El profesor consigue mantenerse consciente pero, en cuanto le suministran la droga, el mundo se vuelve lento y pastoso y apenas consigue articular palabras con sentido.
La operación fue todo un éxito. El profesor perdió sangre pero la rapidez y la destreza del doctor en suturar las venas afectadas consiguió evitar una mayor pérdida de sangre por lo que a parte del efecto del opiaceo que había recibido sólo una leve fiebre debido al shock se instaló. Fiebre que disminuyó poco después de la cirugía.
La baronesa, sin embargo, se encontraba entorpecida y envarada por la situación. Estaba acostumbrada a encontrar seres sobrenaturales pero aquello le superó y se convirtió en un pequeño estorbo que el doctor supo solventar con rapidez mostrando una gran profesionalidad.
El profesor quedó acostado. Debía descansar lo más posible. Era el momento de examinar las heridas del resto. Unas cuantas inyecciones para prevenir la rabia resolvieron satisfactoriamente la situación.
Entre una cosa y otra buena parte de la tarde había pasado y eran cerca de las seis cuando por fin la sensación de urgencia y el apresuramiento abandonó al grupo.
Un nuevo enigma se planteaba. Demasiados quizá demasiado seguidos. La agresividad de los lobos por ejemplo. El lobo por lo visto llevaba algún tipo de identificación en un collar que llevaba al cuello. La extraña muerte de Seward. El robo en su cuarto de los rollos del gramófono. Aquello comenzaba a parecer una mala novela de misterio.
Un carruaje llegó a la mansión trayendo de vuelta a Weatherbee y al criado. El asistente se apresuró a entregar el tónico a la señorita Vivian.
Pensé que iban a tardar más, pero el boticario estaba allí cuando llegué y conseguí convencerle de que era importante. Lo hizo en el momento.
El frasco era realmente bonito.
¿ Me necesitan para algo más? Me gustaría ir comer algo.
Pronto cerraré esta escena. Creo que es momento de reflexionar y decidir qué hacer después.
- Muchas gracias por su eficiencia, Sr. Wheatherbee. Le dijo mientras cogía el tónico y volviéndose hacia el Dr. Moore le preguntó. - ¿Debo de tomarmelo ya, así, sin mezclarlo con nada?. Por ella se lo tomama ya y se volvía a meter en la cama a descansar pero había muchas cosas por resolver y estaban allí por algo. El ataque de los lobos había demostrado que alguien quería acabar con ellos pues estaban acercándose a la verdad. Debían de hacer algo en vez de esperar a que les ocurriesen más desgracias y un buen comienzo era visitar las tumbas.
Elizabeth se había acercado a un ventanal y observaba el jardín sin prestar atención a nada concreto. Se había hecho con un pequeño abanico que agitaba furiosamente como reflejo de su impotencia y exasperación. Por primera vez en su vida, la imagen que proyectaba al exterior coincidía con la realidad: se sentía como una frágil mujercita impotente, enfrentada a un mundo peligroso y extraño que se escapaba a su control. Y eso le ponía de mal humor. ¿Cómo había podido bajar la guardia de esa manera, y luego huir? Si no hubiera sido por el almirante...
¡El almirante!
Elizabeth plegó al abanico y se acercó graciosamente hasta donde se hallaba Mark Happel.
-Aún... no le he mostrado mi agradecimiento, almirante. Si no hubiera sido por su puntería y reflejos, yo... esa bestia...- dijo, bajando la mirada avergonzada-. Yo... gracias, Happel.
-No se preocupe, señorita Ashford... Elizabeth -dijo el almirante con caballerosidad pero abandonó el formalismo. Después de todo lo que habían pasado, el grupo estaba mucho más unido-. Sólo he hecho lo que mi deber me exigía -no puede evitar mirar a los ojos a la bella mujer-. Aunque lo he hecho encantado...
El doctor Moore sumergio sus manos en una palangana con agua caliente, tornandose esta de un rojo dudoso y claro al desprenderse la sangre de estas. Luego las seco parsimoniosamente con una toalla limpia. Esa accion parecia alejarlo del mundo y demandarle toda su atencion, pero el Dr. no hacia otra cosa que repasar los ultimos acontecimientos de su corta estadia en aquella mansion. Los resultados de sus analisis, le amargaron la sinuosa sonrisa que se habia forjado en sus labios a raiz del exito de la intrevencion quirurgica.
Han ocurrido muchas cosas inexplicables, el cochero, su relato, la alteracion de la salud de Vivian, la visita de la policia, la transfucion, el ataque de los lobos, la operacion... Demasiado. Debo descanzar y poner en orden estos pensamientos. Todo tendra una explicacion racional, sin dudas.
Sin embargo, no podia demostrar que se hallaba fatigado y con el animo decaido. Armo una sonrisa en su atractivo rostro y miro a sus improvisadas asistentes. Ambas estaban palidas y habia sentido en su animo la impresion de aquella carniceria.
En efecto, para una persona comun este tipo de intervenciones puede resultar bastante impresionante. No me extrañaria que una vez la tension desparezca, entraran en shock y no queremos que eso suceda. Un ataque directo al ego es el mejor topico en estas circunstancias.
Señoritas, estoy orgulloso de ustedes. Lo han hecho de mil maravillas y muchas asistentes que he tenido, en vuestras circunstancias, os envidiaria la presencia de animo de que habeis hecho gala dirigiendose a la señorita Vivian Atwater Sobretodo usted. A pesar de vuestro estado de salud, habeis hecho las cosas precisa y diligentemente
Apoyo las manos paternalmente en los hombros de ambas mujeres y les sonrio.
No se ustedes, pero yo necesito descansar. La transfusion y esta operacion me han dejado exausto. Una rapida cabezeada antes de la cena me pondra en estado y os recomiendo Señorita Vivian Atwater, que procedais de igual modo
La operación parecía haber sido un éxito. A pesar de los nervios, de las circunstancias desfavorables y del malestar general, el Doctor John Moore era todo un profesional y había apartado todas sus emociones en aquella intervención, así como la baronesa. Yo quería ser de utilidad: sentía en parte que, de haberme quedado en el enfrentamiento de los lobos, quizá las heridas del Doctor Leif no serían tan graves. La sangre no era de mi agrado pero por suerte mi labor como enfermera resultó la más sencilla de las que se realizaron en la operación y solo debía encargarme de limpiar el material y volver a entregarlo.
No podía evitar pensar en todo lo que estaba sucediendo: los asesinatos, Kensington, el robo, el ataque de los lobos, la explicación sobrenatural... yo era una amante de la lógica, no podía caer en el pensamiento que mis compañeros presentaban sobre la aparición de no muerto, de un vampiro. Ocurren demasiadas cosas que aún no tienen respuesta, pero es cuestión de tiempo, de lograr que las piezas encajen... pero ¿cómo? Con la aparición de estos lobos todo tiene incluso menos sentido...
Había observado en un par de ocasiones, fruto de la curiosidad, la herida del Dr. Leif y una sensación desagradable me recorría cada vez que lo hacía. Al acabar la operación estaba exhausta, realmente cansada y abatida. No era un cansancio físico, no, sino una bruma mental que parecía no querer dejarme descansar ni en momentos como este. Vi interrumpidos mis pensamientos por las palabras del doctor Moore y una sonrisa amable se dibujó en mis labios-Muchas gracias Doctor, ha sido un placer ayudarle en la intervención; el señor Leif ha tenido suerte de poder contar con usted- Mis palabras reflejan sinceridad y no parecían ocultar ninguna otra intención más que admiración por el trabajo que acababa de observar.- Creo que iré a refrescarme un poco si me lo permiten- Quizá un poco de agua fría aclare mis ideas. Sonreí a los presentes y me alejé con paso tranquilo hacia el baño, con la idea de refrescarme un poco y volver algo más tranquila.
Estoy con el doctor. Ha sido una tarde impactante y todos deberíamos descansar. Más aún teniendo en cuenta que se acerca la noche y para visitar los cementerios necesitamos contar con tiempo, ir sin prisas. tal vez, incluso deberíamos pasar la noche haciendo guardias o pasarla juntos, después de lo que ha pasado no creo que sea buena idea separarnos. La tarde podría haber tenido un horrible final si alguno de nosotros hubiera estado solo...
Con sus palabras, la Baronesa trataba de esconder su vergüenza por su actuación en la operación de su amigo, jamás se perdonaría no haber dado la talla en ese momento, aunque también creía lo que había dicho. Sabía que tenían que descansar, tal vez podría usar la tarde para tratar de recordar su conocimiento sobre este tipo de seres, aunque todo fueran cuentos de viejas y antiguas leyendas, tal vez podrían ayudarles en sus propósitos.
A medida que los sedantes iban desapareciendo de su cuerpo, los sucesos se acumulaban en la mente de Leif Klassen. Los asesinatos, la información del fonógrafo, la desaparición de las pistas, la esperanza de encontrar alguna evidencia en el cementerio y el golpe moral recibido por parte del inspector. Lo de los lobos no era mas que la otra gota en un vaso que llevaba rebosándose desde ayer. Sin embargo este ultimo suceso había convencido al profesor que había una fuerza maligna moviendo los hilos de este teatro de marionetas, cualquiera que negase esto debía ser un loco.
Lobos atacando abiertamente a un grupo de personas dentro de una propiedad privada bien guardada con rejas y segura... y no sólo eso, el ataque había sido demasiado especifico, demasiado concreto. ¿Era casualidad que no atacaran a nadie del servicio ni de la policía? Leif Klassen sabía que no podía ser mera casualidad, el ser debió haberlos lanzado contra ellos sabiendo que no estábamos acercando.
Sin embargo estaba cansado y había perdido no poca sangre, por lo que se disculpó con el resto de invitados y pidió al servicio que le subieran algo de comer al cuarto, estaba agotado y necesitaba algo de descanso decente.
Los acontecimientos se desencadenaban a un ritmo atroz. Impertérrito, no podía sino desear, en cierta medida, alejarme de todo esto. Mi posición estaba por encima de tamaños asuntos, demasiado oscuros para un fiel servidor de la Razón. Había anegado toda corriente romántica, y abrazado el Positivimos tan feroz que pocos buscaban en la fiel Inglaterra. No pude evitar el recuerdo de la inauguración de la fábrica de Roll-Royce, hace solamente dos años. ¿Por qué sigo en esto? Saben todos que mi reputación se encuentra alejada de la retahíla de delitos y trampas que se comenten sin cesar en el tiempo en que estos fenómenos se han desencadenado. Haría bien en marcharme y...
Pero yo era un Lord. Un aténtico servidor de la Corona. Mi familia se ganaba el sustento de su inusitada fama a través de la búsqueda de los valores británicos por excelencia. Y yo había roto con ellos en un segundo: huí de la escena de batalla, mientras una mujer quedábase para combatir esas feroces bestias. ¿Vergüenza? ¿Humillación? ¿Amistad? Nadaba en un mar de incertidumbres, lo suficientemente espeso para confundir mis actos. No podía, sin embargo, quedarme de brazos cruzados mientras todo esto no se clarificase. A riesgo de mi vida estaba mi honor.
Carraspeé ligeramente. Pensaba fumar, pero sabía cuanto molestaba a algunas señoritas. Caballeros, señoritas. Debo pedirles disculpas por mi actitud. Educado en las más altas instancias de la aristocracia de nuestro país, no me veo por lo general envuelto en tan turbios asuntos, si me permiten la expresión. Sepan, pues, que cuentan con todo mi esfuerzo en la consecución de este enigma. Se hizo el silencio. A riesgo de ser franco, debo confesarles que estuve tentado de marcharme y abandonar a toda suerte esta misteriosa trampa que tan sutilmente nos va asfixiando, pero veóme en la necesidad de dotar de algo de sentido a todo esto. Ya no solo por nuestro buen amigo fallecido, sino por la protección y cuidado de todos nosotros.
Tras estas palabras, marché hacia la ventana y estudié el exterior. Una tarde de calma. La noche se avecinaría sin prisas. Era menester que tuviésemos a bien de concretar nuestro curso de acción. ¿Recuerdan ustedes lo que nos comentaron del suceso acaecido hace siete años? La amada de Lord Goldaming, la señorita Lucy, y su madre, fallecieron. La primera por un ataque. Un ataque que parecía ser anima. ¿Podría tener algo qué ver? Quizás exista por aquí cerca algún tipo de reserva de animales. Me giré hacia los demás. Había otra coincidencia que erizaba mis pelos. Comencé a atusarme el bigote. Sin embargo, lo que más llama mi atención es que el servicio pareció caer en un profundo sueño. Justo lo que sucedió con el agente de policía que vigilaba, y cuyo turno era algo factible para él al estar acostumbrado. ¿Debe decirnos eso que el suceso de hace siete años y el de hoy están relacionados? Quizás debamos aclarar las amistades que compartieron dicha pareja, y que aún hoy siguen vivas. ¿Y si alguno de ellos tiene un zoo privado? No sería de extrañar. Conozco a muchos buenos señores de la Cámara que coleccionan bestias. Vivas o muertas. Sentencié pensativo.
Con el periodismo que tienes te lo digo sin hacer tirada:
Hace unos días escaparon del zoo un par de lobos. No se ha hablado mucho de ello porque se ha intentado acallar la noticia. El dueño del zoo es un hombre influyente y se esperaba poder capturarlos pues habían huído hacia zona agreste.
Era extraño porque lo lógico hubiese sido poder capturarlos.
Todos estaban cansados. Unos por el estrés de la situación, otros por las heridas y otros finalmente debido a que sus cabezas no paraban de girar pensando una y otra vez en los enigmas que habían sucedido durante aquellos días.
Todos sacaban conclusiones, quien más quien menos tenía motivos para reflexionar y las conversaciones iban y venían de los cumplidos a las reflexiones.
El doctor se mostraba cansado, el almirante sacaba fuerzas para galantear y el profesor Klassen comenzaba a recuperar la conciencia y con ella el dolor y la tirantez de los puntos. Se miraba el brazo pero sólo podía ver un buen vendaje compresivo destinado a facilitar la revascularización. La mano, estaba terriblemente pálida y algo adormecida. Según el doctor era normal después de aquella herida.
Lord Wiston Charlton pidió disculpas por su comportamiento y terminó reflexionando en voz alta y sacando algunas conclusiones. Era difícil comenzar a sacar conclusiones. Porque las conclusiones llevaban muchas en la misma dirección, el paralelismo de los hechos... ¿Tenía aquello algo que ver con los sucesos de hace siete años?
Dawes se acercó al grupo y aclarándose levemente la garganta consiguió hacerse notar discretamente.
¿Dónde quieren los señores que sirvamos la cena?
-A mi me gustaría cenar en mi cuarto, si no es problema. Estoy agotado y no me gustaría que por moverme demasiado se me rompieran los puntos que me ha dado el Doctor- dijo el profesor Klassen con voz abatida y bastante pálido por la perdida de sangre.
Sirvieron una buena cena en el saloncito de la planta baja. El professor Klassen decidió guardar reposo en su cuarto.
El servicio se movía por inercia, aturdido en cierto modo por una acumulación de sucesos tan continuada.
El grupo apenas habló, se encontraban todos sumidos en sus pensamientos y pronto, unos antes, otros después se dirigieron a sus cuartos a dormir.
Motivo: pcn almirante
Tirada: 1d100
Dificultad: 35-
Resultado: 63 (Fracaso)
Motivo: pcn baronesa
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 54 (Fracaso)
Motivo: pcn doctor
Tirada: 1d100
Dificultad: 34-
Resultado: 39 (Fracaso)
Motivo: pcn klassen
Tirada: 1d100
Dificultad: 27-
Resultado: 64 (Fracaso)
Motivo: pcn ashford
Tirada: 1d100
Dificultad: 35-
Resultado: 94 (Fracaso)
Motivo: pcn lilian
Tirada: 1d100
Dificultad: 39-
Resultado: 71 (Fracaso)
Motivo: pcn lord wiston
Tirada: 1d100
Dificultad: 30-
Resultado: 37 (Fracaso)
Motivo: pcn vivian
Tirada: 1d100
Dificultad: 37-
Resultado: 50 (Fracaso)
Procedo a cerrar este hilo. Se continúa en la escena "de noche y con miedo"
Un saludo