Partida Rol por web

Entre los altos capiteles del sur de La Ciudad de las Torres se encuentra el Distrito Universitario. La afamada, aunque también un tanto infame Universidad de Morgrave, es una de las razones que tienen viajeros y aventureros en busca de renombre, riquezas o incluso peligro para hospedarse en Sharn. Esta es la puerta hacia Xen'Drik, una vasta tierra inexplorada, plagada de ruinas ciclópeas, un verdadero imán de exploradores. La universidad llena toda la torre Dalannan, que está coronada por la gigantesca cúpula de la Sala de Lareth.

Es aquí donde Galen decidió comenzar su búsqueda. A pesar del estado de su mente, cuya memoria se encontraba difusa, estaba determinado a encontrar una respuesta a su existencia. Sólo recuerdos borrosos le daban una pista de ella, y su inconsciente habilidad con las armas le daba aún más indicios. Sin embargo, su primer recuerdo claro era haber despertado bajo la lluvia. Su cuerpo abandonado yacía al borde de un puente, que conectaba dos torres. Logró recordar el nombre de la ciudad, y, de a poco, algunos vagos retazos de su memoria recobraban vida. Pero no toda ella.

En la biblioteca de la universidad, ubicada justo debajo de la Sala de Lareth, Galen rebuscó entre cientos, hasta miles de páginas, en busca de algo que le dijera lo que sucedía. Consiguió recordar varias cosas sobre el mundo en el que vivía, y también aprendió tantas otras, pero nada sobre su pasado. La única prueba física de que este existía era un medallón, y la única manera de conocer su procedencia, era preguntándole a alguien que supiese.

Esa noche debía encontrarse con Lyann, un orfebre de la casa Phiarlan, en El Hurón Rojo, una agradable taberna frecuentada por estudiantes y algunos profesores. El aire allí dentro resultaba agradable, y aunque un pequeño grupo de músicos entonaban alegres canciones, rodeados de humo de tabaco y bullicio, el lugar era lo suficientemente grande como para que Glen lograra acomodarse en una esquina alejada, donde el ruido llegaba amortiguado. De entre la divertida multitud apareció una esbelta mujer, con su rostro medio cubierto por una capucha. A juzgar por sus miradas, que barrían todo cuanto podían del lugar, estaba buscando a alguien. Mientras tanto, aquella melodiosa tonada resonaba en el ambiente.

Entre los altos capiteles del sur de La Ciudad de las Torres se encuentra el Distrito Universitario. La afamada, aunque también un tanto infame Universidad de Morgrave, es una de las razones que tienen viajeros y aventureros en busca de renombre, riquezas o incluso peligro para hospedarse en Sharn. Esta es la puerta hacia Xen'Drik, una vasta tierra inexplorada, plagada de ruinas ciclópeas, un verdadero imán de exploradores. La universidad llena toda la torre Dalannan, que está coronada por la gigantesca cúpula de la Sala de Lareth.

Lyann conocía más o menos bien la zona, ya que muchos trabajos surgían de la misma universidad, bien conocida por financiar exploraciones a tierras desconocidas. En estos viajes solían recuperarse ciertas piezas, desde rocas sin valor aparente hasta antigua e invaluable joyería. Esa, precisamente, era una buena fuente de trabajo para la orfebre.

Aquella noche debía encontrarse con un tal Galen, que le había citado en El Hurón Rojo, una agradable taberna frecuentada por estudiantes y algunos profesores bohemios. No era raro acudir a una cita en el Distrito Universitario, pero si lo era ser invitada a aquel lugar por trabajo. La taberna estaba cerca del campus, lo suficientemente cerca como para encontrar un lugar más adecuado para la cita, por lo que la replicante dedujo que su cliente no se trataba de un interno de la institución.

Conocedora de varios atajos y caminos de Sharn, Lyann llegó a la taberna relativamente rápido. El aire allí dentro resultaba agradable, y aunque un pequeño grupo de músicos entonaba alegres canciones, rodeados de humo de tabaco y bullicio, el lugar era lo suficientemente grande como para encontrar alguna esquina alejada, donde el ruido llegara amortiguado. La orfebre comenzó a recorrer El Hurón, abriéndose paso a empujones, hasta que una oscura figura le llamó la atención. Era un hombre fornido, sentado en soledad en una alejada mesa. Aquel parecía ser el que la mujer buscaba. Mientras tanto, aquella melodiosa tonada resonaba en el ambiente.

Entre los altos capiteles del sur de La Ciudad de las Torres se encuentra el Distrito Universitario. La afamada, aunque también un tanto infame Universidad de Morgrave, es una de las razones que tienen viajeros y aventureros en busca de renombre, riquezas o incluso peligro para hospedarse en Sharn. Esta es la puerta hacia Xen'Drik, una vasta tierra inexplorada, plagada de ruinas ciclópeas, un verdadero imán de exploradores. La universidad llena toda la torre Dalannan, que está coronada por la gigantesca cúpula de la Sala de Lareth.

Los forjados gozaban de su libertad hace dos años, poco tiempo en relación a lo que podía soportar el cuerpo imbuido de magia de estos constructos. A pesar de las leyes que los reconocían como personas, o al menos les otorgaban sus derechos, la gente no lograba a acostumbrarse a la idea. Las protestas y manifestaciones en contra de la resolución eran frecuentes en la Ciudad de las Torres, y Apoyo y Borstion pronto comprendieron que nunca podrían encajar en una sociedad ciega y anticuada como esa. Eran tratados como máquinas de guerra sin mente ni sentimientos, aunque algún que otro bromista inoportuno llegó a conocer el sentimiento de ira que los forjados pueden llegar a expresar.

Aquella noche lluviosa habían estado en El Hurón Rojo, una agradable taberna frecuentada por estudiantes y algunos profesores bohemios. El aire allí dentro resultaba agradable, y un pequeño grupo de músicos entonaba alegres canciones, rodeados de humo de tabaco y bullicio. En aquel lugar, rodeados de jóvenes de todas procedencias, la mayoría inteligentes y modernos, llegaban a sentirse aceptados. Era raro ver forjados en las altas cúpulas de Sharn, pero sus pasos les habían llevado allí, y allí se quedaron.

Borstion se encontraba molesto, el alegre aire del alrededor, si bien era acogedor le daba la impresión de desentonar con toda la experiencia anterior que venía teniendo de la ciudad.

Baarf, maldita lluvia, maldita ciudad y maldito el estúpido que intentó asaltarnos allá afuera

Comenta mientras terminaba de limpiarse el puño.

Al menos en batalla es normal ser insultado, después de todo intentas destruir a quien tienes en frente, pero esto parece una batalla constante y ni si quiera conozco los bandos. Espero que podamos largarnos de aquí pronto o terminaré en una celda y dudo que incluso allí se acabe...

Apoyo había pedido una copa de aceite lubricante. Aún se le hacia extraño poder pedirlo en las tabernas. Antes debia llevar su propio suministro. Una de las ventajas del nuevo tratado. De todas formas apenas le había dado un sorbo mientras conversaba con Borstion, escuchando la música de la taberna.

El miedo a lo diferente esta dentro del espiritu de los humanos, aunque se trate de algo que ellos mismos han creado. Se sienten amenazados por nosotros, ya que somos perfectas maquinas de matar. Eso no le importaba cuando nos enviaban a luchar sus guerras, sin embargo, ahora, gracias al tratado, somos igual que ellos ante la ley (por lo menos en teoria). Imaginate que descubrieramos de repente una raza de tiburones bipedos inteligentes y que , de un dia para el otro, se les permitiera caminar y vivir entre nosotros...¿Te haria gracia encontrartelo por la noche en un callejon oscuro? Quiero pensar que lo que le pasa a esta gente es algo parecido.

Bueno, un tiburon tampoco resulta una gran amenaza para ti o incluso para mi pero imaginatelo desde el punto de vista de los de carne...

La ausencia de respuestas validas sobre su persona comenzaba a hacer mella en Galen el cual, a pesar de todo, no pretendía tirar la toalla. Una de las vías que podía agotar era la de su medallón, ese curioso objeto que encontró colgado de su pecho al despertar y que pudiera estar relacionado con su pasado. Había contactado con una mujer que podría ayudarle, y acudió a la cita con la dama puntual, como solía hacer.

La taberna estaba repleta de universitarios. Era el lugar perfecto para mantener su secreta conversación. Esperó pacientemente sentado en una esa que se encontraba al fondo de la taberna hasta que le pareció ver a una mujer encapuchada entre la multitud. La mujer desentonaba del esto, ya que parecía estar buscando a alguien, no había duda, esa mujer se trataba de Lyann.

Alzó una mano a modo de saludo para que ésta pudiera verle y, una vez se hubo acercado, gentilmente la cedió asiento.

- ¿La señorita Lyann, si no me equivoco?. – preguntó en tono pausado.

Lyann compuso su mejor sonrisa al confirmarse su intuición... aquél hombretón era su futuro cliente... no estaba mal... pensó dirigiéndole una mirada apreciativa....

Con un gracioso movimiento se sentó enfrente del desconocido y cruzó las piernas con toda naturalidad. Su cuerpo menudo y fibroso estaba cubierto con ropa cómoda pero femenina... ceñida lo suficiente para envalentonar rápidamente a los borrachos, pero escondite suficiente para unas preciosas dagas que los hacía recuperar ipso facto la sobriedad.... encima de ella una larga capa de buena tela con una amplia capucha la protegía del viento, o de las miradas que no le interesara atraer...

Con un fluido movimiento sacudió la cabeza haciendo caer la capucha y mientras sus suaves rizos le enmarcaban la sonrisa, extendió una mano al hombre.

- Yo misma, encantada de conocerle amigo. Dígame, ¿en qué puedo servirle?...

Las cualidades de Lyann, según le habían comentado, eran increibles, por eso había acudido a ella y no a otro “comerciante” y, aunque la apariencia de la muchacha no era lo que esperaba encontrarse, no se sentía incómodo a su lado. Daba la sensación de ser una mujer decidida y hábil y aparte su indudable belleza la hacia aun mas capaz.

- Encantado. Seré honesto y directo con vos. Necesito que me ayude a saber la procedencia de un artefacto, un medallón que poseo. No quiero preguntas ni investigaciones mas allá de saber de donde proviene. Espero que sepa entender lo que la digo - Galen no se caracterizaba por dar rodeos en los asuntos, y este quería zanjarlo lo antes posible, a pesar de parecer demasiado osco. - . Acudí a vos por que sin duda arrastra una buena reputación. Busco seriedad y sobretodo discreción. –

Se recostó de nuevo en su silla e hizo un gesto al camarero para que los viniera a atender. - Dígame, ¿estaría interesada en el trabajo? Y de ser así, ¿Cuáles serían sus honorarios? -

Mmmmm.... la cosa se ponía interesante, ciertamente... El desconocido había conseguido picarle la curiosidad... aquél medallón parecía encerrar todo un misterio... y a Lyann siempre le habían gustado los misterios...

Antes de dar una respuesta la muchacha pidió al camarero una cerveza y se acomodó en su silla... Entonces tomó aire, y con una mirada divertida se decidió a contestar a las palabras del hombre....

- Bien... veamos si lo he pillado... Quiere que investigue para usted la procedencia de un medallón.... pero no desea que se le hagan preguntas engorrosas respecto a cómo ha llegado a sus manos, ¿me equivoco?....

Hace una pausa para agradecer con un gesto de la cabeza la cerveza que el camarero acaba de servirles con rapidez, y toma un pequeño sorbo sin quitarle los ojos de encima a su posible cliente.... Después continúa...

- Me parece bien.... no se preocupe.... sé hacer bien mi trabajo y por la discreción... oh bueno, forma parte importante de mi vida.... puede creerme...

Sin detenerse, añade...

- Y sobre los honorarios.... bueno... eso depende del trabajo que me lleve la identificación del medallón. Si lo reconozco a simple vista, el precio será risible, si necesito documentarme e investigar, lógicamente será más elevado... Pero si a pesar de todo no consigo descifrar su origen, no le cobraré nada, por supuesto...

A medida que habla su rostro se torna más serio, formal... Lyann, por muy alegre y amante de la diversión que pueda parecer, se toma su trabajo muy en serio....

Borstion continuaba de mal humor, la libertad aún no le sentaba, incluso con los años no parecía poder encontrar un motivo para continuar, por eso se acompañaba a Apoyo y realizaba diversos trabajos como mercenario.

Ya que de momento no podía hacer mucho, comenzó a realizarse un pequeño mantenimiento, principalmente revisar que todo estuviera en su lugar, cosa que nadie que lo viera consideraba posible, ya que todo en él parecía un parche sobre otro y nada parecía en su lugar.

Al menos no tengo que hacer esto bajo la lluvia, odio cuando ingresa entre las placas y oxida el interior

Je. A mi me parece...estimulante el sentir el agua deslizarse entre los tendones de madera. Creo que es lo más precido que podemos sentir a lo que los humanos llaman "cosquillas".

Como siempre, Borstion estaba de un humor de perros. Yo, al contrario, siempre mirando el lado bueno de las cosas. No lo hago para provocarlo pero esta disparidad, por alguna razon suele molestar a Borstion. ¿Demasiado tiempo juntos? Puede ser. Sin duda, la posibilidad mereceria un tiempo de investigacion.

El camarero dejó sendas cervezas en la mesa. Había oído que la cerveza de este lugar era exquisita y no había podido resistirse a probarla. Escuchaba a Lyann mientras daba un largo trago a su cerveza. 

Lyann:

No esperaba una respuesta así,  la verdad. Es posible que fuera solo palabrería, pero la mujer daba la sensación de ser muy franca en sus palabras y eso le daba seguridad.

- Bien Señorita Lyann. Sois vos la persona indicada entonces para este trabajo. – su gesto no varía en ningún momento, siempre serio e infranqueable. – Este es el objeto en cuestión. Supongo que deberá examinarlo para poder hacer bien su trabajo. – comentó mientras sacaba de su zurrón el medallón envuelto en unas telas viejas.

Se trataba de un pequeño medallón plateado con pequeñas gemas incrustadas de color negro. Aunque de aspecto bastante siniestro, el objeto aun guardaba su brillo y valor.

Lyann inspeccionó el medallón con ojo avizor por unos largos minutos. Sin embargo, era completamente desconocido para ella, salvo que, a juzgar por sus diseños, debía ser proveniente de la desaparecida Cyre, antaño gloriosa, ahora convertida en las grises Tierras Enlutadas. La mujer lo guardó entre sus cosas, con la promesa de que acudiría a la biblioteca en busca de más indicios. Resignados, ambos salieron de la taberna, para comenzar a recorrer los alrededores de las torres, alejándose de El Hurón Rojo.

Cortinas de agua caían desde el cielo a medida que atravesaban las pasarelas de Sharn. Los caminos de piedra y madera serpenteaban alrededor de las torres y altos capiteles, o junto a ellos, formando un complejo enrejado que podía resultar confuso en noches como esa. La lluvia caía con fuerza, formando arroyos desde las pasarelas y balcones más elevados, en oleadas que los dejaron empapados, y haciendo difícil la visión más allá de unos pocos pies adelante de ellos. El brillo distante de las linternas siemprebrillantes, apenas visible en la acuosa penumbra, tenía poco éxito en iluminar su camino en aquella noche calurosa y húmeda.

El tiempo pasaba lento en El Hurón Rojo, y los forjados se aburrieron del ambiente poco a poco, en especial el gruñón Borstion. Ambos resolvieron que su tiempo en aquella taberna había acabado por esa noche, y salieron a la noche lluviosa para estirar sus artificales articulaciones.

Cortinas de agua caían desde el cielo a medida que atravesaban las pasarelas de Sharn. Los caminos de piedra y madera serpenteaban alrededor de las torres y altos capiteles, o junto a ellos, formando un complejo enrejado que podía resultar confuso en noches como esa. La lluvia caía con fuerza, formando arroyos desde las pasarelas y balcones más elevados, en oleadas que los dejaron empapados, y haciendo difícil la visión más allá de unos pocos pies adelante de ellos. El brillo distante de las linternas siemprebrillantes, apenas visible en la acuosa penumbra, tenía poco éxito en iluminar su camino en aquella noche calurosa y húmeda.

Ya de normal mi vista no es muy buena pero con esta lluvia realmente no veo ni a tres palmos. Podria estar acercandome a un rayocarril desbocado y no me enteraría...

Borstion sale de la taberna mirando hacia arriba, preocupándose por que los canales de las partes superiores de la ciudad no le caigan encima con toda su agua, sin siquiera darse cuenta de a quién o a que está empujando para evitar estas trayectorias.

A través de las cortinas de agua, Galen divisó una robusta figura con una capa oscura, que se movía en silencio bajo la lluvia, en el puente que había más delante. Parecía intentar evitar los tenues círculos de luz emitidos por las linternas siemprebrillantes, como si prefiriese mantenerse en la sombra. Entonces, restalló un relámpago, y el clérigo alcanzó a ver una forma sobre el suelo de piedra del puente bajo su breve destello. La figura se acercó con rapidez a la barandilla, saltó la barrera y desapareció en medio de la oscuridad y la lluvia.