Partida Rol por web

¡Hola, Laine!:

Bienvenida a la ciudad de Ansten, capital del condado del mismo nombre. Ansten es una ciudad lacustre que vive principalmente de la pesca, la minería y la explotación forestal. La gobierna el conde Vortat Modran de Ansten (el del retrato de la izquierda). En su juventud fue un hombre de fiero temperamento al que la edad y la experiencia han templado otorgándole paciencia y sabiduría.

Quiso el destino que Alyona, esposa de Vortat, diera a luz a tres hermosas hijas (Laine, Daline y Éile) y falleciera durante su cuarto embarazo. Eso dejó a Vortat solo con tres niñas a las que les dio todo el amor que supo y las crió para que fueran mujeres fuertes y con carácter, algo que le salió mucho mejor de lo que se imaginaba. Ahora que se acerca el final de su vida, Vortat desea verlas casadas con un buen hombre que esté a su altura.

En el caso de Laine la elección fue forzada por la necesidad. Uther de Langentern, primogénito del conde de Langentern, se convertirá en gobernante tras la muerte de su padre, y con él como marido Laine podría hacerse cargo de las tierras de Ansten sin problemas. Vortat está seguro de que con su carácter Laine sabrá hacerse valer ante su esposo.

El problema era que Laine apenas lo conocía. Sólo había oído de él los rumores habituales: apuesto, buen guerrero y mejor amante. Ni siquiera sabía si él está interesado en ella, aunque no es difícil suponer que este matrimonio iba a ser imposición tanto para él como para ella.

Y aquí es donde entra en juego Arman, un cazador que vive en los bosques y cuya mirada parece traspasar a Laine cada vez que pone los ojos sobre ella. Hay en el algo mágico, salvaje y primario que remueve los instintos más reprimidos de Laine, si bien él siempre se ha negado a sacar provecho de ello y tomar su virginidad. En vez de eso la entretiene con historias y leyendas populares, juegos y canciones. De vez en cuando han hecho alguna escapada a los pueblos cercanos a ganarse algunas monedas cantando y tocando música. Estar con él era como un sueño.

Pero incluso los mejores sueños tienen que terminar, y Laine tuvo que despertar a la dura realidad en la que ella estaba prometida con Uther. Para su sorpresa, el hombre tuvo el detalle de ir a conocerla varias semanas antes de la boda. Y para mayor sorpresa aún, no era el bruto priápico y repartidor de mandobles que había llegado a imaginarse. Sí, era grande y fuerte y sin duda la espada que llevaba al cinto no era precisamente un adorno. Pero también la trataba con respeto y unos modales impecables. Y ese era el mayor problema: la miraba como una aliada política, alguien que le permitiría unificar las tierras de su familia con las de ella. Aunque quizá llegase con el tiempo, aquel matrimonio iba a empezar sin amor.

Es usted muy amable por hablar conmigo su historia antes de pregonarla, señor Bardo. Aunque me pregunto de dónde ha sacado tantos detalles sobre... ejem, semejantes sentimientos hacia mi quer... buen amigo Arman. Entiendo que toda historia debe tener algo de romanticismo para ser una buena historia, pero no me gustaría que terminase afectándole de esa forma. Ni a él, ni a mi padre ni a mi futuro prometido ni al futuro del condado, por supuesto. Al fin y al cabo, una princesa no debería de tener tiempo para pensar en esas... cosas. ¿Verdad?