Partida Rol por web

- ¡¡No... No... NOOOOOOOO!! ¡MALDITO SEAS SURTUR, TÚ Y TODA TU PROGENIE!! .- Elric como buenamente puede se dirige hacia la pila de cuerpos, en busca de algo parecido a un superviviente. Las llamas ahora se estan extinguiendo y poco queda por salvar del montón de cadáveres. Observando los alrededores llega hasta lo que en otros momentos fue su casa, ahora es solamente una gran hoguera, donde las vigas de madera crujen y una humareda que se mete en sus ojos lo ciega momentaneamente. Apartandose de alli, toma nieve del suelo y apretandola con sus manos hasta convertirla en agua la usa para limpiarse la cara y poder ver algo.

Un único pensamiento surca su mente y se decide a llevarlo a cabo, en nombre de su padre, de su madre y su hermana y de todos sus vecinos. Un centenar de vida segadas a destiempo, gente que su wyrd aún no se habia cumplido, gente condenada a pasar el resto de su existencia en Niffheim. ¿O tal vez ese era su destino? ¿Acaso las nornas así lo habian escrito? Sea como fuere, él estaba convencido a dar venganza a quienes habian cometido tal crimen.

Rodeó el pueblo hasta encontrar las huellas en la nieve, era facil seguirlas. Caminó bajo las inclemencias del tiempo durante horas, aun se sentia que iba a desfallecer, armado unicamente con su espada y con un arco y un carcaj que habia logrado encontrar entre los restos del pueblo persiguió de manera infatigable a quienes habian echo eso.

La noche se iba cerrando cada vez más. El frío estaba calando sus huesos y tenia hambre, pero le daba igual. Él tenia que encontrar a esa gente. Por suerte, los dioses habian sido clementes con el joven guerrero y pusieron en su camino un ciervo atrapado en unas zarzas. Elric elevó una oracion de agradecimiento a Frigga por tener esa consideración. De un tajo con su espada rebanó el cuello del animal y lo despiezó rápidamente para poder tener algo de comer. Buscó algo de refugio y encontró una cueva resguardada donde poder encender un fuego. El cansancio se apoderó del joven guerrero que durmió, hasta bien entrada la mañana.

Maldiciendose a si mismo por haber dormido tantas horas continuó su busqueda infatigable, pero la nieve habia borrado las huellas y ahora se encontraba perdido en mitad del bosque. Regresó a la cueva donde habia dormido y recogiendo los pocos víveres que quedaban alli emprendió de nuevo el camino, rumbo a las montañas donde encontrar un punto de orientación. Una vez trepó las escarpadas rocas logró ver un pueblo cercano, a menos de medio dia a pie desde donde estaba. No se fiaba de nadie, pero tal vez pudiera encontrar dos cosas alli, o bien a los asesinos que andaba buscando o bien inocentes a los que alertar del peligro que se cernia. Sin pensarlo dos veces, puso rumbo en direccion a ese pueblo.

El sol de la mañana ya tocaba el norte, lo que indicaba la hora de parar y alimentarse. Desde la roca donde Elric se hallaba, la aldea se encontraba a escasos kilómetros, o eso le decían sus ojos. Sacó un trozo de carne del ciervo y lo asó en una hoguera pequeña que había hecho. La comida fué casi obligada, pués la cabeza del joven se centraba en otros pensamientos. Después de esa momentánea parada, apagó la lumbre con la bota y cogió los bártulos para encaminarse hacia su destino.

Paso a paso, la distancia menguaba, al igual que las fuerzas de sus piernas. Pero no podía desfallecer, su deber no se lo permitiría. Colinas y riscos, bosques y caminos, riachuelos u pequeñas pozas fueron sus compañeros. Cuando el sol ya llegaba a alargar las sombras y el sudor perlaba la frente del caminante, el follaje le dió paso a los campos y graneros de los aldeanos.

El pueblo apenas era mas grande que el suyo, pero se sintió de nuevo protegido y con la esperanza de recibir cobijo, aunque fuese solo por una noche...

Se acerca a ti con una horca y te pegunta:

-¿Quien eres y de donde vienes, muchacho?

Su cara no refleja nada, pués es una pregunta franca, pero sus manos demuestran que a la mínima se defenderán de la espada que cuelga de tu cintura.

- Mi nombre es Elric, hijo de un padre asesinado y de una madre asesinada. Procedo desde el este, de más allá de donde alcanza el horizonte y he venido en busca de protección, ya que mi aldea ha sido arrasada por completo, y por voluntad de los dioses he sido el unico que ha sobrevivido. He venido aqui sin duda alguna, guiado por el mismisimo Odin, y ahora os prevengo del peligro que se cierne sobre vuestras cabezas. - El joven elric se balanceaba sobre sus pies, debido a la falta de alimento y a la falta de descanso.- Por favor, da...- El orgulloso vikingo cayó al suelo pues habia perdido la razón mientras hablaba.

Elric se despierta de un profundo sueño, dolorido por tod su cuerpo. Tiene la frente vendada y está tapado con pieles de varios animales. Lo primero que nota es la paja del colchon sobre el que descansa, que es lo más cómodo que ha tenido en días. A su alrededor hay muebles toscos, una hoguera que crepita y danza dentro de la chimenea de piedra, donde hay un caldero que desprende un olor a comida muy apetitoso.

Un rugido del estómago revela al joven que ha estado en cama algo mas que unas horas. Cuando la puerta se abre entra el aldeano que encontró labrando su campo. Su mirada es de preocupación.

-¿Estás bien?- se sienta en el borde de la cama.

Elric se levanta con gesto serio.

- Si, es solo, la falta de sueño y alimento, pero has sido muy amable, los dioses te recompensaran por tu amabildiad que has demostrado aqui conmigo. Si hay alguna forma en la que yo pueda ayudar en vuestra aldea por favor, dimelo, soy buen cazador, os puedo conseguir comida en los bosques. Mi tribu entera ha sido arrasada y ahora no tengo a donde ir.

-Pues hay trabajo en los campos, donde comerás bien y tendrás un sitio para dormir. Aunque me suena que el herrero necesita de un aprendiz, puesto que todos los chicos ayudan en sus granjas.-hace gesto pensativo- si, y cazadores y despellejadores también necesitamos.

Tose un poco y carraspea.

-He visto tu espada, y parece que tu debias ser el hijo de un noble o un rico.

- Es la espada de la familia, una reliquia que ha pasado de generación en generación entre los mios. Ahora supongo que esta condenada a viajar a cruzar el Bifrost conmigo. Con gusto cazaré para tu tribu.