Partida Rol por web

Tormento al verse expuesto por los flechazos de Erdan empieza a correr ágilmente por los tejados, en un principio parece que huye, pero de repente cambia el sentido de su marcha y se dirige hacía uno de los bandidos que está luchando con Shupo.

De un extravagante salto salta a la calle, flanqueando al fornido kóbold. El pobre Shupo que para nada esperaba ese nuevo asalto enseguida se ve abrumado por los dos atacantes. Tormento con un despiadado ademán, aprovecha la bajada de guardia del kóbold y lo degolló por detrás, soltando este un gran chorretón de sangre antes de caer fulminado en el suelo.

Por otro lado, el bandido que lucha con el enano no consigue asestarle ningún golpe de gravedad.

Lanzo otra vez el mismo conjuro abrasador.Lo lanzo justo donde está el pequeño kobold degollado,para que pueda afectar tanto a Tormento como  al bandido.

No sigas Tormento.¡Sabes muy bién como terminará esto,si continuas actuando así!,le digo en una posición defensiva.

El proyectil de fuego impacta en ambos rivales, quemándolos levemente.

Maldito seas...

Erdan avanza hasta la esquina de la callejuela donde ha saltado Tormento, colocándose delante del único kobold superviviente para protegerle de los asaltantes.

Después de todo, alguien tendrá que pagarnos por todas estas molestias.

Fijándose solamente en el tiflin, el elfo se concentra y le suelta dos flechazos que se clavan profundamente en el cuerpo del traidor.

Jamás debiste salir de la cueva en la que te ocultaste, tiflin del demonio.

Erdan, preparó a consciencia su siguiente tiro. Seguramente de los mejores que había hecho nunca, en parte por la rabia acumulada hacía ese maldito que les había abandonado y traicionado en mitad de una aventura bastante problemática de por sí.

Dos flechazos fueron directos a su pecho, cogiendo por sorpresa al tíflin, que recibió los duros golpes y salió disparado contra la pared cercana y cayó muerto en el suelo. A su lado yacía la última víctima del semidemonio: Shupo, el kóbold guardaespaldas de Raspit.

El combate acabó, los dos bandidos al ver el resultado inminente, decidieron salvar sus vidas y empezaron a correr en desbandada, metiéndose en callejuelas para desaparecer rápidamente de esa zona.

Niego con la cabeza al ver el cuerpo de Tormento,abatido,sobre el suelo.No hemos tenido elección...Me acerco hasta él y intento buscar algo interesante,que pueda tener escondido,en sus bolsillos,petate...

Rebuscas en el cuerpo de Tormento, aparte de su equipo que ya tenía antes, no tiene nada de valor encima. Seguramente escondería en algún lugar sus posesiones preciadas y todo aquello que os robó.

Raspit se acercó al cuerpo degollado de su compañero Shupo. Se arrodilló ante él y murmuró algunas palabras que no lograsteis entender. Con la misma sangre que manchaba ahora su cuerpo, Raspit dibujó un extraño símbolo, parecía una especie de serpiente, así que supusisteis que se trataba de una especie de ritual de los kóbolds para despedirse de sus muertos.

El kóbold recuperó la Caja de los Diablos, que había estado transportando Shupo todo este tiempo, se la colgó él en la espalda a modo de mochila.

- Su muerte será vengada.. - musitó en común, para que pudierais entenderlo.

Me acerco al pequeño Kobold y le susurro:sin duda,pequeño amigo...Me alzo,e intento animar a Raspit.Deberimos ir a tu poblado,¿no crees?

Me quedo frustrado viendo a mi adversario escapar, no cabe duda que me habría gustado terminar con el.

Me acerco a mis amigos del otro lado de la calle, no os durmáis aún nos queda el fuego allá, señalo el lugar donde se ve la columna de humo, esto no ha terminado.

Miro de lejos a Tormento sin expresar ninguna emoción, solo contento de saber que tengo un enemigo menos.

Me quedo a la altura del kobold aunque no digo nada, respeto su dolor de lagarto humanoide.

Lo que decía el enano era cierto. Habíais ido corriendo en primera instancia, alertados por aquel fuego que se había desatado en mitad de la aldea. Pero Tormento os había barrado el paso, quizá por casualidad o venganza, quizá fue para no dejaros llegar hasta algún lugar.

Erdan recoge las flechas del cuerpo del Tiflin y, tras sacudirlas para que la oscura sangre de aquel antiguo compañera no las echara a perder, se las guardó de nuevo, mientras se volteaba hacia el fuego y el humo que antes les había llamado la atención.

Aquel bicho les había entretenido... pero allí al fondo aún estaba pasando algo raro.

¡Vamos, compañeros! ¡No hace falta tener la nariz de un elfo para olerse que aquella hoguera solamente puede significar problemas! ¡Aún tenemos un demonio que detener!

El elfo arrancó a la carrera hacia el incendio... o lo que fuera.

CIerto.

Sigo a mis compañeros.

Corréis en dirección a la humareda. De camino os cruzáis con varios aldeanos que huyen despavoridos de la dirección a la cual os dirigís. A medida que os acercáis veis como algunas casas
han sido quemadas o están ardiendo, hay varios incendios activos en distintos sitios y eso es un completo caos, pues el fuego se extiende en todas las direcciones y la gente huye como loca. Algunos soldados de la milicia local, intentan coordinar esfuerzos para apagar las llamas.

En el rato que habéis perdido, luchando contra Tormento y sus secuaces, la situación se ha descontrolado en Honra de Rosquilla.

Cada vez os es mas difícil avanzar, pero poco a poco vais esquivando casas en llamas y vigas caídas, sabéis la explicación que hay detrás de todo eso y en parte os sentís culpables por no haberlo podido detener antes. Los últimos metros que recorréis, hasta el foco de esos incendios, encontráis a varios guardias muertos, algunos quemados y otros por unas heridas de lo que parecen ser garras, pero tampoco os detenéis a comprobarlo.

Os detenéis de golpe, jadeando. Veis a una figura enorme entre las llamas, al principio parece una maquiavélica forma producida por el calor y el fuego, pero poco a poco va cobrando forma. Un demonio enorme, prendido en llamas y con las alas desplegadas aparece entre las ruinas de una casa, medirá dos metros y medio. Sin duda es Zorith, aunque ahora ya no es tan pequeño como antes, parece que la maldición de la cual os habían advertido los kóbolds era cierta.

- Llegáissss tarde para detenerme malditosss - siseaba el demonio, con una voz serpentina mientras movía sus garras, regocijándose por todo lo que había causado.

QUizá.COntesto al Demonio.Pero esta vez no escaparás.

A punto estuvo Erdan de perder todas las flechas de su carcaj cuando al fin llegaron ante la criatura causante de aquel incendio.

Zorith daba miedo. Que sus antepasados le maldijeran si iba a admitirlo en público, y menos aún ante un enano... pero aquel demonio llameante parecía una amenaza mucho más serio que el Tiflin traidor.

Parece... poderoso, ¿verdad?

Avanzo entre los escombros maldiciendo el día en el que nos encontramos con los kobolds.

Pero como es posible que esos renacuajos hayan causado tantos problemas con su maldita caja y su maldito Lumbi.

Me preocupa el poder que ha podido ganar el demonio desde que se nos escapó y por fin, al verlo, me doy cuenta de que la situación es muy grave.

Por Morandín que este demonio es muy poderoso, amigos tenemos que acabar con el. Me sorprende que esos kobolds hayan podido controlarlo alguna vez.

Mis ultimas palabras no son un reproche, es mi mas sincera sorpresa.