Nacimiento de los Reinos de Hierro:
Hace más de mil años, la tierra que ahora es conocida como los Reinos de Hierro era un embrollo de ciudades-estado que luchaban entre sí. Poderosos líderes aparecían y desaparecían, pero en el caótico reino que entonces era conocido como "Mil Ciudades" nadie podía forjarse un reino por mucho tiempo. Las naciones élficas y enanas del continente, mucho más antiguas, sabias y estables, observaron el trágico conflicto de los humanos pero prefirieron no involucrarse. En las escasas ocasiones en que fueron atacadas por algún estúpido señor de la guerra humano, su respuesta fue rápida y devastadora. Mil ciudades aprendió a no inmiscuirse con ellos.
Justo cuando la situación empeoró, y la civilización humana parecía condenada a enfrentarse eternamente, llegó el primer navío orgoth a una playa cercana a lo que ahora es la ciudad de Caspia.
Los exploradores orgoth eran representantes de una sociedad militar fuertemente disciplinada proveniente de algún lugar del Golfo de Cygnar. Eran una nación humana, pero eran gente dura, salvaje, con muchas costumbres siniestras y desagradables. Viendo una oportunidad de conquista, lanzaron inmediatamente una invasión y organizaron una guerra de dominación. Los ciudadanos de Mil Ciudades fueron tomados por sorpresa, pero lucharon con valentía, aunque en vano. Sus tierras pronto cayeron bajo el control orgoth, aunque pasaron dos siglos de esporádica y sangrienta resistencia antes de que Mil Ciudades fuera totalmente subyugada.
El Imperio Orgoth ocupó esas tierras durante 800 años. Durante este tiempo los invasores contemplaron la posibilidad de asimilar a elfos y enanos, pero el precio a pagar por atacar estas poderosas naciones se consideró demasiado alto. Se dejó en paz a los xenófobos e impredecibles elfos y los enanos de Rhul comerciaron ocasionalmente con los orgoth, pero nada más (algunos humanos todavía les guardan rencor, acusando a los enanos de colaboracionismo).
Los orgoth gobernaron sin incidentes durante cuatro siglos. Inevitablemente, una rebelión empezó a tomar forma y comenzaron otros dos siglos de conflictos aislados. Al final, el Imperio Orgoth fue derrotado y expulsado de vuelta al mar, pero durante su retirada tuvieron tiempo de destruir prácticamente todos sus archivos, artefactos y construcciones; hoy en día los historiadores saben poco sobre ellos a pesar de sus siglos de ocupación. Los orgoth también salaron los campos, envenenaron los pozos y prendieron fuego a las ciudades. El Azote fue su último acto de barbarismo.
Hay muchas leyendas extrañas sobre los últimos días de la rebelión, relatos de oscuros aliados misteriosos que ayudaron a expulsar a los invasores. Algunos dicen que habría sido imposible derrotar a los orgoth sin su ayuda y los líderes rebeldes tuvieron que hacer peligrosos tratos con poderes infernales. Si esto es cierto, los Reinos de Hierro todavía tienen que pagar esta última deuda. Considerando los pocos datos históricos que se guardan de esta época, nadie ha sido capaz de demostrar si esto es cierto o no. Sólo el tiempo dirá si las leyendas tenían alguna base.
Con los orgoth expulsados, algunos oportunistas intentaron aprovecharse de la situación y comenzarón a surgir pequeños conflictos como en los antiguos días de las Mil Ciudades. Sin embargo, los líderes de la rebelión tenían otros planes y los señores de la guerra fueron ejecutados rápida y brutalmente. Mientras los ejércitos rebeldes mantenían la paz, sus líderes se reunían en Corvis. Aunque la ciudad todavía ardía a causa del Azote, era el mejor lugar para reunirse de todo el reino; situada céntricamente y con facilidades para viajar hasta ella. Los líderes rebeldes celebraron el Concilio de los Diez dentro de las frías cámaras de mármol del ayuntamiento de Corvis. Siguieron semanas de furiosos debates, pero cuando terminó se habían firmado los famosos Tratados de Corvisy nacieron los Reinos de Hierro.