Una posada en la orilla del camino, no muy grande ni cuidada, pero famosa por su estofado y sus raciones para los viajeros.
Te despiertas de una cabezada ligera que has tenido, mientras miras el jarro de hidromiel que tienes en frente tuya. Apuras los pocos tragos que quedan y te quedas pensativo, mirando una parte de la posada, donde hay una muchacha joven que se ocupa de servir las mesas. Piensas que si tuviese unos años menos ahora estarias en una cama caliente, junto con la hija del posadero, vanagloriandote de historias de bardos que has escuchado por el camino.
Fijas tu atención en un hombre que acaba de entrar por la puerta. No parece nada interesante, todo lo contrario, de lo mas normal, pero no puedes quitarle la vista de encima. Se sienta a 4 mesas de ti. Pide unas cosas a gritos y mira el local.
Acabas de dejar el caballo atado en la puerta y entras abriendo la puerta de la posada en la que habias concertado una cita con un hombre de negocios. Cuando entras ves que los clientes no son muchos, pero te fijas en un hombre mayor, en la esquina de la posada, que te observa atentamente. Decides no darle importancia y pides a gritos una buena jarra de cerveza y un cuenco de estofado caliente, que el invierno se acerca.
A ti se acerca una posadera joven con la ración y la cerveza.
Hago un esfuerzo por ocultar mi mirada para no cruzarme con la suya. Pasado un tiempo prudencial, observo a ese hombre que por alguna razón llama mi atención.
Cuando pasa cerca la camarera le pido discretamente otra jarra de hidromiel, dispuesto a tomarme mi tiempo para desentrañar el misterio que puede envolver a un tipo tan aparentemente normal. Sólo ceso mi vigilancia en los momentos en que considero que puede ser advertida mi indiscreta mirada por el hombre en cuestión, así como en los que la camarera pasa cerca, para desviar mi vista hacia sus virtudes.
Qué bien :)
Te has citado aqui en la posada para contratar un mercenario que recupere ciertos objetos.
Va con una jarra en la mano.
-Aqui tienes anciano, tu bebida.
Te sonríe y se aleja moviendo las caderas ostentosamente. Cuando llega a la altura del hombre.
-¿Todo de tu gusto?
- Gracias, encanto - digo a la muchacha mientras me sirve la bebida. Observo el balanceo de sus caderas mientras se aleja. Cuando se dirige al hombre, cambio mi atención hacia él. Trato de evaluar en unos vistazos su potencial para realizar la misión que he de encomendar.
¿Sería un buen candidato como mercenario?
Pues eso, ¿parece que vale como mercenario? :)
Lo de "¿Todo de tu gusto?" se lo dice al tipo ese ¿no?
SI, la escena tambien es para ti.
Gunnar observaba desde el fondo de la taberna a todo cuanto se movía. Delante de él tenía una jarra de cerveza a la que parecía ignorar, y pasaba los segundos dandole hondas caladas a una pipa de fumar. El hombre iba vestido de ropas pardas y verdes, con una capa de un color verde oscuro y la capucha sobre los hombros.
Buscaba con los ojos a quien le citó, pero que aún no le había dado señales de estar allí. Sonrió una vez a la camarera, cuando está pasó por delante para cambiarle la jarra y negó con la cabeza. La cerveza aún estaba llena.
Entonces observó al anciano que entró, con túnicas y sombrero picudo. Entre los lugareños que se daban cita en la taberna, era quien más llamaba la atención. Entonces decide arriesgarse. Toma su jarra y sujetando la pipa entre sus labios, se levanta, recogiendo el arco y el carcaj que tenía apoyados en el respaldo de la silla. Gunnar se acerca con paso decidido hacia el hombre queno le quitaba ojo de encima y alternaba entre él y el anciano que habia entrado.
- Los dioses estén con usted. ¿Le importaría si me siento con usted? Digame... ¿es de por aqui? - Gunnar se acomodó, dejando el arco y el carcaj, como antes, apoyado en el respaldo de la silla. Exhaló una profunda bocanada de la pipa, y tiró el humo dibujando circulos en el aire.
Aixalag observa como el hombre que había estado observando se dirige hacia él, pidiéndole permiso para sentarse.
- Sí, por favor, hágame el honor de sentarse, joven. Creo saber lo que está buscando y, ciertamente, diría que tenemos asuntos que tratar usted y yo.
Tras una breve pausa, el mago prosigue. - Sí, podría decirse que soy de por aquí. Al igual que podría decirse que soy de cualquier lugar. Mi lugar de residencia se extiende hasta donde mis curtidos pies alcanzan. Y estos viejos compañeros me han traido al mismo lugar que usted para emprender una búsqueda... - el mago vuelve a realizar otra pausa dramática, observando el interés que muestra el hombre y comprobando de esta manera que está hablando con la persona apropiada. - La búsqueda de ciertos objetos. Obviamente esta aventura vendrá acompañada de una consecuente y merecida remuneración. ¿Qué le parece?
El montaraz, cazador, como quieran llamarle, observó al anciano dando otra calada de la pipa. Sopesó sus palabras. Hablaba enigmáticamente, como un sabio. Gunnar tomó con su mano derecha la pipa y la dejó reposar.
- En estas tierras se cultiva la mejor hierba para fumar. No he conocido otra igual... y he conocido muchos sitios y lugares. - Hizo una pausa. Aunque estudiaba al anciano como un lobo estudia a un humano si se cruza con él, no parecía molesto ni desconfiado. Pero tampoco se confiaba de los desconocidos. - Objetos... ¿eh? ¿qué objetos? Hay veces, que tras agotadoras búsquedas hay una remuneración mayor que las riquezas. ¿De que objetos habla, buen hombre?
Aixalag escucha con atención al desconocido. No parecía tratarse de un estúpido bárbaro y daba gracias al destino por ello. Aunque seguramente eso signifique que el precio sea algo más caro, harán falta más de dos dedos de frente, además de músculo, para llevar a cabo esta tarea con éxito.
- Me alegra saber que no se entrega a una misión únicamente por dinero. Dice mucho de usted. Bien, le explicaré de que trata la misión... - concede el mago.
El anciano le explica con mayor detalle las características del viaje y, a grandes rasgos, los objetos que han de encontrarse.
Cuando el mercenario se sienta a escuchar al anciano, este le relata los detalles de la aventura.
"Hace mucho tiempo, antes de que los cristianos llegasen a las tierras del norte, cuando tus padres aún no habian nacido, los heroes caminaban por la tierra, salvándonos de los peligros de los Jotuns. Bien, esto funcionó durante siglos, hasta que un día, desaparecieron todos los heroes. No sabemos ni como ni porqué, pero sus tesoros y sus objetos quedaron aquí, en midgard. Pero esto hace tanto tiempo que acaeció que nadie sabe nada... hasta ahora. Llegó a mis oidos que habia una famosa valkyria que tenía una lanza capaz de atravesar cualquier escudo, un peto que hacia errar cualquiér ataque que le pudiese causar daño, y un collar que un fragmento del alma de Skaði."
El viejo toma un trago de bebida y aclara su voz.
-Todo esto debe valer una fortuna, y si me hes posible recuperarlo, serás recompensado como mereces.- saca un mapa y lo tiende encima de la mesa, apartando la jarra.
-Está en alguna parte de aquí.- señalando la parte mas septentrional del mapa.
- Si acepto el trabajo, de cuanto estaríamos hablando. Por que esos objetos seguro que no son fáciles de conseguir. ¿Verdad?
Se mesa la barba impaciente, parece que quiera salir corriendo ya en busca de tales cosas.
Aixalag toma un nuevo trago, haciendo una pausa para aumentar el interés de sus palabras.
- Desde luego no será fácil conseguirlos, aunque si hay alguien en este pueblo que puede ayudarme a tener éxito en esta empresa, ese eres tú. No te ha de preocupar la recompensa, pues como he dicho cumplirá con creces tus expectativas - dice el mago convencido, dejando a un lado el trato formal aunque no con ello reduciendo su halo de misterio. - ¿Y bien? ¿Qué dices, guerrero?
Se acerca a la mesa y dice:
-Pues que deberias descansar, anciano. Mañana haremos muchas millas.
Sonríe y brinda con el anciano a la salud de su buena fortuna.
Sí. Había dado por finalizada la escena.¿Hay que seguir?