Partida Rol por web

 Una vez Lilith había dado su respuesta, Santa correspondería tu mirada, mirando también tu brazo cuando tú viste el suyo, quedando observando tus ojos nuevamente.

 -No puedo ocultarlo más, ¿verdad…? -comentó antes de agachar un poco la mirada. -. Todo es culpa de él… Todo este tiempo ha habido una persona que ha manejado mi destino. Fue quién me guió hasta convertirme en jefe de los barrios bajos, el que me ayudó a conseguir aliados, el que me ayudó a meter gente al castillo… -sin poder contener una expresión de rabia, apretaria el puño del brazo cortado delante de él. -. Ese desgraciado… Sin razones, sin explicaciones, me obligó a engañarte… Me amenazó con que si no lo hacía… Te haría daño a ti y a tu madre… -chasqueando la lengua, volvería a alzar la vista hacia tí. -. Se supone que no tenías que enterarte, que sería algo momentáneo hasta que te convirtieras en caballero, pero… ese maldito me tendió una trampa y preparó todo para que te enterases… -finalmente, sin poder contenerlo más, Jonathan alzaría la vista para volver a encontrar tu rostro, teniendo él los ojos húmedos.- Todo ese tiempo pensando en protegerte… Y terminé siendo yo quién más daño te hizo…

 -Faith, nuestra conexión es lo que debe ser, lo que hemos querido. Yo no necesito tomar partes de tu cuerpo, no necesito ver el mundo exterior como lo ves tú, no necesito oler ni saborear nada, después de todo soy un ente que lo conoce y lo puede crear todo… ¿Pero qué hay del caos? Solo sabe destruir, incluso lo que no desea: permitirle tomar su cuerpo de esa forma fue el mejor regalo que tu hermano pudo darle a Caos -opinó Ordinem con cierta seriedad dentro de la mente de Faith. -. En todo caso, si deseas fortalecer nuestra conexión cuando volvamos a vernos, seré yo el dominante -añadió sin querer quitar los ánimos al hada de bromear con todo el asunto de las conexiones.

 El samuraí parecía comprender vuestra posición tal como ustedes comprendían la suya, siendo que no le daría muchas vueltas al asunto antes de salir y montar su caballo, momento en el que miraría como ambas adoptan su tamaño más pequeño para aligerar la carga de la montura.

 -Como quieran… -respondió antes de poner en marcha al caballo, sacando temas de conversación para hacer más fluido el viaje, así como también irse enterando de los sucesos sobre el hada criminal. -. Supongo que es justo… -concluyó respecto a aceptar confiar un poco en ustedes a cambio de la información de Fair, misma que escucharía con suma atención. -. Si su pareja era el hada de fuego tiene sentido que su magia de fuego sea tan fuerte, pudo haber absorbido parte de ella antes de hacer lo que sea que hizo para mantenerla viva -opinó de manera pensativa antes de dirigir su mirada a Faith por su petición. -. Esta bien, me mantendré al margen, pero si intenta algo tendré que actuar...

 Por otro lado, la reacción de Fío por la pregunta del samurai despertaría nuevamente el humor de Caos.

 -¡Ha, ha, ha! ¿Pero por qué te quejas? ¡Igual y así le gustas más a los hombres! ¿No es eso lo que querías? ¡Ha, ha, ha! -reía a carcajadas la entidad en el corazón y mente de Fío. -. Me pregunto si podré sentir “eso” a través de ti… -añadió con tono de verdaderamente estarlo pensando: el hada ya conocía bien a la chica para saber a qué se refería con “eso”...

 -Uhm… -el hombre no dijo nada luego de que Faith “comprobase” a su hermano, aunque sí que veo con cierta curiosidad la escena antes de volver la vista al frente. -. Supongo que no podíamos ser un grupo más raro: un sacerdote bebedor, un chico con pecho, y… lo que sea que sea Faith desde su nacimiento -soltó mientras en su rostro se dibujaba una muy ligera sonrisa. Dejando de lado su deber como caballero, en el que parecía ser tan estricto como podía, seguía siendo el mismo Muramasa de siempre.

 Alrededor de una hora después, acabarían adentrándose en un espeso bosque en el cual podrían notar como una especie de esencia mágica empezaba a brotar del suelo y los árboles. En ese punto sabían que estaban cerca de la entrada del bosque de las hadas, y no deberían tardar en aparecer los “guardianes” que estaban a cargo de estudiar a las personas que llegaban y decidir si eran adecuadas para entrar o no a la ciudad. Por suerte, ustedes eran miembros de la realeza, lo que les garantizaba la entrada a ustedes y a su acompañante, Muramasa. Solo debían esperar a que los guardianes apareciesen y explicarles la situación…

¡MURAAAAAA!

 Una agrupación de gritos acabaría llamando vuestra atención, así como despertaría los nervios del samurai que montaba el caballo, haciendo que los tres viesen como desde los árboles empezaban a salir al menos veinte hadas encogidas volando a gran velocidad hacia ustedes, específicamente a Muramasa para abrazarse a él desde distintas partes.

 -¡Mura~~~! -le llamaban todas las hadas, entre las cuales se encontraban varios chicos que, al igual que las otras, parecían encariñados con el samurai. -. ¡Bienvenido~~~!

 -... -pero para él no parecía ser el mismo sentimiento, siendo que no tardaría en tomar su katana para desenfundar y agitarla ferozmente a su alrededor como quien espanta un enjambre de moscas.

 -¡Aaaahh! -gritaron todas las hadas mientras se alejaban del hombre, recuperando el equilibrio en el aire para quedar volando a vuestro alrededor con los mofletes inflados. -. ¡Eres muy malo! -se quejaron algunas de las hadas, aunque ninguna parecía realmente molesta.

 Entre aquellas hadas se encontraban las mismas que estaban “de guardia” cuando dejaron el bosque de las hadas, más lo curioso de todo el asunto era que parecían reconocer, y estar encariñadas, con Muramasa, pero a ustedes les veían con cierta confusión y curiosidad, como si no les llegasen a reconocer... 

Miré a mi mentora con atención cuando empezó a hablar... aunque sin duda, a ella le costaba lo mismo continuar con la conversación que nos costaba a mi y a Jonathan; quizás con un extra, porque casi debía de estar vigilando que uno de nosotros no se suicidara en el sitio o que el otro no se lanzara a matarle... no hacía falta aclarar quien era quien. Sabía con seguridad que si Lilith me decía aquello era verdad... pero ni con aquello, la sombra de la duda se separaba de mi mirada cuando veía a Jonathan... al fin y al cabo cinco años de resentimiento y dolor no se iban a esfumar de la nada así de fácil.

Una vez escuché a Lilith no dije nada pues aún estaba pensando, y pasé directamente a Jon. Cuando el me miré el brazo herido, me lo tapé con la mano no queriendo que viera la herida... no pudiendo evitar sonrojarme y enfadarme a la vez... ni sabía porque había hecho tal estupidez, o no quería admitirlo simplemente por orgullo -No...- le respondí brevemente cuando dijo lo de ocultar más aquello.

Entonces, me empezó a hablar de "él", alguien que estaba guiando sus pasos hasta llegar a ser el cabecilla de los barrios bajos, a conseguir aliados o infiltrar gente en el castillo... Cosa que parecía cabrearle claro, o por lo menos eso quería darme a entender con sus gestos. Ahora, según él ese misterioso sujeto fue el responsable de engañarme, de engañarnos a ambos, bajo amenaza contra mi y mi madre y que él se aseguró de que Jonathan me engañase y yo lo descubriera como una trampa. Cuando Jon me miró a los ojos... se pudo notar que me desasosegó y me resultó doloroso ver, tanto que tuve que girar la cabeza para no verle...

Si no me has dicho el nombre es que no me lo vas a decir ahora, ¿verdad?- le pregunté mirando hacia abajo y a un lado... aunque teniendo claro que lo único que me diría es que aún podría hacerme daño si llegara a descubrir que sabía aquello. Me terminé dándoles la espalda a ambos -Que historia... tan conveniente... snif...- dije mostrando clara sospecha por la veracidad de esa historia... ¿pero si estaba tan segura de que era mentira porque estaba llorando? -¿Porque iba a querer... snif... eso alguien... rebuscarse tanto? ¿Que le importaba... a alguien que... estuviera enamorada de ti... snif...? Suena... snif... tan estúpido y... falso... snif...- parecía que esas preguntas, más que hacérselas a Lilith y Jonathan me las estaba haciendo a mi misma... para tratar de convencerme de que mentía, de que lo que decía no era verdad... y no es que me estuviera funcionando demasiado por mucho que quisiera que lo hiciera.

Por favor... snif... iros...- terminé pidiéndoles a los dos mientras trataba de limpiarme la cara de lágrimas con la manga de mi ropa -No quiero... que venga mi madre... o salga mi compañero, o vengan clientes... y tenerles que explicar porque todo esto...- les expliqué brevemente. No quería tener que explicar porque el cabecilla de los barrios bajos y una prostituta me habían hecho llorar o porque ahora tenía ese corte en el brazo. Al final me giré, con la mirada muy baja y mi flequillo sobre el rostro tratando de que no me vieran la cara -Los... los caballeros aceptamos la ayuda de los barrios bajos... cuando lo veáis oportunos, id al castillo hoy para... formalizarlo todo. Me haré... responsable de vuestros actos... y supongo será suficiente...- les comuniqué, indicándoles que aceptaba su ayuda... que si alguno metía la pata al que echaran la culpa sería a mi, y claro... eso implicaba volverles a ver... pero ahora... -Por favor de verdad... ahora dejadme...- terminé diciendo... casi suplicando... Una no cierra una herida de cinco años de una charla para otra... y ahora esa herida me está doliendo demasiado, necesito... tiempo para procesar todo. La verdad es que un abrazo no me vendría mal... aunque no lo fuera a reconocer.

Alanís tomo un rato en explicar las armas que ya habían tratado, las que no. No presionó demasiado en sus lecciones en esta ocasión de forma particular...igual que en la primera vez, considero más importante que husmeara el tacto y el peso de las armas.

-No hemos podido encontrar aún un arma que te siente cómoda...trato de instruir lo mejor posible, pero quizá este pasando algo por alto... -sonrió un poco, ocasionalmente apretando el antebrazo de forma casual.

-Pero, el conocimiento marcial no viene de un día para el otro, así que no hay nada demasiado inusual. Además, está la posibilidad de que realmente tengas talento como usuario de Magia, pero no sabría aconsejarte.

Inclino la cabeza levemente, mostrando su propia arma predilecta.

-Prefiro el armamento y defensa pesados, sencillamente porque soy demasiado bruta para manejar equipamento que no sea resistente. La armadura pesada inhibe los movimientos pero ofrece protección superior...en mi caso, puedo soportarla sin que me ralentice, pero no soy extremadamente veloz en primer lugar. Las espadas son usualmente balanceadas como armas y muy favorecidas, las lanzas ofrecen más rango que estas, pero son más complicadas de maniobrar. Las hachas son sumamente destructivas y pueden partir lanzas con facilidad, pero no tienen demasiada precisión por su peso y volumen. Hay variantes de las tres armas en toda clase de gustos, desde espadas muy pesadas hasta hachas ligeras que permiten arrojarlas. En mi caso, prefiero está lanza de caballería forjada por mi casa. La magia de luz sólida regenera el daño que sufra gradualmente, por lo cual es difícil que se rompa...ah, si, físicamente soy muy fuerte, pero solo si se compara con humanos y similares. Estoy en el espectro de fuerza débil comparada a mis familiares, y no poseo poder mágico destacable. Esto es normal tanque esencialmente tengo la menor cantidad de sangre de dragón de mi familia. Así que, trato de compensarlo con ser diligente y especializarme en un tipo de arma. 

Mientras decía esto, Alanís iba pensando. Podía sentir que con cada día que pasaba, el brazalete aguantaba menos y menos...

Necesito cortar esta mano...o directamente este brazo. Evidentemente no hay forma de resolverlo. Pero... -miro al príncipe con expresión apenada, y luego colgó el arma en la espalda nuevamente- No es un buen momento...no se me ocurre una persona en la que confíe plenamente ahora como para pedirle ser mi reemplazo. Y...quiero hacer esto por mi misma, lo más que pueda. Lo más que...dure. Un mes más. Con suerte las cosas comiencen a mejorar en un mes. Por favor...un mes más.

-Cuando todo esto termine, entregaremos a Fair a las autoridades para que hagan lo que deban hacer. Dijo seriamente tras la explicación de Faith y las palabras de Muramasa. - Que lo hiciera por una razón como salvar a nuestra hermana, no quiere decir que no hiciera mal. Siempre hay un camino que escoger, él escogió este. Después de decir eso, su hermana decidió levantarle el vestido a lo bestia mostrando un pequeño bulto que indicaba su sexo, aún masculino. Se tapó rápidamente avergonzado y resopló. - ¡MOOoooh! ¡Ya déjalo! Siempre seré el chico de los dos. ¡No es como si eso fuera a cambiar por mi físico! Por dentro soy lo que soy... Replicó un poco frustrado por la situación. Al parecer algo le hizo taparse la cara con las manos y patalear un poquito. "¡Tú deja de decir cosas raras!" Terminó por suspirar y dejar que el tiempo pasara hasta llegar al linde del bosque de las hadas, allí deberían comenzar a aparecer un montón de hadas guardianas que, efectivamente comenzaron a hacer revuelo, sorprendiendo a Fío porque lo que gritaban era el nombre de  Muramasa. -¿Ya has estado aquí antes? Susurró antes ce hacerle un gesto a Faith para que se posicionara junto a el. Se aclaró la garganta y revoloteando se colocó al lado de su hermana, ambos frente al rostro de Muramasa para que por el momento quedara en segundo plano y así captar la atención de las hadas.

-Atiendan guardianas, a nuestras palabras más allá de la visión que puedan tener de nosotros en este mismo instante. Respiró profundamente, apurado por tener que personarse con estas pintas ante su madre y hermanas de la rama real. Su tono era calmado pero poderoso, sabía lo que se hacía y además el porte que había adoptado era digno de realeza... Sin duda sabía cual era su lugar y como debía actuar en según qué situaciones.

- Nos presentamos ante ustedes, como Faith y Fío Edrielle, séptima hija y octavo hijo de la reina de las hadas Levia. Esperó unos pocos segundos a que procesaran. -Antaño ofrecidos como símbolo de paz ante el reino humano, volvemos en busca de su sabiduría y asilo político junto al caballero diamante Muramasa. Tras decir eso, esperó calmadamente a los sucesos que seguirían.

Tanto Fio como yo teniamos la misma idea, aunque Fio parecía más serio al decir aquellas palabras, no iba a tenerlas en cuenta, al menos hasta que tocara cumplirlas. - Que no las necesites no significa que no las quieras. Que nuestra conexión sea como es, es indistinto. Si quisieras probar lo mismo que yo, inclusive sentimientos, solo tendrías que pedirlo. No tendría problema de compartir mi cuerpo contigo - dije con total seguridad, siendo que me sentía muy comoda con Ordinem - Pero que no se te suba a la cabeza, siempre te tendré bajo mi poder de seducción.

-No es que la haya absorbido como tal, sino que se beneficia de ella... Dudo mucho que pueda adoptar dos tipos de magia a la vez, pero no lo he comprobado tampoco. - dije encogiendome de hombros mientras avanzabamos hasta descubrir aquella sorpresa, que por suerte estaba todo bien, pero al ver el repliqueo de Fio simplemente me lancé a abrazarlo - Ya lo sé bobo, pero no quería que mi hermanito perdiera su tesorito.

Ya continuamos el viaje siendo que tras un buen rato nos encontramos en la linde con el bosque. Al fin ibamos a ver de nuevo a nuestras congeneres, o más bien... ellas verían a Muramasa. Me acerqué sin dudarlo hacia Fio escuchando lo que decía - Muramasa eres malo, debiste traerno con nosotros alguna vez que otra - pero independientemente de lo estaba ocurriendo tocaría el momento de la presentación, ante el cual dejé a Fio solo viendo lo que hacía llamando la atención de todas las hadas.

Justo entonces me reí - Por favor Fio, así no vas a convencer a ninguna hermanito - Me elevé entonces para llegar con mi hermano y entonces darle un beso profundo y jugueton haciendole girar en el sitio para luego mirarles a todas - PERO TIENE RAZON - gritando como una posesa - Nosotras somos las hadas de la luz y la oscuridad, princesas del reino de Edrielle. Puede que seamos distintas por fuera, pero por dentro somos las mismas. Y no sabeis cuanto os hemos echado de menos. - con una grata sonrisa miré a todas para ver si actuaban de alguna manera

No le extrañó que su hermana no hiciera caso al protocolo que se les había impuesto desde pequeños, era la única de todas sus hermanas cercanas incapaz de seguirlas un mínimo. Lo que no se esperó fue ese beso con el cual toda su compostura se fue al garete, sonrojándose un montón y comenzando a tartamudear en consecuencia.

-Fa...fa...fa...¡Faith!... Est....o no es apropiado. ¡Somos hermanos! 

Maldita sea, le había dejado hacer una vez, pero ahora si eso se transformaba en una costumbre sería un completo desastre y peligro. La mirada hacia las guardianas era de  SOCORRO ME VA A VIOLAR típica de un Fío que, desde prácticamente recién nacido había sido acosado por su hermana. Todas y todos en el bosque sabían de esta relación y comportamientos. 

 El simple hecho de confesar todo lo sucedido era algo doloroso, pero irónicamente aliviador, para el jefe de los barrios bajos, quién sintió una dura punzada al ver como desviabas la mirada y hacías aquella pregunta.

 -N-Nunca me ha dicho su nombre, sino te lo diría… Lo lamento… -respondió respecto al misterioso individuo responsable de la vida que tenía, y de lo que te sucedió hace 5 años.

 Pero pronto se mostró visiblemente preocupado y dolido al ver como finalmente tu máscara se empezaba a caer, como la suya se había caído hace rato ya, viéndose incapaz de acercarse para ayudarte a secar las lágrimas o siquiera responder las preguntas que soltabas al aire. El chico solo apretaba los puños, sintiéndose impotente…

 -C-Cytla… -intentó decir algo cuando pediste que se retirasen, pero al escuchar tus motivos se vería nuevamente incapaz de intervenir o llevarte la contraria. -. Esta bien… Yo solo… C-Cuidate, ¿okey…? -tras aquellas palabras, Jonathan se daría la vuelta dispuesto a irse, pero no llegaría a dar ningún paso.

 Más que una mentora, Lilith podría considerarse ya una madre para tí y Jonathan, algo que en situaciones del pasado sería muy turbio pero en la escena actual era muy emotivo, mucho más cuando viendo como ambos se separarían nuevamente luego de tanto tiempo, con aquellas expresiones en sus rostros, la mujer se acercaría para abrazarte no solo a tí, sino a él también: prácticamente los abrazaría al uno contra el otro haciendo que sus espaldas se juntasen, siendo que los conocía bien para saber que ambos necesitaban un ligero contacto con el otro para poder seguir, un pequeño gesto para saber que todo lo que acaba de suceder no había sido por nada...

 -Muy bien… Nos vamos… -tras soltarlos, te dedicaría una ligera sonrisa antes de recibir un asentimiento de Jonathan, quien luego de limpiarse las lágrimas se despediría de tí con otro asentimiento antes de abandonar la tienda acompañado por la pelirroja.

 Pasado lo que sería fácilmente uno de los momentos más difíciles de tu vida luego de lo sucedido hace cinco años, tendrías poco o nada de tiempo para recuperarte antes de que el sonido de unos pasos llegasen desde el almacén.

 Glaius haría acto de presencia utilizando el conjunto que habías decidido entregarle, conformado por unas ajustadas vestimentas negras sobre las cuales llevaba gabardina roja hasta las rodillas, con dos hombreras negras y algunas decoraciones de color cobre. Sorprendentemente, ahora que le veías sin su larga capa y su negra capucha, el nigromante mostraba libremente que su cabello llegaba más abajo de su cintura. De su anterior conjunto solamente conservaba aquel colgante con un tipo de esmeralda.

 Si Jonathan y Lilith hubiesen tardado un poco más en irse, seguramente hubieran sido vistos por el nigromante...

 -Entonces, ¿cuánto me cobrarás…? -fue lo primero que preguntó, siendo que al parecer aún no estaba convencido de que realmente le darías algo gratis, pero tras estudiar un poco el lugar se percataría de un par de cosas: las gotas de sangre en el suelo, y la herida que cubrías en tu brazo. -. ¿Ha sucedido algo…?

 -Uhm… Entiendo… Supongo que ha de ser cosa mía: tu pareces una gran mentora, es imposible que alguien capacitado para el combate no aprenda contigo -aseguró a pesar de que en su memoria solo estaban los últimos minutos en cuanto a entrenamiento. -. Sobre la magia… Pues… -de manera un tanto dramática, o infantil, el príncipe empezó a extender los brazos hacia adelante, agitando los dedos como si estuviese lanzando algo hacia la pared a la que apuntaba: obviamente no pasaba nada, y hacer algo como eso era incluso vergonzoso para alguien de la realeza, pero tras detenerse el príncipe soltó una leve risa. -. Supongo que tampoco.

 Entonces, observaría con suma atención y curiosidad como presentabas tu equipo y estilo de combate a la vez que escuchaba cada palabra que soltabas al respecto. Según ibas contando tus capacidades físicas, incluso por debajo de la de los demás dragones, el príncipe empezaba a mostrarse más y más sorprendido.

 -¡Woah! ¡Alanís, eres asombrosa! -exclamó con honestidad y una amplia sonrisa. -. Estoy seguro de que debes ser invencible, pero no vayas a esforzarte mucho por mi, ¿okey? Tú también debes necesitar un descanso de vez en cuando…

 Con aquellos ánimos tan característicos suyos, el príncipe continuaría con un ligero entrenamiento bajo tu supervisión, sin llegar a nada fuera de lo esperado antes de finalmente decidir tomar un descanso, siendo que el propio Arthas te invitaría a tomar asiento junto a él en una de las bancas que habían en el campo.

 -Oye, Alanís… ¿De verdad crees que sea buena idea que intente reinar…? -preguntó entonces intentando no parecer muy serio o preocupado al mencionar el tema, aunque estaba claro que no estaba particularmente cómodo. -. Digo, en el desayuno defendiste que esperemos a que recupere mis recuerdos, pero… ¿Y si nunca lo hago...? Mi hermana parece muy preparada para el puesto, y hasta la veo motivada a gobernar… ¡N-No digo que estés equivocada! -corrigió rápidamente con cierto nerviosismo antes de relajarse, llevando su vista hacia arriba de manera reflexiva. -. Es solo que… Con los pocos recuerdos que tengo, con lo poco que he vivido hasta ahora… Siento que podría tener una buena vida así -declaró antes de volver a verte, dedicándote una dulce e inocente sonrisa antes de añadir. -. Después de todo, aunque no me vuelva rey, tú aún estarías conmigo, ¿no?

 El silencio de Ordinem podría hacer pensar a Faith que lo que le decía era algo que había tocado profundamente a la entidad de luz, pero tan pronto como el hada volvió a bromear el chico no tardó en responder de manera burlona.

 -Siimpri ti tindri biji mi pidir di sidicciin -por supuesto, acompañado luego por una leve risa.

 Por su parte, Muramasa parecía satisfecho sabiendo que entendían que Fair tendría que pagar por los métodos que había utilizado para cumplir su objetivo, siendo que también tendría en mente lo dicho por Faith antes de finalmente llegar al bosque de las hadas, donde el recibimiento de las hadas guardianas delatarían su presencia en aquel lugar en algún otro momento.

 -Fue una época difícil, no estaba de paseo -respondió a ambos respecto a la vez que había llegado hasta allí, añadiendo aquel último comentario más que todo para Faith.

 Suponiendo que tendrían algo en mente, dado que no había dudas de que a él le dejarían entrar, el samurai guardaría silencio mientras les veía presentarse y… hacer lo que estaban haciendo. Parecía ya tan acostumbrado que solo se tomó las molestias de tomar otro sorbo de su calabaza mientras las hadas guardianas procesaban todo.

 -Oohh… Sus majestades… -con más respeto del que cualquiera esperaría de unas hadas, al menos cuando uno tomaba como referencia a Faith, las guardianas realizarían una reverencia mientras se mantenían en el aire. -. Sean bienvenidas a su hogar. ¿Avisamos de su llegada a la Reina Hada?