Y por esta puerta se accede a otro pequeña salita que comunica con otra de mayor tamaño por medio de una arcada: parece un dormitorio de gran tamaño, con vestidor y un par de omnipresentes chimeneas, una cama con dosel y grandes armarios. Las polillas han hecho mella en las cortinas que cuelgan de la ventana.
Veamos quién vivía aquí.
Después de abrir las ventanas para que entre un poco de luz, apartando con cuidado los trozos de tela en que se han convertido las cortinas, empiezo a examinar palmo a palmo la habitación empezando por las mesillas de noche, los armarios, cajones varios, el vestidor...
Otra chimenea!!! Si que eran frioleros los van laaden!!!
Encuentras ropa bastante pasada de moda y que tiene pinta de no usarse desde hace décadas.
En la mesita de noche encuentras varios sobres amarillentos que formaban parte de la correspondencia que mantenía Beatrice con Aaron van Laaden cuando este estaba en la guerra
Beatrice Van Laaden! y su correspondencia!!
Sobres amarillentos que van a parar a la mochila, junto con el montón de libros y diarios por leer.
Entonces me dirigo por última vez al trastero a investigar durante una hora más o menos, con la esperanza de encontrar algo más.
Vaya, pues la búsqueda mas exhaustiva ha dado sus frutos.
Encuentras en el fondo de un arcón una bandera de la Unión cuidadosamente doblada, con un sable y vartias condecoraciones, así como el diario de Aaron Van Laaden que abarca desde su retorno de la guerra hasta su muerte.
Tirada: 1d100
Motivo: suerte
Dificultad: 65-
Resultado: 57 (Exito)
Genial!!! Otro diario!!! Y escondido en el fondo de todo este embrollo de cachivaches!!!
Lo hojeo brevemente y me lo guardo en la mochila.
Creo que ya he terminado en este piso, así que me dispongo a bajar por las escaleras para encontrar un buen lugar donde leer.
¿Y de todos los lugares que has visitado, cuál será el mejor sitio para leer? aparte de la casa de los Kaltenhäuser, claro.
Creo que a la biblioteca de la planta baja, donde estaban esos sofás tan cómodos con la música de Bach de fondo, si al señor fantasma escocés le da por tocar el piano, claro.
Decides bajar de nuevo hacia el salón por la destartalada escalera, que ha sufrido un buen golpe con la silla de ruedas y la ha dejado en un estado un tanto precario aunque todavía parece seguro.
Cuando tu pie pisa el primer peldaño con sumo cuidado de repente la linterna se apaga, y la luz deja de entrar por las ventanas. estaba ya anochreciendo, y la luz no era la misma que hace unas horas, pero... no ha sido algo gradual, pues en este caso ha sido como si toda la luz se hubiera ido de golpe.
Y en ese momento puedes ver a alguien que corre a tu lado, lo único que llegan a percibir tus ojos. Una silueta blanquecina y pálida, con el rostro de una anciana con los ojos desorbitados y vestida con una bata, con la boca abierta emitiendo un grito silencioso mientras los blancos mechones revolotean acompañando en su caida la rota barandilla sobre la que se ha abalanzado. Y en ese mismo instante, y aunque la anciana ni siquiera ha llegado a tocarte notas como algo te empuja escaleras abajo, aunque no sabes si es tu propia conciencia o lo que sea que parece forzarte a acompañar a la infortunada Beatrice van Laaden y a Ricardo Escribano en su caida.
Tira Cordura y DESx3.
Tirada: 1d100
Motivo: caigo o no caigo??
Dificultad: 30-
Resultado: 100 (Fracaso)
Tirada: 1d100
Motivo: codura o no, that's the question
Dificultad: 52-
Resultado: 14 (Exito)
Puedo intercambiar los resultados??? :(
Me parece que pember va a hacer compañía a escribano..
En la larga caida los peldaños te van golpeando dolorosamente aunque esa oscurdad que antes imperaba ha desaparecido por completo. Ante ti está el pálido cuerpo de la alocada anciana, que poco a poco se va difulminando, y el de Escribano a su lado.
Tira 2d6 de daño y quítate (solo) 1d3 de COR.
Tirada: 2d6
Motivo: daño
Resultados: 2, 5
Tirada: 1d3
Motivo: cordura
Resultado: 3
El doloroso golpe hace que te marees y pierdas la consciencia lentamente. Para no despertar jamás.
Y lo peor es que sientes tu fantasma anclado a un misterioso y poderoso espíritu de un salvaje con el rostro pintarrajeado que habita en el paramento de roble del salón de la planta baja que dispone a tu antojo de tu alma, al igual que Ricardo Escribano, al igual que Beatrice van Laaden, al igual que Elizabeth van Laaden, atrayéndote a la casa a su antojo y conveniencia para asustar a los futuros investigadores o pobladores de la vivienda.
fin
Lo tenías casi imposible para poder derrotar en solitario a un druida que llevaba encerrado en un roble desde hacía 17 siglos, roble del que se encaprichó Brandon van Laaden y que hizo traer a Michigan para decorar su casa. Y cuando el druida, que sufrió lo insufrible tras que cortaran su carcasa terrenal, se recuperó al calor del fuego decidió quedarse la casa para el solo, alejando a los van laadenprimero y a los futuros compradores después.
Era una mala bestia, con numerosos hechizos y puntos de magia, pero entre 3 habríais tenido alguna posibilidad.
Lo siento, la partida acaba aquí. Muchas gracias por participar en el proyecto y por aguantar hasta el final, aun cuando otros, posiblemente incluido yo mismo, habrían tirado la toalla. Has sido un gratísimo descubrimiento para la comunidad y para mis partidas y serás bienvenida a toda partida futura que haga (aparte de las máscaras), y espero que con mas suerte que aquí.
Los ojos desorbitados de Beatrice fue una de las últimas cosas que el escritor vio. Aunque la última realmente sería la madera del piso donde su cuerpo se había estrellado. Su columna no pudo soportar el tremendo golpe que se dio, y ya había perdido mucha sangre en la biblioteca. Intentó moverse, pero no pudo, su cuerpo no le respondía. Notaba cómo su vida se le escapaba.
Entonces se dio cuenta que aquel era el final de Ray Pember, escritor inglés que había ido a buscar material para su próximo libro y acabó siendo empujado por el espíritu de un druida escocés. Recordó a sus familiares de Inglaterra, a su tío en Grand Rapids al que le darían la noticia de su muerte seguramente mañana. Recordó a todas las mujeres con las que se relacionó y con la que nunca encontró una estabilidad. Pero todas ellas seguro guardaban un buen recuerdo de él. Eso lo consolaba. Quizá no habría podido hacer feliz a ninguna pero a ninguna había hecho llorar. Recordó a su editor, gruñón y huraño, a las personas interesantes que había conocido, la alegría de las fiestas a las que había asistido, las conversaciones que había mantenido, los libros que había escritos. Todo ello quedaba atrás. Y con un último suspiro se despidió de todos ellos, quizá lamentando que ahora ya no podría escribir ese último libro. Otro lo haría por él. Y esperaba que al menos pusiera de dónde había sacado el material. Sino le haría una visita fantasmal para recordárselo.
Y entonces sintió como se elevaba del suelo, se vio a sí mismo tendido al lado de Escribano y el balbuceante anticuario hecho un ovillo en un rincón. También pudo ver la esencia de la casa, el espíritu del druida escocés que tantos estragos había hecho, los lamentos de Beatrice de vez en cuando, ligados a la casa. También a la joven, bella y pálida Virginia, suicidándose. Y supo que también él había quedado ligado al poder de druida. Que cuando fueran otros investigadores se encontrarían con que una fuerza irresistible le empujaría a repetir el salto por la escalinata. Pero seguramente ellos ya tendrían la mitad del trabajo hecho.
Salió el sol y pudo ver cómo los Kaltenhauser, a la vista que llegaba el señor Van Laaden entraban para limpiar un poco. Cómo la señora lanzaba un grito horroroso y Karl se acercaba para comprobar que ambos estábamos muertos. También cómo el anticuario emitía un chillido y era auxiliado por ellos. Vio como llegaba Maurice y se encontraba a los alemanes en estado de shock. Llamaban a la policía y en cuestión de poco tiempo, o mucho para los humanos, la casa se llenaba de policías, curiosos, periodistas... Revisaron nuestras cosas. Alguien se extrañó de las figuras que llevaba Escribano. Le entregaron a Maurice todos los diarios. Éste los hojeó y sus ojos se emocionaron cuando vio el nombre de su madre escrito en uno de ellos. Quizá ahora sabría quién era su padre y si aún vivía. Otros investigadores continuarían su camino. Leerían las aventuras de Brandon, Aaron y Allen. Conseguirían acabar con el druida. Y puede que él mismo les ayudara. Debería aprender a mover los libros. Alguno tenía que tratar sobre druidas escoceses. Mmm, voy a mirar a la biblioteca!