Partida Rol por web

El local era tan triste y gastado como el resto de Hueco del Halcón o cualquiera de sus habitantes. Se respiraba una extraña calma en el burdel, más fruto del hastío que de la paz. De una habitaciones del piso superior salió un semielfo y cruzó la galería, saludando al vigilante empleado. Tenía el pelo castaño claro, cortado a trasquilones, y ojos grises y grandes, uno de ellos enterrado bajo un hematoma que parecía de reciente factura. Bajó la escalera con soltura, como si estuviera en su casa, y acudió a la barra, donde cruzó unas palabras con el semiorco de la nariz de cobre. A pocos metros de ellos, también apoyada en la barra, una mujer que parecía haber hecho un largo viaje no perdía prenda de lo que estaban hablando. No parecía tratarse de una prostituta, lo que hacía que su presencia en el local resultara un poco extraña.

-Este es el número habitual de clientes a estas alturas del mes.- Dijo Ralla sacándote de tu observador ensimismamiento.- Los días de pago, entonces sí que se llena. El único sitio en el que dormir es "La Posada de Antón Taina", en el Mercado Bajo, junto a los establos. Y, la verdad, prefiero no meter comadrejas en la cama de mi hermano. Puede que sólo sea una furcia, pero soy una furcia de campo, y sé lo bastante de bichos como para estar segura de que eso no serviría para nada.

Mi expresión se endurece ante el tono despectivo de la última frase.

-A Lord Walton no le gusta que lo llamen "bicho"-me levanto de la mesa-. Gracias por la información, veré qué puedo hacer. Vámonos, Walt.

Seguido por Lord Walton (no siempre lo llevo en el hombro), me acerco a la barra, me apoyo entre el semielfo y la mujer, y saludo a ésta con un pequeño movimiento de cabeza, sin disimular mi curiosidad. Después, le pregunto al semiorco cuánto le debo.

Me desprendo del dinero con gran dolor de mi corazón. Estoy irritado. No sólo la pelirroja no ha dado la más mínima muestra de agradecimiento (ni ha mencionado recompensa alguna), sino que encima me han dado un sablazo de impresión.

-¿El Consorcio? ¿Los Madereros les cobran impuestos?

-La verdad, "amigo", teniendo en cuenta sus precios y mi actual situación económica, no creo que vuelva pronto, aunque no me extraña que usted desee que lo haga. Buenas noches.

Si nadie me aborda antes, me voy a la posada, donde pido una habitación y algo de cenar. Antes de dormir, anotaré todo lo que me ha dicho Ralla Hebraddan.

El semielfo pareció bastante molesto por tu interrupción ya que, mientras completabas la transacción con el aterrador tabernero, te dijo sin disimulo alguno:

-¿Pero tú que narices crees que es esto? ¿El maldito pais de hago-lo-que-me-da-la-gana?

Se volvió hacia el semiorco sin esperar respuesta alguna y le sonrió entre dientes alzando el vaso de licor. -De acuerdo Kadran, el 20% por encontrar a un niño; que coño, el 25%, ¿pero de verdad tengo que ir a ver otra vez al cacho de carne con patas de Payday? ¿Es que nadie sabe donde demonios estaba el niñato de Kreed antes de desaparecer aparte de un tio tan limitado como Teedum?

El tal Kadran, al que por fin ponías nombre, se limpió el labio superior con un pañuelo cotroso y le gruño. -Ni puta idea. Pero si quieres encontrar a un niño empieza por preguntar a otros niños, lumbrera.

-Ah, por cierto, ¿esta noche actúo?- Preguntó el semielfo. -Estás tardando.- Respondió el tabernero con cierto desdén. El semielfo se le acercó y le susurró lo suficientemente alto como para asegurarse de que no sólo lo oyeses tú, sino también la misteriosa mujer de la barra a la que habías saludado. -¿Quíen es esa tia que no me quita ojo?

-Ni idea.- Respondió él. -Pero no es de aquí, es la primera vez que la veo.

Entonces el semielfo se giró hacia ti para mirarte de arriba a abajo. -¿Y quien eres tú, finolis?

Habiendo sido descuebierta, a la mujer no le quedó más remedio que acercarse al trío de hombres.

- En primer lugar, querido Taurnil, soy una dama, no una "tía". En segundo lugar, mi nombre es Serena, y venía a traerte un mensaje -respondió al semielfo y Kadran, saludando con una inclinación de cabeza-; aunque parece que mis modales son demasiado estrictos para la media de este local, atendiendo a como un harapiento y su mascota pueden interrumpir la conversación de dos caballeros en el momento que considere -terminó dedicando una mueca al hombre de la comadreja.

Indicando con una mano la puerta del Lady Rouge, continuó-. Ahora que sabéis quien soy, espero que no tengais inconveniente en reuniros conmigo fuera de esta taberna, cuando hayais terminado de departir con el dueño -dirigiéndose a Kadran -. Estoy convencida de que un señor de la talla de este Taurnil no tendrá inconveniente en pagar mi consumición. Que Erastil cuide este establecimiento y os proporcione beneficios durante muchos años.

Dicho lo cual, se dió media vuelta y comenzó a dirigirse hacia la puerta.

Ignorando los deseos de Taurnil, salgo del burdel y me dirijo a la posada para reservar una habitación, cenar y apuntar mis descubrimientos recientes.

Después volveré para hablar con Taurnil.

Día 1. Noche. La Posada de Antón Taina (F5).

La Posada de Antón Taina, una fonda situada junto a los establos del pueblo que ofrece alojamiento y comida a los numerosos viajeros que pasan por Hueco del Halcón. Su propietario, Antón Grimm, un humano gordo y rotundo de cara tan enrojecida como el pelo que rodeaba su calva, se jactaba de ser un bardo retirado de la disipada vida de aventurero, algo que creíste a pies juntillas, ya que sólo un bardo usaría un juego de palabras tan lamentable para nombrar su negocio. Aún así, el tipo parecía simpático, y el local, limpio, con cortinas en las ventanas y un mostrador en la entrada en el que Antón registraba a los clientes.

Tras firmar en el libro de clientes, Antón te da la llave de tu habitación, en la segunda planta, la número 3. Se trata de una habitación individual. Una cama un pequeño escritorio y una mesa bajo una ventana que da a la plaza del Mercado Bajo. En una esquina, una palangana y una jarra de agua. La habitación es pequeña y sencilla, pero cómoda y la la ropa de cama está limpia. Parece que Antón es mejor anfitrión que bardo ya que, además, está dispuesto a abrir el minúsculo comedor de la planta baja sólo para ti, para darte algo de cenar.

Deshago mi equipaje, bebo un par de vasos de agua, y tomo nota de los avances que he hecho en lo que va de noche.

Después, bajo a cenar. Durante la cena le doy, con aire de total naturalidad, algunos trozos de comida a Lord Walton,  saco en tono casual el tema de los niños desaparecidos, y le pregunto a mi anfitrión si sabe algo al respecto.

-Vaya, cuánto interés hay en los niños.- Comentó Antón alegremente mientras te servía un plato de guiso.- Si no es usted el tercero que ha venido preguntando por ellos... Hace un par de días que desapareció una pandilla entera. Cuatro o cinco, creo que eran. Claro que al pueblo sólo le interesa encontrar a Jurin Kreed, el hijo de Thuldrin. Es el capataz del Consorcio Maderero y dueño de todos y cada uno de los edificios de Hueco del Halcón. Si quieres hacer una buena obra puedes buscar a todos los demás niños, que son por los que nadie va a dar una sola moneda cuando los devuelvan, como la hija de Kitani Pisacornisas, la costurera. No sabía que era una de los desaparecidos, me lo dijo uno de los forasteros que llegaron hoy. Un semielfo barbudo con pinta de vivir en el bosque.- Y entonces se puso en modo "portera".- No me sorprendería que haya venido al pueblo por Kitani, todo el mundo sabe que su marido, un elfo llamado Idris, forma parte de la Guardia del Colmillo y que hace años que no aparece por el pueblo. De cuando en cuando envía a alguien de la Guardia para que le traiga unas monedas a su mujer, pero supongo que más por la niña que por ella. Elfo él, semielfa ella, semielfa la niña y semielfo el que vino preguntando por la niña. Esta proliferáción de mestizos pone los pelos de punta, ¿verdad?

-Mejor un semielfo que un semiorco. Yo siempre que veo uno me pregunto... ¿cuál de los dos sería el orco, el padre o la madre? ¿Se imagina usted... con una orca? Se me revuelven las tripas sólo de pensarlo. 

Por cierto, ese semielfo barbudo... ¿también se aloja aquí? ¿Y quién más ha preguntado por los niños? Yo los estoy buscando a todos, en parte por la recompensa y en parte como favor personal a un hombre al que admiro, y estaría bien poder cooperar con la otra gente que los busca.

Antón se atusó el pelo rojo.- Se aloja aquí, por supuesto, no hay otro lugar en todo el pueblo. Ha salido, supongo que habrá ido al "Lady Rouge" o a "La Diana en el pecho", no hay ningún otro sitio abierto en Hueco del Halcón a estas horas de la noche. Digo yo que podrás encontrarlo allí. Un semielfo castaño, con barba y trenzas en el pelo. No te costará reconocerle. Amras, creo que se llama. El otro que ha preguntado por los niños es...- Se llevó la mano al mentón, intentando recordar. Ah, no, el enano vino curioseando sobre el Crisol. Entonces sólo es usted el segundo en preguntar.

-¿Dónde está "La Diana en el Pecho"? ¿Y qué es eso del Crisol? -añado, oliendo una oportunidad de ganar dinero.

No sé qué habrá de cierto en esas leyendas, pero eso del Crisol parece más la promesa de una muerte segura que una posibilidad de hacerse con un botín.

-Buena canción -miento-, ¿la has compuesto tú? Por cierto, siempre había tenido a los enanos por un pueblo muy trabajador, nunca pensé que pudiesen tener un dios malvado del trabajo.

Tras darle las gracias a Antón por la cena, me voy al Lady Rouge, dejando la ballesta y la mayoría de mi equipaje en la habitación.

Tras hablar con Taurnil, subo otra vez a mi habitación, cojo todo mi equipaje, cierro la puerta con llave y salgo hacia La Diana en el Pecho. 

-Vamos, milord -le digo a Lord Walton, que me sigue con cierta desgana-, tenemos trabajo que hacer, ya habrá tiempo para dormir.

-No nos esperes levantado, Antón.

Día 1. Noche. La Diana en el Pecho (12).

Con todas tus pertenencias encima saliste de la posada dispuesto a encontrarte con ese misterioso grupo de rescatadores que pretendían internarse en el bosque a estas horas de la noche. No parecía un plan muy bueno pero, ¿qué sabías tú de los peligros del bosque de Luanoscura? Con pensamientos así te guiaron tus pasos al destartalado edificio de "La Diana en el Pecho", junto a la salida norte del pueblo.

No había ni rastro de Taurnil, pero sí una nota clavada en la puerta que decía:

Hasta que los primeros rayos de luz iluminen el bosque es inutil buscar nada. Lyrdan y yo estaremos en el exterior de la empalizada con el primer rayo de la mañana.

Amras.

¿A qué está jugando esta gente? Gance no sabía quién era ese tal Amras, pero parece ser que había tenido reparos similares a los suyos al respecto de internarse en un bosque en mitad de la noche.

Molesto por la volubilidad  de este grupo de desconocidos al que me acabo de unir, regreso una vez más a la habitación, esta vez a dormir. Me levantaré antes del alba para encontrarme con mis nuevos compañeros fuera del pueblo (o en la propia posada, ya que por lo visto se hospedan aquí).