Las calles de Calmatormenta están tomadas por la guardia. Siempre en parejas, patrullan por el pueblo, y especialmente por la zona del puerto, deteniendo para interrogar a todo viajero o extranjero que se cruce con ellos. Nadie se pregunta a qué viene tanta vigilancia, pues los carteles de Se Busca que han puesto por las calles principales despejan cualquier duda al respecto. Se sospecha que el infame criminal apodado como Estornino ha vuelto a Calmatormenta, y el Magistrado Aurus, gobernador del pueblo, ha puesto precio a su cabeza.
Habéis decidido hacer las veces de cazarrecompensas, impulsados por el anhelo de justicia, la venganza, la codicia o algún otro motivo*, y os habéis presentado en la hacienda del magistrado de buena mañana.
*vosotros me decís
El magistrado os recibe en su despacho y os invita a tomar asiento. Es un hombre gordo como un leviatán y a juzgar por las botellas de vino y licoreras alineadas en el aparador, también debe beber como uno. Tiene la papada maciza, la nariz aguileña, los ojos pequeños y negros, ribeteados con largas pestañas, y la calva tan lisa como la cáscara de un huevo. Lleva ropa cara, tan tensa alrededor de su abultado talle que parece a punto de estallar. Su peluca blanca de magistrado descansa en un busto de madera sin rasgos, en un escritorio lleno de libros, pergaminos y útiles de escritura. Enlaza las dedos rechonchos y manchados de tinta sobre el escritorio antes de dirigirse a vosotros.
-Bienvenidos a Calmatormenta, aventureros -dice. Su voz es de terciopelo, perturbadoramente sensual*, y contrasta fuertemente con su aspecto desangelado. El magistrado no parece aberrado ante la presencia del kóbold o el kenku-. Gracias por acudir a mi llamada. Supongo que habréis venido aquí para conocer los detalles del trabajo.
El magistrado se lame las yemas de los dedos para pasar con más soltura las páginas de sus notas.
-Estamos buscando a un canalla llamado Jonas Westman, más conocido como Estornino. Sus delitos son el contrabando y la venta de objetos robados, entre otros. Fue visto por última vez en el muelle, ayer por la tarde, y pensamos que todavía podría estar en la ciudad. Mis hombres están peinando la zona, pero es un tipo escurridizo. Se nos ha escapado en el pasado y no voy a permitir que vuelva a suceder** -el magistrado Aurus hace una pausa para frotarse los ojos en un ademán cansado-. O las quejas de esos mercaderes harán que me explote la cabeza.
El magistrado Aurus lanza un afectado suspiro de resignación antes de añadir:
-Ofrecemos cuatrocientas piezas de oro por una pista que dé con su inmediata detención, o el triple de esa cantidad si lo traéis a mi presencia vosotros mismos. Vivo o muerto.
*¿Habéis jugado al League of Legends alguna vez? El magistrado Aurus tiene la voz de Taric.
**El módulo original pone la típica excusa de que "la guardia está ocupada en otras cosas y por eso los pjs tienen que resolver el caso" pero no veo incompatible la intervención de los pjs con que la guardia esté haciendo todo lo posible por detener a Estornino.
Jinrozo fijó su mirada en la reluciente calva del magistrado. Casi podía verse reflejado en ella.
Allí estaba, sentado junto al pintoresco grupo al que se había unido hace algún tiempo. El mago pronto aprendió que si quería seguir explorando nuevas regiones, conseguir viejos tomos de magia y, ya de paso, un poco de riqueza, necesitaría la ayuda de otros aventureros.
Escuchó con atención las palabras de Aurus mientras repasaba con la mirada la estancia. El magistrado vestía y vivía de forma ostentosa. Si aquel sujeto ponía en peligro su posición, sin duda debía estar desesperado por acabar con él. Cuatrocientas piezas, nada menos, ofrecía por tan solo una pista. ¡Y el triple si lo atrapaban!
El kenku estaba bastante decidido a aceptar la oferta, pero tenía algunas preguntas.
-Tal y como lo describe, ese tal Estornino parece un líder criminal. Si es así, seguro que tiene a su servicio un buen grupo de rufianes. ¿Me equivoco? ¿Sus guardias han conseguido alguna información al respecto? ¿Podemos saber de cuántos hombres, aproximadamente, estaríamos hablando? -preguntó Jinrozo, recostado en la silla y jugueteando con sus dedos acabados en garras.
No he jugado al LoL, pero ha molado mucho el audio, para imaginarme mejor la escena y la personalidad del magistrado :D
Rayo Blanco empezó a contar por los dedos... ¿El triple de cuatrocientos? ¡Eso debe de ser muchísimo! Pero no importaba la cuantía: se trataba de hacer Justicia y llevar a un delincuente a la cárcel o el cementerio... Que eso era lo que le daba rabia a Rayo Blanco: en los "se busca vivo o muerto" nunca especifican la cuantía de la recompensa cuando se los llevas medio muertos o medio vivos.
¿Qué cosssasss mangadasss tiene Jonassss Wesssstman que todavía no haya podido vender? ¿Y por qué le llaman Estornino? ¿Hace magia? Rayo Blanco ssssse hace ssssombrerosss con lassss plumasss de la gente que hace magia-se tocó las plumas de cuervo de su sombrero, y luego aclaró a Jinrozo-. A gente MALA que hace magia, solamente.
El tipo de objetos robados podría llevarles a tiendas determinadas. Por ejemplo, si el Estornino aún tuviese en su poder calzoncillos rojos robados, trataría de venderlos en alguna tienda de calzoncillos rojos, y solo habría que vigilar las tiendas de calzoncillos rojos hasta que Jonas Westman apareciese. Rayo Blanco iba desnudo de cintura para abajo, así que no tenía idea de si los calzoncillos rojos se venden en tiendas especializadas, o si por el contrario dispone de un establecimiento genérico como por ejemplo "mercadillo de cosas chulas" o "lonja de calzoncillos, sardinas y otras cosas".
Yo tampoco he jugado al LoL, pero he visto Modern Family.
El joven Clausius estaba emocionado, sería la primera vez que haría las veces de cazarecompensas. Estaba acostumbrado a cazar en los bosques para llenar su tripa y la de sus amigos. Aquel pensamiento le hizo dudar durante unos segundos, el ya cazaba y verdaderamente la comida que les llenaba la tripa podía considerarse una recompensa. Por lo que acabó llegando el solito a la conclusión de que era un cazarrecompensas profesional.
Con una sonrisa de satisfacción en la cara se dió cuenta de que ya habían llegado a la sala en la que se encontraba el magistrado. ¿Tanto tiempo había estado reflexionando? Aquello ya daba igual, seguía emocionado por que cazaría a su primera pieza no por hambre sino porque era alguien muy malo y el dinero les llenaría la tripa, más de una vez, aunque el seguria cazando por que le gustaba, pero entonces les sobraría la carne porque habrían comprado la comida con monedas... Tuvo que parar porque su mente empezaba a entrar de nuevo en un bucle del que acabaría con un dolor de cabeza, por suerte el magistrado comenzó a hablar. Tenían un nombre por lo que más fácil no se lo podían haber puesto. Clausius estaba contento de que fuera todo tan sencillo y nunca hubiera pensado que los guardias de Calatormenta pudieran ser tan paletos como para no encontrar a un hombre.
Al soltar las cifras se sobresaltó. - ¡Ostras Pedrín! se le escapó con voz socarrano y su mente comenzó a divagar de nuevo, con tanto dinero daría para muchísimas más comidas de las que pensaba. Que podía hacer con tanta moneda. No le entrarían en los pantalones, se estaba empezando a agobiar cuando volvió a la calma escuchando la voz de sus compañeros, por suerte ellos sabrían que hacer si conseguían la recompensa.
- ¡Txo! Sos ta hecho. vociferó. - Sil pájaro cha a volar, yo le trisco un flechazo y temos quitao un problema. satisfecho de dejar al magistrado tranquilo tras dejar el caso en buenas manos, cogió un trozo de paja que llevaba en el bolsillo, se lo puso en la boca y llevó sus manos a la cabeza inclinando. - Pan comió, ¿No? les dijo a sus amigos.
Me va a costar un montón escribirle sus diálogos jajajajajaja
-Te equivocas, mi emplumado amigo, Estornino no es ningún líder criminal -desestima el magistrado con voz meliflua-. Trabaja solo. Tendrá contactos en Calmatormenta, no digo que no, pero desde luego no tiene el respaldo de ninguna banda de matones o de organización alguna.
Se pone unos anteojos y revisa sus notas antes de contestar a Rayo.
-No sabemos qué trama esta vez. Pero en el pasado ha vendido armas (incluyendo una maldita), objetos mágicos con utilidad criminal, obras de arte robadas, falsificaciones, drogas y otras sustancias ilegales -dice-. No tenemos constancia alguna de que sea un lanzador de conjuros. Pero es un hombre astuto y con muchos recursos que no deben subestimar.
Se quita los anteojos y dedica un enarcamiento de ceja en dirección a Clausius.
-Desconozco el motivo por el que el Señor Westman ha optado por ese apodo, Señor Rayo Blanco. Quizá pueda preguntárselo cuando le atrapen para satisfacer su curiosidad.
Jinrozo miró de reojo a Rayo Blanco cuando mencionó su colección de plumas. Le costaba acostumbrarse a su compañía, pues le ponían nervioso los seres de sangre fría. Sin embargo, aquel era un kobold inusual, ya que había sido ungido paladín. A priori, eso significaba que era un tipo honorable.
Entonces, los pensamientos del kenku se disiparon cuando el magistrado dio nueva información sobre Estornino.
-Vaya, vaya... así que actúa solo. Bien. ¿Y se trata de un humano, no? Al menos tiene nombre de humano.
Jinrozo se acarició el pico y continuó.
-Bueno, pues por mi parte no tengo nada más que añadir. Al igual que nuestro joven Clausius, yo también estoy decidido a aceptar este trabajo. Cuente conmigo. ¿Y qué mejor que un pájaro para atrapar a otro que se apoda como tal, no? -concluyó guiñando un ojo.
- ¡Además, ta solo!. se le escapó a Clausius. Espero a que sus compañeros finalizaran de conversar con el Magistrado dispuesto a realizar aquella fácil misión, quizá la vida del cazarrecompensas no fuera tan dura como había oído. Mientras esperaba miraba los objetos y ornamentación de la sala, quizá la recompensa le hubiera parecido mucho a él, un chico de campo, pero para el Magistrado no debía de ser nada del otro mundo viendo los lujos de los que disponía. Hasta tenía una peluca, sin duda calderilla para él y un tesoro para la simple comprensión de Clausius que ni si quiera entendía el valor de todos los objetos que brillaban allí y acabó con su mirada sobre la peluca y miraba de reojo su calva. No comprendía para que necesitaba pelo artificial cuando otro se quitaban el pelo bien agusto.
Acabó encogiéndose de hombros y mirando los cuadros de la sala.
El camino les llevó finalmente a una nueva oferta de trabajo. Aghelas no la quería aceptar, un criminal era peligroso. Cuando se veían acorralados, aunque no hubiesen cometido anteriormente delitos de sangre, era el momento, el detonante. Antes de ser apresados harían cualquier cosa, volviéndose peligrosos -Grrrrr- Emitió un corto gruñido -Tendre que ir con vosotros, os vais a volver a meter en líos y claro me vais a necesitar- Gruñon como siempre, Aghelas no dejaría que fuesen solos. Con el paso del tiempo habían conseguido entender al poco comunicativo enano. Una mirada suya, un simple gesto era lo habitual en él. Parco en palabras, duro como todos los de su raza y siempre dispuesto a ayudar. El Clerigo de Pelor siempre había cuidado de todos -Si esta vez os habren la cabeza con un garrote, no contéis conmigo. Esto huele a peligro- Taciturno y pesimista como siempre. Todos sabían que sus palabras no eran ciertas. Al enano le encantaba atender las heridas de sus compañeros para poder decirles "te lo dije"
Todo en orden, entoncesss. Ssssalvo quizásssss... Rayo Blanco tiene una última pregunta. Rayo Blanco quiere saber ssssi tenemosss jurisssdicción para hacer "cossssassss". Ya ssssabe, Magisssstrado. ¿Tenemossss autoridad para entrar en lassss casssasss y hacer regissstrosss como la Guardia de Calmatormenta? Por encima de todo, hay que sssser legalessss. Con una plaquita de Ayudante del Ssssheriff que nosss identifique como losss que parten el bacalao, y que no nosss tomen por una panda de ladronesss a la primera ocassssión que nossss coja entrando en el almacén de un puerto.
Rayo Blanco no tenía intención de abusar de un estatus especial, tan solo quería tener claros los límites. Un paladín con una orden de arresto por allanamiento de morada en su historial de servicio, por mucho que fuese por ir en persecución de un maleante, seguía quedando bastante mal. Además... Rayo Blanco siempre quiso tener una estrella de ayudante del sheriff.
-Es un humano. Supongo que necesitarán una descripción -dice Aurus alargándoos un retrato a carboncillo. El dibujo muestra a un hombre con barba de varios días, de melena corta, negra y hasta los hombros. Su rostro es de rasgos afilados, ojos pequeños y nariz estrecha. El Magistrado añade: - No es muy alto, y es más bien nervudo y estrecho de hombros.
-Les redactaré un documento que les permitirá actuar con toda mi autoridad si fuese completa y estrictamente necesaria. Supongo que no hará falta avisarles de que será penado todo abuso de esta autoridad.
Aurus redacta una carta, le estampa su sello, la dobla y se la tiende a Rayo Blanco; no habría estrella de ayudante para el kóbold albino.
-Buena suerte, aventureros. Y que San Cuthbert les bendiga.
Clausius miró el retrato y le pareció una persona más entre miles, pero algo era algo, y además se lo podían llevar. - Gracias, Señor. No le defr.. defr..., lo haremos bien. acabó diciendo tras trabarse dos veces mientras hablaba, cuando su padre vivía había usado esa palabra con él un centenar de veces y le dolía mucho oirlo además de ser incapaz de poder pronunciarlo. - Ta luego. acabó despidiendose.