Jonathan al principio parece horrorizado con la escena. Se preguntaba qué habrían hecho esos hombres para merecer ser tratados de semejante manera. Pero cuando ve que uno de los agredidos es Plazas, su pregunta cobra respuesta y se tranquiliza, intentando memorizar la cara de los otros dos.
Extrañado por la casualidad, se aleja de la comisaría en dirección al colegio donde definitivamente, ya llegaba tarde a la sesión de tutorías de la tarde.
No pude evitar cierta decepción al comprobar que en aquel almacén no había nada de interés. Inocentemente había creído que quizás fuera a encontrar algo que me indicara a qué se debía aquel olor tan desagradable que había en ese piso, o incluso, descubrir alguna pista sobre el asesino de Dolores. Tenía que dejar de leer tantas novelas de misterio y detectives. Pero el único olor desagradable era el que, en algún momento, había dejado el gato de nuestra casera. Aquel maldito bicho tenía total impunidad para meterse donde le diera la gana.
Estaba a punto de cerrar la puerta cuando vi el manojo de llaves. Las cogí y me quedé mirándolas, me dio la impresión que eran las correspondientes a todas las habitaciones de la casa. No voy a negar que eran muy tentadoras, la curiosidad por saber si había algo incriminatorio en las habitaciones del resto de huéspedes era fuerte. Aún no las tenía todas conmigo que alguno de ellos fuera el culpable de la muerte de Dolores, en especial del desagradable señor Lusting, y por unos instantes la idea de curiosear en su cuarto me resultaba de lo más seductora. Pero sabía que no era correcto, no tenía ningún derecho a entrar en las habitaciones ajenas cuando sus ocupantes no estaban. A mí por lo menos me enfadaría mucho saber que otro inquilino husmeaba entre mis cosas personales.
Con un suspiro de resignación dejé las llaves donde las había encontrado, por lo menos sabía donde buscarlas si cambiaba de opinión. Cerré la puerta del almacén y me dirigí a la habitación de la pobre Dolores, quizás el olor procedía de allí así que sería mejor que abriera la ventana al igual que lo había hecho con la otra habitación.
Cuando entré, y a pesar de que ya habíamos mirado y remirado en el cuarto, volví a observar todo con atención por si algo, por minúsculo que fuera, se nos hubiera pasado. Sabía que era una ilusa pensando que iba a encontrar algo, pero aún así... Tampoco tenía otra cosa interesante que hacer.
Tirada oculta
Motivo: Percibir
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 39 (Exito)
Víctor se sacudió la mano del Dr. Saitsef con un brusco movimiento de hombro mientras volvía a preguntarle a la chica en el mismo tono de voz. Ya la tenía en su poder, se decía a sí mismo, pero aquellas suplicas perrunas del Dr amenazaban con romper su hechizo en cualquier instante.
¿Quién era su mejor amiga, porque se molestaba con frecuencia, le conocías alguna pareja?.
Alcanzo a preguntar tentando en ello a la suerte.
¡Vamos, vamos!, se decía Víctor, no te desmorones aun…
Amigas... no, ella no era muy de amigas. Decia la mujer suspirando. Pero si tenia un pretendiente, su nombre era Roberto, venia varias veces aquí al bar.
Decia mirandoles a los ojos
Sabia que eran pareja porque muchas veces se iba de aquí con él, y a veces... bueno discutian... hace unos dias le mando un ramo de rosas y ella no se lo recibió al mensajero.
Curiosamente notas que el olorsillo ya casi había desaparecido, y en la habitación de dolores, al igual que en el almacén, como en la habitación matrimonial casi no se sentía.
Cuando sales al pasillo ya no lo percibes. Aunque cuando subiste por primera vez a darle el té al anciano si que lo sentiste.
Sin mucho más que hacer, bajas las escaleras directo a tu cuarto. La mujer ya no esta en la cocina, y hay un silencio general en la casa. Cierras la puerta de tu habitación y te dispones a leer y descansar, no habías hecho eso bien desde esa noche.
Vamos a esperar a que todos esten listos para retomar. Felices vacasiones.
Sales de la comisaria, sabiendo que Plazas esta arrestado, directo a tus tutorias. Luego de ello volverias a la casa de huespedes.
Te posteare más adelante, faltan unas pocas escenas para que tus compañeros terminen
-¿que pretende con esa actitud? ¿amedrentarla...? ¿acaso piensa conseguir algo de la asustada jovencita?- Pienso al entrecerrar mis ojos y ver que no pude calmar ni cambiar de intenciones a mi acompañante.
Repudio con todo mi ser el uso de la violencia... -¿Acaso no tienes tacto ....ni educación?- Digo seca y finalmente a mi acompañante antes de disculparme con una reverencia con la señorita y dirigirme a la salida... -si Victor quiere provocar a los guardias de seguridad del lugar ....pues que se atenga a las consecuencias-.
Me dirijo a la puerta de salida pensando en abandonar al Sr. Lusting y su inexplicable conducta (al menos a mi parecer).
Cuando el pusilánime Dr se hubo marchado, Víctor finalmente se sintió en condiciones de dar la última puntada de aquel manto de mentiras que había estado bordando para la chica que tenía por delante.
Discúlpeme usted, le dijo poniendo su mejor cara de pena, siento mi arrebato fuera de lugar más entienda usted. La muerte de Dolores, alguien a quien mucho yo quería me ha afectado profundamente.
Entonces puso una de sus manos con suavidad en el hombro de la chica, solo intento saber si hay alguien a quien pueda avisarle, dijo mientras miraba al suelo con fingido dolor, un familiar, un amigo, alguien que pueda saber un poco más de ella.
Quien le lleva un ramo de flores allí donde ahora le toque descansar.
Quizás usted luego recuerde algo, escuche algo o consiga alguna información que pueda ayudarme, le indico a continuación garabateando la dirección de la pensión en alguna de las servilletas del local con su pluma, tome, conserve mi dirección, allí ha de encontrarme si precisa ponerse en contacto conmigo.
Finalmente y sin recatos, Víctor abrazo a la mujer por un breve instante como si de una amiga querida se tratase mientras le susurraba.
Hágalo por Dolores, por favor, si puede, piense en ella.
Y a continuación se marchó tan rápido como había venido.
Malditos americanos, pensaba el hombre, estafar en Francia era mucho más sencillo…
La joven solo asiente con la cabeza, antes de que tu salgas del lugar. Puedes escuchar como suspira largamente luego de que te alejas, parece que vivió un momento de profunda tensión.
El Doctor Emil sale del bar disgustado y molesto por la escena. Pasados unos pocos momentos sale tambien Victor del bar, y le sigue directo a la casa, ambos caminan hacia el mismo sitio pero separados, cada uno en sus propios pensamientos y en sus preocupaciones.
Voy a esperar a que todos esten libres para postear y continuar. Se que estamos en verano, pero a este nivel no quiero personalizar a ninguno.
estoy al pendiente máster.....
No sabía muy bien si había sido gracias a la ventilación o simplemente que el olor se había ido tal cual había llegado, pero fuera lo que fuera, ya no estaba. Volví a dejar todo tal cual lo había encontrado y bajé de nuevo a la cocina. La señora Woliski no se encontraba allí y ninguno de los otros huéspedes habían vuelto aún. Sin saber muy bien que hacer y esperando que los hombres trajeran alguna noticia interesante, decidí ir a mi habitación a leer mientras esperaba.
Apenas llevaba unas pocas líneas leídas cuando comencé a notar un sopor que me embargaba. La tensión y la falta de sueño del último día estaban haciendo mella en mí.
Justo cuando llegan de sus respectivas diligencias, curiosamente los tres Victor, Jonathan y Emil se encuentran en la puerta, justo antes de entrar, alguno de ustedes se queda en la puerta en espera del resto para asi abrir la puerta para todos y es ahí cuando abren la puerta encuentran a Pétula histerica...."¿quién esta en la puerta?... no no no.... No se atreva a atacarme... estoy armada"... La mujer estaba en una crisis nerviosa y les apuntaba con el arma mientras temblaba y apuntaba hacia la puerta.
Lateralmente se asoma Anne quien muestra cara de asombro por la actitud de la mujer que al parecer estaba montando guardia.
Pueden incluir a todos en los próximos posts
Te quedas dormida por un momento cuando un grito de "¿quién esta en la puerta?... no no no.... No se atreva a atacarme... estoy armada" te despierta. Era la voz de la mujer, inmediatamente te levantas de la cama y abres la puerta de tu habitacion. Encuentras a Pétula en una crisis nerviosa apuntando a la puerta de la entrada que estaba medio abierta pero que de ella se asomaban tímidamente Victor, Jonathan y Dr Emil. Que recientemente habian llegado.
Puedes postear para todos.
Jonathan se disponía a saludar a sus compañeros de vivienda con una sonrisa cuando la excitada voz de su casera lo sobresalta. Jonathan se acerca a la mujer intentando tranquilizarse.
-Señora Woliski, cálmese, se lo ruego. Somos nosotros-el profesor hace ademán de acercarse a la mujer pero entoncer se percata de que tiene un arma apuntándoles por lo que decide no acercarse más-¿Atacarle?¿Porqué íbamos a querer atacarle? Vamos, deme ese arma antes de que alguien salga herido.
En todo momento, la voz de Jonathan es tranquila, conciliadora e intenta transmitir confianza en su objetivo para que entieda que ellos no son una amenaza y que están allí para ayudarla.
Al ver a Anne, la mirada de Jonathan se dirigió hacia ella, con una expresión de desconcierto, como preguntándole con la mirada qué había ocurrido.
Motivo: Psicología
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 10 (Exito)
Ya que mi intención es tranquilizar a la señora Woliski, tiro psicología por si sirviese de algo.
Parloteando de diversos temas Víctor busco conversar con su compañero de regreso a la pensión.
Se había disculpado con el hombre por su exabrupto, indicándole que su violenta reacción no era más que una farsa orquestada con el firme propósito de sonsacar toda la información pertinente a Dolores.
O dicho de otra forma, intento actuar el papel de policía malo.
De nuevo en la vieja casona fue sorprendido por la reacción de Petula de tal forma que ninguna palabra quiso llegar a sus labios.
No obstante, se movió con deliberada lentitud hacia un costado, lejos, de donde el cañón del arma apuntaba.
Le dio una disculpa al imbecil pagado de si mismo que le acompañaba.
Víctor veía innecesario enemistarse con el anciano y dadas las misteriosas circunstancias que le unían, por el momento, a dicho hombre.
Llegado el caso, y si tuviera que inculparle de algo para salvarse a si mismo, sin dudas lo haria.
Pero para ello, era mejor conocer cuanto pudiera del viejo.
Gajes del oficio por supuesto.
Me había quedado dormida con el libro entre las manos. Cuando escuché los gritos, me desperté desorientada, sin saber de donde procedían ni lo que estaba sucediendo incluso, por unos instantes, pensé que todo era producto de mi imaginación, vestigios del sueño en el que había caído. Tardé unos instantes en darme cuenta que eran reales, reconociendo la voz de la señora Woliski.
Me levanté de un salto y poniéndome una bata a toda prisa, salí de mi cuarto para saber la razón de aquellos gritos y lo que vi me dejó completamente paralizada. Nuestra casera se encontraba apuntando con un arma al resto de inquilinos que ya habían regresado.
Temblando por el miedo y la impresión, me intenté acercar a ella suavizando mi voz para no alterarla más de lo que ya estaba. No entendía lo que estaba sucediendo ni el porqué de su actitud, y mi cara de sorpresa debería ser suficiente contestación a la muda pregunta del profesor.
—Señora Woliski... ¿Qué hace? Tranquilícese... Son sus huéspedes. No le van a hacer ningún daño... ¿No los ve?
Era difícil decir a alguien que se tranquilizara cuando yo misma estaba nerviosa, pero lo peor era que veía tan alterada a la mujer que tenía miedo que disparara a cualquiera de nosotros.
La señora Pétula temblaba como una hoja y dadas las palabras del profesor Bishop donde la tranquilizaba parecia ella estar fuera de si, en un estado de alta ansiedad. Deja caer el revolver en el suelo y el arma se dispara impactando en la pared y sin herir a nadie. Pétula se deja caer muerta del pánico, su gato asustado sube las escaleras, mientras su dueña se toca la cabeza, se apoya en la pared y se resvala. Yo- yo lo siento. dice llorando. crei que venía por mi..
Jonathan se sobresalta cuando el arma se dispara, su pulso se acelera y a punto está de caerse, pero consigue mantener el equilibrio a pesar de su cojera e intenta agarrar a la señora Woliski para evitar que se haga daño con la caída. Su maltrecha pierna sí cede ahora con el peso de la mujer y la necesidad de soltar su fiable bastón para agarrarla. El hombre acaba con la rodilla derecha hincada en el suelo, pero consiguiendo su objetivo. Con suavidad tiende a la mujer en el suelo y le pone un cojín bajo la cabeza.
-Vamos, vamos. Ya pasó. Pero por todos los santos, ¿A qué ha venido esta locura?¿Quién venía a por usted?¿Ha pasado algo en nuestra ausencia?