Partida Rol por web

- Sí, estoy bien, vamos saliendo hacia la puerta. Dragón, me gustaría preguntarte tu nombre para agradecerte el trato. Supongo que sabías que ese arma no te pertenecía, y jamás te podría pertenecer. El destino me ha traído a ella y ahora yo soy suya, la cantante de sueños necesitaba una voz, estaba esperando la mía. Un objeto así pertenece a quien él decide pertencer. Has hecho bien en detener la lucha, no merecía la pena que nadie muriese por obedecer al destino.

- Mallon, tu maestro no podrá estudiarla pero yo le contaré todo lo que desea saber. Ella me ha contado todo sobre ella misma, ya no tenemos secretos entre nosotras.

Fenestir se sorprendió por el repentino ataque de ira del dragón... bien al menos no es un cobarde sino uno que sabe cuando retirarse , piensa la joven mientras asiste a como su compañera Sabrala toma la espada , y sin entender nada ve como se convierte en una con ella ,o eso cree entender .

Si puedes andar Sabrala salgamos de esta cueva y vayamos a ver al maestro del semielfo. Dice en voz alta a todos sus compañeros antes de añadir algo en su lengua natal.

Du bedre overvåke semielfo, er ikke hvis kommer du til å like at sverdet er det ikke er hans Herre.

Mallon queda embelesado ante la exhibición de poder de la Dreamsinger.

-¡Ohh...! Es... es sin duda... majestuoso.- Dice titubeando.- De... deprisa, salgamos de aquí.

El mago sin duda comprende que el estoque ha encontrado a su justo portador.

- MI NOMBRE ES SZEVERIN, SEMIELFA. AHORA MARCHAOS, NO DESEO SEGUIR HABLANDO. - Concluye apesadumbrado.

La semihumana dejó que sus compañeros saliesen de la habitación saliendo ella la última, cuando estaba a punto de traspasarla, la muchacha se giró hacia adentro.

- Podrías haber luchado, y quizás podrías haber muerto, pero también podrías haber matado antes a alguno de nosotros. En ese caso la Cantora de Sueños y yo no nos habríamos encontrado. Sé que no deseas agradecimiento, pero permíteme que te ofrezca algo.

En la lejanía, fuera de la cueva, debía haberse desatado una tormenta porque los truenos sonaron de fondo. Sabrala golpeó con la Dreamsinger la piedra, y dejó una nota aguda sonase en la sala, después tomó una lira de su mochila y comenzó a entonar una vieja canción de cuna nórdica, sin letra. Probablemente jamás había estado tan inspirada al cantar aquella sencilla melodía. Ignoraba si el dragón sabría apreciarla pero no era importante, lo importante es que le ofrecía algo propio, íntimo, y que ella consideraba valioso.

Después, sin más, se giró sobre sí misma y salió caminando resueltamente.

Baern observó a su compañera con curiosidad. Sus palabras le resultaban extrañas, pero no era la primera vez que la semielfa lo sorprendía con sus acciones. Incluso su agradecimiento al dragón le pareció sorprendente, quizás realmente estaba agradecida por poseer esa arma

- Es un arma - murmuró para sus adentros - A mi no me gustaría perder mi espadón mágico, pero no recuerdo haber agradecido a quien lo forjó. De hecho ni recuerdo quien fue - continuó hablando para si mismo, sin darse cuenta que sus palabras eran audibles - Supongo que ella nunca tuvo un arma así - completó encogiendose de hombros - pero supongo que realmente es para ella, despues de todo, que podría hacer yo con un arma que hace musica - se planteó o mientras se rascaba la cabeza

- Sabrala, sabes si tu espada cantarina que te habla puede ayudarme con mi debilidad - preguntó esperanzado, antes de corregirse a si mismo - Bueno, no es exactamente debilidad, pero todavía tengo algo de frio por culpa de esas sombras - reconoció avergonzado - y pasan las horas y no siento demasiada mejoría -

Con la satisfacción de haber conseguido vuestro principal objetivo abandonáis las Cavernas de las Sombras.

Os queda un largo camino por delante, ya que la Bahía del Colmillo Blanco se encuentra a muchas millas al norte. Quizá allí, el anciano maestro de Mallon os arroje alguna luz sobre la Dreamsinger y otros filos de Corusk. Además Helden dio su palabra al semielfo de que le escoltaríais hasta la residencia del Maestro Karasten.

Al menos estamos cerca de casa.- Pensáis mientras la brisa gélida del Norte enfría vuestro rostro.