Sin más Dork se levanta y va con Mekazdralos.
Mekazdralos lleva a Dork hasta una tienda más pequeña pero no menos suntuosa que la del banquete. No parece un lugar donde dormir sino, más bien, un lugar de estudio. Hay una mesa con papeles pero ninguna silla. Un libro grande yace sobre un atrio y el líder de los hombres de rojo se pone tras él, ojeando el libro distraídamente mientras le habla al semiorco.
Tus compañeros tienen muchos recursos, pero les falta fuerza, tanto física como de voluntad. Nadie puede ser poderoso si se limita a sí mismo cuando algo debe ser hecho.
Mira durante un largo momento a Dork. Aunque no parece dado a las alabanzas, está claro que está contrastando al semiorco con los otros.
Tus amigos han accedido a recuperar un objeto para mí. Una gema azul curativa que está dentro de la muralla. Cuando llegue el momento, sus lealtades pueden flaquear. Son demasiado dados a hablar, cuando deberían hacer.
Pasa una página del libro y mira al papel, como si leyera aunque sigue hablando.
Debes asegurarte de que la gema azul que está en la muralla me es entregada.
Levanta la vista para mirar a los ojos al bárbaro. La última frase ha sido una orden, claramente, dada por alguien que parece muy acostumbrado a que sean obedecidas sin discusión. Solo entonces sonríe ligeramente (la primera vez que el semiorco le ve hacerlo) y añade, suavizando el tono.
Serás bien recompensado y tendrás un puesto de honor entre los nuestros, si lo quisieras. Tendrías un gran futuro entre mi gente.
Vuelve a mirar al libro rápidamente y sacude la mano, dando permiso para que el bárbaro se vaya y dando con ello la conversación por terminada.
Hazme saber si tienes alguna queja con Alexia-Makt.
Tirada oculta
Motivo: TS voluntad Dork
Tirada: 1d20
Dificultad: 16+
Resultado: 2(+3)=5 (Fracaso)
Dork se va y se dice a si mismo que no va a pensar en lo que le han propuesto hasta mañana, ahora que sabe que les interesa mantenerlo con vida piensa disfrutar de la noche.
Abrojos, Drusilda, Kirk y Pikard son llevados ante Cedric-Kaz, un hombre joven pero de mirada sabia con multitud de puntos negros tatuados en la cara y brazos. Para haber vivido toda su vida en este bosque, el hombre parece apreciar el arte y las gemas y, tras una negociación, las dos partes pactan un intercambio justo.
Reconocer las pociones no le cuesta más que un examen atento, pero identificar la espada requiere un ritual y más paciencia. Al desenvainar el filo suena con una nota metálica que se mantiene unos segundos. Aunque el mago explica sus poderes, advierte de que tal vez haya más de lo que la magia sencilla puede revelar.
Entregando cinco pociones curativas y cinco viales con fuego alquímico, Cedric-Kaz cierra el trato.
Ya fuera de la cabaña de ese conjurador, el pícaro, la semielfa y los dos trasgos son invitados a compartir una comida caliente en torno a la hoguera. Hay hombres contando historias y en una hoguera más apartada hay dos escupefuegos que arrancan aplausos a los más jóvenes. Aunque la explicación es sencilla, la maniobra seguramente requiera habilidad: escupen un licor fuerte que afortunadamente nadie les ha invitado a probar, contra la llama de una antorcha. Los más interesados por los cuentos de los ancianos escuchan maravillas de una gloriosa ciudad llamada Ixen, reducida a ruinas por los druidas hace dos generaciones.
El prisionero druida coopera traduciendo el texto, sin decir una palabra más de las necesarias. Los cuatro duermen bien, aunque se turnan para vigilar al druida.
No es hasta la mañana siguiente que vuelven a ver a Dork. El semiorco sale de una de las pequeñas tiendas que usan los habitantes de este asentamiento. Una escolta nutrida está preparada para salir con ellos. Sus mochilas, equipadas con provisiones y herramientas, esperan.
Drusilda madruga y se da un buen baño antes de ponerse en marcha. Aseada, peinada, limpia su coraza y afila las dos espadas todavía sin saber cual usará. Levanta una ceja cuando ve salir a Dork de la cabaña y sonrie. - Miralo, que pájaro... y encima se ha saltado las guardias... mmmmm - En marcha. ¿Qué os parece si ponemos a este Druida vestimentas viejas que estos nos puedan dar y una capa roja para aparentar que es un bastardo rojo capturado?
Cuando nadie la mira Drusilda se acerca a la cabaña donde estaba Dork y echa un vistazo rápido dentro. Solo quiere saber si ha dormido solo, con varón o con hembra.... meter y sacar la cabeza, asegurandose que Dork no la ve.
Drusilda se acerca discretamente a la tienda de la que salió Dork. Cuando estaba a punto de asomar la cabeza, una chica morena guapa, de constitución pequeña y delicada, sale casi chocando con la guerrera.
Sin saludar ni detenerse, la mujer se aleja hasta desaparecer en otra tienda.
Hombres...todos son iguales....
Antes de partir Drusilda se acerca a Dork. Anda muy seria y se le nota algo tensa. Te devuelvo la espada Dork. No la quiero, ni aceptaré ningún otro regalo. Utilizala como quieras. Y dándole la espalda vuelve junto a su mochila y sigue preparando su equipo.
Dork mira a Drusilda algo extrañado
- Muy bien niña, lo tendré en cuenta.
Dork se acerca al grupo
- No los vi en la cena anoche, ¿han averiguado algo?
El viejo mercenario mira a Drusilda y sonrie antes su propuesta - Si, harapos y una capa roja. Y manos atadas y boca amordazada. Así no podrá conjurar... y si sus amigos nos intentan atacar tendrán a quien apuntarle primero, jaja -
Abrojos observa el texto que ha traducido el druida y mirandolo a los ojos comenta muy seriamente - Espero que no te hayas "equivocado" en la traducción. Abriras el camino con el libro original en tus manos, atadas, para guiarnos y, si en algun momento, señalas una dirección distinta a lo que nos tradujiste estarás muerto en el momento... aunque luego no sepamos como salir de ese lugar -
- Es el momento de que nos asegures que no habrá diferencias entre lo que tradujiste esta noche y lo que leerás despues. Tu vida depende de ello -
Lupin observa al semiorco y menea la cabeza - Conseguimos algunas provisiones y pociones; identificamos algunas que no sabíamos para que servían y, ya que estabamos nos deshicimos de esos cuadros del barco que ocupaban demasiado lugar... Esta es tu parte - añade sacando de su aparentemente interminable morral mágico algunas pociones y antorchas - Ah! y averiguamos que esa espada que le obsequiaste a Drusilda es mágica - completa su informe
Ya le he devuelto la espada. Me quedo con mi katana - comenta Drusilda en voz alta mientras disfraza y maniata al druida. Cuando finaliza comienza a andar ya cargada y equipada. ¿Nos vamos? Adelante entonces. Yo abriré la marcha. Ya pondremos a este adelante cuando entremos en esa muralla.
Cuatro hombres y dos mujeres del poblado estaban armados y listos para hacer de escolta. A ellos se une el orco que conocieron en la reunión de ayer. El total hace una docena, que debe de ser número suficiente para ahuyentar cualquier problema. Pronto salen del campamento, dejando detrás la zona pedregosa e internándose una vez más en el bosque.
La escolta viaja con lanzas y hachas preparadas, además de con cuatro antorchas encendidas continuamente. El bosque parece tan hostil como lo recordaban, pero nada les molesta. En los días se avanza mucho trayecto y se habla poco; en las noches siempre hay dobles guardias: uno de los mercenarios junto a uno de los hermanos de rojo. Nadie quita los ojos de encima al prisionero, quien permanece en silencio y no hace ningún intento de causar problemas.
La mañana del tercer día los que tienen la vista más aguda ven la muralla no muy lejos. El continuo de árboles se interrumpe bruscamente por una pared gris lisa que parece totalmente fuera de contexto en este ambiente. Abrojos nota la cercanía de la magia muerta, pero los escoltas señalan un desvío y el grupo se acerca trazando una diagonal al oeste respecto a la muralla en lugar de directamente. Cuando llegan a un claro cercano, todos entienden que era para que el muro se pudiera ver entero tal como era, con solo el cielo de fondo y sin árboles estorbando.
Pasamos a la siguiente escena La Muralla