En esos momentos tomé el pergamino de aquella fórmula matemática. Seguramente era de mi abuelo, y , si continuaba vivo, querría tenerla. También miré por última vez el cuadro que había en la casa, aquel que me representaba.
Cuando salí de la habitación, volví a apoderarme de mi ropa anterior, aquella que me hacía asemejar a un hombre, pues nunca se sabía en qué peligros podía inmiscuirse una dama.
Bien, creo que lo tengo todo. Ahora buscaré un carruaje, amigos.
En breves pondré la última escena. Podéis hacer algún post más antes de seguir en la siguiente.
No sé si un carruaje sería lo más seguro, pero andar a simple vista en los caballos sería demasiado vistoso, por lo que entonces sigamos optando por el carruaje, pero yo estaré a tu lado, cuidando esa delicada piel que tienes- agrego a la vez que toco mi sable, como esperando que el mismo tuviera la oportunidad de saborear un poco de sangre, pero no quería llegar a tanto extremo, pues era demasiado peligroso considerando la situación en la que nos encontrábamos -Entonces, vamos-