estaba la persona por la que habían llegado hasta allí: la bruja. A diferencia de Zedron, ella se encontraba en una celda rodeada de sellos mágicos que le impedirían utilizar su hechicería; así mismo, iba encadenada de las muñecas y los tobillos, y su ropa y estado eran prácticamente los mismos que la vez que la atrapaste.

 -¿Q-Q-Q-Quién está allí…? -preguntó mientras se volteaba a verles, apoyándose en su bastón para poder mantenerse de pie.

 Él mejor que nadie sabía que no te podía mentir, no de nuevo, y seguramente fue eso lo que llevó al hombre a tomar aquella espada y realizar aquel acto que demostraría su determinación por conseguir tu perdón, pero lo que ninguno de los dos esperaba era que tras detener la espada una vez esta había rozado su brazo, terminarían los dos en una situación de los más inesperada e… incomoda…

 -... -Jonathan estaba sin palabras, al menos hasta que fue capaz de dirigir la mirada a Lilith para explicarle la situación.

 De igual forma, aquella escena dejaría sorprendida a tu mentora, quién en el fondo intuía que algo así podría suceder tarde o temprano, pero aún así no estaba lo suficientemente preparada para ver a ambos actuar sin pensar...

 -Cytla… -incluso para ella era difícil responder, siendo que si había una presión más grande que la que había entre Jonathan y tú era ser mediadora de ambos. -. Jonathan ha cambiado, no ha sido el mismo desde que te fuiste, ya ni siquiera confía o trata con las demás chicas… Muchas veces ni siquiera yo sé lo que piensa, pero… Sí ha llegado hasta aquí, ha de ser porque quiere decir la verdad… Confió en que sus intenciones son honestas -concluyó mientras se cruzaba de brazos.