Partida Rol por web

Se apresuró a inmovilizar al loco del científico. 

​​​​​​Qué cojones... Dijo buscando situarse en posición defensiva protegiendo a sus compañeros... A fin de cuentas, sobrevivir no era una alternativa. 

La melodía entonada por el bardo parece afectar a esa masa de huesos. Varias de sus calaveras comienzan a carcajearse y la mole se detiene, presa de una risa de ultratumba. Tal visión siniestra volvería loco a más de uno. Por suerte, vosotros ya habéis visto demasiado.

El doctor Arkham, loco de remate, decide explicaros de donde sale aquella monstruosidad:
-He necesitado 98 muertes para abrir los portales, 98 personas que han sido sacrificadas a los Dioses Impíos que moran más allá de este plano. Los sacrifiqué a todos con mis propias manos. Sus almas fueron la llave que los abrió pero sus huesos se quedaron aquí, guardianes de la oscura obra. No quiero volver con Strahd, por favor, enviadme con ellos, empujadme dentro y con mi vida sellaré una entrada... -después de este momento de lucidez, volvió a reír al tiempo que os miraba fijamente. -"Con cuarenta y nueve almas se abren las puertas mas con cincuenta se cerrarán" decía el libro Con mi sacrificio cerraréis uno ¡Pero solo uno hahahahaha! ¡Solo uno! El otro lo deberéis cerrar con vuestra propia vida. ¿Quién será el estúpido en arrojarse al pozo de fuego o a la oscuridad eterna? ¡Hahahahaha!

Murgen se encogió de hombros y tras cruzar de vuelta, cargó para arrojar al loco doctor al abismo infernal y arrojarse a continuación. Todo había sido un fracaso, Arkham debía morir para parar aquello, pero no sería él quien se presentara ante Strandh con las manos vacías, además no confiaba en que el barón cumpliera su palabra. Prefería una muerte segura elegida por sí mismo, que una muerte segura elegida por ese maldito chupacuellos.

A tomar por cu... Sus últimas palabras se perdieron en el vacío, pero el espíritu del mensaje quedaba claro. Si había que morir, al menos que sirviera para algo. 

El bardo miro confundido al guerrero y como había actuado. ¿Pero qué…? fueron las únicas palabras que llego a pronunciar mientras dejaba su laúd colgado a la espalda y desenvainaba su espada.  

Arkham se perdió en el abismo oscuro mientras que Murgen, cansado, se arrojó al portal llameante. La mole huesuda se desmontó por completo y un río de sangre cubrió la fétida agua acumulada. Los dos agujeros interdimensionales comenzaron a cerrarse generando un enorme vendaval.

Ashena y Borg se escondieron tras el muro para refugiarse mientras que Connor, sin laúd y con la espada en la mano, fue proyectado hacia una de las columnas, recibiendo un duro golpe.

Y tras esto... el silencio.