Partida Rol por web

Barakanar una vez pasado el caos del combate se dedico a ir registrando los cadaveres de los cultistas que los habian asaltado en el templo, quizas pudiesen tener alguna pista del paradero de la guarida del Halcon, quizas pudiesen tener algo de equipo util para los aventureros.

A la mañana siguiente acudio a la reunion con sus compañeros y ante el anuncio de Eritai de que estaban frente a Mizaab solo pudo abrir levemente la mandibulo en gesto de asombro.

Ante las palabras casi de reproche de Elise solo pudo sonreir y decir recuerda el dicho amiga, un mago no llega pronto ni tarde, sino en su justo momento.

- Mizaab, hizo una leve inclinacion de cabeza, ahora al eje del asunto, antaño lograste atrapar al Halcon y confinarlo, la pregunta es, hizo una pausa, se puede hacer otra vez ?

Derrotado el último cultista de la habitación, la batalla pareció hacer un breve impasse… hasta que los gritos y el entrechocar de metales provenientes de afuera rompieron con esa efímera sensación de paz.

Raff, que no era el mejor combatiente, decidió no aproximarse al frente, colaborando sin embargo a arrastrar a los heridos a un lugar seguro, y corriendo de una punta del templo a la otra llevando medicinas, municiones y mensajes allí donde fueran necesarias. Para el final de la jornada sus piernas se sentían como si hubiera intentado dar tres vueltas a los muros de la ciudad.

La noche no le dio descanso, regalándole repeticiones a cámara lenta de ese día lleno de tonos escarlata, olores acres y gritos de dolor. La mañana lo encontró levantándose con un sobresalto, al pensar que el Halcón estaba desencajándose la mandíbula para tratar de devorárselo entero.

Acudió a la reunión sintiendo el peso de las ojeras, y la revelación de la identidad del desconocido le cayó como un balde de agua fría.

—Con todo respeto, Barakanar, creo que lo que Élise ha tratado de decir es que “el momento justo” ha resultado una mierda— era posible que el pícaro se lo hubiera perdido entre el caos y la vorágine, pero estaba bastante seguro de que no había visto a Mizaab en el templo el día anterior— Mizaab, tus capacidades para desaparecer de la faz de la tierra son admirables, pero tu sentido del tiempo y tu claridad al momento de hacer notas dejan muchísimo que desear— dijo Raff, que claramente se había levantado con un humor de perros

—¿Sabes cuantas veces estuve a punto de morir la última semana? ¡Cuatro! Y me apuesto hasta el último cobre a que sabías perfectamente cómo desactivar esas malditas puertas explosivas—aseveró con un dedo acusador— “istibimis pinsindi quimi ivis quindi tiniimis qui hicirli quimi sirpintis”— citó con voz burlona— ¡Pues fuera como pájaro o serpiente, se habría apreciado un mísero esquema, un diagrama, alguna notita al pie! Y estoy segurísimo aquí que Eritai y Talasek se juegan una carrera política si te levantan la voz, pero seguro que no les ha hecho gracia verte aparecer recién hoy, con la cantidad de amigos que deben haber perdido ayer, y los otros tantos que ahora los tienen preocupados.

—No te confundas eh, te seguimos necesitando y colaboraremos con cualquier solución que puedas aportar, y quizá en algún tiempo hasta resultes ser simpático y haremos chistes de camaradería… pero para mi no serás un puto salvador, estarás responsabilizándote por tu ausencia.

A medida que la furia de Raff pierde fuelle, el pícaro parece darse algo de cuenta de lo inadecuado de su exabrupto. Carraspea un poco la voz, y finalmente acepta la mano extendida en saludo por parte del mago.

—Ehem… Raff Stonecrow, un placer.

Mizaab se aclara la garganta, manteniendo un gesto casi impasible ante vuestras preguntas. Luego parece esbozar una media sonrisa hacia Talasek antes de contestar.

- Todo se aclarará en unos instantes - dice con un tono serio y una dicción casi perfecta.

Después comprueba cada ventana, cerrando las cortinas que no lo están y asegurándose de que no hay ningún curioso espiando la reunión.

Eritai os pide que dejéis cierto espacio en el centro de la estancia apartándoos ligeramente en una de las esquinas tras asegurar la puerta para que nadie entre.

Si pensabais que estabais sorprendidos hace un momento, ahora estáis más sorprendidos que nunca en vuestras vidas. El mago gris ante vosotros se coloca en el centro de la estancia y comienza a cambiar su forma humana a... ¿Qué?

El mago "humano" desaparece lentamente y su forma comienza a crecer exponencialmente... Su cuerpo, en pocos segundos se alarga hasta los 55 pies, y así os dais cuenta de que está mutando a ¡Un gran dragón con escamas de acero!

Eritai no puede reprimir una pequeña sonrisa al ver vuestros rostros sorprendidos.

- Veréis... - dice la sacerdotisa -. Mizaab sólo es el alter ego usado por este majestuoso dragón. No estábamos seguros de cómo explicároslo, así que decidimos que era mejor que lo vieseis por vosotros mismos.

Ahora sí, Mizaab en su verdadera forma, está dispuesto a escuchar y responder a todas vuestras preguntas.

Las palabras no eran capaces de salir por la boca del mago. Estaba sorprendido pero a la vez maravillado ante la imponente criatura. Inconscientemente se acercó y empezó a tocar sus escamas y mirar sus alas. Dio una vuelta completa al dragón mientras lo observaba y analizaba. - Fascinante - Esa fue la primera palabra que logró pronunciar.

Las preguntas empezaron a surcar por su cabeza pero decidió que sería prudente empezar presentándose. - Mi nombre es Hodrum, el mago de este grupo. - mientras acababa con una reverencia. - Eres el primer dragón que conozco así que disculpe mi osada vuelta al rededor de usted, pero me parece un ser grandioso y raro de conocer. - Se giró hacia sus compañeros pensando que opinaban lo mismo pero comprendió por sus caras que no era así o al menos no era en lo que pensaban en ese instante..

Intentó volver al origen de la conversación inicial para retomar el punto por donde sus compañeros lo habían dejado. - El problema aquí es que desconocemos el motivo que le ha llevado a no ayudarnos en persona contra "el halcón" ni en nuestra búsqueda de su explosivo escondite. Sin nombrar como bien ha dicho nuestro compañero Raff, la ausencia de información en las notas que nos dejó tiempo atrás. - Empezaba a estar un poco nervioso por estar hablando de esa manera a un dragón y de como reaccionaría pero no le quedó más remedio que seguir. - Y ya que no ha estado cuando hacía falta, evidentemente sus motivos tendrá, - dijo intentando amenizar sus argumentos - agradeceríamos que nos diera toda la información que tiene sobre dicho enemigo. -

Con una reverencia y algo más de prisa que antes volvió entre sus compañeros por miedo a represalias.

El pícaro palideció notablemente al ver al mago transformarse, pero trató de imitarlo y mantener el rostro tan impávido como le fuera posible. Después de todo, halagos baratos no harían más que seguir ofendiéndolo ¿Verdad? Y además tenía razón. El dragón era poderoso, eso en todo caso implicaba que tenía más responsabilidad que un humano de a pie, no menos. Que ahora sintiera miedo no significaba que estuviera equivocado, simplemente significaba que tenía muchas ganas de retractarse.

Quizá Raff llegara a ser una de las pocas personas que le había dicho sus verdades en la cara a un dragón y vivía para contarlo... y si no era el caso, bueno, pronto ya no tendría problemas con el halcón ni con nadie más.

En todo caso ¿Desde cuando lo sabían Talasek y Eritai? Entendía que el dragón pudiera haber aparecido durante los días que el grupo estuviera fuera de Greyhawk, por lo que la sacerdotisa estuviera al tanto pero el Paladín hasta había dormido en la misma habitación que ellos. O bien era muy bueno para disimular las sorpresas, o es que se estaba riendo para sus adentros cuando, hace un par de semanas atrás, él y sus compañeros se devanaban los sesos tratando de adivinar si Mizaab era un humano, un elfo o váyase a saber qué más.

Sin embargo, nada de eso tenía importancia ahora. Un dragón ¿De plata? estaba frente a ellos, y probablemente a punto de narrar secretos que nadie había escuchado en decenios.

Élise estaba a punto de increpar a Mizaab, rechazar sus palabras de que pronto se aclararía todo, pero se quedó sin habla cuando aquél hombre transformó en un majestuoso dragón metálico. Pero lo cierto es que, a la vista de aquella imponente criatura, no solo sintió una mezcla de fascinación y respeto —que no temor—, sino una mayor rabia. Un simple mago con los conocimientos que poseía podía haber marcado una gran diferencia en lo acontecido, pero algo como él era mucho más. Cogió aire, lo soltó, calmándose un poco y saliendo de su asombro, y miró fijamente a aquella sierpe.

—Es... Impresionante —dijo escogiendo sus palabras—, pero lo que he dicho antes, lo mantengo. Lo reitero con más fuerza si acaso. Tu ayuda habría sido bienvenida, habría cambiado las cosas, pero apareces ahora, después de que el Halcón haya recuperado las fuerzas y a sus seguidores, y haya puesto en jaque a esta ciudad. ¿Por qué ahora y no antes? —preguntó sin titubear, como guerrera de Heironeus, el valor y la decisión tenían que ser su forma de vida, en todos los aspectos.

Talasek estaba asombrado. Sin embargo, decidió guardar silencio y más después de haber oído que se le incluía en vuestras réplicas. Simplemente permaneció expectante a la respuesta del dragón.

- Entiendo vuestras dudas respecto a mi lealtad a esta causa - habla el dragón con una voz profunda y clara -. Pero pronto se disiparán cuando me permitáis explicarme.

Acomodándose en una posición que le permitía estar a una distancia ecuánime siguió hablando con esa voz encandiladora -. No esperaba que el ataque fuera tan inminente. Me encontraba en la espesura cuando desde la distancia oí los sonidos de las campanas y los destellos de la magia brotar desde este lugar. Estaba convencido de que las fuerzas del Templo podrían doblegar al Halcón, pero infraestimé su fuerza. Ahora, estoy dispuesto a unirme a la batalla contra ella, aunque mi identidad debe permanecer en secreto.

Después se dirige imponente hacia Élise -. Sí, quizá también sobreestimé vuestras capacidades para llevar a cabo esta empresa. Estaba el descendiente de Talamar entre vosotros - dice mirando de reojo a Talasek -, y esa era la pieza clave del puzle que debisteis resolver en la guarida del Halcón. También yo quería saber si erais dignos de ser asistidos por mí y esa prueba sería suficiente.

Tras unos segundos de pausa trata de responder a Barakanar -. Si se hizo una vez. ¿Por qué ahora sería distinto? Está claro que se ha rearmado con fuerza y su culto es más extenso que nunca. Pero también ahora contamos con vosotros, héroes valientes y experimentados que casi han doblegado a algunos de sus mejores hombres.

Cuando se gira a Raff da un respingo, como si su orgullo estuviera resentido por sus palabras, aunque el saqueado estaba visiblemente arrepentido de las mismas -. Maese Stonecrow, ¡No se confunda! - exclama con un tono más agresivo -. Yo no construí esa guarida y hace muchos años que no la visito. Si hay trampas explosivas, es el campo en el que usted es experto y no yo. No me culpe de su inoperancia ahí afuera - Más calmado, trata de continuar con su respuesta -. Tampoco crea que le debo nada. Si estoy aquí es precisamente por Eritai y por el descendiente de Talamar. Por su puesto estoy dispuesto a colaborar con ustedes ya que han demostrado honradez y valor durante este tiempo. Pero reitero que mi deuda no es con ustedes.

Con las palabras de Hodrum, parece vanagloriarse en su ego -. Creo que ya he respondido a su pregunta, maese Hodrum. Hay tiempo para discutir los pormenores de nuestro próximo golpe al dragón y sin duda que aportaré sin reparos cualquier información que crea de utilidad para que el golpe sea por fin definitivo.

Finalmente se dirige de nuevo a Élise y con un tono que casi os hiela los huesos, concluye -. ¡Ahora! Es el momento.

Involuntariamente, se estremeció cuando la sierpe se dirigió efusivamente hacia ella, pero recuperó en seguida la compostura y, a la par, la templanza que había perdido en los últimos minutos. Tras pensarlo un instante, asintió.

—Siento si mis palabras han sido... Malentendidas. No dudo de su voluntad de acabar con el Halcón, ni su lealtad hacia nuestra causa. Disculpa, por tanto, mi atrevimiento si he dado a entender lo contrario. Déjeme empezar de nuevo. —Se inclinó en un reverencia marcial y, como debía haber hecho desde el comienzo, se presentó—. Mi nombre es Élise De Sable, es un placer conocerle y un honor que se muestre ante nosotros con su verdadero aspecto; por supuesto, no revelaremos su secreto a nadie, tiene mi palabra. Ahora, díganos. Usted sabe más que ninguno de aquí sobre ese monstruo... ¿Cuál debería ser nuestro siguiente paso?

Nota mental, no cabrear al bicho, pensó Barakanar mientras observaba a la criatura.

Ya hemos acabado las presentaciones, dijo mirando a sus compañeros, vayamos al grano, el Halcon salio huyendo y todos sus cultistas estan muertos, de momento, dijo porfiando sus logros con orgullo.

Ahora deberia ser un buen momento para perseguirlo, digo yo, si esperamos otra vez captara nuevos desgraciados para su culto y volvera a atacar.