Escapando a la muerte os internáis en el sendero que conduce de nuevo a la villa y por ende en el bosque que lo cubre unos cientos de metros. Mientras dejáis atrás a los muertos podéis escuchar a vuestra espalda , en esos primeros metros de huída, como los muertos arrastran los pies en pos vuestra y como emiten débiles gemidos casi guturales , como si intentasen decir algo.
Apunto estáis varias veces de caer al suelo pues tropezáis con piedra, raíces y demás, en vuestra huída frenética olvidáis o al menos lo intentáis todo lo acontecido, todo lo relacionado con magia y con diablos y por supuesto a esa maldita familia de hechiceros y sus teje-manejes aunque todavía no habéis tenido tiempo de comprender lo que ha ocurrido ( y quizás nunca lo hagáis).
Es tal el miedo que tenéis, que no paráis de correr hasta llegar a la villa y entrar en la posada dando un portazo en la taberna. A estas horas, sólo quedan unos cuantos labriegos ahogando las penas en ese sucio vino de la comarca que da espantosas migrañas.
Tras contar vuestra historia, los allí presentes se carcajearían pero algo en vuestros semblantes les dice que tiene que existir algo de verdad en esa historia:
- Todos en el pueblo sabíamos que su padre era brujo y que ese hijo suyo también.
Aunque los paisanos de Ramón no pueden evitar sentir lástima por él, por muy canalla y miserable que hubiese sido con ellos. En cuanto al Diablo, os dicen que es mejor olvidar esas cosas y sin muchos más preámbulos y sin ni siquiera dejaros pernoctar allí, por decir que estáis marcados por las huellas del mal y que bien haríais en dejar la villa y buscar quizás un exorcista que os ayudase con vuestra alma, pronto os véis nuevamente en el camino.
AH! ese camino, el eterno camino que lleva hasta un misterio incierto con su siempre compañera: La Soledad. Esa amarga soledad que hace que os preguntéis a menudo que sentido tienen vuestras vidas y que quizás os aguarde un gran destino.
Un destino de esos que cantan los trovadores, del que los bufones hacen mofas en las grandes casas.... El caso es que sin poder dormir por miedo a lo que pueda pasar, salís de la bonita ( aunque al parecer maldita ) comarca Catalana y decidís encaminaros al sur. Hacia el Bajo-Aragón y después a Castilla.
Pues es de todos sabidos que no hay nadie más devoto que un castellano viejo, y si es cura, todavía más. Sin saber qué os espera y ni siquiera saber si llegaréis emprendéis esa larga marcha que os llevará por media península.
Tenéis miedo a dormir, a la oscuridad, a volver a ver a esa sombra... ahora que ha pasado algo de tiempo, os dais cuenta de que esa sombra no podía ser el mismo Diablo, porque carecía de poder.
Si el Diablo hubiese sido, a buen seguro que todos habríais muerto y vuestras almas habrían sido condenadas a servirle eternamente.
¿ O acaso no lo han sido ya ?
FIN
RECOMPENSAS
Puntos de Aprendizaje:
Fernando:
Por haber sobrevivido 10 puntos de Aprendizaje ( A.P)
Leandro:
Por haber sobrevivido 10 puntos de Aprendizaje ( A.P)
Por diestro combate 5 puntos de Aprendizaje (A.P)
Mohammed Mohama:
Por haber sobrevivido 10 puntos de Aprendizaje ( A.P)
Por interpretación 5 puntos de Aprendizaje ( A.P)
Ramón Asuás:
Por haber sobrevivido 10 puntos de Aprendizaje ( A.P)
Por haber rechazado a un demonio 5 puntos de Aprendizaje ( A.P)
LA VERDADERA HISTORIA
Dónde se cuenta el porqué de los extraños hechos que acontecen en la masía
Ramón padre era un poderoso brujo, pero una noche vislumbró los terribles padecimientos que le comportaría su trato con Agaliarepth, una vez muriera. Así que decidió dedicar todas sus investigaciones para conseguir la inmortalidad y eludir el castigo eterno.
Su mujer , también bruja, le ayudaba hasta que murió en el parto de Miguel. Ramón cayó en la cuenta de que el tiempo se le acababa y no podría obtener la piedra sin nombre, ingrediente necesario para el Elixir de la vida.
Ramón estaba desesperado, su mujer se le aparecía en sueños sufriendo innumerables castigos, y sabía que eso mismo le ocurriría a él.
Pero una noche, en un viejo grimorio árabe, encontró un olvidado hechizo, algo que le daría el tiempo que necesitaba .
Éste hechizo le permitiría volver al mundo de los vivos como un ánima y reencarnarse en un familiar suyo que hubiese asesinado a su hermano por su propia iniciativa, sin mediar ningún tipo de sugestión mágica en la comisión del fraticidio.
Una vez hecho esto, el alma de su familiar ocuparía el lugar del ejecutante en el infierno, quedando libre el ejecutante de seguir su vida con el nuevo cuerpo.
Cumplir los requisitos del hechizo era bastante difícil, debía pervertir a sus hijos para conseguirlo, ya que eran su única familia, y conseguir que uno matase al otro, sin poder usar sus artes para convencerles. Ramón no sabía que hacer hasta que un día vió a sus hijos discutir por un juguete. En ese momento se dió cuenta que sólo debía fomentar el egoísmo, la avaricia y la envidia en ambos y que ellos solos se matarían entre sí.
Comenzó entonces a obligarles a que compitieran entre sí, castigando a uno por lo que felicitaba a otro y regalando a un hermano lo que el otro deseaba. Entonces se le ocurrió el engaño definitivo, cerró una habitación con dos cerraduras y dió una llave a cada hermano, a cada uno le insinuó por separado que dentro estaba lo que ellos más deseaban: Ramón, dinero; y Miguel, conocimientos mágicos.
Su testamento pedía que ambos estuvieran en el pueblo cuando él fuera enterrado para asegurarse de que la lectura de la carta fuera conjunta. Ramón sabía que sus dos hijos no llegarían a un acuerdo pero, para asegurarse, pensaba provocarles si dudaban (ya como ánima errante) o ayudar al que estuviera más cerca de matar al otro.
Ramón buscaba poder burlar a la muerte y dedicarse a la búsqueda de la piedra sin nombre que le evitaría su muerte para siempre y la bajada al infierno de su alma, sabía que Agaliaretph no estaría muy contento con el engaño y decidiría matarle cuando se introdujese en el cuerpo de su hijo, para ello dejó en la habitación y en el resto de la casa un hechizo por el que no podrían ahcerle nada.
Es por eso que el susodicho demonio intentó que lo sacáseis fuera para allí matarle. Aunque le ahorrasteis el trabajo y aunque quiso que vosotros muriéseis también ( por eso envió a los muertos ) pero al escapar tampoco hizo nada por deteneros pues el trabajo ya estaba hecho.