Partida Rol por web

Tras pocos minutos de deliberación fijándoos bien el mapa y la estructura de las colinas de alrededor, todos parecéis coincidir en señalar la dirección de unas colinas que aparentan ser las escamas del costado de un dragón. Éstas se encuentran hacia el nordeste.

Os ponéis en marcha rápidamente, tratando de alcanzar vuestro destino antes de que caiga la noche.

Para vuestra sorpresa,  viajar por el valle entre las colinas es relativamente fácil gracias al terreno llano y cubierto de hierba y la falta de bosques frondosos. Grandes extensiones de abedules y álamos se encuentran dispersas en las laderas y en todo el valle, pero no son lo suficientemente numerosas como para impedir el paso. Además, tampoco habéis sido interrumpidos por cualquier inesperado encuentro.

Todas las variedades de flores silvestres y animales se pueden encontrar en las colinas y en las llanuras bajo ellas. Los arándanos y las frambuesas silvestres crecen en matorrales en el bosque y en la base de las colinas.

Pasáis entre las últimas montañas y entráis en un valle tranquilo y arbolado escondido entre una montaña y una colina alta. Casi parece demasiado tranquilo y hermoso para ser el hogar de una criatura vil como el Halcón.

A medida que avanzáis por el valle, observáis muchas aves y pequeños mamíferos, así como algunos ciervos y alces. 

El mapa indica que la entrada de la guarida está en el lado noroeste de la colina. A medida que rodeáis la colina, el paisaje cambia drásticamente.

El paisaje fértil y colorido da paso a un paisaje triste y desolado. El suelo está húmedo y encharcado, y las flores silvestres son reemplazadas por musgos y líquenes. Os dais cuenta de que el sol nunca toca esta parte de la colina, debido a su propio movimiento y la sombra proyectada por la montaña vecina.

En la cima de la colina, los árboles y los arbustos cubren la ladera donde la sombra de la montaña no puede alcanzar. Pero debajo, todo es un páramo. El agua serpentea cuesta abajo, formando surcos y barrancos. Se forman charcos y lodazales entre las rocas y en cualquier lugar donde el suelo está lo suficientemente nivelado como para almacenar la humedad. Ranas, sapos y salamandras saltan y se deslizan de charco en charco. Se pueden percibir nubes de mosquitos saliendo de algunos de los charcos más grandes.

El agradable paseo por el campo se cortó de manera abrupta, sustituidos el verdor y la vida salvaje por un páramo enfermo. Durante el trayecto se había relajado, pero al ver aquello la tensión volvió de golpe. Arrugó la nariz y, con desagrado, escupió al suelo. El lugar parecía apropiado para ser la guarida de una vil secta como la del Halcón.

Allá dónde posara la mirada, tan solo veía muerte, desolación y tristeza. Una visión que no auguraba nada bueno.

—Preferiría no deambular sin rumbo por este cenagal. Parece peligroso, y no querría cruzarme con una de esas nubes de mosquitos... O con algo peor. —Miró a Barakanar y abarcó la zona con la mano—. ¿Puedes explorar desde el aire, a ver si encuentras una entrada?

La búsqueda en esta ciénaga no será nada fácil, el lodo cubre vuestros tobillos y el olor es horrible. Además los diversos sonidos de reptiles y alimañas os hace pensar que debéis extremar la precaución.

Barakanar se poso cerca de sus compañeros y volvio a alzar el vuelo para echar un vistazo desde las alturas

—¿Por qué todo lo que es maligno tiene tan poco amor por la vida cómoda? Digo, todavía no es tan malo como nuestra expedición por Marisma Hool— se quejó Raff, adivinando el panorama que los iba a recibir— pero si yo no tuviera escrúpulos y necesitara una guarida en la espesura, me robaría una cabañita inocente al lado de un rio tranquilo...

Habían parado a la espera de lo que hubiese visto Barakanar y escuchó a Raff comentar sobre las Marisma Hool. - Por lo que me dijeron era un páramo también sombrío y tétrico. Estuve a punto de ir una vez para buscar un tipo de madera y resina especial para un tabernero, pero por circunstancias y falta de gente no pude aventurarme en esa zona, y la verdad es que no me arrepiento viendo lo desolador que es este lugar. -

El esfuerzo por encontrar alguna pista o entrada a la guarida fue lo más incómodo posible, incluyendo encuentros con varios pequeños reptiles y anfibios.

En un momento dado Elisé resbaló dada la inestabilidad del terreno. Por suerte para ella, Talasek se encontraba muy cerca y la agarró justo a tiempo para que no cayera al suelo.

Casi al mismo tiempo, Hodrum pisó una zona embarrada que estaba tan blanda que el mago se hundió hasta las rodillas quedándose atrapado y teniendo que solicitar la ayuda de Raff que le ayudó a liberarse mientras soltaba una carcajada inevitable.

Una hora más tarde, algo desanimados, sucios y cansados de buscar, Barakanar desciende de los cielos para explicar al resto del grupo que ha encontrado algo: El druida había encontrado una gran grieta en la ladera de la colina. Al principio, le pareció ser otra fisura causada por el agua corriente. Pero a medida que investigó, se había dado cuenta de que la grieta cortaba profundamente en la ladera. El propio Barakanar os indicó el camino.

La abertura está cubierta de musgos y enredaderas. Se pueden observar huellas de gran variedad de animales en el lodo frente a la abertura. Parece que una cierta cantidad de tráfico de animales pasa por aquí de manera regular. Sin embargo, los musgos logran reponerse rápidamente a pesar de ello.

¡Buen trabajo Barakanar!  - expresó el paladín con cierto júbilo.

Ésta debe ser la entrada a la guarida del mal. No perdamos demasiado tiempo, no me gustaría pasar la noche a la intemperie.

Talasek tenía razón. Estaba anocheciendo y ese lugar no parecía demasiado amable para descansar. Quizá dentro no sería mejor pero al menos estaríais al resguardo de las inclemencias climáticas.

No la gustaba la idea de dormir en la propia guarida del enemigo, pero aún la apetecía menos seguir allí, en aquél barrizal infecto, presa de los mosquitos y otros bichos que no dejaban de acosarles. Puesta en aquella tesitura, prefería arriesgarse en la boca del lobo, y con eso en mente se dirigieron a la enorme grieta abierta en la montaña.

—No sé que habríamos hecho sin ti estos días —alabó al druida, ya frente a la gruta.

Aspiró profundamente y, lista, tomó la delantera para avanzar al interior, espada y escudo en mano. Si había que hacerlo, era mejor no pensar demasiado en ello, o el ánimo podía flaquear imaginando lo que les aguardaba allí. Cuanto antes, mejor.

—¿Vamos a dormir en la cueva que claramente está llena de huellas que entran y salen? Bueno...— dice Raff poco convencido— peor es nada. Cuando nos toquen las guardias, recomiendo que tengamos una olla o algún trasto de metal en el regazo. Así si nos dormimos u, Olidammara no lo quiera, somos tomados por sorpresa, el ruido de los trastos nos despertará a todos.

Aun sin haber entrado a la cueva, Raff contemplaba que tan necesario era quitarse la armadura. Ya la noche anterior se había despertado con una espada clavada en el hombro, y no era una experiencia que quisiera repetir.

—Yo me adelantaré un poco, pero síganme de cerca.

Barakanar asintió, esta entrada tiene muchas huellas, adelantate a ver si encontramos el fondo dijo el druida