Partida Rol por web

-Pues tal como experto no... lo siento pero es lo más que mis conocimientos pueden desentrañar...- contesto al buen Profesor B con expresión un tanto distraída al estar recorriendo la habitación con mi mirada.

-Pero nos hemos olvidado por completo del viejo Profesor!!, recomiendo que sigan buscando en el cuarto mientras entrevisto al Sr. Szymczack para ver si en algo nos puede ayudar- Salgo de la habitación y dos unos pasos mientras toco la puerta del veterano letrado -TOC,TOC, Profesor ??? está usted en su cuarto???- 

En realidad, Bishop que acababa de subir no ve nada fuera de lo habitual, y todos quedan a la espera de la respuesta del profesor en su cuarto, unos ronquidos leves se escuchan al acercarse, nada más. Pero no hay movimiento de que el hombre se levante...

Victor se da cuenta que realmente nada le falta,  es decir, no le han robado. La ventana estaba cerrada, y los objetos que guardo en partes altas parecen estar en orden....

El animalillo escapó detrás del mueble, realmente  la casa  necesita una fumigación, tanto bicho no debe ser sano.

Entre el mal olor que había detectado y los bichos que parecían campar a sus anchas por las estancias de la casa, estaba claro que se necesitaba una limpieza muy a fondo. Tendría que hablar seriamente con la señora Woliski, pues estar en un sitio donde toda clase de asquerosidades podian salir de cualquier rincón no me hacía ninguna gracia.

No tuve tiempo de matar al cimpiés pues éste se escabulló bajo el mueble. Con cierta aprensión fregué la taza que había contenido al bicho, pero no la usé pues me daba un poco de asco. Cogí otra de la alacena no sin antes mirar con atención en su interior por si me encontraba otra desagradable sorpresa. Por fortuna, la nueva taza no tenía habitante aunque preferí lavarla también antes de servirme el té en ella.

Se me habían pasado un poco las ganas de tomar la infusión, pero aún así llevé la taza a la habitación. Inconscientemente miré al suelo y las paredes de mi cuarto con miedo por si aparecía algún bicho más, pero parecía que mi habitación estaba libre de tan repugnantes animalejos. Me metí en la cama y encendí la lamparilla, me puse a leer dándole pequeños sorbos al té hasta que, después de varias páginas, comencé a sentir los párpados demasiado pesados para continuar leyendo. Apagué la luz y me dispuse a dormir. Esperaba que el día siguiente resultara mejor que los dos anteriores y que todo se resolviera de una vez por todas. O mejor aún... Recé para recibir el aviso de que ya podía empezar a trabajar para, de esa forma, poder irme de esa casa que comenzaba a ponerme demasiado nerviosa.

Confuso y claramente fuera de su eje, Víctor no paraba de mirar aquí o allá yendo de un lado al otro de la habitación.

No había explicación alguna a lo sucedido.

Ni pistas.

Ni nada.

Y por más que el buen hombre no era alguien obtuso de pensamiento y amodorrado para cuando debía actuarse, lo cierto es que ahora, como poco, se encontraba completa y absolutamente.

Desconcertado.

-Bueno. Pues si todo está en orden, les dejo con lo suyo. Iré a ponerme cómodo antes de la cena. Nos vemos más tarde. -dice Jonathan con una sonrisa a modo de despedida, tras lo cual se dirige hacia su habitación-.

Sus compañeros de vivienda lo pierden de vista cuando cierra la puerta tras de sí.

Ha sido un día intenso y Jonathan se siente cansando, así que se desata la pajarita, se quita la chaqueta y se tumba un rato sobre la cama. Por un momento parece que llega a dormirse pero se despierta al poco rato. Comprobando que falta poco para cenar, se cambia de ropa por otra un tanto más cómoda a la par que informal y baja al salón.

Siendo así, todos se van a dormir con una sensación  extraña en su ser. Durante todo el día habian tratado de investigar que demonios estaba pasando sin respuestas, y todo apuntaba a ser un caso de no resolución. Más de uno pensó esa noche dejar esa casa de huespedes al otro día y fue así como todos se van a dormir. La sensación de que algo no estaba bien persistía en el ambiente, y... ese olor, un olor peculiar que sintieron cuando se iban a dormir. Ciertamente eso no les impidió cerrar los ojos y dormir, el reloj de pared sonó doce veces señalando la media noche y el comienzo del tercer día, el día que ninguno de ustedes olvidará y donde todas las respuestas tendrían sentido...