Partida Rol por web

Lyra siguió con la mirada a los dos hombres:

-Me encargaré de que mueras tu primero- murmuró Lyra pero tratando de que sólo lo oyera Raivaros y componiendo una sonrisa dijo:

-¿Entramos? Aunque tal vez deberíamos llamar, nunca se sabe con Barbosa

Raivaros, después de oir a sus gias, llamó a la puerta y esperó una respuesta (o lo que haya que hacer, es que no tengo todos los conocimientos de Raivaros)

Raivaros llamó a la intimidante puerta de hierro forjado y cada golpe resonó por todo el pasillo. Quien quiera que hubiera diseñado ese laberinto que ocupaba el interior del edificio se había asegurado de que la acústica desorientara a sus visitantes y a la vez avisara a todo el personal en la planta de los movimientos ajenos.

Una pesada voz se oyó en respuesta a través de la puerta.

-Adelante.

La puerta se deslizó hacia abajo para dejar a la vista una inmensa sala que contrastaba de forma increíble con el resto del edificio. El suelo era de mármol negro con vetas blancas y en el centro, a modo de foso, el suelo era de roca verde brillante y daba la impresión de ser un líquido por la forma en que la luz se reflejaba en el techo. El techo, a su vez, estaba decorado con pinturas del mapa galáctico del sistema, en el cual se podía apreciar con sumo detalle hasta la situación de las flotas gracias a un complicado sistema de mecanismos oculto en el piso superior que mantenía actualizada la posición de las órbitas y de los planetas con suma precisión. De las paredes no podéis saber nada, pues está ocultas tras enormes estanterías llenas de libros antiguos que llegan hasta el techo, e incluso parte de estas están ocultas tras pilas de manuscritos apilados en las esquinas de la habitación.

La luz entra en la habitación por un gran balcón abierto que hay al fondo de esta, justo tras un inmenso escritorio donde diversos objetos se apilan unos sobro otros o están desparramados sobre el suelo: pergaminos, botellas, armas, comida, ropa y objetos de alta tecnología. Tras la mesa, sentado en una inmensa silla de metal con diversas extremidades robóticas, se encuentra un hombre.

-Pasad. La puerta se cerrara tras vosotros. A partir de ahora, no debéis hablar de mí o sobre cualquier cosa que descubráis en esta habitación fuera de ella. ¿Entendido?

Lyra atravesó la puerta y entró con decisión en la estancia. Parpadeó observándolo todo y agradeciendo la luz que entraba en la habitación. Se situó frente al escritorio y mirando al hombre al los ojos dijo:

-Entendido, señor

Raivaros entra y responde a la par con Lira por lo que les ha dicho:

-Si, mi señor.

Después, espera ordenes.

La puerta volvió a ascender y una vez cerró, unas enormes bisagras de metal se deslizaron sobre ella para sellarla. Nadie que no estubiera invitado podía entrar.

El hombre se levantó de la silla mecánica y se irguió los dos metros que levantaba del suelo. Con apenas un par de pasos rodeó el escritorio y se colocó en el centro del círculo verde del suelo. Sucuerpo quedó bañado por los reflejos acuosos de la roca, dándole un aspecto sobrenatural.

-Bien, me complace veros aquí de una pieza, ya que eso solo puede significar que tuvísteis éxito en la "prueba" que os propuse. Tú -señala a Lyra- has demostrado que un ex-Guardia Imperial aún puede servir al Emperador protegiendo a sus siervos. Y tú -señala a Raivaros- has sido capaz de localizar y recuperar un artefacto no clasificado, uno de los objetivos por los que se creó tu orden y ahora apenas nadie recuerda.

-Ahora, quiero que me digáis los dos a qué aspiráis en esta vida, vuestro sueños para el futuro, tanto cercano como lejano, y hasta qué punto estáis dispuestos a llegar para conseguirlos.

Raivaros está intimidado por la presencia de barbosa, a si que espera a que Lyra hable primero

Lyra miró a Barbosa directamente a los ojos, parececía no tenerle ningún miedo al inquisidor. Tras pensar unos momentos respondió:

-En realidad, señor, me gustaría continuar realizando misiones, misiones tal vez de mayor trascendencia, hacer de escolta me aburre.- sonrrió Lyra con un deje sarcástico. Misiones que me permitieran subir en la escala...-Lyra pedía sin rodeos un mayor rango, puede que por ostentación, puede que le divirtiera ver hasta qué punto podía perturbar al inquisidor.-Sirviendoos, sin duda, obtendríais éxito en cada misión que me encomendarais o si no tendríais un soldado menos, pues moriría en el intento.

-Y tambíen, si me permitís señor, desearía mejorar la situación económica de mi familia. y dijo esto último impregnando las palabras de nostalgia.

Raivaros cojió fuerzas cuando Lyra terminó de hablar, y comenzó a hablar él.

-Pues, la verdad señor, mi sueño es el mismo que el de todo tecnosacerdote, quiero "mejorar" mi cuerpo hasta obtener el cuerpo perfecto, todo implante es poco y haria cualquier cosa que no fuese en contra de mi código de conducta para obtenerlo y es lo que hago y haré el resto de mi vida señor.

Al terminar de hablar miró hacia abajo y esperó a que Barbosa le responda.

Por un instante parece que un brillo procede de la boca del Inquisidor. ¿Acaso puede haber sonreído?

-A sí que tengo ante mí un mercenario dispuesto a dar su vida en una misión suicida a cambio de una bolsa de oro y un tecnosacerdote que aspira a convertir su cuerpo en un ser perfecto... Interesante...

Lentamente Barbosa se da la vuelta y camina hasta la mesa y parece buscar algo. De entre la multitudo de objetos que se apilan sobre ella recoge un manuscrito y dos carpetas marcadas con números.

-He estado leyendo vuestros informes, o más bien los informes de vuestras vidas: costumbres, educación, familia, momentos importantes, vuestro pirmer amor, qué número de zapato usáis y hasta cada cuánto os ducháis. Si hay algo sobre vosotros que no haya lelgado ya a mis manos, los interrogadores os lo sacarán. Pero por el momento tengo que daros la enhorabuena: ¿Sabéis por qué estáis aquí?

Abre la primera de las carpetas y lee lo que deben de ser cabeceros o títulos de folios mientras los pasa a gran velocidad.

-Lyra, de los moradores del desierto. En particualr una de las tribus de cazadores del oeste... Nacida hace 19 años en el sector 47-GZ del Desierto Mayor de este mismo planeta... No recibió educación más allá de la tradicional de su tribu... Alistada en la Guardia nada más cumplir los 16 como recluta, pero al terminar el adiestramiento y dado que la Fragata XVII Z9 a la que su unidad iba a ser destinada estaba desaparecida fue licenciada y se le entregó una licencia de mercenario... -Cerró la carpeta y sentenció- A partir de entonces trabajaste como cazarrecompensas por para vivir viajando por el planeta, pero nunca conseguiste alcanzar el máximo honor entre los tuyos: Convertirse en un guerrero sin par. Bien, ahora yo te ofrezco la oportunidad de conseguir ese sueño, de convertirte en guerrera de la mano izquierda del Emperador. Te ofrezco trabajar para la Inquisición.

Deja el dossier sobre la mesa y abre el siguiente.

-Raivaros, miembro del Adeptus Mechanicus. Nació en Armetálica, hijo de obreros de la fundición, pero fue avandonado a los pocos meses de vida. El Adeptus le recogió, y el resto es evidente. Según los datos de tu orden tienes 26 años y 8 meses, pero según los míos tienes 27. ¡Ah, y feliz cumpleaños! Fue ayer.

Deja la segunda carpeta sobre la desordenada mesa y sostiene el manuscrito a la altura de su cabeza mientras lo ojea.

-De mente brillante, destacaste entre los novicios de la orden prematuramente, por tanto entraste antes de tiempo en la orden. Debido a esto se te instaló un generador miniaturizado de energía en lugar del estándar, dado que tu cuerpo en desarrollo no era capaz de abarcar el tamaño de este. Si no me equivoco es un QR7-vulcano, aunque sospecho que el Maestre le haría unos retoques personales, ya que ese modelo es altamente inestable. Luego ascendiste rápidamente hasta tecnógrafo, pero en lugar de ponerte al servicio de un tecnosacerdote decidiste ir por libre y desentrañar los secretos de las máquinas por tu cuenta. -Cierra el libro y lo deja sobre la mesa- Un trabajo muy prometedor el que has hecho. Desde luego el Maestre sabía a quién me recomendaba. Pero ese libro está inacabado, al menos hasta que incluyas algún ejemplo de tecnología GR5. Y da la casualidad de que esa tecnología se encuentra normalemente en los vehículos de exploración espacial militares, a los que por supuesto no es fácil acceder. ¿Adivinas quién puede faciltarte tantos como quieras?

Camina hasta el balcón y se para de espaldas a los dos.

-Por supuesto, el trato que os ofrezco no será fácil. Ahí afuera los enemigos del Emperador, y por tanto de la humanidad, acechan ocultos entre los fieles o se agrupan en nuestras fronteras para caer sobre nosotros sin el menor rastro de piedad en sus almas condenadas. Cuando forman en ejércitos, el Astartes cae sobre ellos como puño vengativo y los dispersa otra vez. Cuando atacan un planeta, la valiente Guardia Imperial los rechaza con gloriosos actos en nombre del Emperador. Y cuando los demonios aparecen, los cazadores de brujas, las hermanas de batalla y los caballeros grises los devuelven a un infierno aún peor del que escaparon. Pero... ¿Qué hacemos cuando se ocultan entre miles de inocentes? Ésa será vuestra misión, la misión que ningún ejército puede realizar. Para preservar la Ley del Emperador y a su fieles, deberéis actuar al margen de esta. Deberéis localizar a los engendros y purgarlos. Encontrar a los herejes y eliminarlos. Descubrir a los traidores y aniquilarlos. Deberéis ser la mano oculta del Emperador, la mano izquierda en la que nadie se fija, y entre las sombras encontraréis al enemigo interior y lo exterminaréis en nombre del Dios Emperador, el Trono de Oro, la Sagrada Terra y toda la Humanidad.

Cogiendo aire se da la vuelta y os tiende una mano.

-¿Aceptáis ser el escudo de los indefensos y el castigo de los herejes? ¿Aceptáis convertiros en mis siervos? ¿Aceptáis entonces convertiros en Adeptos de la Inquisición?

Raivaros, tras oir las palabras de Barbosa dice:

-Si señor, será un placer entrar en la inquisición.

Dice Raivaros asintiendo con la cabeza, feliz de ir avanzando, seguro que antes de continuar haciendo misiones tiene tiempo para "mejorar" su cuerpo y para recargar sus armas.

Lyra cambió el peso de un pie a otro, tenía la vista fija en algún punto de la habitación.

¿Castigar a los herejes?, más bien querrá decir masacrarlos. Pero en definitiva, igual me da servir a un mandamás que a otro, además debo honrar a mi familia y conseguir un puesto de honor.

A cargarse infieles pues- y una media sonrisa se dibujó en su rostro al tiempo que sus ojos irradiaban vivaces.

-Acepto, mi señor, si que será un verdadero placer- y tiñó sus últimas palabras de ironía.