Nuevamente son levantados al rayar el alba, uno de los guardaespaldas va abriendo habitación por habitación mientras otro se queda en la puerta. Cuando abren la puerta de la habitación de Himmler, lo encuentran tirado en el piso, en un charco de su propia sangre! aparentemente intento arrastrarse desde su cama en dirección a la puerta, pero no logro llegar.
El guardia de la puerta sale para avisar a sus superiores de lo sucedido mientras el otro comienzo rápidamente a ver el resto de las habitaciones, pero no encuentra ninguna otra victima.
En eso escuchan un ruido de la puerta de Himmler y lo ven a el mismo, parado a duras penas, cuando el guardia se acerca para asistirlo, el Comandante en Jefe le roba el arma y dispara contra Goebbels, quien queda impávido mirando la nada unos segundos y luego se desploma inerte.
Me mantengo a distancia, evito entrar a la puerta mi silla de ruedas es muy torpe, mi lesión me evita tener ciertos movimientos. Una muerte lamentable, digo a los que si pueden moverse, ¿alguien revisó los bolsillos del hombre?, ¿tenía alguna nota o algo?, ¿alguna pista de porqué murio?.
Trato de evitar comentarios de cortecia, en realidad poco conozco de ese hombre.
De repente palidezco, fue muerto de manera muy exacta, no alcanzó hacer mucho...el asesino es experto, sí me matara a mi, en mi silla de ruedas no podría huir muy lejos, maldito indiana jones.
El drama se desató en unos escasos metros.. La sorpresa me encogió el corazón, pero no mermó mi ánimo.
-¡Vengan todos! -los llamé-.. Himmler y Goebbels.. ¡han muerto! Mein Gott.. ésto no puede estar pasando. Señores, hay que encontrar a los traidores ¡YA!
Landa saca su pipa mientras analiza y reflexiona. -Quizás estemos cerca. Quizás estemos buscando entre los que no deberíamos estar buscando- dice mientras muerde, mostrando los dientes sin sonreir.
-¿Una breve intervención que quieran hacer todos los presentes? O tendremos que ir a buscar a los que se esconden en sus habitaciones y sacarlos por la fuerza...- recita con total tranquilidad.
- Esto empieza a ser preocupante. Hay que encontrar a los responsables ya.
Coronel Hans los que no se presentan seguro se esconden como ratas, digo pensativo, y sí teniente coronel Eichmann, esto es preocupante, sólo que a mi me preocupa hace mucho más que usted, desde el mismo momento que comenzó todo este ejercicio me he dado cuenta que unos que antes hablaban mucho, ahora estan muy callados, ¿porqué será?, primero discutían por unas sillas y ahora, parece que "ahora" que el tema se ha vuelto tan profundo guardan silencio...
Miro a los presentes.
¿coincidencia?... no se.
¿Himmler? ¿Goebbels? ¿Pero que estaba sucediendo?
- ¡Maldición! No solo hay algún asesino, sino que es un cobarde, a escondidas, ya sólo por eso merece la muerte – Me enfurecía ese tipo de actitud, en el campo de batalla se mataba a la cara, como un valiente.
Nunca he sido ni seré un hombre violento... ver morir a alguien a sangre fría fue un impacto para mi, por eso tarde en articular palabra.
-Señores está claro lo que hay que hacer... revisemos las habitaciones.... incluso a nosotros mismos.- digo nervioso y comienzo a vaciarme los bolsillos. Donde no llevo nada importante- ¿Como murío Himmler?,¿fue un disparo, una puñalada como Trauld?, esas armas tienen que estar en algún lugar. Si ninguno de ustedes se decide comenzare yo mismo a revisar todo el bunker.
No tengo ningún inconveniente en ser registrado, ni yo ni mis dependencias. Soy fiel al Führer y siempre lo he sido- proclamó Rudel con solemnidad. Volvió a mirar los cuerpos con indiferencia. ¿Y si uno de ellos es el traidor? Con su último aliento, Himmler mató a Goebbles. Está claro que sospechaba de él, pero.. ¿por qué?
Mengele llego detras de Hoffmann y observo con mirada critica lo sucedido.
-Yo diría que al menos uno a matado al otro.
El profesor ahora mismo no tenia ningún acusado, los dos que desde un principio sospechaba ya estaban muertos. Pero esta situación le recordaba que el traidor o traidores, pues ya pensaba en varios aun estaban con ellos, riéndose a sus espaldas.
-Mire mi habitacion lo que quiera, es mas mire la de todos, pero creo que no encontraremos nada, ¿Algunos de ustedes llevan armas no es asi? Hasta yo mismo llevo una porra por miedo. Asi que sinceramente no creo que fuera a servir de mucho, pero si eso es lo que quiere comience con la mia.-Dicho esto el pequeño hombre se toco el mentón antes de volver a hablar.
-¿Quien entro primero? Perdon, ¿Quien lo vio primero?
Entro nuevamente a la sala El interrogatorio a Mussolini fue infructuoso y viendo que todava quedan traidores entre ustedes, es necesario que elijan a alguien para interrogar incluso antes de que terminara la frase, 6 guardias entran con las armas en la manos y listos para disparar, tambien dos ayudantes entrar una pizarra para contrar los votos.
Les entrego a cada uno de los sospechoso un papel y un lapiz para que elijan quien va a ser entregado, finalmente cuando todos entregan hago el recuento Se ve que no tienen ninguna certeza, hay un triple empate! Me pregunto sino sera mejor que me lleve a los tres para interrogar... el Coronel Voguel fue votado por Göring y el Dr. Josef Mengele; quien a su vez fue votado por Erwin Rommel y Fedor Von Bock; finalmente Adolf Eichmann se voto a si mismo y tambien lo voto Rudel. El resto pueden verlo en la pizzarra.
Miro atentamente a los tres acusado tu nunca me gustaste Mengele, ustedes viene con nosotros!
Hans Landa: Hans Landa
Heinrich Hoffmann: Heinrich Hoffmann
- Veo que gente entre vosotros pensais que soy un traidor al Fiurer. Pues os diré una cosa. Yo no soy un traidor. Es mas, tengo un poder especial. Soy capaz de comunicarme con los muertos.
-Ya veo como fui el principal justiciero que derroco a uno de los traidores presentes, sus compañeros me apuntan ahora con el dedo. Temeis mis acciones y mis palabras ¿Verdad?-Mira al resto con la porra en alto.
-Recordar el rostro de quienes me han elegido pues esos 2!! son los traidores que aun quedan en la sala. Saben que no pueden hacerme nada por la noche y me intentan eliminar de esta manera.-Mientras los señalaba con su porra sus ojos los miraban con tanto odio como a Musolini